- Ministerios de la mujer en la Iglesia Domiciano Fernández Editorial Nueva Utopía, Madrid 2002 (recensión más abajo)
- CREER, ¿PARA QUÉ? Conversaciones con alejados. José A. Pagola Ed. PPC. Madrid 2008.
- Dios es amor. Comentarios a la encíclica de Benedicto XVI Deus Caritas est, UPSA, Salamanca 2007
María en la Sagrada Escritura
María en la Sagrada Escritura
María Dolores Ruiz Pérez. Ed. CCS
Madrid 2008
Os presento el libro del que soy autora, con la esperanza de que sea una contribución a profundizar en la persona de María desde la Escritura, que es, sin duda, la mejor fuente para conocerla y afianzarnos en una auténtica espiritualidad mariana, así como en una revitalización de nuestro testimoniar el ser seguidores/as de Jesús.
Estas páginas son parte de una obra más amplia, de mi tesis doctoral «La Sagrada Escritura en la Mariología posconciliar», de la que sólo he tomado aquí lo concerniente a María en el Nuevo Testamento, adaptándolas para publicarlas en un estilo más divulgativo. Quieren ser un modo de contribuir a que la Palabra de Dios dicha de María y con María, ayude a la formación permanente de toda persona empeñada en seguir progresando.
María Dolores Ruiz Pérez. Ed. CCS
Madrid 2008
Os presento el libro del que soy autora, con la esperanza de que sea una contribución a profundizar en la persona de María desde la Escritura, que es, sin duda, la mejor fuente para conocerla y afianzarnos en una auténtica espiritualidad mariana, así como en una revitalización de nuestro testimoniar el ser seguidores/as de Jesús.
Estas páginas son parte de una obra más amplia, de mi tesis doctoral «La Sagrada Escritura en la Mariología posconciliar», de la que sólo he tomado aquí lo concerniente a María en el Nuevo Testamento, adaptándolas para publicarlas en un estilo más divulgativo. Quieren ser un modo de contribuir a que la Palabra de Dios dicha de María y con María, ayude a la formación permanente de toda persona empeñada en seguir progresando.
Recorriendo las páginas de este libro se tiene la oportunidad de entrar en los principales textos de la Sagrada Escritura que hablan de María, con una explicación de los puntos más relevantes de ellos. Es una manera guiada de conocer mejor las líneas de reflexión que la misma Biblia nos brinda sobre la Madre de Jesús.
María dato esencial de la fe
Es innegable el testimonio del Nuevo Testamento sobre María: 152 versículos, de los cuales 90 en Lucas; por tanto, la Iglesia primitiva ha manifestado y nos ha transmitido a María como dato esencial de nuestra fe en Cristo, de la Iglesia.
Siguiendo un orden cronológico de aparición de los escritos del Nuevo Testamento, puede verse el progreso desde la mujer referida por Pablo en la carta a los Gálatas 4,4 hasta la «Mujer» de Caná y el Calvario del evangelio de Juan y la «Mujer» de Apocalipsis 12.
LIBRO: Ministerios de la mujer en la Iglesia
AUTOR: Domiciano
Fernández. Editorial
Nueva Utopía, Madrid 2002
El
tema de los ministerios de la mujer en la Iglesia y del posible acceso a los
ministerios ordenados es de gran importancia, como lo demuestran el gran número
de intervenciones del magisterio y de los sínodos de obispos de los últimos
años. También en las demás Iglesias cristianas, sobre todo en la Comunión
anglicana, ha sido objeto de estudio y de discusión desde hace más de treinta
años.
Domiciano
Fernández, sacerdote claretiano, murió en 2001 sin que le permitieran publicar
este libro, que un año más tarde sí pudo salir a la luz, como confirmación
de su voluntad de «Mantenerse fiel a la
palabra, ser así discípulo verdadero, conocer la verdad y ser libre» (Jn 8,32).
