Me encuentro en Jerusalén de peregrinación-Ejercicios Espirituales. En nuestra casa, la casa de las Hijas de María Auxiliadora cerca de las murallas de la ciudad. Acoge peregrinos todo el año. Es un lugar privilegiado y se está en familia. Todo un regalo del Señor. Él nos enseña la tierra en la que se encarnó. Rezo por todos y por todas. 

Del 10 al 12 septiembre hemos estado n Galilea. Tenemos casa en Nazaret, un colegio y alli también acogen peregrinos para rezar. Un buen lugar para aprender en la "escuela de Jesús y María de Nazaret" sin olvidar a san José. 

Ya de vuelta en Jerusalén, el 13 rezamos en el Cenáculo, en la Dormición y en la casa de Caifás.

Martes 13 de septiembre de 2016.  San Juan Crisóstomo
Vigésimo cuarta Semana del Tiempo Ordinario



 de la primera carta del apóstol Pablo a los Corintios 12,12-14.27-31a:

Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. El cuerpo tiene muchos miembros, no uno solo. Pues bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro. Y Dios os ha distribuido en la Iglesia: en el primer puesto los apóstoles, en el segundo los profetas, en el tercero los maestros, después vienen los milagros, luego el don de curar, la beneficencia, el gobierno, la diversidad de lenguas, el don de interpretarlas. ¿Acaso son todos apóstoles? ¿O todos son profetas? ¿O todos maestros? ¿O hacen todos milagros? ¿Tienen todos don para curar? ¿Hablan todos en lenguas o todos las interpretan? Ambicionad los carismas mejores.

Sal 99 R/. Somos un pueblo y ovejas de su rebaño

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R/.

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R/.

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre. R/.

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.» R/.


Lectura del santo evangelio según san Lucas 7,11-17:

En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío. Cuando se acercaba a la entrada de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.
Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: «No llores.»
Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: «¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!»
El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre. Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: «Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.» La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.





PARA VIVIR ESTA PALABRA

Este episodio sólo Lucas nos lo cuenta y tiene un paralelo sorprendente en el Antiguo Testamento cuando Elías resucita al hijo de la viuda de Sarepta (1 Reyes 17).

Cuántas veces se ve en el evangelio que Jesús se compadece de los que sufren y les alivia con sus palabras, sus gestos y sus milagros! Hoy atiende a esta pobre mujer, que, además de haber quedado viuda y desamparada, ha perdido a su único hijo.
La reacción de la gente ante el prodigio es la justa: "un gran profeta ha surgido entre nosotros: Dios ha visitado a su pueblo".

El Resucitado sigue todavía hoy aliviando a los que sufren y resucitando a los muertos. Lo hace a través de su comunidad, la Iglesia, de un modo especial por medio de su Palabra poderosa y de sus sacramentos de gracia. Dios nos tiene destinados a la vida. Cristo Jesús, nos quiere comunicar continuamente esta vida suya.
El sacramento de la Reconciliación, ¿no es la aplicación actual de las palabras de Jesús, "joven, a ti te lo digo, levántate"? La Unción de los enfermos, ¿no es Cristo Jesús que se acerca al que sufre, por medio de su comunidad, y le da el alivio y la fuerza de su Espíritu?

La Eucaristía, en la que recibimos su Cuerpo y Sangre, ¿no es garantía de resurrección, como él nos prometió: "el que me coma vivirá por mí, como yo vivo por el Padre"?
La escena de hoy nos interpela también en el sentido de que debemos actuar con los demás como lo hizo Cristo. Cuando nos encontramos con personas que sufren -porque están solitarias, enfermas o de alguna manera muertas, y no han tenido suerte en la vida- ¿cuál es nuestra reacción? ¿la de los que pasaron de largo ante el que había sido víctima de los bandidos, o la del samaritano que le atendió? Aquella fue una parábola que contó Jesús. Lo de hoy no es una parábola: es su actitud ante un hecho concreto.

Si actuamos como Jesús ante el dolor ajeno, aliviando y repartiendo esperanza, por ejemplo a los jóvenes ("joven, levántate"), también podrá oírse la misma reacción que entonces: "en verdad, Dios ha visitado a su pueblo". La caridad nos hace ser signos visibles de Cristo porque es el mejor lenguaje del evangelio, el lenguaje que todos entienden.

LUNES 12 SEPTIEMBRE 2016, 24 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
Evangelio según San Lucas 7,1-10. 

Cuando Jesús terminó de decir todas estas cosas al pueblo, entró en Cafarnaún.
Había allí un centurión que tenía un sirviente enfermo, a punto de morir, al que estimaba mucho.
Como había oído hablar de Jesús, envió a unos ancianos judíos para rogarle que viniera a curar a su servidor.
Cuando estuvieron cerca de Jesús, le suplicaron con insistencia, diciéndole: "El merece que le hagas este favor,
porque ama a nuestra nación y nos ha construido la sinagoga".
Jesús fue con ellos, y cuando ya estaba cerca de la casa, el centurión le mandó decir por unos amigos: "Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa;
por eso no me consideré digno de ir a verte personalmente. Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará.
Porque yo -que no soy más que un oficial subalterno, pero tengo soldados a mis órdenes- cuando digo a uno: 'Ve', él va; y a otro: 'Ven', él viene; y cuando digo a mi sirviente: '¡Tienes que hacer esto!', él lo hace".
Al oír estas palabras, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la multitud que lo seguía, dijo: "Yo les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe".
Cuando los enviados regresaron a la casa, encontraron al sirviente completamente sano.


PARA VIVIR ESTA PALABRA, LUNES 12.09-2016: Lucas 7,1-10

a) Jesús hace un milagro en favor de un extranjero, que, además, es un oficial, jefe de centuria del ejército romano de ocupación. Según los informes que le dan a Jesús, es buena persona, simpatiza con los judíos y les ha construido la sinagoga.
La actitud de este centurión es de humilde respeto: no se atreve a ir él personalmente a ver a Jesús, ni le invita a venir a su casa, porque ya sabe que los judios no pueden entrar en casa de un pagano. Pero tiene confianza en la fuerza curativa de Jesús, que él relaciona con las claves de mando y obediencia de la vida militar.

Jesús alaba la fe de este extranjero. Después de tantos rechazos entre los suyos, es reconfortante encontrar una fe así: "os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe".
Cuando Lucas escribe el evangelio, la comunidad eclesial ya hacia tiempo que iba admitiendo a los paganos a la fe, por ejemplo en la persona de otro centurión romano, Cornelio, que se convirtió con toda su familia. Entonces (cf.Hch 10,34ss) sacaron la conclusión de que "realmente Dios no hace distinción de personas".

b) ¿Sabemos reconocer los valores que tienen "los otros", los que no son de nuestra cultura, raza, lengua, religión? ¿sabemos dialogar con ellos, ayudarles en lo que podemos? ¿nos alegramos de que el bien no sea exclusiva nuestra?
La actitud de aquel centurión y la alabanza de Jesús son una lección para que revisemos nuestros archivos mentales, en los que a veces a una persona, por no ser de "los nuestros", ya la hemos catalogado poco menos que de inútil o indeseable. Si fuéramos sinceros, a veces tendríamos que reconocer, viendo los valores de personas como ésas, que "ni en Israel he encontrado tanta fe".

La Iglesia, en el Concilio Vaticano, se abrió más claramente al diálogo con todos: los otros cristianos, los creyentes no cristianos y también los no creyentes. ¿Hemos asimilado nosotros esta actitud universalista, sabiendo dar un voto de confianza a todos? ¿o estamos encerrados en alguna clase de racismo o nacionalismo, por razón de lengua, edad, sexo o religión? ¿somos como los fariseos, que se creían ellos justos y a los demás los miraban como pecadores?

Tenemos que empezar por ser humildes nosotros mismos. Cuando nos preparamos a acudir a la comunión eucarística, repetimos cada vez -ojalá con la misma fe y confianza que él- las palabras del centurión: "Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme".



XXIV Domingo del tiempo ordinario:  11/09/2016.   Evangelio según San Lucas 15, 1-32

En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los letrados murmuraban entre ellos:
–Ese acoge a los pecadores y come con ellos.
Jesús les dijo esta parábola:
–Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles:
–¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido.
Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, reúne a las vecinas para decirles:
–¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido.
Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.
También les dijo:
Un hombre tenía dos hijos: el menor de ellos dijo a su padre:
–Padre, dame la parte que me toca de la fortuna.
El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país, que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer.
Recapacitando entonces se dijo:
–Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: «Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros.»
Se puso en camino adonde estaba su padre: cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y echando a correr, se le echó al cuello, y se puso a besarlo.
Su hijo le dijo:
–Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo.
Pero el padre dijo a sus criados:
–Sacad en seguida el mejor traje, y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado.
Y empezaron el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba.
Este le contestó:
–Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud.
El se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Y él replicó a su padre:
–Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado.
El padre le dijo:
–Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido, estaba perdido, y lo hemos encontrado.

"UNA PARÁBOLA PARA NUESTROS DÍAS

En ninguna otra parábola ha querido Jesús hacernos penetrar tan profundamente en el misterio de Dios y en el misterio de la condición humana. Ninguna otra es tan actual para nosotros como ésta del "Padre bueno".

El hijo menor dice a su padre«dame la parte que me toca de la herencia». Al reclamarla, está pidiendo de alguna manera la muerte de su padre. Quiere ser libre, romper ataduras. No será feliz hasta que su padre desaparezca. El padre accede a su deseo sin decir palabra: el hijo ha de elegir libremente su camino.

¿No es ésta la situación actual? Muchos quieren hoy verse libres de Dios, ser felices sin la presencia de un Padre eterno en su horizonte. Dios ha de desaparecer de la sociedad y de las conciencias. Y, lo mismo que en la parábola, el Padre guarda silencio. Dios no coacciona a nadie.

El hijo se marcha a «un país lejano». Necesita vivir en otro país, lejos de su padre y de su familia. El padre lo ve partir, pero no lo abandona; su corazón de padre lo acompaña; cada mañana lo estará esperando. La sociedad moderna se aleja más y más de Dios, de su autoridad, de su recuerdo... ¿No está Dios acompañándonos mientras lo vamos perdiendo de vista?

Pronto se instala el hijo en una «vida desordenada». El término original no sugiere sólo un desorden moral sino una existencia insana, desquiciada, caótica. Al poco tiempo, su aventura empieza a convertirse en drama. Sobreviene un «hambre terrible» y sólo sobrevive cuidando cerdos como esclavo de un extraño. Sus palabras revelan su tragedia«Yo aquí me muero de hambre».

El vacío interior y el hambre de amor pueden ser los primeros signos de nuestra lejanía de Dios. No es fácil el camino de la libertad. ¿Qué nos falta? ¿Qué podría llenar nuestro corazón? Lo tenemos casi todo, ¿por qué sentimos tanta hambre?

El joven «entró dentro de sí mismo» y, ahondando en su propio vacío, recordó el rostro de su padre asociado a la abundancia de pan: en casa de mi padre «tienen pan» y aquí «yo me muero de hambre». En su interior se despierta el deseo de una libertad nueva junto a su padre. Reconoce su error y toma una decisión: «Me pondré en camino y volveré a mi padre».

¿Nos pondremos en camino hacia Dios nuestro Padre? Muchos lo harían si conocieran a ese Dios que, según la parábola de Jesús, «sale corriendo al encuentro de su hijo, se le echa al cuello y se pone a besarlo efusivamente». Esos abrazos y besos hablan de su amor mejor que todos los libros de teología. Junto a él podríamos encontrar una libertad más digna y dichosa." (J.A. Pagola)


Sábado 10 de septiembre de 2016

Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 43-49

En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos:
-«No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano. Cada árbol se conoce por su fruto; porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.
El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca. ¿Por qué me llamáis “Señor, Señor”, y no hacéis lo que digo? El que se acerca a mi, escucha mis palabras y las pone por obra, os voy a decir a quién se parece: se parece a uno que edificaba una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo tambalearla, porque estaba sólidamente construida.
El que escucha y no pone por obra se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y en seguida se derrumbó y quedó hecha una gran ruina.»

PARA VIVIR ESTA PALABRA: SÁBADO 10.09.2016: Lucas 6,43-49

a) Las comparaciones que ponía Jesús, tomadas de la vida diaria, eran muy expresivas para transmitir sus enseñanzas. Hoy son dos: la del árbol que da frutos buenos o malos, y la del edificio que se apoya en roca o en tierra.
Los árboles se conocen por sus frutos, no por su apariencia. Las zarzas no dan higos.
Así las personas: "el que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal".
El futuro de un edificio depende en gran parte de dónde se apoyan sus cimientos. Si sobre roca o sobre tierra o arena. En el primer caso la casa aguantará embestidas y crecidas. En el otro, no. Lo mismo pasa en las personas, según construyan su personalidad sobre valores sólidos o sobre apariencias. Es como un comentario a las antítesis de las bienaventuranzas que Jesús nos dictó el miércoles de esta misma semana.

b) ¡Qué sabiduría y qué retrato tan exacto de nuestra vida nos ofrecen estas frases!
"Lo que rebosa del corazón, lo habla la boca". Cuando nuestras palabras son amargas, es que está rezumando amargura nuestro corazón. Cuando las palabras son amables, es que el corazón está lleno de bondad y eso es lo que aparece hacia fuera. Tenemos motivos de examen de conciencia, al final del día, si recordamos las varias intervenciones que hemos tenido durante la jornada.
Lo mismo con el otro símil de la construcción. A veces el edificio de nuestra personalidad -la fachada exterior- aparece muy llamativo y prometedor. Pero no hemos puesto cimientos, o los hemos puesto sobre bases no consistentes: el gusto, la moda, el interés. No sobre algo permanente: la Palabra de Dios. ¿Nos extrañaremos de que estos edificios -nuestras propias vidas, o las de otros, que parecían muy seguras- se "derrumben desplomándose"?

Siempre estamos a tiempo para corregir desviaciones. ¿Cómo tenemos el corazón? ¿es estéril, malo, lleno de orgullo? Entonces nuestras obras serán estériles y malignas.
¿Trabajamos por cultivar sentimientos internos de misericordia, de humildad, de paz?

Entonces nuestras obras irán siendo también benignas y edificantes. Tenemos que cuidar y examinar nuestro corazón, que es la raíz de las palabras y de las obras.
También podemos hacernos la pregunta de cómo construimos nuestro porvenir. Sea cual sea nuestra edad, ¿podemos decir que estamos poniendo la base de nuestro edificio en valores firmes, en la Palabra de Dios? ¿o en modas pasajeras y en el gusto del momento? ¿cuidamos sólo la fachada o sobre todo la interioridad?

 Viernes 09 de septiembre de 2016. Vigésimo tercera Semana del Tiempo Ordinario


de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 9, 16-19. 22b-27

Hermanos:
El hecho de predicar no es para mí motivo de orgullo. No tengo más remedio y, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio! Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga. Pero, si lo hago a pesar mío, es que me han encargado este oficio. Entonces, ¿cuál es la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, sin usar el derecho que me da la predicación del Evangelio. Porque, siendo libre como soy, me he hecha esclavo de todos para ganar a los más posibles. Me he hecho todo a todos, para ganar, sea como sea, a algunos. Y hago todo esto por el Evangelio, para participar yo también de sus bienes. Ya sabéis que en el estadio todos los corredores cubren la carrera, aunque uno solo se lleva el premio. Corred así: para ganar. Pero un atleta se impone toda clase de privaciones. Ellos para ganar una corona que se marchita; nosotros, en cambio, una que no se marchita. Por eso corro yo, pero no al azar; boxeo, pero no contra el aire; mis golpes van a mi cuerpo y lo tengo a mi servicio, no sea que, después de predicar a los otros, me descalifiquen a mí. 

Sal 83, 3. 4. 5-6. 12

Mí alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo. R.
Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor de los ejércitos,
Rey mío y Dios mío. R.
Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre.
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza
al preparar su peregrinación. R.
Porque el Señor es sol y escudo,
él da la gracia y la gloria;
el Señor no niega sus bienes
a los de conducta intachable. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 39-42

En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola:
-« ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? Un discípulo no es más que su maestro, sí bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame que te saque la mota del ojo”, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.»

PARA VIVIR ESTA PALABRA Viernes 9.09.2016

Lucas 6,39-42
a) Continúa "el sermón de la llanura", con recomendaciones varias, a modo de comparaciones:
- un ciego no puede guiar a otro ciego: los dos caerán en el hoyo,
- un discípulo no será más que su maestro,
- no tenemos que fijarnos tanto en los defectos de los demás (una mota o brizna en el ojo ajeno), sino en los nuestros (una viga): si no, seríamos hipócritas.
Son recomendaciones relacionadas con la ley del amor que ayer nos daba Jesús. El que se tiene por guía debe "ver" bien. El que quiere pasar de discípulo a maestro, lo mismo.
Uno y otro, si lo único que ven son los defectos de los demás, y no los propios, mal irá la cosa. Lo de ver la mota en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio era un dicho muy común entre los judíos.
b) Qué fácilmente vemos los defectos de nuestros hermanos, y qué capacidad tenemos de disimular los nuestros! Eso se llama ser hipócritas.
Por eso se nos ocurre hacer de guías de otros, cuando los que necesitamos orientación somos nosotros. Y queremos hacer de maestros, cuando no hemos acabado de aprender.
Y nos metemos a dar consejos y a corregir a otros, cuando no somos capaces de enfrentarnos sinceramente con nuestros propios fallos.

Hagamos hoy un poco de examen de conciencia: ¿no tendemos a ignorar nuestros defectos, mientras que estamos siempre alerta para descubrir los ajenos? Cada vez que nos acordamos de los fallos de los demás -con un deseo inmediato de comentarlos con otros-, deberíamos razonar así: "y yo seguramente tengo fallos mayores y los demás no me los echan en cara continuamente, sino que disimulan: ¿por qué tengo tantas ganas de ser juez y fiscal de mis hermanos?". Eso se llama hipocresía, uno de los defectos que más criticó Jesús. Nos iría bien un espejo limpio donde mirarnos: este espejo es la Palabra de Dios, que nos va orientando día tras día. Para ejercitar una saludable autocrítica en nuestra vida.


Jueves 08 de septiembre de 2016.  NATIVIDAD DE MARÍA 

de la profecía de Miqueas 5, 1-4a

Así dice el Señor:
«Pero tú, Belén de Efrata, pequeña entre las aldeas de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel.
Su origen es desde lo antiguo, de tiempo inmemorial.
Los entrega hasta el tiempo en que la madre dé a luz, y el resto de sus hermanos retornará a los hijos de
Israel.
En pie, pastoreará con la fuerza del Señor, por el nombre glorioso del Señor, su Dios.
Habitarán tranquilos, porque se mostrará grande hasta los confines de la tierra, y éste será nuestra paz.»

Sal 12 R. Desbordo de gozo con el Señor

Porque yo confío en tu misericordia:
alegra mi corazón con tu auxilio. R.
Y cantaré al Señor
por el bien que me ha hecho. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 1,1-16.18-23

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por
obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había
tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
-«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella
viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo
de los pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta:
«Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa “Díoscon-
nosotros”.»

PARA VIVIR ESTA PALABRA, NATIVIDAD DE MARÍA:
MARIA, ALEGRIA DEL MUNDO
1. Según la Tradición, la Virgen Madre de Dios nació en Jerusalén, junto a la piscina de Bezatha. La Liturgia Oriental celebra su nacimiento cantando poéticamente que este día es el preludio de la alegría universal, en el que han comenzado a soplar los vientos que anuncian la salvación. Por eso nuestra liturgia nos invita a celebrar con alegría el nacimiento de María, pues de ella nació el sol de justicia, Cristo Nuestro Señor.
 
Hoy nace una clara estrella,
tan divina y celestial,
que, con ser estrella, es tal,
que el mismo Sol nace de ella.
En la plenitud de los tiempos, María se convirtió en el vehículo de la eterna fidelidad de Dios. Hoy celebramos el aniversario de su nacimiento como una nueva manifestación de esa fidelidad de Dios con los hombres.

2. Nada nos dice el Nuevo Testamento sobre el nacimiento de María. Ni siquiera nos da la fecha o el nombre de sus padres, aunque según la leyenda se llamaban Joaquín y Ana. Éste nacimiento es superior a Creación, porque es la condición de la Redención. Y, sin embargo, la Iglesia celebra su nacimiento. Con él celebramos la fidelidad de Dios. “Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien” Romanos 8,28. Y es motivo de alegría gozosa y permanente de todos y cada uno de los llamados. No sabemos cómo se cumplirá, pero tampoco sabemos como nace el trigo, y cómo se forja la perla en la ostra. Pero nacen y crecen y se forjan. La inteligencia humana, por aguda que sea, tiene su límite y ya no puede alcanzar más. Cerrar los ojos ante el misterio, sabiéndonos llamados por Dios, y “desbordar de gozo en el Señor” (Salmo 12, 6). 