El autor presentó este tema como curso opcional
en diversos centros eclesiásticos, durante varios años. En esta
obra logra ofrecernos una documentación
histórica, bíblica y teológica únicas sobre esta materia, que tantos problemas
ha suscitado y sigue suscitando.
Panorámica actual de la cuestión
En la primera parte encontramos una información
interesante sobre cómo surgió la cuestión de los ministerios de la mujer en
nuestros días, gracias al cambio de mentalidad ocurrido en la sociedad y en la
Iglesia, el clamor de las bases y peticiones de algunos organismos oficiales.
También presenta las resoluciones de los sínodos que han tratado el tema,
principalmente los de 1974 y 1987. No se ha logrado ninguna decisión
importante, pero las opiniones de los obispos manifestadas en estas asambleas
no carecen de importancia.
Ministerios de la mujer en el Nuevo Testamento
Encontramos
en la segunda parte, recogidos los datos más relevantes que atestiguan la
colaboración de la mujer en la evangelización y demás tareas eclesiales.
Los
evangelios revelan que Jesús acogió entre sus discípulos y seguidores a algunas
mujeres. Llama la atención la libertad con que procede en su trato con ellas,
sin que se sintiese obligado por leyes de pureza o impureza legal, cuando se
trataba de ayudar a una mujer necesitada. Un hecho significativo e importante
es que son las primeras en ver a Jesús resucitado y reciben el encargo de
anunciarlo a los discípulos.
El
final de la carta a los Romanos (16,1-16), donde se nombran a doce mujeres,
algunas de las cuales ejercen algún ministerio; el saludo a la carta a los
Filipenses (1,1), en el que se mencionan obispos y diáconos, y la primera carta
a Timoteo (3,11) en la que se señalan las cualidades que debe tener la mujer
que está al servicio de la Iglesia, muestran que en la primitiva Iglesia había
mujeres diáconos, colaboradoras y apostóles. Un texto de Pablo fundamental para
apreciar la posición de la mujer en la nueva comunidad de los bautizados es
Gálatas 3,27-28: «En efecto, todos los bautizados en Cristo os habéis revestido
de Cristo: ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni varón ni mujer,
puesto que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús».
La conducta de Jesús abre horizontes
D. Fernández añade una reflexión final tras el
acercamiento a la Escritura, en el sentido de que si la apertura demostrada por
la conducta de Jesús con las mujeres y en las tareas de evangelización que
Pablo ha confiado a sus colaboradoras, se hubiera tomado en serio en la
historia de la Iglesia, como punto de partida, y no como barrera infranqueable,
y se hubieran ampliado y desarrollado como se han desarrollado las breves
indicaciones sobre la potestad de Pedro o sobre los sacramentos, no tendríamos
hoy ningún problema sobre la posibilidad de confiar a la mujer ciertos
ministerios. «La conducta de Jesús abre nuevos horizontes y señala un camino
que la Iglesia hubiera debido recorrer. Como advierte el documento de la
Pontificia Comisión Bíblica, la exégesis “debería procurar precisar la
dirección del pensamiento expresada por el texto; dirección que, en lugar de
invitar al exegeta a detener el sentido, le sugiere, al contrario, percibir las
extensiones más o menos previsibles”» (p. 98).
Más de siete siglos de diaconado femenino en la Iglesia
La
ordenación de las diaconisas en la Iglesia antigua es un hecho reconocido. Fue
en la Iglesia oriental donde tuvieron su origen y donde llegaron a su máximo
esplendor entre los siglos IV y IX. A partir del siglo X se inicia la
decadencia hasta llegar a la extinción total.