3. Todo lo que sabemos de su nacimiento es legendario y se encuentra en el evangelio apócrifo de Santiago, según el cual Ana, su madre, se casó con un propietario rural llamado Joaquín, galileo de Nazaret. Su nombre significa "el hombre a quien Dios levanta", y, según san Epifanio, "preparación del Señor". Descendía de la familia real de David. Llevaban ya veinte años de matrimonio y el hijo tan ansiado no llegaba. Los hebreos consideraban la esterilidad como un oprobio y un castigo del cielo. Eran los tales menospreciados y en la calle se les negaba el saludo. En el templo, Joaquin oía murmurar sobre ellos, como indignos de entrar en la casa de Dios. Esta conducta se ve celebrada en Mallorca, en una montaña que se llama Randa, donde existe una iglesia con una capilla dedicada a la Virgen. En los azulejos que cubren las paredes, antiquísimos, el Sumo Sacerdote riñe con el gesto a San Joaquín, esposo de Santa Ana, quien, sumiso y resignado, parece decir: No puede ser, no he podido tener hijos. Sabemos que su esterilidad dará paso a María. Joaquín, muy dolorido, se retira al desierto, para obtener con penitencias y oraciones la ansiada paternidad. Ana intensificó sus ruegos, implorando como otras veces la gracia de un hijo. Recordó a la otra Ana de las Escrituras, de que habla el libro de los Reyes: habiendo orado tanto al Señor, fue escuchada, y asi llegó su hijo Samuel, quien más tarde sería un gran profeta.Y así también Joaquín y Ana vieron premiada su constante oración con el nacimiento de una hija singular, María,concebida sin pecado original, y predestinada a ser la madre de Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado. 

El cumpleaños de la Santísima Virgen 

La Iglesia celebra ordinariamente el aniversario del paso al Cielo de los hombres. La fiesta que hoy celebramos es una de las pocas en las que quiere reconocer de modo público y solemne la llegada a la tierra de uno de sus hijos. La que iba a ser la Madre de Dios viene al mundo, con lo que se aproxima ya la plenitud de los tiempos, en palabras de San Pablo. El momento central de la historia, marcado por la llegada de Dios hecho hombre a la misma historia, es ya inminente, por cuanto la que sería su Madre ha nacido. Es de justicia, pues, alegarse. Debemos celebrar una fiesta que ponga de manifiesto la alegría de los hombres, que reconocemos el gran don recibido.

 
De Ana y de Joaquín, oriente
de aquella estrella divina,
sale su luz clara y digna
de ser pura eternamente:
el alba más clara y bella
no le puede ser igual,
que, con ser estrella, es tal,
que el mismo Sol nace de ella.

No le iguala lumbre alguna
de cuantas bordan el cielo,
porque es el humilde suelo
de sus pies la blanca luna:
nace en el suelo tan bella
y con luz tan celestial,
que, con ser estrella, es tal,
que el mismo Sol nace de ella.

Miércoles 07 de septiembre de 2016.  Vigésimo tercera Semana del Tiempo Ordinario

de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 7,25-31:

Respecto al celibato no tengo órdenes del Señor, sino que doy mí parecer como hombre de fiar que soy, por la misericordia del Señor. Estimo que es un bien, por la necesidad actual: quiero decir que es un bien vivir así. ¿Estás unido a una mujer? No busques la separación. ¿Estás libre? No busques mujer; aunque, si te casas, no haces mal; y, si una soltera se casa, tampoco hace mal. Pero estos tales sufrirán la tribulación de la carne. Yo respeto vuestras razones. Digo esto, hermanos: que el momento es apremiante. Queda como solución que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que están alegres, como si no lo estuvieran; los que compran, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la representación de este mundo se termina.

Sal 44,11-12.14-15.16-17 R/. Escucha, hija, mira: inclina el oído

Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza:
póstrate ante él, que él es tu Señor. R/.

Ya entra la princesa, bellísima,
vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,
la siguen sus compañeras. R/.

Las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.
«A cambio de tus padres, tendrás hijos,
que nombrarás príncipes por toda la tierra.» R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 6,20-26:

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo: «Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis. Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis. ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas.»

Lucas 6,20-26
a) Al bajar Jesús de la montaña, donde había elegido a los doce apóstoles, empieza en Lucas lo que los autores llaman "el sermón de la llanura" (Lc 6,20-49), que leeremos desde hoy al sábado, y que recoge diversas enseñanzas de Jesús, como había hecho Mateo en el "sermón de la montaña".
Ambos empiezan con las bienaventuranzas. Las de Lucas son distintas. En Mateo eran ocho, mientras que aquí son cuatro bienaventuranzas y cuatro que podemos llamar malaventuranzas o lamentaciones. En Mateo están en tercera persona ("de ellos es el Reino"), mientras que aquí en segunda: "vuestro es el Reino").
Jesús llama "felices y dichosos" a cuatro clases de personas: los pobres, los que pasan hambre, los que lloran y los que son perseguidos por causa de su fe. Pero se lamenta y dedica su "ay" a otras cuatro clases de personas: los ricos, los que están saciados, los que ríen y los que son adulados por el mundo.
Se trata, por tanto, de cuatro antítesis. Como las que pone Lucas en labios de María de Nazaret en su Magníficat: Dios derriba a los potentados y enaltece a los humildes, a los hambrientos los sacia y a los ricos los despide vacíos. Es como el desarrollo de lo que había anunciado Jesús en su primera homilía de Nazaret: Dios le ha enviado a los pobres, los cautivos, los ciegos y los oprimidos.
b) Nos sorprende siempre esta lista de bienaventuranzas. ¿Cómo se puede llamar dichosos a los que lloran o a los pobres o a los perseguidos? La enseñanza de Jesús es paradójica. No va según nuestros gustos y según los criterios de este mundo. En nuestra sociedad se felicita a los ricos y a los que tienen éxito y a los que gozan de salud y a los que son aplaudidos por todos.
En estas ocasiones es cuando recordamos que ser cristianos no es fácil, que no consiste sólo en estar bautizados o hacer unos rezos o llevar unos distintivos. Sino en creer a Jesús y fiarse de lo que nos enseña y en seguir sus criterios de vida, aunque nos parezcan difíciles. Seguro que él está señalando una felicidad más definitiva que las pasajeras que nos puede ofrecer este mundo.
Es la verdadera sabiduría, el auténtico camino de la felicidad y de la libertad. La del salmo 1: "Dichoso el que no sigue el consejo de los impíos: es como un árbol plantado junto a corrientes de agua... No así los impíos, no así, que son como paja que se lleva el viento". O como la de Jeremías: "Maldito aquél que se fía de los hombres y aparta de Yahvé su corazón... Bendito aquél que se fía de Yahvé y a la orilla de la corriente echa sus raíces" (Jr 1 7,5-6). O como la de la parábola del pobre y del rico: ¿quién es feliz en definitiva, el pobre Lázaro a quien nadie hacía caso, o el rico Epulón que fue a parar al fuego del castigo? Jesús llama felices a los que están vacíos de sí mismos y abiertos a Dios, y se lamenta de los autosuficientes y satisfechos, porque se están engañando: los éxitos inmediatos no les van a traer la felicidad verdadera.
¿Estamos en la lista de bienaventurados de Jesús, o nos empeñamos en seguir en la lista de este mundo? Si no encontramos la felicidad, ¿no será porque la estamos buscando donde no está, en las cosas aparentes y superficiales?

Martes 06 de septiembre de 2016.  Vigésimo tercera Semana del Tiempo Ordinario

 de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 6, 1-11

Hermanos:
Cuando uno de vosotros está en pleito con otro, ¿cómo tiene el descaro de llevarlo a un tribunal pagano y no ante los santos? ¿Habéis olvidado que los santos juzgarán el universo?
Pues si vosotros vais a juzgar al mundo, ¿no estaréis a la altura de juzgar minucias?
Recordad que juzgaremos a ángeles: cuánto más asuntos de la vida ordinaria.
De manera que para juzgar los asuntos ordinarios dais jurisdicción a ésos que en la Iglesia no pintan nada. ¿No os da vergüenza?
¿Es que no hay entre vosotros ningún entendido que sea capaz de arbitrar entre dos hermanos? No señor, un hermano tiene que estar en pleito con otro, y además entre no creyentes. Desde cualquier punto de vista ya es un fallo que haya pleitos entre vosotros.
¿No estaría mejor sufrir la injusticia?
¿No estaría mejor dejarse robar?
En cambio, sois vosotros los injustos y los ladrones, y eso con hermanos vuestros.
Sabéis muy bien que la gente injusta no heredará el reino de Dios.
No os llaméis a engaño: los inmorales, idólatras, adúlteros, afeminados, invertidos, ladrones, codiciosos, borrachos, difamadores o estafadores no heredarán el reino de Dios. Así erais algunos antes.
Pero os lavaron, os consagraron, os perdonaron en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y por Espíritu de nuestro Dios.

Salmo 149, R. El Señor ama a su pueblo.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey. R.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes. R.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca;
es un honor para todos sus fieles. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 12-19

En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Bajó del monte con ellos y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salta de él una fuerza que los curaba a todos.

PAR VIVIR ESTA PALABRA:  Lucas 6,12-19

a) Antes de contar la elección de los doce apóstoles, Lucas nos dice expresamente que "Jesús subió a la montaña a orar y pasó la noche orando a Dios".

Es el evangelista que más énfasis pone en la figura de Jesús orante. Aquí se dispone a elegir, entre los discípulos que le siguen, a doce apóstoles (palabra griega para "enviados"), pero el evangelio da importancia al hecho de que antes se pasa la noche orando a su Padre.

Son doce: un número que puede verse como simbólico de muchas cosas (los doce meses del año, o los signos del zodíaco), pero sobre todo de las doce tribus de Israel. Así, Jesús manifiesta que el nuevo Israel, la Iglesia, viene a sustituir y cumplir lo que se había empezado en el antiguo.


La lista de los doce aparece varias veces en el evangelio, con ligeras diferencias de orden, que aquí no nos interesa subrayar. Los doce no son grandes personalidades. Le van a defraudar en más de una ocasión. Pero es el estilo de Dios, que va eligiendo para su obra a personas débiles.
A partir de ahora estos doce van a acompañar muy de cerca a Jesús, y van a colaborar en su evangelización, en sus signos de curación y de liberación del mal. Aunque tendrán que madurar mucho para ser los colaboradores que Jesús necesita para la salvación del mundo.

b) La comunidad de Jesús es "apostólica". Está cimentada en la piedra angular, que es Cristo Jesús. Pero también tiene como fundamento a los apóstoles que él mismo eligió como núcleo inicial de la Iglesia.
Todos los bautizados formamos la comunidad, el Cuerpo de Cristo, que es la Cabeza. Él es el Pastor, la Luz, el Maestro. Pero a la vez recordamos que mandó a sus apóstoles que enseñaran y que fueran pastores y luz para el mundo. Detrás de ellos vinieron sus sucesores, como Pablo y Bernabé y Timoteo y Tito, ministros en una comunidad compuesta por innumerables hombres y mujeres. Ahora, nosotros. No todos somos "sucesores de los apóstoles", como el Papa y los Obispos, pero sí todos somos miembros activos de la Iglesia.

Esta comunidad "apostólica" es la que colabora con el Resucitado y su Espíritu en el trabajo que él hizo en directo, mientras vivió sobre la tierra: anunciar la buena noticia a todos, curar enfermos, liberar a los atormentados por los espíritus malos...
Si entonces dice Lucas que "salía de él una fuerza que los curaba a todos", lo mismo se tendría que poder decir de su Iglesia, de nosotros. Desde hace dos mil años este mundo no ve a Jesús, pero debería sentir la fuerza curativa y liberadora de la comunidad de Jesús, en todos los ambientes, también en los más cercanos de la vida familiar y social y de nuestro trabajo.

Hoy 5.09 estoy en Jerez María Auxiliadora presento a sor Caridad Romero como directora de esta Casa  con una celebración a las 13.00 y por la tarde a las 20.00h presento a sor Virginia Fernandez como directora de Jerez san Juan Bosco. Seguimos unidos en la oración.


LUNES 5 SEPTIEMBRE 2016. 23 SEMANA DEL T. ORDINARIO


de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 5,1-8:
Se sabe de buena tinta que hay un caso de unión ilegítima en vuestra comunidad, y tan grave que ni los gentiles la toleran: me refiero a ése que vive con la mujer de su padre. ¿Y todavía tenéis humos? Estaría mejor ponerse de luto y pidiendo que el que ha hecho eso desaparezca de vuestro grupo. Lo que es yo, ausente en el cuerpo, pero presente en espíritu, ya he tomado una decisión como si estuviera presente: reunidos vosotros en nombre de nuestro Señor Jesús, y yo presente en espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesús, entregar al que ha hecho eso en manos del diablo; humanamente quedará destrozado, pero así la persona se salvará en el día del Señor. Ese orgullo vuestro no tiene razón de ser. ¿No sabéis que un poco de levadura fermenta toda la masa? Barred la levadura vieja para ser una masa nueva, ya que sois panes ázimos. Porque ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo. Así, pues, celebramos la Pascua, no con levadura vieja (levadura de corrupción y de maldad), sino con los panes ázimos de la sinceridad y la verdad.

Salmo 5: R/. Señor, guíame con tu justicia

Tú no eres un Dios que ame la maldad,
ni el malvado es tu huesped,
ni el arrogante se mantiene en tu presencia. R/.
Detestas a los malhechores,
destruyes a los mentirosos;
al hombre sanguinario y traicionero
lo aborrece el Señor. R/.
Que se alegren los que se acogen a ti,
con júbilo eterno;
protégelos, para que se llenen de gozo
los que aman tu nombre. R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 6,6-11:

Un sábado, entró Jesús en la sinagoga a enseñar. Había allí un hombre que tenla parálisis en el brazo derecho. Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo.
Pero él, sabiendo lo que pensaban, dijo al hombre del brazo paralítico: «Levántate y ponte ahí en medio.» Él se levantó y se quedó en pie.
Jesús les dijo: «Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar a uno o dejarlo morir?»
Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo al hombre: «Extiende el brazo.»
Él lo hizo, y su brazo quedó restablecido. Ellos se pusieron furiosos y discutían qué había que hacer con Jesús.


PARA VIVIR ESTA PALABRA LUNES 5.09.2016


 Lucas 6,6-11

a) De nuevo la tensión en torno al cumplimiento del sábado. Esta vez no por las espigas que comían por el campo, sino por una curación hecha en la sinagoga precisamente en sábado.
Jesús se da cuenta del dolor de aquel hombre. El enfermo con el brazo paralizado no le dice nada, pero se debía leer en su cara la súplica. Los fariseos están al acecho para ver qué hará. Jesús "sabía lo que pensaban", y primero les provoca con su pregunta: "¿qué está permitido en sábado?". No contestaron. Entonces Jesús, "echando una mirada a todos" (Lucas no dice, como Marcos, que esta mirada estuvo "llena de ira y tristeza"), curó al buen hombre.
La reacción no se hizo esperar: "ellos se pusieron furiosos".

b) Es evidente que Jesús no desautoriza aquella institución tan válida del sábado, el día dedicado al culto de Dios, a la alegría, al descanso laboral, a la oración, a la vida de familia, al agradecimiento por la obra de la creación. Más aún, parece como si él ese día acumulara sus gestos curativos y salvadores.
Lo que critica es una comprensión raquítica, más preocupada por cumplir unas normas, muchas veces inventadas por las varias escuelas, que por el espíritu de fe que debe impregnar la vivencia de este día. No se podrá trabajar en sábado, y por tanto no habrá que hacer curas médicas a no ser que sean necesarias. Pero extender el brazo y decir una palabra de curación ¿es trabajar? El recoger unas espigas y comer sus granos al pasear por el campo, ¿es un trabajo equiparable a la siega?
Las escuelas de los fariseos habían llegado a interpretar el sábado convirtiéndolo en día de preocupación casuística en vez de en día de libertad. Jesús enseña actitudes más profundas, más preocupadas por el espíritu que por la letra. Y nosotros tendríamos que aplicar esta enseñanza a muchos detalles de nuestras normas de vida. Las normas están muy bien, y son necesarias, pero sin llegar a un legalismo formalista. No es el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre (cf. Mc 2,27).

Hay instituciones muy válidas y llenas de espíritu: el domingo cristiano, la celebración de la Eucaristía, el rezo de la Liturgia de las Horas. Realidades que tienen importancia para la vida de fe, y que necesitan, dado su carácter de comunitarias, unas normas para su realización. Pero no se tenían que haber rodeado, en la historia, de normas tan estrictas y minuciosas que a veces ahogan la alegría de su celebración. En vez de esponjar el ánimo y alegrarse con Dios y dedicarle una alabanza sentida y celebrar su comida pascual en el día consagrado a él, a veces nos hemos limitado a crear un clima de mero cumplimiento exterior.

Lo mismo pasa con la relación entre el culto (la celebración de la sinagoga en sábado) y la caridad fraterna (¿puedo curar a este buen hombre?). Para Cristo hay que saber conjugar las dos cosas. Va a la sinagoga, porque es sábado, pero también cura el brazo paralítico de aquella persona. Y, por el tono del relato, se nota claramente que da prioridad a la persona que a la institución.


XXIII Domingo del tiempo ordinario. 04/09/2016

de la Sabiduría 9, 13-19

¿Qué hombre conoce el designio de Dios, 
quién comprende lo que Dios quiere?
Los pensamientos de los mortales son mezquinos 
y nuestros razonamientos son falibles;
porque el cuerpo mortal es lastre del alma 
y la tienda terrestre abruma la mente que medita.
Apenas conocemos las cosas terrenas 
y con trabajo encontramos lo que está a mano:
¿Pues quién rastreará las cosas del cielo, 
quién conocerá tu designio,
si tú no le das sabiduría 
enviando tu Santo Espíritu desde el cielo
?
Sólo así serán rectos los caminos de los terrestres, 
los hombres aprenderán lo que te agrada; 
y se salvarán con la sabiduría 
los que te agradan, Señor, desde el principio.

Salmo 89, 3-4 5-6. 12-13. 14 y 17 R. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.

Tú reduces el hombre a polvo, 
diciendo: «Retornad, hijos de Adán.» 
Mil años en tu presencia 
son un ayer, que pasó, 
una vela nocturna. R.

Los siembras año por año, 
como hierba que se renueva; 
que florece y se renueva por la mañana, 
y por la tarde la siegan y se seca. R.

Enséñanos a calcular nuestros años, 
para que adquiramos un corazón sensato. 
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? 
Ten compasión de tus siervos. R.

Por la mañana sácianos de tu misericordia, 
y toda nuestra vida será alegría y júbilo; 
baje a nosotros la bondad del Señor 
y haga prósperas las obras de nuestras manos. R.


Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a Filemón 9b-10. 12-17


Querido hermano:
Yo, Pablo, anciano y prisionero por Cristo Jesús, 
te recomiendo a Onésimo, mi hijo,
a quien he engendrado en la prisión; 
te lo envío como algo de mis entrañas.
Me hubiera gustado retenerlo junto a mí, 
para que me sirviera en tu lugar 
en esta prisión que sufro por el Evangelio; 
pero no he querido retenerlo sin contar contigo: 
así me harás este favor no a la fuerza, sino con toda libertad.
Quizá se apartó de ti 
para que le recobres ahora para siempre; 
y no como esclavo, sino mucho mejor: 
como hermano querido.
Si yo lo quiero tanto, 
cuánto más lo has de querer tú, 
como hombre y como cristiano.
Si me consideras compañero tuyo, 
recíbelo a él como a mí mismo.

Dibujo Evangelio 8 Septiembre Color

EVANGELIO  según san Lucas (14, 25-33)

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:
–Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Quien no lleve su cruz detrás de mí, no puede ser discípulo mío.
Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla?
No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo:
«Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar.»
¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío.


NO DE CUALQUIER MANERA

Jesús va camino de Jerusalén. El evangelista nos dice que le “acompañaba mucha gente”. Sin embargo, Jesús no se hace ilusiones. No se deja engañar por entusiasmos fáciles de las gentes. A algunos les preocupa hoy cómo va descendiendo el número de los cristianos. A Jesús le interesaba más la calidad de sus seguidores que su número.
De pronto “se vuelve” y comienza a hablar a aquella muchedumbre de las exigencias concretas que encierra el acompañarlo de manera lúcida y responsable. No quiere que la gente lo siga de cualquier manera. Ser discípulo de Jesús es una decisión que ha de marcar la vida entera de la persona.
Jesús les habla, en primer lugar de la familia. Aquellas gentes tienen su propia familia: padres y madres, mujer e hijos, hermanos y hermanas. Son sus seres más queridos y entrañables. Pero, si no dejan a un lado los intereses familiares para colaborar con él en promover una familia humana, no basada en lazos de sangre sino construida desde la justicia y la solidaridad fraterna, no podrán ser sus discípulos.
Jesús no está pensando en deshacer los hogares eliminando el cariño y la convivencia familiar. Pero, si alguien pone por encima de todo el honor de su familia, el patrimonio, la herencia o el bienestar familiar, no podrá ser su discípulo ni trabajar con él en el proyecto de un mundo más humano.
Más aún. Si alguien solo piensa en sí mismo y en sus cosas, si vive solo para disfrutar de su bienestar, si se preocupa únicamente de sus intereses, que no se engañe, no puede ser discípulo de Jesús. Le falta libertad interior, coherencia y responsabilidad para tomarlo en serio.
Jesús sigue hablando con crudeza: “Quien no lleve su cruz detrás de mí, no puede ser mi discípulo”. Si uno vive evitando problemas y conflictos, si no sabe asumir riesgos y penalidades, si no está dispuesto a soportar sufrimientos por el reino de Dios y su justicia, no puede ser discípulo de Jesús.
No se puede ser cristiano de cualquier manera. No hemos de confundir la vida cristiana con formas de vivir que desfiguran y vacían de contenido el seguimiento humilde, pero responsable a Jesús.
Sorprende la libertad del Papa Francisco para denunciar estilos de cristianos que poco tienen que ver con los discípulos de Jesús: “cristianos de buenos modales, pero malas costumbres”, “creyentes de museo”, “hipócritas de la casuística”, “cristianos incapaces de vivir contra corriente”, cristianos “corruptos” que solo piensan en sí mismos, “cristianos educados” que no anuncian el evangelio.   (José Antonio Pagola)

Sabado 3 de septiembre de 2016. 22ª Semana del T. Ordinario

 de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 4, 6b-15

Hermanos:
En el caso de Apolo y de mí aprended aquello de «no saltarse el reglamento» y no os engriáis en uno a costa del otro. A ver, ¿quién te hace tan importante? ¿Tienes algo que no hayas recibido? Y, si lo has recibido, ¿a qué tanto orgullo, como si nadie te lo hubiera dado?
Ya tenéis todo lo que ansiabais, ya sois ricos, habéis conseguido un reino sin nosotros. ¿Qué más quisiera yo? Así reinaríamos juntos. Por lo que veo, a nosotros, los apóstoles, Dios nos coloca los últimos; parecemos condenados a muerte, dados en espectáculo público para ángeles y hombres. Nosotros, unos necios por Cristo, vosotros, ¡qué sensatos en Cristo! Nosotros débiles, vosotros fuertes; vosotros célebres, nosotros despreciados; hasta ahora hemos pasado hambre y sed y falta de ropa; recibimos bofetadas, no tenemos domicilio, nos agotamos trabajando con nuestras propias manos; nos insultan, y les deseamos bendiciones; nos persiguen, y aguantamos; nos calumnian, y respondemos con buenos modos; nos tratan como a la basura del mundo, el deshecho de la humanidad, y así hasta el día de hoy.
No os escribo esto para avergonzaros, sino para haceros recapacitar, porque os quiero como a hijos; porque tendréis mil tutores en Cristo, pero padres no tenéis muchos; por medio del Evangelio soy yo quien os ha engendrado para Cristo Jesús.

Sal 144, 17-18. 19-20. 21 R. Cerca está el Señor de los que lo invocan

El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R.
Satisface los deseos de sus fieles,
escucha sus gritos, y los salva.
El Señor guarda a los que lo aman,
pero destruye a los malvados. R.
Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,
todo viviente bendiga su santo nombre
por siempre jamás. R.


Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 1-5

Un sábado, Jesús atravesaba un sembrado; sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas con las manos, se comían el grano.
Unos fariseos les preguntaron:
-«¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?» Jesús les replicó:
-« ¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre?
Entró en la casa de Dios, tomó los panes presentados, que sólo pueden comer los sacerdotes, comió él y les dio a sus compañeros.» Y añadió:
-«El Hijo del hombre es señor del sábado.»



PARA VIVIR ESTA PALABRA SABADO 3.09.2016
1 Corintios 4,6-15
a) Pablo sigue hablando de la difícil relación de los Corintios con los ministros y pastores, y tal vez también de estos mismos en su comprensión del papel que tienen en la comunidad.
Se pone a sí mismo -y a Apolo- como modelo, porque no se han buscado a sí mismos, sino que han servido humildemente a la comunidad. Pablo plantea una serie de antítesis, llenas de ironía muchas veces, sobre su lugar en la comunidad:
- los Corintios son ricos, lo tienen todo, mientras que los apóstoles son los últimos, condenados a muerte, dados en espectáculo público,
- ellos son muy sensatos, y él un loco,
- ellos fuertes, y Pablo débil,
- ellos célebres, y él despreciado, que pasa incluso hambre y sed y falta de ropa, sin casa fija.

Pablo trabaja hasta agotarse y encima le insultan y le calumnian y le tratan como la basura del mundo. Lo que nunca podrán decir es que no les quiera, que no se haya portada generosamente: "os quiero como hijos"; tendrán "mil tutores, pero padres no tenéis muchos: soy yo quien os ha engendrado para Cristo Jesús".

b) Buen espejo en el que mirarse los que han recibido en la comunidad alguna clase de responsabilidad.

El principio para todos, y de modo particular para ellos, debe ser la humildad. Ayer nos decía Pablo que somos servidores, no dueños. Hoy apostrofa a los que creen ser algo: "¿quién te hace tan importante? ¿tienes algo que no hayas recibido"? Esta frase se ve que le hizo impresión a san Agustín, porque alguien ha contado que la comenta más de doscientas veces en sus escritos.

¿Se podría decir que nos buscamos a nosotros mismos o el poder, en nuestro servicio a los demás? ¿Reaccionamos con la humildad de Pablo ante las críticas e incluso frente a los desplantes que podamos sufrir en nuestro trabajo? El que está lleno de sí mismo es el que se perturba y se hunde cuando le pasan cosas de esas. El humilde reacciona con más serenidad, como Pablo, que, si de algo se enorgullecía, era de su debilidad, no de sus cualidades.

La lista de bienaventuranzas que nos enseñó Jesús se parece a esta enumeración de actitudes de un apóstol, según Pablo: los que encuentran la verdadera felicidad interior son los humildes, los perseguidos, los que lloran, los que buscan la paz... Algo tendría que cambiar en nuestra actuación para parecernos más a Pablo y sobre todo a Jesús, que sufrió los mismos contratiempos que Pablo y dio incluso su vida por los demás.

2. Lucas 6,1-5
a) Esta vez, la discusión es sobre el sábado.
Jesús apreciaba el sábado y, como buen judío, lo había incorporado a su espiritualidad: por ejemplo, iba cada semana a la sinagoga, a rezar y a escuchar la Palabra de Dios con los demás. Y cumplía seguramente las otras normas relativas a este día.

Bien vivido, el sábado era y sigue siendo un día sacramental de auténtica gracia para los judíos. Pero lo que aquí critica Jesús es una interpretación exagerada del descanso sabático: ¿cómo puede ser contrario a la voluntad de Dios el tomar en la mano unas espigas, restregarlas y comer sus granos, cuando se siente hambre?

El argumento que él aduce es el ejemplo de David y sus hombres, a quienes el sacerdote del santuario les dio a comer "panes sagrados", aunque en principio no eran para ser comidos así (1 Samuel 21).

Jesús habla realmente con autoridad y poder. Se atreve a reinterpretar una de las instituciones más sagradas de su pueblo. Pero sobre todo les debió saber muy mal a los fariseos la última afirmación: "el Hijo del Hombre es señor del sábado".

b) Es una difícil sabiduría distinguir entre lo que es importante y lo que no.
Guardar el sábado como día de culto a Dios, día de descanso en su honor, día de la naturaleza, día de paz y vida de familia, día de liberación interior, sí era importante. Que no se trabajara el sábado en la siega era una cosa, pero que no se pudieran tomar y comer unos granos al pasar por el campo, era una interpretación exagerada. No valía la pena discutir y perder la paz por eso. Es un ejemplo de lo que ayer nos decía Jesús respecto al paño nuevo y a los odres nuevos.
Cuántas ocasiones tenemos, en nuestra vida de comunidad, de aplicar este principio.


Cuántas veces perdemos la serenidad y el humor por tonterías de estas, aferrándonos a nimiedades sin importancia. 


Palabra Viernes 2 de septiembre de 2016. 22ª Semana del T. Ordinario



de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 4, 1-5

Hermanos: Que la gente sólo vea en nosotros servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora, en un administrador, lo que se busca es que sea fiel. Para mi, lo de menos es que me pidáis cuentas vosotros o un tribunal humano; ni siquiera yo me pido cuentas. La conciencia, es verdad, no me remuerde; pero tampoco por eso quedo absuelto: mi juez es el Señor. Así, pues, no juzguéis antes de tiempo: dejad que venga el Señor. Él iluminará lo que esconden las tinieblas y pondrá al descubierto los designios del corazón; entonces cada uno recibirá la alabanza de Dios.


Salmo 36, 3-4. 5-6. 27-28. 39-40 R. El Señor es quien salva a los justos

Confía en el Señor y haz el bien,
habita tu tierra y practica la lealtad;
sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pide tu corazón. R.
Encomienda tu camino al Señor, confía en él,
y él actuará: hará tu justicia como el amanecer,
tu derecho como el mediodía. R.
Apártate del mal y haz el bien,
y siempre tendrás una casa;
porque el Señor ama la justicia
y no abandona a sus fieles. R.
El Señor es quien salva a los justos,
él es su alcázar en el peligro;
el Señor los protege y los libra,
los libra de los malvados
y los salva porque se acogen a él. R.



Lectura del santo evangelio según san Lucas 5, 33-39

En aquel tiempo, dijeron a Jesús los fariseos y los escribas: -«Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber.» Jesús les contestó: -«¿Queréis que ayunen los amigos del novio mientras el novio está con ellos? Llegará el día en que se lo lleven, y entonces ayunarán. » Y añadió esta parábola: -«Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque se estropea el nuevo, y la pieza no le pega al viejo. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino nuevo revienta los odres, se derrama, y los odres se estropean. A vino nuevo, odres nuevos. Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: "Está bueno el añejo."»

PARA VIVIR ESTA PALABRA EL VIERNES 2 SEPTIEMBRE 2016
1 Corintios 4,1-5

a) Se ve que el problema de los ministros y su comprensión dentro de la comunidad de Corinto era grave, porque Pablo sigue tratando de él. Estos días pasados hemos visto cómo aludía a la división entre los partidarios de Apolo o de Pablo.
Para él, los apóstoles -y todos los que de alguna manera ejercen un ministerio pastoral en la comunidad- son sólo "servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios".

Y por tanto, deben ser "fieles", que es lo que se pide de un administrador. No son dueños, no son protagonistas. No salvan ellos. Predican una palabra que no es suya, sino de Dios.
Por tanto, el prestigio que pueda tener entre los fieles es sólo relativamente importante.
A lo que tiene respeto Pablo es al juicio de Dios, no al que él mismo haga de sí, ni al que puedan hacer de él los corintios, un tanto superficialmente. Si le alaban por algún motivo, no por eso es necesariamente bueno. Si le critican, no por eso es necesariamente malo. El salmo nos asegura que es "el Señor quien salva a los justos... apártate del mal y haz el bien, porque el Señor ama la justicia y no abandona a sus fieles".

b) Es una buena ocasión para que los encargados de una comunidad se examinen a sí mismos: no son sino administradores y servidores de unos bienes que pertenecen a Dios y a la comunidad.
Su actuación debe ser seria, responsable, con la mirada puesta en el juicio de Dios, que es profundo: "él iluminará lo que esconden las tinieblas y pondrá al descubierto los designios del corazón". Una persona que tiene autoridad no debe fiarse demasiado de la opinión que tiene de si misma, que será benévola normalmente, ni tampoco depender obsesivamente del juicio que les merezca a los demás.

La crítica de los demás nos tiene que infundir respeto, y nos puede ayudar a madurar y a mejorar nuestro servicio. Y haremos bien en hacer caso de las interpelaciones que se nos hagan con seriedad. Pero tampoco deberíamos estar continuamente pendientes de si agradamos o no a todos: si seguimos nuestra conciencia e intentamos agradar a Dios, podemos tener esa serenidad que parece tener Pablo, porque "la conciencia no le remuerde".

¿Qué buscamos en nuestro trabajo: el aplauso humano o el de Dios? Si la gente habla bien de nosotros, pero a Dios le estamos defraudando con nuestra actuación, malo. Es el juicio de Dios, que escruta nuestro corazón, el que nos debería preocupar.

2. Lucas 5,33-39
a) Empiezan las discusiones con los fariseos: ¿por qué no ayunan los seguidores de Jesús, como hacen todos los buenos judíos, los fariseos y los discípulos del Bautista? Acusan a los discípulos de que "comen y beben", lo mismo que achacarán a Jesús (Lc 7,33s).

El tema no es tanto si ayunar o no, o si el ayuno entra en el programa ascético de Jesús.
Él mismo había ayunado cuarenta días en el desierto y la comunidad cristiana, desde muy pronto, dedicó dos días a la semana (miércoles y viernes) al ayuno. Jesús no elimina el ayuno, muy arraigado en la espiritualidad de su pueblo.

El interrogante es si ha llegado o no el Mesías. El ayuno previo a Jesús tenía un sentido de preparación mesiánica, con un cierto tono de tristeza y duelo. Seguir haciendo ayuno es no reconocer que ha llegado el Mesías. Ha llegado el Novio. Sus amigos están de fiesta. La alegría mesiánica supera al ayuno. Luego, cuando de nuevo les "sea quitado" el Novio, porque no les será visible desde el día de la Ascensión, volverán a hacer ayuno, aunque no con tono de espera ni de tristeza.
Sobre todo, Jesús subraya el carácter de radical novedad que supone el acogerle como enviado de Dios. Lo hace con la doble comparación de la "pieza de un manto nuevo en un manto viejo" y del "vino nuevo en odres viejos".

b) Aceptar a Jesús en nuestras vidas comporta cambios importantes. No se trata sólo de "saber" unas cuantas verdades respecto a él, sino de cambiar nuestro estilo de vida.
Significa vivir con alegría interior. Jesús se compara a sí mismo con el Novio y a nosotros con los "amigos del Novio". Estamos de fiesta. ¿Se nos nota? ¿o vivimos tristes, como si no hubiera venido todavía el Salvador?
Significa también novedad radical. La fe en Cristo no nos pide que hagamos algunos pequeños cambios de fachada, que remendemos un poco el traje viejo, o que aprovechemos los odres viejos en que guardábamos el vino anterior. La fe en Cristo pide traje nuevo y odres nuevos. Jesús rompe moldes. Lo que Pablo llama "revestirse de Cristo Jesús" no consiste en unos parches y unos cambios superficiales.

Los apóstoles, por ejemplo, tenían una formación religiosa propia del AT: les costó ir madurando en la nueva mentalidad de Jesús. Nosotros estamos rodeados de una ideología y una sensibilidad neopagana. También tenemos que ir madurando: el vino nuevo de Jesús nos obliga a cambiar los odres. El vino nuevo implica actitudes nuevas, maneras de pensar propias de Cristo, que no coinciden con las de este mundo. Son cambios de mentalidad, profundos. No de meros retoques externos. En muchos aspectos son incompatibles el traje de este mundo y el de Cristo. Por eso cada día venimos a escuchar, en la misa, la doctrina nueva de Jesús y a recibir su vino nuevo.



para el JUEVES 1 de SEPTIEMBRE de 2016. 22ª Semana del T. Ordinario

primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 3, 18-23:

Hermanos:
Que nadie se engañe. Si alguno de vosotros se cree sabio en este mundo, que se haga necio para llegar a ser sabio.
Porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios, como está escrito: «Él caza a los sabios en su astucia. » Y también: «El Señor penetra los pensamientos de los sabios y conoce que son vanos.»
Así, pues, que nadie se gloríe en los hombres, pues todo es vuestro: Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro. Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.

Sal 23, 1-2. 3-4ab. 5-6 R. Del Señor es la tierra y cuanto la llena

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R.
¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 5, 1-11:

En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes.
Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
-«Rema mar adentro, y echad las redes para pescar.»
Simón contestó:
-«Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.»
Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a lo socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo:
-«Apártate de mi, Señor, que soy un pecador.»
Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Jesús dijo a Simón:
-«No temas; desde ahora serás pescador de hombres.»
Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.



PARA VIVIR ESTA PALABRA EL JUEVES 1.09.2016


1 Corintios 3,18-23
a) Ayer acusaba Pablo a los Corintios de inmaduros e infantiles, por las divisiones que se suscitaban entre ellos. Hoy vuelve al tema desde la perspectiva de la "sabiduría".
Si son "sabios según el mundo", entonces sí que se explican estas divisiones sobre Apolo y Pablo (esta vez añade también a Cefas, o sea, Pedro, que también se ve que tenía sus "fans" allí). Pero eso no es sabiduría, sino necedad a los ojos de Dios. Deberíamos juzgar las cosas y las personas desde una mentalidad espiritual y madura.
Esta mirada la expresa Pablo con una profunda y lúcida gradación: "todo es vuestro (Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro), todo es vuestro; vosotros, de Cristo, y Cristo, de Dios".
b) Esta visión sí que es una interpretación espiritual de la historia, que, a la vez, relativiza nuestras preocupaciones y celos en la vida de la comunidad. Nada es "absoluto" sino Cristo y Dios. Lo demás -incluidos los ministros de la comunidad- son relativos. Morirá Apolo y morirá Pablo, y morirá el Papa actual y el siguiente. Pero Cristo es el mismo ayer, hoy y siempre, y es el que, a través de esta Iglesia frágil y caduca, nos va llevando a todos a Dios.
Ésta es la clave de la sabiduría espiritual, la sabiduría del "grupo que busca al Señor", del que habla el salmo de hoy. El que sigue criterios humanos y se cree listo, "sus pensamientos son vanos" y "Dios lo caza en su astucia".
En nuestra vida de comunidad se establecen a veces una serie de divisiones, más o menos sutiles, basadas en lo que Pablo llama claramente "necedades". Damos importancia a lo que no la tiene. Los ministros de la comunidad -el Papa, el Obispo, los pastores más cercanos- no son los protagonistas, ni los dueños. Su elocuencia o sus carismas personales -que ojalá no sean pequeños- no son el factor determinante. Están al servicio de la comunidad ("son vuestros"). Son colaboradores de Dios. No vale la pena que por unas cualidades más o menos se produzcan tensiones tontas. Ni porque ellos se lo creen ("¿qué tienes que no hayas recibido?", nos dirá Pablo pasado mañana) ni porque sus oyentes o fieles toman partido por uno u otro.
2. Lucas 5,1-11
a) Lucas nos narra la llamada vocacional de Pedro y de los otros primeros discípulos: "desde ahora serás pescador de hombres". Hasta ahora aparecía trabajando solo. Ahora busca colaboradores.
Ya ayer hablaba de Pedro el evangelio: Jesús curó a su suegra de la fiebre. Hoy nos cuenta cómo, para poder apartarse un poco de la gente que se agolpaba en torno, le pide a Pedro que le preste su barca. Qué satisfacción sentiría Pedro: ese predicador que se está haciendo famoso, por su palabra y por sus milagros, le ha pedido a él su barca.
Luego, aunque a regañadientes, porque tiene la experiencia del fracaso de la noche, echa las redes "por la palabra de Jesús". Y sucede lo inesperado: la pesca milagrosa, que provoca en Pedro una reacción de espanto y admiración: "apártate de mí, Señor, que soy un pecador".
No debieron entender mucho lo de ser "pescador de hombres". Pero aquel hombre les ha convencido: "dejándolo todo, lo siguieron".
b) Ser "pescadores de hombres" no significa nada peyorativo. Pescar a las personas, en este sentido, no es un proselitismo a ultranza, ni hacer que mueran para nuestro provecho -en eso consiste la pesca de los peces- sino lo contrario: evangelizar, convencer, ofrecer de parte de Dios a cuantas más personas mejor la buena noticia del amor y la salvación.
En el origen de nuestra vocación cristiana y apostólica tal vez no haya una "pesca milagrosa" o algún hecho extraordinario. Pero sí, de algún modo, ha habido y sigue habiendo un sentimiento de admiración y asombro por Cristo, y la convicción de que vale la pena dejarlo todo y seguirle, para colaborar con él en la salvación del mundo.
Probablemente lo que sí hemos experimentado ya son noches estériles en que "no hemos pescado nada" y días en que hemos sentido la presencia de Jesús que ha vuelto eficaz nuestro trabajo. Sin él, esterilidad. Con él, fecundidad sorprendente. Y así vamos madurando, como aquellos primeros discípulos, en nuestro camino de fe, a través de los días buenos y de los malos. Para que, por una parte, no caigamos en la tentación del miedo o la pereza. Y, por otra, no confiemos excesivamente en nuestros métodos, sino en la fuerza de la palabra de Cristo.
Si no hemos conseguido más, en nuestro apostolado, "mar adentro", ¿no habrá sido porque hemos confiado más en nosotros que en él? ¿porque hemos "echado las redes" en nombre propio y no en el de él?