El
problema suscitado después del concilio de Trento y en nuestros días no es la
ordenación de mujeres para el ministerio diaconal, porque esto es innegable,
sino el carácter de dicha ordenación. ¿Se trata de un sacramento o de un
sacramental? ¿Imprimía carácter o se reducía a una bendición y consagración por
la que se le encomendaba un oficio en la Iglesia? Tal planteamiento resulta
anacrónico y falso. Es ajeno a la mentalidad y al contexto de los primeros
siglos, en los que no existía aún una noción precisa de sacramento y
sacramental. Hasta el siglo XII no se
fijó ni el número de los sacramentos ni los elementos esenciales que los
constituyen. La historia del sacramento del orden nos descubre hechos
sorprendentes, y no sólo en los primeros siglos, sino durante toda la Edad
Media. ¿No nos parece hoy extraño que la inmensa mayoría de los canonistas y
teólogos de los siglos XI-XIV sostengan que las órdenes menores son sacramento
e imprimen carácter, mientras que el episcopado no lo consideran como
sacramento, sino como mera dignidad y oficio que confiere mayor poder de
jurisdicción?
Proyecto de restauración del diaconado femenino en la Iglesia ortodoxa
El
Congreso Teológico Interortodoxo celebrado en Rodas en otoño de 1988 trató con
amplitud el tema del puesto de la mujer en la Iglesia ortodoxa y de su posible
ordenación sacerdotal. Respecto al diaconado se expresa la voluntad de
restablecer o dar nueva vida “al orden apostólico de las diaconisas”. Se
insinúa en el documento que se podrían utilizar, con oportunas modificaciones,
los ritos y oraciones de los antiguos libros litúrgicos. Se sugiere además,
como posible y deseable, el conferir también a la mujer las “órdenes inferiores”
por la imposición de manos, como subdiaconado, lector, cantor, didáscalo y
algunas otras que pudieran ser necesarias a juicio de la Iglesia.
Serias dificultades pero no insalvables para la ordenación
En
la tercera parte de la obra trata el tema de la ordenación sacerdotal de las
mujeres con toda la documentación que ha ido apareciendo en la Iglesia. Cree
que la Ordinatio sacerdotalis no cierra definitivamente a la mujer la
puerta, situaciones semejantes se han dado en la historia de la Iglesia y se han
resuelto de un modo distinto al que entonces se pensaba.
Hasta
ahora no se ha podido demostrar que sea voluntad expresa de Cristo o una
tradición-divino apostólica la incapacidad de la mujer para recibir el
ministerio sacerdotal. El argumento de una tradición bimilenaria es importante,
pero no intangible. Lo fundamental, invariable y actual es que el Espíritu nos conducirá a la verdad
plena. Si la Iglesia siguiera la orientación de apertura y de participación iniciada
por Jesús, no tendríamos tantos problemas hoy en este tema.
LIBRO: CREER, ¿PARA QUÉ?
Conversaciones con alejados.
autor: José
A. Pagola. Ed.
PPC. Madrid 2008. 222 páginas
«Escribo estas páginas pensando sobre todo en
quienes a lo largo de estos años os habéis ido alejando de la fe que vivisteis
de niños. He escuchado muchas veces vuestras preguntas e incertidumbres.
Algunos me habéis contado con detalle vuestra trayectoria. Entiendo vuestras
dudas y prejuicios: ya no sabéis si creéis o no; no sabéis si Dios os interesa para
algo». Así comienza el autor la presentación de este libro, en el que no
pretende exponer doctrinas teóricas, sino hablar desde dentro, intentando
sintonizar con lo que los “alejados” puedan estar viviendo en el fondo.
Personas en búsqueda
Pagola escribe como conversando con estas
personas que pueden considerarse “buscadores”. Les da esperanza, pues Dios
sigue vivo y puede sorprender en cualquier momento a quien tiene una inquietud
y se pone en camino con otros, para buscar sinceramente a Dios. Aconseja formar
un “grupo de buscadores” en alguna parroquia o comunidad cristiana, ofreciendo
al final de libro, en los anexos, sugerencias que puedan animar a alguien a
crear un “grupo de buscadores”.
Lo que estas personas buscan no es
exactamente volver al pasado, sino vivir una experiencia nueva, teniendo en
cuenta su pasado, pero buscando fundamentar su fe sobre bases nuevas. Buscan algo más auténtico de lo que
conocieron. Su búsqueda hay que enmarcarla en la experiencia espiritual. Necesitan
encontrarse con personas sinceras y acogedoras con las que compartir su
experiencia.