Miércoles 31 de agosto de 2016
Vigésimo segunda Semana del Tiempo Ordinario




de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 3, 1 9

Hermanos, no pude hablaros como a hombres de espíritu, sino como a gente carnal, como a niños en Cristo. Por eso os alimenté con leche, no con comida, porque no estabais para más. Por supuesto, tampoco ahora, que seguís los instintos carnales. Mientras haya entre vosotros envidias y contiendas, es que os guían los instintos carnales y que procedéis según lo humano. Cuando uno dice «yo soy de Pablo» y otro, «yo de Apolo», ¿no estáis procediendo según lo humano? En fin de cuentas, ¿qué es Apolo y qué es Pablo? Ministros que os llevaron a la fe, cada uno como le encargó el Señor. Yo planté, Apolo regó, pero fue Dios quien hizo crecer; por tanto, el que planta no significa nada ni el que riega tampoco; cuenta el que hace crecer, o sea, Dios. El que planta y el que riega son una misma cosa; si bien cada uno recibirá el salario según lo que haya trabajado. Nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros campo de Dios, edificio de Dios.


Salmo 32, 12 13. 14 15. 20 21 R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres. R.
Desde su morada observa
a todos los habitantes de la tierra:
él modeló cada corazón
y comprende todas sus acciones. R.
Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
con él se alegra nuestro corazón,
en su santo nombre confiamos. R.

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 4, 38 44

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron que hiciera algo por ella. El, de pie a su lado, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose enseguida, se puso a servirles.
Al ponerse el sol, los que tenían enfermos con el mal que fuera, se los llevaban; y él, poniendo las manos sobre cada uno, los iba curando. De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban:
–Tú eres el Hijo de Dios.
Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías.
Al hacerse de día, salió a un lugar solitario.
La gente lo andaba buscando; dieron con él e intentaban retenerlo para que no se les fuese.
Pero él les dijo:
–También a los otros pueblos tengo que anunciarles el reino de Dios, para eso me han enviado.
Y predicaba en las sinagogas de Judea. 


PARA VIVIR ESTA PALABRA 31 agosto 2016


1 Corintios 3,1-9
a) Para Pablo, la existencia de divisiones en la comunidad es un signo claro de inmadurez, de falta de verdadera sabiduría.

Se ve que en Corinto se habían formado bandos: unos eran "fans" de Pablo y otros de Apolo, que se ve que era mejor orador. Estas divisiones, para Pablo, se deben a que siguen unos criterios humanos, "carnales", y no se dejan guiar por el Espíritu. Son niños pequeños todavía y por eso no pueden alimentarse más que de leche, no de alimentos sólidos.

Porque si tuvieran la mirada del Espirítu, verían a Pablo y a Apolo -a los ministros y predicadores de la comunidad- como "agentes de Dios", servidores, que sólo preparan el campo para que Dios lo haga fructificar, o el edificio para que Dios lo edifique.
Para los griegos, el sabio habla en su propio nombre y lo que tiene fuerza decisiva son sus cualidades. Pero la mirada de los cristianos debería estar puesta más en Dios que en Pablo y Apolo. Como repite el salmo, "dichosa la nación cuyo Dios es el Señor... el Señor, desde su morada, observa a todos los habitantes de la tierra, él modeló cada corazón y comprende todas sus acciones".

b) La sabiduría no se evalúa por los conocimientos eruditos, sino por las actitudes concretas de la vida comunitaria. Un termómetro de madurez para una comunidad cristiana es la existencia o no de cismas y celos en su seno. ¿Fomentamos divisiones en nuestra comunidad religiosa o parroquial o en nuestra vida social?

Nuestras divisiones de ahora tal vez no son precisamente porque unos sean partidarios de un apóstol y otros de otro. Pero, sea cual sea el motivo de las "envidias y contiendas" que nos dividan, que siempre se deberán a nuestra falta de visión "espiritual" de las cosas, estamos demostrando nuestra inmadurez y nuestra cortedad de miras. Estamos actuando según criterios humanos y no espirituales.

Si no somos capaces de vivir en paz, si no aceptamos a los demás con sus diferencias y nos fijamos sólo en si alguien habla mejor que otro, somos todavía infantiles y no entendemos lo que es el ministerio en la Iglesia. Recordemos cómo Juan el Bautista no quería que se fijasen en él, sino en aquél a quien él anunciaba: que crezca él y que yo disminuya.

A veces llegamos a perder la paz y el humor por pequeñeces. ¿Qué importa si Apolo tiene unas cualidades humanas más brillantes que Pablo? Los dos anuncian al mismo Cristo, y ese mensaje es el que tenemos que oir y seguir. ¿Qué importa si un sembrador lanza su semilla en el campo con más o menos garbo, si el verdadero agricultor, el que da fecundidad al grano, es Dios? ¿Qué importan las cualidades del capataz, si el verdadero arquitecto es Dios ("sois también edificio de Dios")?

2. Lucas 4,38-44

a) Lo que Jesús anunció en Nazaret lo va cumpliendo. Allí dijo, aplicándose la profecía de Isaías, que había venido a anunciar la salvación a los pobres y curar a los ciegos y dar la libertad a los oprimidos.
En efecto, hoy leemos el programa de una jornada de Jesús "al salir de la sinagoga": cura de su fiebre a la suegra de Pedro, impone las manos y sana a los enfermos que le traen, libera a los poseídos por el demonio y no se cansa de ir de pueblo en pueblo "anunciando el reino de Dios". En medio, busca momentos de paz para rezar personalmente en un lugar solitario.
Desde luego, el Reino ya está aquí. Ha empezado a actuar la fuerza salvadora de Dios a través de su Enviado, Jesús.

b) Buen programa para un cristiano y sobre todo para un apóstol. "Al salir de la sinagoga", o sea, "al salir de nuestra misa o de nuestra oración", nos espera una jornada de trabajo, de predicación y evangelización, de servicio curativo para con los demás y a la vez de oración personal.

¿Ayudamos a que a la gente se le pase la fiebre? ¿a que se liberen de sus depresiones y males? ¿atendemos a los que acuden a nosotros, acogiéndoles con nuestra palabra y dedicándoles nuestro tiempo? ¿nos sentimos obligados a seguir anunciando la buena noticia del Reino, sea cual sea el éxito de nuestro esfuerzo? ¿y lo hacemos todo en un clima de oración?

Podemos revisar dos significativos rasgos de esta página. a) Jesús, en medio de una jornada con un horario intensivo de trabajo y dedicación misionera, encuentra momentos para orar a solas. b) Y no quiere "instalarse" en un lugar donde le han acogido bien: "también a los otros pueblos tengo que anunciarles el reino de Dios". Para que evitemos dos peligros: el activismo exagerado, descuidando la oración, y la tentación de quedarnos en el ambiente en que somos bien recibidos, descuidando la universalidad de nuestra misión.

Cristo evangelizador. Cristo liberador. Cristo orante. Fijos nuestros ojos en él, que es nuestro modelo y maestro, aprenderemos a vivir su mismo estilo de vida. Dejándonos liberar de nuestras fiebres y ayudando a los demás a encontrar en Jesús su verdadera felicidad.


J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 20-24

Martes 30 de agosto de 2016
Vigésimo segunda Semana del Tiempo Ordinario




de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 2,10b-16:

El Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios. ¿Quién conoce lo íntimo del hombre, sino el espíritu del hombre, que está dentro de él? Pues, lo mismo, lo íntimo de Dios lo conoce sólo el Espíritu de Dios. Y nosotros hemos recibido un Espíritu que no es del mundo, es el Espíritu que viene de Dios, para que tomemos conciencia de los dones que de Dios recibimos. Cuando explicamos verdades espirituales a hombres de espíritu, no las exponemos en el lenguaje que enseña el saber humano, sino en el que enseña el Espíritu, expresando realidades espirituales en términos espirituales. A nivel humano, uno no capta lo que es propio del Espíritu de Dios, le parece una necedad; no es capaz de percibirlo, porque sólo se puede juzgar con el criterio del Espíritu. En cambio, el hombre de espíritu tiene un criterio para juzgarlo todo, mientras él no está sujeto al juicio de nadie. «¿Quién conoce la mente del Señor para poder instruirlo?» Pues bien, nosotros tenemos la mente de Cristo.

Sal 144, 8-9. 10-11. 12-13ab. 13cd-14 R/. El Señor es justo en todos sus caminos

El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R/.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.
Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. R/.
El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan. R/.



Lectura del santo evangelio según san Lucas 4,31-37:

En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba a la gente. Se quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad. Había en la sinagoga un hombre que tenía un demonio inmundo, y se puso a gritar a voces: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.»
Jesús le intimó: «¡Cierra la boca y sal!»
El demonio tiró al hombre por tierra en medio de la gente, pero salió sin hacerle daño. Todos comentaban estupefactos: «¿Qué tiene su palabra? Da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen.»
Noticias de él iban llegando a todos los lugares de la comarca.



PARA VIVIR ESTA PALABRA DEL MARTES 30 AGOSTO 2016


1 Corintios 2,10-16

a) ¿Quién es el verdadero sabio? ¿quién llega a conocer en profundidad las personas y las cosas y los acontecimientos?
Pablo insiste: "el Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios". Cuando nos dejamos iluminar por ese Espíritu, "que no es del mundo", es cuando entendemos todo en profundidad.

Hay dos clases de personas. Unas se mueven "a nivel humano" (en griego, "physikos anthropos", el hombre físico), y éstas "no captan lo que es propio del Espiritu de Dios, no son capaces de percibirlo, porque sólo se puede juzgar con el criterio del Espíritu". Y está también "el hombre de espíritu" ("pneumatikós"), el que se deja guiar por el Espíritu de Dios, y éste "tiene un criterio para juzgarlo todo".

Para Pablo no es fundamental la perspectiva de la cultura griega, que hacía que los Corintios estuvieran muy satisfechos de su filosofía y de su saber.

b) Si nos quedamos en lo aparente y lo superficial, no llegamos nunca a conocer bien ni la historia ni a las personas ni a nosotros mismos. Si juzgamos "con el criterio del Espíritu", o si, como dice también Pablo, "tenemos la mente de Cristo", su mentalidad, su manera de pensar y jerarquizar los valores, entonces estamos en el buen camino: conoceremos lo más profundo de lo humano y de lo divino.
Mirar las cosas y los acontecimientos desde la mirada misma de Dios: he ahí el secreto.

Entonces sí nos convenceremos de lo que dice el salmo: "el Señor es justo en todos sus caminos", y nos sentiremos llamados a proclamar esa bondad de Dios, que es la clave para todo: "que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas".

Nuestra generación tiende más bien a cantar las hazañas de nuestra ciencia y de nuestro progreso, lo cual es muy bueno. Pero más importantes son las "hazañas del Señor" y su visión de la historia.
La mirada del Espíritu, sencilla y penetrante, que pueden gozar también las personas menos cultas, es más importante que nuestras filosofías eruditas. Un cristiano sencillo, con fe y disponibilidad ante el Espíritu, sabe más que todos los sabios de Grecia.

2. Lucas 4,31-37

a) Rechazado en su pueblo, Nazaret, Jesús va a Cafarnaún. Habla "con autoridad" a la gente y despierta la admiración de todos.
Allí hace el primer "signo": libera a un poseso de su mal. Predica y a la vez libera. La Buena Noticia es que ya está actuando en este mundo la fuerza salvadora de Dios. El mal empieza a ser vencido. Un exorcismo: la primera victoria de Jesús contra el maligno. El demonio lo expresa certeramente: "¿has venido a destruirnos?". Y protesta: naturalmente, el mal no quiere perder terreno.

Los contemporáneos de Jesús unían lo fisico y lo espiritual. La causa del mal de una persona -corporal, anímico, espiritual- la atribuían normalmente a los espíritus malignos.
Sea cual sea el origen de estos males, Jesús libera a toda la persona: a veces le cura de su enfermedad, otras de su posesión maligna, otras de su muerte, y sobre todo, de su pecado.
Hay una visión integral de la persona: de sus males y de su salvación.

b) El Señor Resucitado quiere seguir liberándonos a nosotros de nuestros males.
¿Cuáles son nuestros "demonios" particulares? ¿cuáles nuestras esclavitudes: envidias, miedo, depresiones, egoísmo, materialismo? Jesús está siempre dispuesto a curarnos.
Cuando se nos dice, al invitarnos a comulgar en la misa, que él es "el que quita el pecado del mundo", entendemos que nos quiere totalmente libres, en el sentido más pleno de la palabra.


Pero también quiere que colaboremos con él en la curación de los demás. La fuerza curativa de Jesús pasó a su comunidad: por eso Pedro y Juan curaron al paralítico del Templo "en nombre de Jesús". La Iglesia, sobre todo por sus sacramentos, pero también por su acogida humana, por su palabra de esperanza, por su anuncio de la Buena Noticia del amor de Dios, debería estar curando males y "posesiones" de todos. Repartiendo esperanza. Liberando de esclavitudes. Venciendo al mal.


Lunes 29 de agosto de 2016
Martirio de San Juan Bautista
Vigésimo segunda Semana del Tiempo Ordinario




de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 2,1-5:

Yo, hermanos, cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado. Me presenté a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.

Sal 118 R/. ¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!

¡Cuánto amo tu voluntad!:
todo el día estoy meditando. R/.
Tu mandato me hace más sabio que mis enemigos,
siempre me acompaña. R/.
Soy más docto que todos mis maestros,
porque medito tus preceptos. R/.
Soy más sagaz que los ancianos,
porque cumplo tus leyes. R/.
Aparto mi pie de toda senda mala,
para guardar tu palabra. R/.
No me aparto de tus mandamientos,
porque tú me has instruido. R/.

Lectura del santo evangelio según san Marcos 6, 17-29

En aquel tiempo, Herodes había mandado prender a Juan y lo habla metido en la cárcel, encadenado.
El motivo era que Herodes se habla casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano.
Herodías aborrecia a Juan y quería quitarlo de en medio; no acababa de conseguirlo, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre honrado y santo, y lo defendía. Cuando lo escuchaba, quedaba desconcertado, y lo escuchaba con gusto.
La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea.
La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven:
-«Pídeme lo que quieras, que te lo doy.»
Y le juró:
-«Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino.»
Ella salió a preguntarle a su madre:
-«¿Qué le pido?»
La madre le contestó:
-«La cabeza de Juan, el Bautista.»
Entró ella en seguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió:
-«Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan, el Bautista.»
El rey se puso muy triste; pero, por el juramento y los convidados, no quiso desairarla. En seguida le mandó a un verdugo que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre.
Al enterarse sus discípulos, fueron a recoger el cadáver y lo enterraron.


PARA VIVIR ESTA PALABRA


La vida en servicio a la fe, a la verdad y a la justicia, siempre supone notable carga sobre los hombros de quienes la mantienen.


Hoy la Iglesia recuerda y celebra el martirio de San Juan Bautista, el precursor de Cristo, antesala, preludio, anunciador del Mesías que el pueblo judío estaba esperando. Los evangelios le recuerdan como un hombre austero, solitario, que finalmente entregó su vida por aquello que configuró su misión: anunciar la Verdad -que es Cristo- y todas las "verdades" por molestas que sean de escuchar. "Convertíos…"

Por eso, de algún modo, San Juan Bautista no sólo anuncia la cercanía del Reino que llega con Cristo, sino que también con su muerte anuncia la Pascua, el Misterio cristiano. No es fácil vivir dando sentido a la muerte, y menos cuando nos encuentra violentamente. Por eso las palabras de Jeremías: no les tengas miedo… porque Yo estoy contigo para librarte; no les temas, que si no, yo te meteré miedo de ellos. Es muy curiosa esta frase. ¿Cuántas veces son nuestros propios temores ante algo o alguien lo que nos hace realmente apocados, pusilánimes, cobardes?.


San Juan Bautista no murió por confesar a Cristo y, sin embargo, la Iglesia, desde el principio, le considera mártir, testigo. Pues bien, hoy puede ser para nosotros una fuerte llamada a cuestionar nuestro testimonio en el mundo. ¡Tantas veces no será necesario hablar expresamente de Cristo para anunciarle!, ¡tantas ocasiones para denunciar lo que vemos desde el Evangelio, aún sabiendo que nuestra "cabeza" (en todos los sentidos) puede ponerse a disposición del capricho de cualquier Herodías, o de la sumisión e incoherencia de un Herodes cualquiera.

XXII Domingo del tiempo ordinario

28/08/2016

Eclesiástico 3, 19-21. 30-31

Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad 
y te querrán más que al hombre generoso.
Hazte pequeño en las grandezas humanas, 
y alcanzarás el favor de Dios; 
porque es grande la misericordia de Dios, 
y revela sus secretos a los humildes.
No corras a curar la herida del cínico, 
pues no tienen cura, 
es brote de mala planta.
El sabio aprecia las sentencias de los sabios, 
el oído atento a la sabiduría se alegrará.


Salmo 67, 4-5ac. 6-7ab. 10-11 R. Has preparado, Señor, tu casa a los desvalidos.

Los justos se alegran, 
gozan en la presencia de Dios, 
rebosando de alegría.
Cantad a Dios, tocad en su honor, 
alegraos en su presencia. R.

Padre de huérfanos, 
protector de viudas, 
Dios vive en su santa morada.
Dios prepara casa a los desvalidos, 
libera a los cautivos y los enriquece. R.

Derramaste en tu heredad, oh Dios, una lluvia copiosa, 
aliviaste la tierra extenuada; 
y tu rebaño habitó en la tierra 
que tu bondad, oh Dios, preparó para los pobres. R.

Lectura de la carta a los Hebreos 12, 18-19. 22-24a

Hermanos:
Vosotros no os habéis acercado 
a un monte tangible, 
a un fuego encendido, 
a densos nubarrones, 
a la tormenta, 
al sonido de la trompeta;
ni habéis oído aquella voz 
que el pueblo, al oírla, 
pidió que no les siguiera hablando.
Vosotros os habéis acercado
al monte Sión,
ciudad del Dios vivo,
Jerusalén del cielo,
a la asamblea de innumerables ángeles,
a la congregación de los primogénitos inscritos en el cielo,
a Dios, juez de todos,
a las almas de los justos que han llegado a su destino
y al Mediador de la nueva alianza, Jesús.


Lectura del santo Evangelio según San Lucas 14, 1. 7-14

Entró Jesús un sábado en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando.
Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso este ejemplo:
–Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro, y te dirá: Cédele el puesto a éste. Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.
Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba. Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.
Porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido.
Y dijo al que lo había invitado:
–Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos ni a tus hermanos ni a tus parientes ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote y quedarás pagado.
Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.