Cuestiones
y reflexiones
La obra se
estructura en siete capítulos cuyos títulos son: creer ¿para qué?, ¿Es posible
reaccionar?, ¿Cómo buscar a Dios?, ¿Cómo dar pasos hacia Dios?, ¿Se puede
aprender a rezar?, Jesús, el mejor camino y vivir a Dios de manera nueva.
En cada uno, con un
estilo directo y sencillo, trata de dar respuesta a estos interrogantes a
través de unos apartados interesantes. Por ejemplo, cuando trata de cómo buscar
a Dios, en el capítulo tercero, habla de: buscar la verdad, abrir los ojos,
liberarse de represiones, perder el miedo a la religión y confiar. En tres o
cuatro páginas, esto es lo que ocupa cada apartado que finaliza con un trozo de
un poema o una cita apropiada y significativa, hace una aproximación a una
reflexión sugerente que da qué pensar y, luego, cada uno habrá de continuar, desde su vivencia
personal.
Creer
desde la duda
A través de las
páginas se constata un tono positivo y alentador, desde la convicción de la
cercanía de Dios, aún cuando uno se enfrente, con “dudas de fe”, que en
realidad son dificultades. Haciéndose eco de la famosa frase de H. Newman: “Diez dificultades no hacen una
duda”. En último término, la duda más radical, quizás, es ¿por qué tengo que creer?
Esto puede ser una
ocasión para ponerse sinceramente ante Dios
y vivir de manera positiva las dudas que se llevan dentro. Se es libre
para creer o para dejarlo todo. Seguramente es más cómodo no plantearse nunca
las cosas de Dios y vivir tranquilo como hacen muchos, pero es más digno
enfrentarse a uno mismo y decidir qué se quiere hacer con la propia vida.
No se tiene más fe
porque se viva tranquilo sin hacerse preguntas, ni se tiene menos porque se
esté lleno de dudas. La verdadera fe no está ni en la seguridad ni en los
cuestionamientos, sino en la sinceridad con que se confía y busca a Dios.
Quien se esfuerza
por actuar de manera honesta con Dios, no está lejos de él. La calidad de la fe
no depende de la claridad de ideas que se tenga en la cabeza, sino de la
sinceridad con la que se vive la relación con Dios.
¿En qué
vas a creer?
Hoy es difícil
creer en cualquier cosa. Todos estamos ya escarmentados de promesas, ideologías
y doctrinas que no sirven. Hoy solo es posible creer en alguien si se
experimenta que ayuda a vivir. Se empieza a creer en Dios de verdad cuando se
experimenta que te hace vivir con más paz y más confianza; cuando puedas sentir
que te da fuerzas para enfrentarte a tus problemas sin hundirte; cuando puedas
comprobar su perdón y su comprensión inagotable.
En este punto,
Pagola, presenta al único camino: Jesús de Nazaret, quien vivió y comunicó una
experiencia sana de Dios, sin desfigurarla con los miedos, ambiciones y
fantasmas que, de ordinario, las diversas religiones proyectan sobre la
divinidad. Él es el mejor que puede ayudarnos a descubrir el verdadero rostro
de Dios.
Para conocerlo
propone acercarse a trozos del Nuevo Testamento, habiéndose parado un poco
antes con el pensamiento de que “No voy a leer un libro cualquiera. No voy a
leer una revista. Voy a escuchar a Dios, voy a escuchar a Jesús. ¿Qué me dirá
en este momento de mi vida? Después de oír tantas palabras, tanto ruido,
noticias, publicidad… ahora voy a escuchar a Dios. Me hará bien”.
Desde la experiencia
de Jesús nos podemos acercar a cómo sentía Jesús a Dios y cómo vivía Jesús a
Dios.
Vivir a
Dios de manera nueva
Desde Jesús, tal
vez la persona en búsqueda, experimentará que el misterio de Dios está dentro
de uno mismo, alentándole y atrayéndole
hacia el bien. Ese Espíritu está invitando a vivir como Jesús.