SIN ESPERAR NADA A CAMBIO

Jesús está comiendo invitado por uno de los principales fariseos de la región. Lucas nos indica que los fariseos no dejan de espiarlo. Jesús, sin embargo, se siente libre para criticar a los invitados que buscan los primeros puestos e, incluso, para sugerir al que lo ha convidado a quiénes ha de invitar en adelante.
Es esta interpelación al anfitrión la que nos deja desconcertados. Con palabras claras y sencillas, Jesús le indica cómo ha de actuar: «No invites a tus amigos ni a tus hermanos ni a tus parientes ni a los vecinos ricos». Pero, ¿hay algo más legítimo y natural que estrechar lazos con las personas que nos quieren bien? ¿No ha hecho Jesús lo mismo con Lázaro, Marta y María, sus amigos de Betania?
Al mismo tiempo, Jesús le señala en quiénes ha de pensar: «Invita a los pobres, lisiados, cojos y ciegos». Los pobres no tienen medios para corresponder a la invitación. De los lisiados, cojos y ciegos, nada se puede esperar. Por eso, no los invita nadie. ¿No es esto algo normal e inevitable?
Jesús no rechaza el amor familiar ni las relaciones amistosas. Lo que no acepta es que ellas sean siempre las relaciones prioritarias, privilegiadas y exclusivas. A los que entran en la dinámica del reino de Dios buscando un mundo más humano y fraterno, Jesús les recuerda que la acogida a los pobres y desamparados ha de ser anterior a las relaciones interesadas y los convencionalismos sociales.
¿Es posible vivir de manera desinteresada? ¿Se puede amar sin esperar nada a cambio? Estamos tan lejos del Espíritu de Jesús que, a veces, hasta la amistad y el amor familiar están mediatizados por el interés. No hemos de engañarnos. El camino de la gratuidad es casi siempre duro y difícil. Es necesario aprender cosas como estas: dar sin esperar mucho, perdonar sin apenas exigir, ser más pacientes con las personas poco agradables, ayudar pensando solo en el bien del otro.
Siempre es posible recortar un poco nuestros intereses, renunciar de vez en cuando a pequeñas ventajas, poner alegría en la vida del que vive necesitado, regalar algo de nuestro tiempo sin reservarlo siempre para nosotros, colaborar en pequeños servicios gratuitos.
Jesús se atreve a decir al fariseo que lo ha invitado: «Dichoso tú si no pueden pagarte». Esta bienaventuranza ha quedado tan olvidada que muchos cristianos no han oído hablar nunca de ella. Sin embargo, contiene un mensaje muy querido para Jesús:
«Dichosos los que viven para los demás sin recibir recompensa. El Padre del cielo los recompensará».(J.A Pagola)

SÁBADO 27 agosto'2016. SEMANA 21ª DEL TIEMPO ORDINARIO


de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1,26-31:

Fijaos en vuestra asamblea, no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; todo lo contrario, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar el poder. Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor. Por él vosotros sois en Cristo Jesús, en este Cristo que Dios ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención. Y así –como dice la Escritura– «el que se gloríe, que se gloríe en el Señor.»


Salmo 32 R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad

Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres. R/.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.
Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
con él se alegra nuestro corazón,
en su santo nombre confiamos. R/.


Lectura del santo evangelio según san Mateo 25,14-30:

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Un hombre que se iba al extranjero llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno, hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: "Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor." Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: "Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor." Finalmente se acercó el que había recibido un talento y dijo: "Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces; tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo." El señor le respondió: "Eres un empleado negligente y holgazán; ¿con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque el que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadlo fuera, a las tinieblas, allí será el llanto y el rechinar de dientes."» 


PARA VIVIR ESTA PALABRA 


1 Corintios 1,26-31

a) El principio que exponía ayer Pablo, sobre la diferencia entre la sabiduría de Dios y la de los hombres, lo aplica a la comunidad de Corinto: no la forman personas humanamente muy importantes, sino gente sencilla. Muchos serían esclavos, probablemente, porque más de la mitad de la población de Corinto lo era.
Lo que da valor a las personas es lo que son en Cristo Jesús, que para los cristianos es «sabiduría, justicia, santificación y redención». En él sí que nos podemos sentir satisfechos: «el que se gloría, que se gloríe en el Señor».

b) Pablo se atrevió a decir estas cosas a unos griegos que estaban acostumbrados a otros criterios para valorar a las personas.
También nos las dice a nosotros, que podemos caer en la tentación de juzgar la importancia de las personas o de los acontecimientos según las apariencias humanas. La historia ya nos tendría que haber enseñado que Dios hace cosas maravillosas a través de personas que parecían «débiles y despreciables» y, además, con medios desproporcionados. Así se ve que es Dios quien da eficacia a todo y el que salva, y no nosotros.

Si es el caso, tendremos que desplazar el punto de apoyo de nuestra confianza, que no debería estar en nuestras técnicas y palabras sabias, sino en la gracia de Dios. Si el salmo ya lo decía en el AT, mucho más ahora: «nosotros aguardamos al Señor, él es nuestro auxilio y escudo, con él se alegra nuestro corazón, en su santo nombre confiamos».

¡Cuántos cristianos sencillos conocemos, seguramente en nuestra propia familia, que no han tenido mucha cultura humana, pero sí poseían o poseen la sabiduría de Dios y han caminado lúcidamente por esta vida!

Uno se acuerda del Magníficat, en que María alaba a Dios porque «enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos». Y de Jesús, que daba gracias a su Padre porque escondía los misterios del Reino a los que se creían sabios, y los revelaba a los sencillos. Habrá que recordar también, una vez más, nuestro clásico romance: «que al final de la jornada, aquél que se salva, sabe, y el que no, no sabe nada».

2. Mateo 25,14-30

a) Hoy leemos por última vez el evangelio de Mateo, que nos ha acompañado durante doce semanas, desde la 10ª hasta la 21ª. No lo hemos leído entero: por ejemplo, dejamos los capítulos finales, con la pasión, muerte y resurrección de Jesús, para los días de la Semana Santa y Pascua.

Concluye hoy el «discurso escatológico», sobre la vigilancia que debe caracterizar a los cristianos ante la Venida del Señor. Después de las parábolas del ladrón, de la vuelta del amo y de las jóvenes que esperan al novio, hoy Jesús nos transmite su enseñanza con la de los talentos.

Cada uno tiene que hacer fructificar los talentos que recibió del amo: cinco, dos o uno. No importa cuántos recibió (Dios es libre y sorprendente a la hora de conceder su gracia).
Lo que cuenta es si cada empleado ha trabajado o no, si le ha sacado rendimiento a ese capital que se le ha encomendado. Escucha las mismas palabras de alabanza el que recibió cinco que el que sólo dos. En cambio, el siervo perezoso es acusado, no de haber malgastado su talento o robado el dinero de su amo, sino de no haberlo hecho fructificar.

b) De nuevo resuena la consigna: «estad en vela, porque no sabéis el día ni la hora».
Cada uno de nosotros ha recibido sus talentos, y no sabemos cuándo volverá el dueño a pedirnos cuentas del uso que hayamos hecho de ellos.

Podemos pensar, ante todo, en los dones naturales que hemos recibido: la vida, la salud, la inteligencia, las habilidades que nos caracterizan (unos son artistas, otros líderes, otros tienen simpatía abundante...). ¿Sacamos provecho de esos talentos? ¿los sabemos utilizar también para beneficio de la comunidad? ¿o los escondemos «bajo tierra» por pereza o por una falsa humildad? No somos dueños, sino administradores de los dones que Dios nos ha hecho, y que se presentan aquí como un capital que él ha invertido en nosotros.

Pero seguramente se trata, en la intención de Jesús, también de los dones sobrenaturales que Dios nos ha querido conceder. Ya Israel había tenido, en comparación con los otros pueblos, gracias muy especiales, como pueblo elegido de Yahvé. Y no supo aprovecharlas.
Los cristianos todavía tenemos más gracias y dones: Cristo Jesús como Salvador y Maestro, el don de su Espíritu, la Palabra de Dios, la comunidad eclesial, la fe, los sacramentos. ¿Qué fruto les estamos sacando? ¿se nos podría acusar de apatía o de pereza? La excesiva «prudencia» del tercer siervo sería en nosotros un claro «pecado de omisión», del que también tenemos que arrepentirnos. No se trata sólo de no hacer el mal, sino de hacer el bien que Dios espera que hagamos. Como el árbol, del que se esperan frutos, y no sólo apariencias.

No sabemos cuántos años nos quedan de vida y cuándo seremos convocados a examen. Pero todos deseamos que el examinador, el Juez, nos pueda decir las palabras que él guarda para los que se han esforzado por vivir según sus caminos: «Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor. Como has sido fiel en lo poco, pasa al banquete de tu señor».

Viernes 26 de agosto de 2016. 
Vigésimo primera Semana del Tiempo Ordinario

de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1,17-25:

No me envió Cristo a bautizar, sino a anunciar el Evangelio, y no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo. El mensaje de la cruz es necedad para los que están en vías de perdición; pero para los que están en vías de salvación, para nosotros, es fuerza de Dios. Dice la Escritura: «Destruiré la sabiduría de los sabios, frustraré la sagacidad de los sagaces.» ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el sofista de nuestros tiempos? ¿No ha convertido Dios en necedad la sabiduría del mundo? Y como, en la sabiduría de Dios, el mundo no lo conoció por el camino de la sabiduría, quiso Dios valerse de la necedad de la predicación, para salvar a los creyentes. Porque los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados a Cristo, judíos o griegos, un Mesías que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.

Sal 32 R/. La misericordia del Señor llena la tierra

Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R/.
Que la palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R/.
El Señor deshace los planes de las naciones,
frustra los proyectos de los pueblos,
pero el plan del Señor subsiste por siempre,
los proyectos de su corazón, de edad en edad. R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 25,1-13:

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El Reino de los cielos se parecerá a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: "¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!" Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: "Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas." Pero las sensatas contestaron: "Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis." Mientras iban a comprarlo llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: "Señor, señor, ábrenos." Pero él respondió: "Os lo aseguro: no os conozco." Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.»


PARA VIVIR ESTA PALABRA


Pablo aborda el tema de la «sabiduría» verdadera.

Como decíamos en la introducción de ayer, la temática de esta carta, escrita a una comunidad griega, se va a referir con frecuencia a la relación entre el «conocimiento» y la «caridad», entre la «gnosis» y el «ágape».

Los judíos «piden signos». Los griegos «buscan sabiduría». Pero la fe cristiana es «fuerza de Dios», es el lenguaje de la cruz («nosotros predicamos a Cristo crucificado»), que puede parecer necedad a los griegos y a los judíos, escándalo. Pero que es la verdadera «sabiduría de Dios», que siempre se muestra sorprendente y no sigue los criterios ni de los judíos ni de los griegos. Más bien parece como si Dios quisiera desprestigiar lo que los hombres llamamos sabiduría, demostrando que es necedad, mientras que lo que nosotros despreciamos como necio o débil es a sus ojos lo sabio y fuerte.



Este planteamiento lo hace Pablo a unos cristianos que proceden de la mentalidad griega, pagados de sí mismos y de su avanzada filosofía humana.

Pero puede resultar oportuno también para nosotros. Todos necesitamos reajustar mentalidades. Porque los criterios de «sabiduría» de este mundo no siempre coinciden con los de Jesús. Debemos «evangelizar» la cultura de nuestro tiempo, llenarla de Cristo, no «dejarnos evangelizar» por ella. Aunque tomamos en serio cada cultura y apreciamos los múltiples valores que existen en nuestra sociedad, lo que tenemos que hacer los cristianos es impregnarla de la sabiduría de Dios, como hizo Pablo con la cultura helénica.



Pablo empieza diciendo que lo suyo es evangelizar, no tanto bautizar: lo cual no cabe interpretarlo como negación de los sacramentos en la vida eclesial, sino como afirmación de la prioridad lógica de la evangelización y de la fe, sobre todo en un ambiente saturado de paganismo. Eso sí, Pablo anuncia el Evangelio «no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo».



La sabiduría cristiana se basa en Cristo, aunque chocaba en el ambiente helénico y sigue chocando también en la cultura actual. Pero es la que nos lleva a la verdadera felicidad: «nosotros predicamos a Cristo crucificado... fuerza de Dios y sabiduría de Dios».



Sigue siendo verdad lo que ya afirmaba el salmista sobre los caminos de Dios y los nuestros: «el Señor deshace los planes de las naciones, frustra los proyectos de los pueblos, pero el plan del Señor subsiste por siempre, los proyectos de su corazón, de edad en edad».



2. Mateo 25,1-13



a) Sigue la enseñanza de Jesús sobre la vigilancia. Ayer ponía el ejemplo del ladrón que puede venir en cualquier momento, y el del amo de la casa, que deseará ver a los criados preparados cuando vuelva. Hoy son las diez jóvenes que acompañarán, como damas de honor, a la novia cuando llegue el novio.

La parábola es sencilla, pero muy hermosa y significativa. Naturalmente, como pasa siempre en las parábolas, hay detalles exagerados o inusuales, que sirven para subrayar más la enseñanza que Jesús busca. Así, la tardanza del novio hasta medianoche, o la negativa de las jóvenes sensatas a compartir su aceite con las demás, o la idea de que puedan estar abiertas las tiendas a esas horas, o la respuesta tajante del novio, que cierra bruscamente la puerta, contra todas las reglas de la hospitalidad oriental...

Jesús quiere transmitir esta idea: que todas tenían que haber estado preparadas y despiertas cuando llegó el novio. Su venida será imprevista. Nadie sabe el día ni la hora. Israel -al menos sus dirigentes- no supieron estarlo y desperdiciaron la gran ocasión de la venida del Novio, Jesús, el Enviado de Dios, el que inauguraba el Reino y su banquete festivo.

b) «Velad, porque no sabéis el día ni la hora». ¿Estamos siempre preparados y en vela? ¿llevamos aceite para nuestra lámpara? La pregunta se nos hace a nosotros, que vamos adelante en nuestra historia, se supone que atentos a la presencia del Señor Resucitado -el Novio en nuestra vida, preparándonos al encuentro definitivo con él.
Que no falte aceite en nuestra lámpara. Es lo que tenían que haber cuidado las jóvenes antes de echarse a dormir. Como el conductor que controla el aceite y la gasolina del coche antes del viaje. Como el encargado de la economía a la hora de hacer sus presupuestos.
Se trata de estar alerta y ser conscientes de la cercanía del Señor a nuestras vidas. Todos somos invitados a la boda, pero tenemos que llevar aceite.

No hace falta, tampoco aquí, que pensemos necesariamente en el fin del mundo, o sólo en la hora de nuestra muerte. La fiesta de boda a la que estamos invitados sucede cada día, en los pequeños encuentros con el Señor, en las continuas ocasiones que nos proporciona de saberle descubrir en los sacramentos, en las personas, en los signos de los tiempos. Y como «no sabemos ni el día ni la hora» del encuentro final, esta vigilancia diaria, hecha de amor y seriedad, nos va preparando para que no falte aceite en nuestra lámpara. Al final, Jesús nos dirá qué clase de aceite debíamos tener: si hemos amado, si hemos dado de comer, si hemos visitado al enfermo. El aceite de la fe, del amor y de las buenas obras.

Cuando celebramos la Eucaristía de Jesús, «mientras esperamos su venida gloriosa», se nos provee de esa luz y de esa fuerza que necesitamos para el camino. Jesús nos dijo: «el que me come, tiene vida eterna, yo le resucitaré el último día».
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 320-323


Jueves 25 de agosto de 2016
Vigésimo primera Semana del Tiempo Ordinario


 de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1,1-9:

Yo Pablo, llamado a ser apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, y Sóstenes, nuestro hermano, escribimos a la Iglesia de Dios en Corinto, a los consagrados por Cristo Jesús, a los santos que él llamó y a todos los demás que en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor de ellos y nuestro. La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con vosotros. En mi acción de gracias a Dios os tengo siempre presentes, por la gracia que Dios os ha dado en Cristo Jesús. Pues por él habéis sido enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber; porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo. De hecho, no carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él os mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de qué acusaros en el día de Jesucristo, Señor nuestro. Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo Señor nuestro. ¡Y él es fiel!


Salmo 144,2-3.4-5.6-7 R/. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey

Día tras día, te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.
Grande es el Señor, merece toda alabanza,
es incalculable su grandeza. R/.
Una generación pondera tus obras a la otra,
y le cuenta tus hazañas.
Alaban ellos la gloria de tu majestad,
y yo repito tus maravillas. R/.
Encarecen ellos tus temibles proezas,
y yo narro tus grandes acciones;
difunden la memoria de tu inmensa bondad,
y aclaman tus victorias. R/.


Lectura del santo evangelio según san Mateo 24,42-51:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre. ¿Dónde hay un criado fiel y cuidadoso, a quien el amo encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas? Pues, dichoso ese criado, si el amo, al llegar, lo encuentra portándose así. Os aseguro que le confiará la administración de todos sus bienes. Pero si el criado es un canalla y, pensando que su amo tardará, empieza a pegar a sus compañeros, y a comer y a beber con los borrachos, el día y la hora que menos se lo espera, llegará el amo y lo hará pedazos, mandándolo a donde se manda a los hipócritas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.»

PARA VIVIR ESTA PALABRA


Durante tres semanas y media vamos a leer la primera Carta de Pablo a los Corintios.

Corinto era y es una gran ciudad, puerto de mar, situada también en Grecia, como la de Tesalónica, pagana, con mala fama en cuanto a sus costumbres.

Esta comunidad cristiana la fundó Pablo en su estancia de los años 51-52 y, por lo que se ve, era una comunidad muy viva, con cualidades y con problemas. Virtudes y defectos de unos cristianos de hace dos mil años, que nos iluminan en nuestra vida comunitaria de ahora.

Parece que Pablo les escribió cuatro cartas: se han conservado la segunda y la cuarta, las que llamamos «primera y segunda a los Corintios». La primera, que es la que empezamos a leer hoy, la escribió hacia el 56 o 57, desde Éfeso, en su tercer viaje. Su temática no es la que podríamos llamar «judía» (la relación entre la fe y la ley), ni tampoco la típicamente «cristiana» (el seguimiento de Cristo), sino una más «helénica»: la relación entre el conocimiento y el amor (entre la «gnosis» y el «ágape»). La finalidad de las recomendaciones de Pablo será la edificación de la comunidad, por encima de los entusiasmos filosóficos y carismáticos que puedan tener los Corintios.



a) El comienzo no puede ser más positivo y esperanzador. Pablo describe a los cristianos como «el pueblo santo que Jesucristo llamó», «la Iglesia de Dios que está en Corinto», los que han recibido «la gracia de Dios en Cristo Jesús», los que han «sido enriquecidos en todo», los que «no carecen de ningún don».



Destaca, sobre todo, el don de la sabiduría, «en el hablar y en el saber». Los griegos se distinguen por su sabiduría, son maestros en filosofía. También los convertidos parece que estaban muy satisfechos de este don, lo que Pablo irá constatando, no sin cierta ironía, a lo largo de toda la carta.

Pero lo que más subraya Pablo es el protagonismo de Jesús: en los versículos que leemos hoy, nada menos que nueve veces aparece su nombre. Jesús es quien da sentido a toda la gracia que Dios ha hecho a los Corintios y a su respuesta de fe.



b) Haremos bien en ir leyendo esta carta como escrita para nosotros mismos, deseando merecer las alabanzas de Pablo y procurando corregirnos de sus reproches, si es que se nos pueden aplicar. La de Corinto es una comunidad cristiana que vive en un ambiente pagano: de ahí su actualidad pastoral.

La Escritura no se proclama en nuestras celebraciones para que nos enteremos de que hace veinte siglos las comunidades tenían tales o cuales problemas. Sino para que nos miremos al espejo y procuremos que nuestros caminos vayan coincidiendo cada vez más con los de Dios.



Ojalá tuviéramos todos esa riqueza de gracia y de dones de que habla Pablo. Y al mismo tiempo, nos «mantengamos firmes hasta el final», porque todos somos llamados «a participar de Jesucristo, Señor nuestro, y él es fiel».



También en nuestra generación, una comunidad cristiana, situada en medio de una sociedad pagana o distraída, tiene que cumplir su misión evangelizadora, anunciadora de la salvación de Dios, como pide el salmo de hoy: «una generación pondera tus obras a otra, y le cuenta tus hazañas... difunden la memoria de tu inmensa bondad y aclaman tus victorias».


2. Mateo 24,42-51

a) Nos quedan tres días de lectura del evangelio de san Mateo. Y los tres tienen un mismo tema: el discurso «escatológico» de Jesús, el quinto y último de los que Mateo nos ofrece en su evangelio, organizando los dichos de Jesús.

El discurso escatológico se refiere a los acontecimientos finales y, en concreto, a la actitud de vigilancia que debemos tener respecto a la venida última de Jesús.

Hoy nos lo dice con dos comparaciones muy expresivas: el ladrón puede venir en cualquier momento, sin avisar previamente; el amo puede regresar a la hora en que los criados menos se lo esperan. En ambos casos, la vigilancia hará que el ladrón o el amo nos encuentren preparados.

b) Nos va bien que nos recomienden la vigilancia en nuestra vida.
No es que sea inminente el fin del mundo, con la aparición gloriosa de Cristo. Ni que necesariamente esté próxima nuestra muerte. Pero es que la venida del Señor a nuestras vidas sucede cada día, y es esta venida, descubierta con fe vigilante, la que nos hace estar preparados para la otra, la definitiva. Toda la vida está llena de momentos de gracia, únicos e irrepetibles. Los judíos no supieron reconocer la llegada del Enviado: ¿desperdiciamos nosotros otras ocasiones de encuentro con el Señor?

El deportista se esfuerza desde que empieza la etapa o el campeonato. El campesino piensa en el resultado final ya desde la siembra. Aunque no sean inminentes ni la meta definitiva ni la cosecha. No es de insensatos pensar en el futuro. Es de sabios. Día a día se trabaja el éxito final. Día a día se vive el futuro y, si se aprovecha el tiempo, se hace posible la alegría final.

«Estad en vela»: buena consigna para la Iglesia, pueblo peregrino, pueblo en marcha, que camina hacia la Venida última de su Señor y Esposo. Buena consigna para unos cristianos despiertos, que saben de dónde vienen y a dónde van, que no se dejan arrastrar sin más por la corriente del tiempo o de los acontecimientos, que no se quedan amodorrados por el camino.

Estar en vela, VIVIR DESPIERTOS,  no significa vivir con temor, ni menos con angustia, pero sí CONSCIENTES, dándonos cuenta de lo que pasa, atentos. Porque todos queremos escuchar, al final, las palabras de Jesús: «muy bien, siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu Señor».

 Miércoles 24 de agosto de 2016. San Bartolomé

Apocalipsis 21,9b-14:

El ángel me habló así: «Ven acá, voy a mostrarte a la novia, a la esposa del Cordero.» Me transportó en éxtasis a un monte altísimo, y me enseñó la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, enviada por Dios, trayendo la gloria de Dios. Brillaba como una piedra preciosa, como jaspe traslúcido. Tenía una muralla grande y alta y doce puertas custodiadas por doce ángeles, con doce nombres grabados: los nombres de las tribus de Israel. A oriente tres puertas, al norte tres puertas, al sur tres puertas, y a occidente tres puertas. La muralla tenía doce basamentos que llevaban doce nombres: los nombres de los apóstoles del Cordero.

Sal 144,10-11.12-13ab.17-18 R/. Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu reinado

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.
Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y la majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. R/.
El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R/.

Lectura del santo evangelio según san Juan 1,45-51:

En aquel tiempo, Felipe encuentra a Natanael y le dice: «Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret.»
Natanael le replicó: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?»
Felipe le contestó: «Ven y verás.»
Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.»
Natanael le contesta: «¿De qué me conoces?»
Jesús le responde: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.»
Natanael respondió: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.»
Jesús le contestó: « ¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has ver cosas mayores.» Y le añadió: «Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»

PARA VIVIR ESTA PALABRA

El primer hecho sobresaliente en la vida de Natanael –en adelante, Bartolomé- fue su amistad con Felipe, gracias a la cual contactó con Jesús; y, más en concreto, Jesús con él. Jesús siempre dio mucha importancia a la amistad. Recordemos cuando les dijo a sus discípulos: “Ya no os llamo siervos; os llamo amigos” (Jn 15,15). Amigos de su Padre Dios, de Jesús, y amigos entre sí. Pero, posiblemente por rivalidad entre aldeas cercanas, Bartolomé duda de que de Nazaret pueda surgir algo tan importante como un Profeta. Transparente y auténtico, Bartolomé así lo manifiesta, aunque prevalece la amistad y accede a ver a Jesús.

Este tiene hacia Bartolomé el mejor de los elogios, al que contesta este con el reconocimiento de la personalidad de Jesús, aunque todavía “en pañales”, porque estamos en los comienzos. Recalco la importancia del encuentro en todo el Evangelio entre Jesús y distintas y muy distantes personas: Samaritana, Magdalena, Nicodemo, Zaqueo, Sirofenicia, Lázaro, Marta y María en Betania y un sinfín de personas que culminan con el Buen Ladrón en la cruz. Del encuentro, surge el reconocimiento y la confesión de la identidad de Jesús para Bartolomé.

Ahí tenéis a un israelita de verdad.  Este es el elogio de Jesús a la persona y personalidad de Bartolomé. Parecida, de alguna forma, a cuando alabó la fe de algunos de los beneficiados por sus milagros de curación. Jesús pone de modelo a Bartolomé por ser auténtico, veraz, honrado, una persona cabal. Lo cual no significa que no fuera, como humano, vulnerable. Se equivocó juzgando a Jesús sólo por “nazareno”, y por honradez, reacciona, y pide disculpas con el reconocimiento expreso de lo que piensa de Jesús. Bartolomé es una de esas personas que a todos nos gustaría tener por compañero de trabajo y de peregrinación en la vida. Se puede uno fiar de él.


Pero, lo más grande fue que logró que Jesús se fiara de él y que apostara por él. Así le vemos cada vez más incardinado al grupo de los discípulos hasta el final. Después de la Ascensión, su vida se diluye bastante en la leyenda y en los escritos apócrifos. Lo fundamental es que murió mártir y que fue muy venerado en la Iglesia primitiva.


MARTES  23 de agosto de 2016.  21ª Semana del Tiempo Ordinario


de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 2,1-3a.14-17

Os rogamos, hermanos, a propósito de la venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, que no perdáis fácilmente la cabeza ni os alarméis por supuestas revelaciones, dichos o cartas nuestras, como si afirmásemos que el día del Señor está encima. Que nadie en modo alguno os desoriente. Dios os llamó por medio del Evangelio que predicamos, para que sea vuestra la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Así, pues, hermanos, manteneos firmes y conservad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por carta. Que Jesucristo, nuestro Señor, y Dios, nuestro Padre que nos ha amado tanto y nos ha regalado un consuelo permanente y una gran esperanza, os consuele internamente y os dé fuerzas para toda clase de palabras y de obras buenas.

Salmo 95,1-2a.2b-3.4-5 R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. R/.

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R/.

Porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza,
más temible que todos los dioses.
Pues los dioses de los gentiles son apariencia,
mientras que el Señor ha hecho el cielo. R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 23,23-26:

En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el décimo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más grave de la ley: el derecho, la compasión y la sinceridad! Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que filtráis el mosquito y os tragáis el camello! ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno! ¡Fariseo ciego!, limpia primero la copa por dentro, y así quedará limpia también por fuera".

PARA VIVIR ESTA PALABRA 23 AGOSTO MARTES


2ª Tesalonicenses 2,1-3.13-16

a) Se ve que uno de los puntos de la doctrina cristiana que no acabaron de entender los de Tesalónica fue el relativo a la Parusía, o sea, a la venida última, escatológica, de Jesús.
Dificultad que, probablemente, compartieron otros muchos en las primeras generaciones.
Pablo les pide que «no pierdan fácilmente la cabeza ni se alarmen por supuestas revelaciones... como si el día del Señor estuviera encima». En otros pasajes de las cartas a los Tesalonicenses afirma que nadie sabe el día ni la hora. Aquí parece decir que no es inminente, y que no hagan caso de los rumores sobre visiones y revelaciones en ese sentido.

b) A lo largo de la historia, ha habido varios períodos en que se han agitado los ánimos sobre la posible inminencia del fin del mundo. Menos mal que, tal vez por los sucesivos fracasos de tales augurios, últimamente está el tema más pacífico. Pero sí sigue el afán de «supuestas revelaciones» y de apariciones con mensajes más o menos repetidos y turbadores.
Para nosotros, la revelación es la de Cristo Jesús, la que se contiene en el Evangelio y en la Escritura. Ahí es donde nos ha hablado Dios y nos ha dicho lo que quería decirnos.

Ahí es también donde nos ha dado su gran lección María, la Madre de Jesús, con su presencia junto al Hijo a lo largo de toda su historia de salvación. No necesitamos nuevas revelaciones.

Con relación al «fin del mundo», estamos en las manos de Dios. Jesús mismo nos dijo que no sabíamos el día ni la hora (cf. Mt 25,13). 

Hay mucho que hacer todavía, antes del final.
Nos conviene mirar hacia delante, porque eso nos ayuda a enderezar nuestra ruta y a motivar nuestro trabajo. Pero sin ansias ni alarmas. Con vigilancia y con tensión, pero no con angustia. Por una parte, no sabemos cuándo será la Venida del Señor. Y, por otra, sabemos que viene cada día, si le sabemos descubrir. La fecha final no importa mucho. Lo que sí importa es cómo vamos haciendo el camino, con conciencia de pueblo peregrino, sin ciudadanía definitiva en este mundo, y cómo nos preparamos para el encuentro final.

2. Mateo 23,23-26

a) Uno de los defectos de los fariseos era el dar importancia a cosas insignificantes, poco importantes ante Dios, y descuidar las que verdaderamente valen la pena.
Jesús se lo echa en cara: «pagáis el diezmo de la menta... y descuidáis el derecho, la compasión y la sinceridad». De un modo muy expresivo les dice: «filtráis el mosquito y os tragáis el camello». El diezmo lo pagaban los judíos de los productos del campo (cf. Dt 14,22-29), pero pagar el diezmo de esos condimentos tan poco importantes (la menta, el anís y el comino) no tiene relevancia, comparado con las actitudes de justicia y caridad que debemos mantener en nuestra vida.

Otra de las acusaciones contra los fariseos es que «limpian por fuera la copa y el plato, mientras por dentro están rebosando de robo y desenfreno». Cuidan la apariencia exterior, la fachada. Pero no se preocupan de lo interior.

b) Estos defectos no eran exclusivos de los fariseos de hace dos mil años. También los podemos tener nosotros.
En la vida hay cosas de poca importancia, a las que, coherentemente, hay que dar poca importancia. Y otras mucho más trascendentes, a las que vale la pena que les prestemos más atención. ¿De qué nos examinamos al final de la jornada, o cuando preparamos una confesión, o en unos días de retiro: sólo de actos concretos, más o menos pequeños, olvidando las actitudes interiores que están en su raíz: la caridad, la honradez o la misericordia?

Ahora bien, la consigna de Jesús es que no se descuiden tampoco las cosas pequeñas: «esto es lo que habría que practicar (lo del derecho y la compasión y la sinceridad), aunque sin descuidar aquello (el pago de los diezmos que haya que pagar)». A cada cosa hay que darle la importancia que tiene, ni más ni menos. En los detalles de las cosas pequeñas también puede haber amor y fidelidad. Aunque haya que dar más importancia a las grandes.

También el otro ataque nos lo podemos aplicar: si cuidamos la apariencia exterior, cuando por dentro estamos llenos de «robo y desenfreno». Si limpiamos la copa por fuera y, por dentro, el corazón lo tenemos impresentable.
Somos como los fariseos cuando hacemos las cosas para que nos vean y nos alaben, si damos más importancia al parecer que al ser. Si reducimos nuestra vida de fe a meros ritos externos, sin coherencia en nuestra conducta. En el sermón de la montaña nos enseñó Jesús que, cuando ayunamos, oramos y hacemos limosna, no busquemos el aplauso de los hombres, sino el de Dios. Esto le puede pasar a un niño de escuela y a un joven y a unos padres y a un religioso y a un sacerdote. Nos va bien a todos examinarnos de estas denuncias de Jesús.


J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 308-311


Lunes 22 de agosto de 2016.  Santa María Reina
Vigésimo primera Semana del Tiempo Ordinario



Comienzo de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 1,1-5.11b-12:

Pablo, Silvano y Timoteo a los tesalonicenses que forman la Iglesia de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo. Os deseamos la gracia y la paz de Dios Padre y del Señor Jesucristo. Es deber nuestro dar continuas gracias a Dios por vosotros, hermanos; y es justo, pues vuestra fe crece vigorosamente, y vuestro amor, de cada uno por todos y de todos por cada uno, sigue aumentando. Esto hace que nos mostremos orgullosos de vosotros ante las Iglesias de Dios, viendo que vuestra fe permanece constante en medio de todas las persecuciones y luchas que sostenéis. Así se pone a la vista la justa sentencia de Dios, que pretende concederos su reino, por el cual bien que padecéis. Nuestro Dios os considere dignos de vuestra vocación, para que con su fuerza os permita cumplir buenos deseos y la tarea de la fe; para que así Jesús, nuestro Señor, sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, según la gracia de Dios y del Señor Jesucristo.

Sal 95,1-2a.2b-3.4-5 R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. R/.
Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R/.
Porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza,
más temible que todos los dioses.
Pues los dioses de los gentiles son apariencia,
mientras que el Señor ha hecho el cielo. R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 23,13-22:

En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos! Ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que viajáis por tierra y mar para ganar un prosélito y, cuando lo conseguís, lo hacéis digno del fuego el doble que vosotros! ¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: "Jurar por el templo no obliga, jurar por el oro del templo sí obliga"? ¡Necios y ciegos! ¿Qué es más, el oro o el templo que consagra el oro? O también: "Jurar por el altar no obliga, jurar por la ofrenda que está en el altar sí obliga." ¡Ciegos! ¿Qué es más, la ofrenda o el altar que consagra la ofrenda? Quien jura por el altar jura también por todo lo que está sobre él; quien jura por el templo jura también por el que habita en él; y quien jura por el cielo jura por el trono de Dios y también por el que está sentado en él.»

PARA VIVIR ESTA PALABRA DEL 22 AGOSTO


Durante tres días leemos la segunda carta que dirigió Pablo a los cristianos de Tesalónica, escrita muy poco después de la primera. Esta segunda es más breve, y un poco menos cordial que la primera, tal vez porque quiere corregir algunas desviaciones que se dan en aquella comunidad.

a) Al saludo -de Pablo, Silvano y Timoteo, como en la primera carta-, sigue una alabanza y acción de gracias, que es lo que leemos hoy. Pablo está contento de aquella joven comunidad de Grecia:
- porque «vuestra fe crece vigorosamente»;
- a pesar de las dificultades, «vuestra fe permanece constante en medio de las persecuciones y luchas que sostenéis»;
- además, «vuestro amor sigue aumentando»
- y «esto hace que nos mostremos orgullosos de vosotros ante las iglesias de Dios».

Pablo, en la primera carta, les pedía que siguieran progresando en su vida cristiana. Se ve que lo cumplieron, y por eso les muestra su satisfacción. De nuevo les urge a que sigan creciendo: que sean «dignos de la vocación» que han recibido, que se «cumplan los buenos deseos y la tarea de la fe», porque hay mucho que hacer todavía.

b) Toda comunidad cristiana tiene que ir progresando y creciendo en la calidad de su vida de fe. Como quiera que está inserta en medio de una sociedad que, como la de Tesalónica, tiene una mentalidad distinta de la del Evangelio, si no se afianza en los criterios de Jesús, difícilmente podrá evitar que el ambiente que la rodea la contamine.
¿Podría Pablo dirigirnos unas palabras de alabanza tan hermosas como a los de Tesalónica? ¿podría decir que está orgulloso de nosotros, por el ejemplo que damos a las demás comunidades? Más aun: ¿podríamos decir, como él propone a los suyos, «que Jesús nuestro Señor es nuestra gloria y nosotros la gloria de Jesús» ? Ya es importante que una comunidad cristiana sea el orgullo de sus pastores y responsables. Pero mucho más, que lo sea de Cristo Jesús.

Entonces sí que una comunidad podrá ser misionera y hacer eficazmente su tarea de evangelización, como pide el salmo: «contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones... porque los dioses de los gentiles son apariencia, mientras que el Señor ha hecho el cielo». Es el testimonio que una comunidad -y cada cristiano personalmente- deben dar en este mundo: ser signos vivientes de la Buena Noticia de la salvación que Dios nos ofrece en Cristo Jesús.

2. Mateo 23,13-22

a) Los ataques de Jesús contra los fariseos empezamos a leerlos el sábado pasado («no hacen lo que dicen») y van a continuar durante tres días, con una serie de lamentaciones que les descalifican: «ay de vosotros...».
Las acusaciones de Jesús son muy directas:
- no entran en el Reino, ni dejan entrar a los demás: porque no quieren reconocer al que es la Puerta, Jesús, y atosigan al pueblo con interpretaciones rigoristas;
- con el pretexto de oraciones, «devoran los bienes de las viudas»;
- hacen proselitismo, pero cuando encuentran a una persona dispuesta, no la convierten a Dios, sino a sus propias opiniones;
- caen en una casuística inútil, por ejemplo, sobre los juramentos, perdiendo el tiempo y angustiando a los fieles con cosas que no tienen importancia.
Son «guías ciegos y necios». Mal van a poder conducir al pueblo.

b) Con las personas normales, por débiles y pecadoras que sean, Jesús no se suele mostrar tan duro. Pero sí, con los que son -deberían ser- guías del pueblo, o constituidos en autoridad: «vuestra sentencia será más severa».

Los que tenemos alguna responsabilidad en la vida de la familia o en el campo de la educación o de la comunidad eclesial, tenemos mayor obligación de dar ejemplo a los demás, de no llevar una «doble vida» (entre lo que enseñamos y lo que luego hacemos), de no ser exigentes con los demás y tolerantes con nosotros mismos (la «ley del embudo»), de no ser como los hipócritas, que presentan por fuera una fachada, pero por dentro son otra cosa...


Las acusaciones de Jesús nos las hemos de aplicar a nosotros, porque dentro de cada uno puede esconderse un pequeño o gran fariseo. ¿Qué actitudes farisaicas descubro en mí? Repasemos la lista y respondamos sinceramente si se nos podría tildar de «guías ciegos y necios», si buscamos «prosélitos» para vanidad nuestra más que para bien de los demás o para gloria de Dios, si perdemos el tiempo en inútiles discusiones de palabras, si hemos matado el espíritu con una casuística exagerada...


XXI Domingo del tiempo ordinario
21/08/2016


Isaias 66,18-21

Esto dice el Señor:
Yo vendré para reunir 
a las naciones de toda lengua: 
vendrán para ver mi gloria, 
les daré una señal, y de entre ellos 
despacharé supervivientes a las naciones: 
a Tarsis, Etiopía, Libia, 
Masac, Tubal y Grecia; 
a las costas lejanas 
que nunca oyeron mi fama 
ni vieron mi gloria: 
y anunciarán mi gloria a las naciones.
Y de todos los países, como ofrenda al Señor, 
traerán a todos vuestros hermanos 
a caballo y en carros y en literas, 
en mulos y dromedarios, 
hasta mi Monte Santo de Jerusalén
–dice el Señor–, 
como los israelitas, en vasijas puras, 
traen ofrendas al templo del Señor.
De entre ellos escogeré sacerdotes y levitas
–dice el Señor–.

Sal 116, 1. 2 R. Id al mundo entero y predicad el Evangelio.

Alabad al Señor todas las naciones, 
aclamadlo, todos los pueblos. R.

Firme es su misericordia con nosotros, 
su fidelidad dura por siempre. R.

Lectura de la carta a los Hebreos 12, 5-7. 11-13

Hermanos:
Habéis olvidado. la exhortación paternal que os dieron: 
«Hijo mío, no rechaces el castigo del Señor, 
no te enfades por su reprensión; 
porque el Señor reprende a los que ama 
y castiga a sus hijos preferidos.»
Aceptad la corrección, porque Dios os trata como a hijos, 
pues, ¿qué padre no corrige a sus hijos?
Ningún castigo nos gusta cuando lo recibimos, sino que nos duele; 
pero después de pasar por él, 
nos da como fruto una vida honrada y en paz.
Por eso, fortaleced las manos débiles, 
robusteced las rodillas vacilantes, 
y caminad por una senda llana: 
así el pie cojo, en vez de retorcerse, se curará.

Lectura del santo evangelio según San Lucas 13, 22-30

En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando.
Uno le preguntó:
–Señor, ¿serán pocos los que se salven?
Jesús les dijo:
–Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta diciendo: «Señor, ábrenos» y él os replicará: «No sé quiénes sois.» Entonces comenzaréis a decir: «Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en nuestras plazas.» Pero él os replicará: «No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados.»
Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de Oriente y Occidente, del Norte y del Sur y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios.
Mirad: hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos.



"NO TODO VALE

 Jesús va caminando hacia Jerusalén. Su marcha no es la de un peregrino que sube al templo para cumplir sus deberes religiosos. Según Lucas, Jesús recorre ciudades y aldeas “enseñando”. Hay algo que necesita comunicar a aquellas gentes: Dios es un Padre bueno que ofrece a todos su salvación. Todos son invitados a acoger su perdón.

Su mensaje sorprende a todos. Los pecadores se llenan de alegría al oírle hablar de la bondad insondable de Dios: también ellos pueden esperar la salvación. En los sectores fariseos, sin embargo, critican su mensaje y también su acogida a recaudadores, prostitutas y pecadores: ¿no está Jesús abriendo el camino hacia una relajación religiosa y moral inaceptable?

Según Lucas, un desconocido interrumpe su marcha y le pregunta por el número de los que se salvarán: ¿serán pocos?, ¿serán muchos?, ¿se salvarán todos?, ¿sólo los justos?. Jesús no responde directamente a su pregunta. Lo importante no es saber cuántos se salvarán. Lo decisivo es vivir con actitud lúcida y responsable para acoger la salvación de ese Dios Bueno. Jesús se lo recuerda a todos: «Esforzaos por entrar por la puerta estrecha».
De esta manera, corta de raíz la reacción de quienes entienden su mensaje como una invitación al laxismo. Sería burlarse del Padre. La salvación no es algo que se recibe de manera irresponsable de un Dios permisivo. No es tampoco el privilegio de algunos elegidos. No basta ser hijos de Abrahán. No es suficiente haber conocido al Mesías.

Para acoger la salvación de Dios es necesario esforzarnos, luchar, imitar al Padre, confiar en su perdón. Jesús no rebaja sus exigencias: «Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso»; «No juzguéis y no seréis juzgados»; «Perdonad setenta veces siete» como vuestro Padre; «Buscad el reino de Dios y su justicia».

Para entender correctamente la invitación a «entrar por la puerta estrecha», hemos de recordar las palabras de Jesús que podemos leer en el evangelio de Juan: «Yo soy la puerta; si uno entra por mí será salvo» (Juan 10,9).Entrar por la puerta estrecha es «seguir a Jesús»; aprender a vivir como él; tomar su cruz y confiar en el Padre que lo ha resucitado.

En este seguimiento a Jesús, no todo vale, no todo da igual; hemos de responder al amor de Padre con fidelidad. Lo que Jesús pide no es rigorismo legalista, sino amor radical a Dios y al hermano. Por eso, su llamada es fuente de exigencia, pero no de angustia. Jesucristo es una puerta siempre abierta. Nadie la puede cerrar. Sólo nosotros si nos cerramos a su perdón."  José Antonio Pagola. 

Sábado 20 de agosto de 2016
San Bernardo de Claraval
Vigésima semana del Tiempo Ordinario




Ezequiel 43,1-7a:

En aquellos días, el ángel me condujo a la puerta oriental: vi la gloria del Dios de Israel que venia de oriente, con estruendo de aguas caudalosas: la tierra reflejó su gloria. La visión que tuve era como la visión que había contemplado cuando vino a destruir la ciudad, como la visión que había contemplado a orillas del río Quebar. Y caí rostro en tierra. La gloria del Señor entró en el templo por la puerta oriental. Entonces me arrebató el espíritu y me llevó al atrio interior. La gloria del Señor llenaba el templo.
Entonces oí a uno que me hablaba desde el templo –el hombre seguía a mi lado–, y me decía: «Hijo de Adán, éste es el sitio de mi trono, el sitio de las plantas de mis pies, donde voy a residir para siempre en medio de los hijos de Israel.»



Salmo 84,9ab.10.11-12.13-14 R/. La gloria del Señor habitará en nuestra tierra

Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Díos anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos. »
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra. R/.
La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R/.
El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos.R/.



Lectura del santo evangelio según san Mateo 23,1-12:

En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros. Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»


PARA VIVIR ESTA PALABRA 20 AGOSTO

Ezequiel 43,1-7
a) Durante dos semanas hemos ido siguiendo el libro de Ezequiel, que daba ánimos a su pueblo en los calamitosos tiempos del destierro y le indicaba los caminos de Dios.
Hoy termina una serie de ocho semanas en las que la primera lectura ha sido tomada de aquellos profetas que acompañaron al pueblo de Israel durante los tristes años de antes y durante el destierro.
Ayer el profeta anunciaba que Dios iba a infundir su espíritu nuevo. Hoy leemos cómo la gloria de Dios, él mismo, vuelve al Templo. Es una visión esperanzadora: el miércoles de la semana pasada habíamos leído como lo abandonaba, para ir al destierro con su pueblo. La vuelta significa, por tanto, que el destierro termina y se va a reconstruir el Templo y la sociedad. Además, Dios afirma: «voy a residir para siempre en medio de los hijos de Israel».

b) Con el espíritu que Dios infunde y con el corazón nuevo que aceptamos de él, todo es posible en el futuro.
La gloria de Dios que entra en el Templo «por la puerta oriental» es para nosotros Cristo, Jesús, «el sol que nace de lo alto», que nos visita por la gran misericordia de Dios, palabras que Lucas en los labios de Zacarías, en su himno del Benedictus.

Jesús nos dice lo mismo que Yahvé a Israel: «yo estaré con vosotros todos los días hasta el final del mundo». Nuestro Templo y nuestra Luz es Cristo Jesús, en quien creemos, a quien seguimos. Y a quien en la celebración de la Eucaristía recibimos, primero, como Palabra viviente de Dios y, luego como Pan y Vino, alimento para nuestra vida.

Sea cual sea la situación en que nos encontramos, personal o comunitaria, tenemos que confiar siempre en que, al menos por parte de Dios, la historia puede recomenzar cada vez.

Digamos, creyéndolas, las palabras del salmo: «Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos... la gloria del Señor habitará en nuestra tierra... el Señor dará la lluvia y nuestra tierra dará su fruto».

2. Mateo 23,1-12

a) Ayer los fariseos le preguntaban a Jesús, seguramente con no muy buena intención, cuál era el mandamiento principal. Hoy escuchan un ataque muy serio de Jesús sobre su conducta: «haced lo que os digan, pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen».
Los fariseos eran buenas personas, deseosas de cumplir la ley, pero en su conducta mantenían unas actitudes que Jesús desenmascara repetidamente. Su lista empieza hoy y sigue durante tres días de la semana próxima:
- se presentan delante de Dios como los justos y cumplidores;
- se creen superiores a los demás;
- dan importancia a la apariencia, a la opinión que otros puedan tener de ellos, y no a lo interior;
- les gustan los primeros lugares en todo;
- y que les llamen «maestro», «padre» y «jefe»;
- quedan bloqueados por detalles insignificantes y descuidan valores fundamentales en la vida;
- son hipócritas: aparentan una cosa y son otra;
- no cumplen lo que enseñan: obligan a otros a llevar fardos pesados, pero ellos no mueven ni un dedo para ayudarles...

b) El estilo que enseña Jesús a los suyos es totalmente diferente. Quiere que seamos árboles que no sólo presenten una apariencia hermosa, sino que demos frutos. Que no sólo «digamos», sino que «cumplamos la voluntad de Dios». Exactamente como él, que predicaba lo que ya cumplía. Así empieza el Libro de los Hechos: «El primer libro (el del evangelio) lo escribí sobre todo lo que Jesús hizo y enseñó desde el principio» (Hch 1, l ).
Hizo y enseñó. ¿Se podría decir lo mismo de nosotros, sobre todo si somos personas que enseñan a los demás y tratan de educarles o animarles en la fe cristiana?
¿Mereceríamos alguna de las acusaciones que Jesús dirige a los fariseos?
Repasemos, como mirándonos a un espejo, esta lista de defectos y con sinceridad respondámonos a nosotros mismos. Porque puede ser que también caigamos en lo de buscar los primeros lugares y lo de cuidar la apariencia exterior, y lo de no cumplir lo que recomendamos a los demás...
Jesús ataca, sobre todo, a los que de alguna manera son dirigentes en la sociedad, porque dicen una cosa y hacen otra. Él quiere que aquellos de entre nosotros que tengan alguna clase de autoridad no se hagan llamar «maestros, padres, jefes»: que entiendan esa autoridad como servicio («el primero entre vosotros será vuestro servidor»), que no se dejen llevar del orgullo («el que se enaltece será humillado»). El mejor ejemplo nos lo dio el mismo Jesús, cuando, en la cena de despedida, se despojó de su manto, se ciñó la toalla y empezó a lavar los pies a sus discípulos: «si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros» (Jn 13,14).
Tendremos que corregir lo que tengamos de fariseos en nuestras actitudes para con Dios y para con el prójimo.
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 299-302

Viernes 19 de agosto de 2016
Vigésima semana del Tiempo Ordinario



Ezequiel 37,1-14:

En aquellos días, la mano del Señor se posó sobre mi y, con su Espíritu, el Señor me sacó y me colocó en medio de un valle todo lleno de huesos. Me hizo dar vueltas y vueltas en torno a ellos: eran innumerables sobre la superficie del valle y estaban completamente secos.
Me preguntó: «Hijo de Adán, ¿podrán revivir estos huesos?»
Yo respondí: «Señor, tú lo sabes.»
Él me dijo: «Pronuncia un oráculo sobre estos huesos y diles: "¡Huesos secos, escuchad la palabra del Señor! Así dice el Señor a estos huesos: Yo mismo traeré sobre vosotros espíritu, y viviréis. Pondré sobre vosotros tendones, haré crecer sobre vosotros carne, extenderé sobre vosotros piel, os infundiré espíritu, y viviréis. Y sabréis que yo soy el Señor."»
Y profeticé como me había ordenado y, a la voz de mi oráculo, hubo un estrépito, y los huesos se juntaron hueso con hueso. Me fijé en ellos: tenían encima tendones, la carne había crecido, y la piel los recubría; pero no tenían espíritu.
Entonces me dijo: «Conjura al espíritu, conjura, hijo de Adán, y di al espíritu: "Así lo dice el Señor: De los cuatro vientos ven, espíritu, y sopla sobre estos muertos para que vivan."»
Yo profeticé como me había ordenado; vino sobre ellos el espíritu, y revivieron y se pusieron en pie. Era una multitud innumerable.
Y me dijo: «Hijo de Adán, estos huesos son la entera casa de Israel, que dice: "Nuestros huesos están secos, nuestra esperanza ha perecido, estamos destrozados." Por eso, profetiza y diles: "Así dice el Señor: Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel. Y, cuando abra vuestros sepulcros y os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío, sabréis que soy el Señor. Os infundiré mi espíritu, y viviréis; os colocaré en vuestra tierra y sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo hago."» Oráculo del Señor.

Sal 106,2-3.4-5.6-7.8-9 R/. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia

Que lo confiesen los redimidos por el Señor,
los que él rescató de la mano del enemigo,
los que reunió de todos los países:
norte y sur, oriente y occidente. R/.
Erraban por un desierto solitario,
no encontraban el camino de ciudad habitada;
pasaban hambre y sed,
se les iba agotando la vida. R/.
Pero gritaron al Señor en su angustia,
y los arrancó de la tribulación.
Los guió por un camino derecho,
para que llegaran a ciudad habitada. R/.
Den gracias al Señor por su misericordia,
por las maravillas que hace con los hombres.
Calmó el ansia de los sedientos,
y a los hambrientos los colmó de bienes. R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 22,34-40:

En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?»
Él le dijo: «"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser." Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.»


PARA VIVIR ESTA PALABRA


Ezequiel 37,1-14
a) Hoy leemos una famosa página de Ezequiel: el montón de huesos secos que reviven a la voz poderosa de Dios.
El espectáculo es impresionante: un valle lleno de huesos completamente secos, símbolo del pueblo de Israel en el destierro, con el Templo de Jerusalén también destruido después de la segunda deportación. Pero el profeta recibe la orden de pronunciar sobre ellos una palabra de parte de Dios. Y ve, primero, que los huesos se recubren de tendones y de carne y, luego, reciben el espíritu y vuelven a la vida.
Ayer Dios prometía: «infundiré un espíritu nuevo», y en efecto ahora lo realiza sobre Israel, a pesar de que parece que está totalmente muerto. Y su palabra es eficaz, como en el principio del Génesis: «dijo y se hizo».

b) Dios es Dios de vida, también ahora.
Puede parecernos que este mundo no tiene futuro, o que la comunidad eclesial es estéril, o que una persona determinada no tiene remedio. Pero Dios nunca desiste de su amor ni de su proyecto de vida.
Hay momentos en que puede dominarnos la desesperanza: «nuestros huesos están secos, nuestra esperanza ha perecido, estamos destrozados», y nos viene a la mente, como a Ezequiel, una pregunta llena de escepticismo: «¿podrán revivir estos huesos?».
Pero luego podremos experimentar -¿no lo hemos hecho ya muchas veces?- que la Palabra de Dios es eficaz y que su Espíritu sopla sobre lo que parecía muerto: «vino sobre ellos el espíritu y revivieron y se pusieron en pie: era una multitud innumerable».

No nos extraña que esta página del profeta la leamos en la vigilia de Pentecostés.

Ezequiel anunciaba la vuelta del destierro y la reconstrucción de Israel. Para nosotros, la fiesta que concluye la Pascua, con el don del Espíritu, nos reafirma la convicción de que tanto la Iglesia como la humanidad tienen futuro, porque el Espíritu de Dios sigue estando en acción. Y para Dios no hay nada imposible: «dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia... erraban por un desierto solitario, no encontraban el camino... pero gritaron al Señor en su angustia y los arrancó de la tribulación».
Cada vez que participamos en la Eucaristía, recordamos lo que Jesús prometió hace dos mil años: «el que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día... el que me coma vivirá por mí, como yo vivo por mi Padre» (Jn 6,54.57).


2. Mateo 22,34-40
a) Fue buena idea la de preguntar a Jesús cuál es el mandamiento principal. Porque los judíos contaban hasta 365 leyes negativas y 248 positivas, suficientes para desorientar a las personas de mejor buena voluntad, a la hora de centrarse en lo esencial.

La respuesta de Jesús es clara: el mandamiento principal es amar. Amar a Dios (lo cita del libro del Deuteronomio: Dt 6) y amar al prójimo «como a ti mismo» (estaba ya en el Levítico: Lv 19). Lo que hace Jesús es unir los dos mandamientos y relacionarlos: «estos dos mandamientos sostienen la ley entera y los profetas».
b) Lo principal para un cristiano sigue siendo amar. Tienen sentido cumplir y trabajar y rezar y ofrecer y ser fieles. Pero el amor es lo que da sentido a todo lo demás. Nos interesa, de cuando en cuando, volver a lo esencial.

También nosotros tenemos, en el Código de Derecho Canónico, muchas normas, necesarias para la vida de la comunidad en sus múltiples aspectos. Pero Jesús nos enseña dónde está lo principal y la raíz de lo demás: el amor. Está muy bien que el Código actual (1983), en su último canon, hablando del sistema a seguir para el traslado de los párrocos, afirme un principio general muy cercano a la consigna de Jesús: «guardando la equidad canónica y teniendo en cuenta la salvación de las almas, que debe ser siempre la ley suprema de la Iglesia» (c. 1752).

¿Puedo decir, cuando me examino al final de cada jornada o en los días de retiro, que mi vida está movida por el amor? ¿que, entre tantas cosas que hago, lo que me caracteriza más es el amor a Dios y al prójimo, o, al contrario, mi egoísmo y la falta de amor?


San Pablo nos recomendó: «con nadie tengáis otra deuda que la del mutuo amor, pues el que ama al prójimo ha cumplido la ley... todos los demás preceptos se resumen en esta fórmula: amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Rm 13,8-9). Y Jesús nos advirtió que, al final de nuestra vida, seremos examinados precisamente de esto: si dimos agua al sediento y visitamos al enfermo... Seremos examinados del amor.


jueves 18 de agosto de 2016.  20 semana del Tiempo Ordinario

Ezequiel 36,23-28:

Así dice el Señor: «Mostraré la santidad de mi nombre grande, profanado entre los gentiles, que vosotros habéis profanado en medio de ellos; y conocerán los gentiles que yo soy el Señor –oráculo del Señor–, cuando les haga ver mi santidad al castigaros. Os recogeré de entre las naciones, os reuniré de todos los países, y os llevaré a vuestra tierra. Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar. Y os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos, y que guardéis y cumpláis mis mandatos. Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres. Vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios.»

Sal 50,12-13.14-15.18-19 R/. Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará de todas vuestras inmundicias

Oh Dios, crea en mi un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R/.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti. R/.

Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias.R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 22,1-14:

En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran: "Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda." Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: "La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda." Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?" El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: "Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes." Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.»

PARA VIVIR ESTA PALABRA DEL JUEVES 18.08


Estamos en los últimos capítulos de Ezequiel, llenos de esperanza y consuelo. Todo es nuevo: un agua pura, un corazón y un espíritu nuevos, una vida caminando según los mandatos de Dios.
Por parte del pueblo, hay -debe haber- una sincera conversión, en sintonía con el salmo «Miserere»: «oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme... mi sacrificio es un espíritu quebrantado, un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias». Por parte de Dios, el perdón: «os recogeré de entre las naciones... os infundiré mi espíritu... os purificaré de todas vuestras inmundicias». Y, de este modo, se renueva la Alianza: «vosotros seréis mi pueblo y yo será vuestro Dios».

En efecto, por medio de Cristo Jesús, se nos ha dado el Espíritu de Dios, que quiere renovarlo todo: «el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado» (Rm 5,5).
Todo debería transformarse en nuestras vidas, empezando por un «transplante de corazón» como el que promete Ezequiel: «arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne». Son cambios no superficiales, sino profundos. Obra de Dios y de su Espíritu, pero con nuestra colaboración.

Si oramos sinceramente con el salmo -«crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme»-, por parte de Dios no va a faltar ni el perdón ni la renovación de la Alianza: «habéis sido lavados, habéis sido santificados, habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios» (1 Co 6, 11).

Cada año, en la Vigilia Pascual, escuchamos esta lectura de Ezequiel. Porque es la noche en que celebramos el paso de Cristo a la Nueva Vida, y la noche en que recordamos nuestro Bautismo, cuando fuimos injertados en esa Pascua de Cristo.
Cada vez que la misa empieza con la aspersión con agua, deberíamos recordar que Dios quiere purificarnos, liberarnos de todo pecado y renovar nuestra existencia. Hoy es un buen día para rezar o cantar la invocación inspirada en los profetas: «Danos, Señor, un corazón nuevo...».

2. Mateo 22,1-14
a) Saltando otras parábolas (como la de los viñadores homicidas y la de los hijos que dicen sí o no y, luego, hacen lo contrario), escuchamos en Mateo otra parábola: la de los invitados a la boda.
La intención es clara: el pueblo de Israel ha sido el primer invitado, porque es el pueblo de la promesa y de la Alianza. Pero dice que no, se resiste a reconocer en Jesús al Mesías, no sabe aprovechar la hora de la gracia. Y entonces Dios invita a otros al banquete que tiene preparado. Cuando Mateo escribe el evangelio, Jerusalén ya ha sido destruida y van entrando pueblos paganos en la Iglesia.

De nuevo, como en la parábola de ayer -los de la hora undécima- se trata de la gratuidad de Dios a la hora de su invitación a la fiesta.
La parábola tiene un apéndice sorprendente: el amo despacha y castiga a uno de los comensales que no ha venido con vestido de boda. No basta con entrar en la fiesta: se requiere una actitud coherente con la invitación. Como cuando a cinco de las muchachas, invitadas como damas de honor de la novia, les faltó el aceite y no pudieron entrar.

b) Esta parábola nos sugiere una primera reflexión: la visión optimista que Jesús nos da de su Reino. ¿Nos hubiéramos atrevido nosotros a comparar a la Iglesia, sin más, a un banquete de bodas? ¿no andamos más bien preocupados por la ortodoxia o la ascética o la renuncia de la cruz? Pues Jesús la compara con la fiesta y la boda y el banquete. La boda de Dios con la humanidad, la boda de Cristo con su Iglesia.
Aunque muchos no acepten la invitación -llenos de sí mismos, o bloqueados por las preocupaciones de este mundo-, Dios no cede en su programa de fiesta. Invita a otros: «la boda está preparada... convidadlos a la boda».

El cristianismo es, ante todo, vida, amor, fiesta. El signo central que Jesús pensó para la Eucaristía, no fue el ayuno, sino el «comer y beber», y no beber agua, la bebida normal entonces y ahora, sino una más festiva, el vino.

También podemos recoger el aviso de Jesús sobre el vestido que se necesita para esta fiesta. No basta entrar en la Iglesia, o pertenecer a una familia cristiana o a una comunidad religiosa. Se requiere una conversión y una actitud de fe coherente con la invitación: Jesús pide a los suyos, no sólo palabras, sino obras, y una «justicia» mayor que la de los fariseos.

Cuando Jesús alaba a los paganos en el evangelio, como al centurión o a la mujer cananea o al samaritano, es porque ve en ellos una fe mayor que la de los judíos: ése es el vestido para la fiesta.

Y es que no hay nada más exigente que la gratuidad y la invitación a una fiesta. Todo don es también un compromiso. Los que somos invitados a la fiesta del banquete -a la hora primera o a la undécima, es igual- debemos «revestirnos de Cristo» (Ga 3,27), «despojarnos del hombre viejo, con sus obras, y revestirnos del hombre nuevo» (Col 3,10).


Miércoles 17 de agosto de 2016
Vigésima semana del Tiempo Ordinario



Ezequiel (34,1-11):

Me vino esta palabra del Señor: «Hijo de Adán, profetiza contra los pastores de Israel, profetiza, diciéndoles: "¡Pastores!, esto dice el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No son las ovejas lo que tienen que apacentar los pastores? Os coméis su enjundia, os vestís con su lana; matáis las más gordas, y las ovejas no las apacentáis. No fortalecéis a las débiles, ni curáis a las enfermas, ni vendáis a las heridas; no recogéis a las descarriadas, ni buscáis las perdidas, y maltratáis brutalmente a las fuertes. Al no tener pastor, se desperdigaron y fueron pasto de las fieras del campo. Mis ovejas se desperdigaron y vagaron sin rumbo por montes y altos cerros; mis ovejas se dispersaron por toda la tierra, sin que nadie las buscase, siguiendo su rastro. Por eso, pastores, escuchad la palabra del Señor: '¡Lo juro por mi vida! –oráculo del Señor–. Mis ovejas fueron presa, mis ovejas fueron pasto de las fieras del campo, por falta de pastor; pues los pastores no las cuidaban, los pastores se apacentaban a sí mismos; por eso, pastores, escuchad la palabra del Señor. Así dice el Señor: Me voy a enfrentar con los pastores; les reclamaré mis ovejas, los quitaré de pastores de mis ovejas, para que dejen de apacentarse a si mismos los pastores; libraré a mis ovejas de sus fauces, para que no sean su manjar. Así dice el Señor Dios: "Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro."»

Sal 22,1-3a.3b-4.5.6 R/. El Señor es mi pastor, nada me falta

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R/.
Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R/.
Tu bondad y tu misericordia
me acompañan todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.



Lectura del santo evangelio según san Mateo 20,1-16:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: "Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido." Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: "¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?" Le respondieron: "Nadie nos ha contratado." Él les dijo: "Id también vosotros a mi viña." Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz: "Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros." Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: "Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno. Él replicó a uno de ellos: "Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?" Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.»


PARA VIVIR ESTA PALABRA MIÉRCOLES 17 AGOSTO


La voz del profeta se alza contra los pastores de Israel: sus dirigentes, tanto civiles como religiosos.
Describe muy certeramente su pecado: «se apacientan a sí mismos». En vez de cuidar de las ovejas, curándolas, fortaleciendo a las débiles, recogiendo las descarriadas, defendiéndolas contra las fieras, lo que hacen es comer a costa de ellas y maltratarlas y, cuando hay peligro, abandonarlas. Son mercenarios.
La queja de Dios («me voy a enfrentar con los pastores») se convierte en promesa: «yo mismo en persona buscaré a mis ovejas». El mismo tendrá que remediar la situación. Por eso se alegra el salmista: «el Señor es mi pastor, nada me falta, en verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas».
b) En Jesús hemos visto cómo Dios cumple su promesa de alimentar, buscar y defender a sus ovejas, al pueblo de Israel y a toda la humanidad. Les ha enviado como Buen Pastor a su propio Hijo.
Cuando Jesús, en el capitulo 10 del evangelio de san Juan, describe las cualidades del pastor bueno, enumera precisamente las actitudes contrarias a las que Ezequiel había tenido que señalar en los malos pastores de su época, los que llevaron al pueblo de Israel a la ruina total.
Jesús conoce a sus ovejas, va delante de ellas, las busca y rehabilita, las defiende, da la vida por ellas. He ahí el modelo para todos los que, de una manera u otra, somos «pastores» o encargados del bien de los demás: los obispos y los sacerdotes, los padres, los educadores, los catequistas, los responsables de un grupo, y también las autoridades civiles.
Criticamos, y a veces con razón, a los dirigentes corruptos y aprovechados. Pero hemos de examinarnos a nosotros mismos, porque podría ser que, en nuestro nivel, también tendamos a aprovecharnos de nuestros cargos.
Quien nos ve actuar en nuestro trato con los demás, ¿nos puede aplicar el retrato de Ezequiel o el de Jesús? ¿servimos a los demás o nos servimos de ellos? ¿somos mercenarios o pastores por vocación?
2. Mateo 20,1-16
a) Hoy escuchamos la desconcertante parábola de los trabajadores de la viña, que trabajan un número desigual de horas y, sin embargo, reciben el mismo jornal.
La idea central no es el paro obrero (aunque Dios parece preocupado de que nadie se quede sin trabajo, sea cual sea la hora) ni la cuestión de los salarios ni la justicia social. La parábola no se fija en los trabajadores, sino en la actuación de Dios. Él da a todos según justicia, pero también es generoso con los últimos, aunque hayan trabajado menos.
Cuando Mateo escribió su evangelio, muchos paganos se iban incorporando a la Iglesia de Cristo, y podían suscitar, entre los provenientes del pueblo judío, el interrogante de cómo los últimos llegados recibían la misma herencia y paga. Es la sorpresa que Jesús describe en quienes habían trabajado desde primera hora de la mañana. La respuesta es el amor gratuito de Dios, que sobrepasa las medidas de la justicia y actúa libremente, también con los de la hora undécima. El tema no es si a los primeros les paga lo justo. Sino que Dios quiere pagar a los últimos también lo mismo, aunque parezca que no se lo hayan merecido tanto.
b) Los caminos de Dios son sorprendentes. No siguen nuestra lógica.
Él sigue llamando a su viña a jóvenes y mayores, a fuertes y a débiles, a hombres y mujeres, a religiosos y laicos. ¿Tendremos envidia de que Dios llame a otros «distintos», o que premie de la misma manera a quienes no tienen tantos méritos como creamos tener nosotros?¿nos duele que en la vida de la comunidad eclesial, los laicos tengan ahora más protagonismo que antes, o que haya más igualdad entre hombres y mujeres, o que las generaciones jóvenes vengan con ideas nuevas y con su estilo particular de actuación?
Abrahán fue llamado a los setenta y cinco años. Samuel, cuando era un jovencito.
Mateo, desde su mesa de recaudador. Pedro tuvo que abandonar su barca. Algunos de nosotros hemos sido llamados desde muy niños, porque las condiciones de una familia cristiana lo hicieron posible. Otros han escuchado la voz de Dios más tarde. El ladrón bueno ha sido considerado como el prototipo de quienes han recibido el premio del cielo, habiendo sido llamados en la hora undécima.
Si nos sentimos demasiado «de primera hora», mirando por encima del hombro a quienes se han incorporado al trabajo a horas más tardías, estamos adoptando la actitud de los fariseos, que se creían superiores a los demás.

Esto no es, naturalmente, una invitación a llegar tarde y trabajar lo menos posible. Sino un aviso de que el premio que esperamos de Dios no es cuestión de derechos y méritos, sino de gratuidad libre y amorosa por su parte. 


Martes 16 de agosto de 2016

Vigésima semana del Tiempo Ordinario


Ezequiel 28,1-10:

Me vino esta palabra del Señor: «Hijo de Adán, di al príncipe de Tiro: "Así dice el Señor: Se hinchó tu corazón, y dijiste: 'Soy Dios, entronizado en solio de dioses en el corazón del mar', tú que eres hombre y no dios; te creías listo como los dioses. ¡Si eres más sabio que Daniel!; ningún enigma se te resiste. Con tu talento, con tu habilidad, te hiciste una fortuna; acumulaste oro y plata en tus tesoros. Con agudo talento de mercader ibas acrecentando tu fortuna, y tu fortuna te llenó de presunción. Por eso, así dice el Señor: Por haberte creído sabio como los dioses, por eso traigo contra ti bárbaros pueblos feroces; desenvainarán la espada contra tu belleza y tu sabiduría, profanando tu esplendor. Te hundirán en la fosa, morirás con muerte ignominiosa en el corazón del mar. Tú, que eres hombre y no dios, ¿osarás decir: 'Soy Dios', delante de tus asesinos, en poder de los que te apuñalen? Morirás con muerte de incircunciso, a manos de bárbaros. Yo lo he dicho."» Oráculo del Señor.

Dt 32,26-27ab.27cd-28.30.35cd-36ab R/. Yo doy la muerte y la vida

Yo pensaba: «Voy a dispersarlos
y a borrar su memoria entre los hombres.»
Pero no; que temo la jactancia del enemigo
y la mala interpretación del adversario. R/.
Que diría: «Nuestra mano ha vencido,
no es el Señor quien lo ha hecho.»
Porque son una nación que ha perdido el juicio. R/.
¿Cómo es que uno persigue a mil,
y dos ponen en fuga a diez mil?
¿No es porque su Roca los ha vendido,
porque el Señor los ha entregado? R/.
El día de su perdición se acerca,
y su suerte se apresura.
Porque el Señor defenderá a su pueblo
y tendrá compasión de sus siervos. R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 19,23-30:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.» Al oírlo, los discípulos dijeron espantados: «Entonces, ¿quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo.»
Entonces le dijo Pedro: «Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?» Jesús les dijo: «Os aseguro: cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel. El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros.»

PARA VIVIR ESTA PALABRA

Lo del camello que quiere pasar por el ojo de una aguja se ve que era un proverbio popular para indicar algo imposible. Lo mismo vendría a ser si se interpreta, como algunos quieren, no de un camello, sino de una maroma (en hebreo ambas palabras son parecidas).
Lo que asusta a sus oyentes es que Jesús aplique este dicho a los ricos que quieren salvarse. Si uno está tan lleno de cosas que no necesita nada más, si se siente tan satisfecho de sí mismo, y no se puede desprender de su ansia de poseer y de la idolatría del dinero, ¿cómo puede aceptar como programa de vida el Reino que Dios le propone?

Las riquezas son buenas en sí, a no ser que se hayan acumulado injustamente. Pero lo que no es bueno es ser esclavo del dinero y no utilizarlo para lo que Dios quiere.
El comentario de Jesús sigue a la breve escena de ayer la del joven que no se decidió a abandonar sus riquezas para seguir a Jesús. Por eso Pedro le replica que ellos lo han abandonada «todo» y le han seguido. Se ve en seguida que, ni por parte de Pedro ni de los demás, es muy gratuito este seguimiento: «¿qué nos va a tocar?». Y Jesús les promete un premio cien veces mayor que lo que han dejado.

Nosotros, probablemente, no somos ricos en dinero. Pero podemos tener alguna clase de «posesiones» que nos llenan, que nos pueden hacer autosuficientes y hasta endurecer nuestra sensibilidad, tanto para con los demás como para con Dios, porque, en vez de poseer nosotros esos bienes, son ellos las que nos poseen a nosotros. No se puede servir a Dios y a Mammón, al dinero, como nos dijo Jesús en el sermón de la montaña (Mt 6,24)

Este aviso nos debe hacer pensar. Nuestro seguimiento de Jesús debería ser gratuito y desinteresado, sin preocuparnos de si llegaremos a ocupar los tronos para juzgar a las tribus de Israel (una alusión a Daniel 7,9), ni de la contabilidad exacta del ciento por uno de cuanto hemos abandonado. No vamos preguntando cada día: «¿qué nos vas a dar?».

Seguimos a Jesús por amor, porque nos sentimos llamados por él a colaborar en esta obra tan noble de la salvación del mundo. No por ventajas económicas ni humanas, ni siquiera espirituales, aunque estamos seguros de que Dios nos ganará en generosidad.

15 AGOSTO 2016 . SOLEMNIDAD ASUNCION DE MARIA AL CIELO


Lectura del libro del Apocalipsis 11, 19a; 12, 1. 3-6a. 10ab

Se abrió en el cielo el santuario de Dios y en su santuario apareció el arca de su alianza. Después apareció una figura portentosa en el cielo: Una mujer vestida de sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas.
Apareció otra señal en el cielo: Un enorme dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos y siete diademas en las cabezas. Con la cola barrió del cielo un tercio de las estrellas, arrojándolas a la tierra.
El dragón estaba enfrente de la mujer que iba a dar a luz, dispuesto a tragarse el niño en cuanto naciera.
Dio a luz un varón, destinado a gobernar con vara de hierro a los pueblos. Arrebataron al niño y lo llevaron junto al trono de Dios. La mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar reservado por Dios.
Se oyó una gran voz en el cielo:
–«Ahora se estableció la salud y el poderío, 
y el reinado de nuestro Dios, 
y la potestad de su Cristo.»

Salmo 44, 10be. 11-12ab. 16 R. De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir.

Hijas de reyes salen a tu encuentro, 
de pie a tu derecha está la reina, 
enjoyada con oro de Ofir. R.

Escucha, hija, mira: inclina el oído, 
olvida tu pueblo y la casa paterna; 
prendado está el rey de tu belleza: 
póstrate ante él, que él es tu señor. R.

Las traen entre alegría y algazara, 
van entrando en el palacio real. R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 20-27a

Hermanos:
Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida.
Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza.
Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. Porque Dios ha sometido todo bajo sus pies.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 39-56

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito:
–« ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.»
María dijo:
–«Proclama mi alma la grandeza del Señor, 
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; 
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: 
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles 
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo: 
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos 
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes 
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, 
acordándose de la misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.»
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa

PARA VIVIR ESTA PALABRA



Del substantivo latino assumptio (acogida) y antes todavía de la raíz verbal ad/sumo (tomo para mí, acojo). En el lenguaje teológico cristiano designa el hecho de que María, madre de Cristo, ha sido tomada y acogida en la esfera de la vida celestial por obra del poder divino.

La Asunción es el acontecimiento  culminante de la existencia de María.
Para la Iglesia católica, después de la  definición del papa pío XII con la constitución dogmática Munificentisimus Deus (MD) del 1 de noviembre de 1950, se trata de una verdad que hay que aceptar con fe. Esta dogmatización no es aceptada por los cristianos greco-ortodoxos y mucho menos por los cristianos del area confesional de la Reforma: por los primeros, porque no reconocen al obispo de Roma el poder de proclamar dogmas; por los segundos, porque la Asunción no es una verdad que tenga fundamento en la Escritura y debe considerarse, por tanto, como ún añadido indebido al patrimonio de la fe cristiana. Esta gran diversidad de posiciones entre los cristianos nos estimula a exponer con precisión los motivos y el sentido de la posición católica y a tener cuidadosamente en cuenta las vicisitudes de su maduración en la conciencia de la Iglesia a lo largo de la historia. 
1. Fundamento en la sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia.- Las fuentes bíblicas no ofrecen ningún testimonio explícito y directo sobre la muerte de María, sobre su resurrección y sobre su acogida en la esfera de la vida divina con toda su realidad de ser humano.
 En cuanto a la tradición de la Iglesia, hay que decir que en los tres primeros siglos no se encuentra ninguna referencia al destino final de María. A  lo largo de los ss. 1V y y empezaron a aparecer algunas huellas del convencimiento de su paso glorioso en cuerpo y alma a la vida inmortal (cf. san Efrén,  Timoteo de Jerusalén, san Epifanio, el apócrifo Tránsito de María, de finales del s. y). A partir del s. VI en Oriente y del VII en Occidente se empezó a celebrar gradualmente la fiesta de la Dormición o del Tránsito (representado de varias maneras) de María, ordinariamente en la fecha del 15 de agosto; en tiempos de Carlomagno, en Francia y en Inglaterra, la fiesta tomó el nombré de Assumptio Mariae, hecho que presuponía la convicción de su resurrección inmediatamente después de su muerte. Finalmente, en toda la cristiandad, gracias entre otras cosas a la posición doctrinal asumida por los grandes teólogos y doctores medievales, esta convicción maduró a nivel universal y la fiesta se extendió por todo el mundo cristiano oriental y occidental. El protestantismo, por los motivos aducidos, criticó y sigue criticando esta doctrina y la praxis litúrgica correspondiente.
Desde el s. XVIII empezaron a dirigirse en el ámbito católico peticiones a la Sede Apostólica para que se proclamara y definiera como verdad de fe la Asunción de María. Fueron creciendo notablemente estas peticiones en los siglos sucesivos, alcanzando su cima en el pontificado del papa pío XII. Éste, el 1 de mayo de 1946 consultaba a los obispos católicos de todo el mundo en la encíclica Deiparae Virginis si pensaban que podía ser definida la Asunción de María y si deseaban junto con sus fieles esta definición. Tras obtener una respuesta positiva de la casi totalidad de los interrogados, procedió a la definición dogmática con el documento antes recordado Munificentissimus Deus.
Desde el punto de vista católico, se explica este proceso de convicción de fe y se justifica la definición dogmática pontificia por el hecho de que la Asunción de María encuentra su raíz implícita e indirecta en el testimonio de la sagrada Escritura, tal como la han ido leyendo e interpretando gradualmente los Padres de la Iglesia, los teólogos y el sentido de fe de los fieles bajo la acción iluminadora del Espíritu Santo, inspirador de la palabra de la Escritura y garante de la autenticidad de la fe  del pueblo de Dios. En este sentido los teólogos y pío XII en la MD recogen varios motivos y pasajes bíblicos que inspiran esta convicción sobre el paso de Mana de este mundo a Dios, especialmente el motivo de su unión íntima y perfecta con la suerte de su Hijo. 
 2. Contenido doctrinal de la verdad  de fe de la Asunción. El texto de pío XII señala con claridad cuál es el «núcleo dogmático» de esta verdad mariana: «Pronunciamos, declaramos y definimos que es dogma revelado por Dios que la Inmaculada Madre de Dios siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrena, fue asumida a la gloria celestial en alma y cuerpo» (DS 3903). Se afirma que María terminó el curso de su vida terrena, de esta existencia humana tal como la conocemos; pero no se dice cómo sucedió esto, si a través de la muerte o no. (Entre los teólogos de aquel tiempo había varias opiniones y el papa no quiso favorecer ninguna de ellas a costa de las otras). Se añade que María, una vez terminada la parábola de su existencia terrena, en virtud del poder de Dios se encuentra en la esfera de la vida divina con y en su ser humano integral ( « alma y cuerpo»). Su realidad humana integral alcanzó con el paso de este mundo a la gloria de la vida divina la salvación plena y definitiva («la gloria celestial»), aquella en la que había entrado precediéndola su Hijo ascendido al cielo y sentado a la derecha del Padre. 
  3. Aspectos de esta verdad mariana :
 a) Cristológico: la Madre queda  «asimilada» a su Hijo glorioso, siguiéndolo en la fase definitiva y gloriosa de su existencia.
b) Eclesiológico: la Iglesia, que tiene  en María su comienzo y su imagen perfecta, puede contemplar en la Asunta al cielo su futuro y ver en ella un signo de consuelo y de segura esperanza de su propio cumplimiento. (Este aspecto fue destacado particularmente por el Vaticano II: cf. LG 68).
c) Mariológico: María ha alcanzado  la plenitud de la salvación y el cumplimiento de su existencia como criatura humana amada por Dios de forma sublime.

d) Antropológico : lo humano, más concretamente lo «femenino humano», ha conseguido en ella por la gracia de  Dios la plenitud de su realización integral; por eso puede contemplar en ella el futuro que Dios le ha prometido y reavivar en esta contemplación el deseo de alcanzarlo.

En estos últimos años algunas propuestas de relectura de las afirmaciones antropológicas relativas al futuro del hombre (escatología) han tenido repercusiones en la formulación de la verdad dogmática de la Asunción de María, que se afirmó en la tradición y que fue también acogida en la MD: la Asunción de María con todo su ser humano en la gloria celestial constituye un privilegio insigne respecto a todos los demás seres humanos, excluido Jesucristo, los cuales sólo serán salvados plena e íntegramente al final de la historia con la resurrección de los « cuerpos».

Por motivaciones escriturísticas (visión bíblica de la unidad profunda del hombre en y con todas sus dimensiones), filosóficas (unidad estructural del ser humano y su salida de la dimensión de la temporalidad con la muerte y después de la muerte), culturales (sentido actual de la corporeidad, no como algo que tenga el ser humano, sino como algo que es), algunos teólogos han propuesto la hipótesis de que el hombre, por la fuerza salvífica del Espíritu de Dios, resucita con todo su ser en la muerte. Semejante hipótesis parece eliminar el alcance del privilegio concedido por Dios a María, asumiéndola a la vida gloriosa divina en su paso de este mundo al otro. Sin embargo, algunos teólogos opinan que la verdad de la Asunción sigue teniendo todo su significado, con tal que no se la vea en la anticipación temporal de la salvación integral escatológica en María, sino en su plenitud y eminencia.
G. Iammarrone)