Los primeros
discípulos de Jesús descubrieron una manera nueva de vivir: con el Espíritu
Santo; un regalo de Dios. Fuerza, impulso que anima desde dentro, que llena el
corazón y sólo puede venir de Dios. Centrar nuestra vida en el Espíritu es
saborear la vida de una manera más intensa y honda. Él pone alegría interior,
introduce en nosotros la luz y transparencia, nos hace conocer una confianza
nueva ante la vida. Nos enseña a estar atentos a todo lo bueno y sencillo, con
una atención especial a los que sufren. Vivimos de forma más bondadosa porque
crece en nosotros la capacidad de amar y ser amados. Nos enseña a orar.
Nuestras dudas, interrogantes y resistencias comienzan a disolverse.
En definitiva, una
apuesta porque es posible despertar la fe, aunque no sepamos cómo.
loliruizperez@gmail.com
LIBRO: Dios es amor. Comentarios a la encíclica de
Benedicto XVI Deus Caritas est,
AUTORES VARIOS. UPSA, Salamanca 2007.
La primera encíclica de Benedicto XVI ha adquirido una
resonancia particular desde su publicación, puesto que muchos han querido ver
si en ella se encuentra el programa de su pontificado, como ha ocurrido con
otros Papas. Sin embargo, no parece que su estilo sea programático, o si es
programática lo sea de otra manera.
El Papa nos ha brindado una reflexión sobre el corazón del
cristianismo: el Amor. Partiendo del eros hace ver que su “enemigo” no
es el ágape, sino que hay una unidad del amor en la creación y en la
historia de la salvación. El ser humano ha sido creado para amar y el amor, que
aparece sobre todo inicialmente como eros entre un hombre y una mujer,
debe transformarse en ágape, en don de sí al otro. El Dios cristiano se
define por su amor manifestado en la entrega del Hijo, Jesucristo, y en la
donación de su Espíritu Santo.
El amor, una palabra gastada
El 23 de enero de 2006, dos días antes de salir a la luz el
texto, el Papa decía: «La palabra “amor” hoy está tan devaluada, tan gastada, y
se ha abusado tanto de ella, que casi se evita nombrarla. Sin embargo, es una
palabra primordial, expresión de la realidad primordial; no podemos simplemente
abandonarla: debemos retomarla, purificarla y devolverle su esplendor
originario, para que pueda iluminar nuestra vida y guiarla por el camino recto.
Esta es la convicción que me ha impulsado a escoger el amor como tema de mi
primera encíclica».
Un grupo de profesores de la Facultad de Teología de la Universidad
Pontificia de Salamanca, a los que se han unido otros que
explican en la misma Facultad las materias de Derecho Canónico y Filosofía,
realizan en esta obra comentarios sobre algunos aspectos de la encíclica. Abre
los comentarios mons. Ricardo Blázquez, obispo de Bilbao y presidente de la Conferencia Episcopal
Española, que se detiene especialmente en el tema de la caridad en la vida de la Iglesia (segunda parte de
la encíclica), en el ejercicio del amor que se manifiesta en la justicia y
caridad. La Iglesia
puede y debe tomar parte en la lucha por la justicia y, en este punto, política
y fe se encuentran.
Se suceden los de los otros
autores, en los que desde el mismo título que dan a su comentario puede
captarse el núcleo desde el que cada experto aborda la encíclica. Así:
Gonzalo Tejerina, religioso agustino, especialista en
teología fundamental, da una visión del
plan de la encíclica describiendo su estructura y método.
Pilar Fernández, doctora en filosofía, se detiene en una
consideración sobre el “Amor en cuerpo y
alma: Eros a la luz del ágape”, apuntando algunas cuestiones relacionadas con
el problema mente-cuerpo y centrándose en la dimensión antropológica del
amor.
José María de Miguel, trinitario y profesor de Liturgia, aporta
una reflexión sobre “Dios amor – Dios comunión – Dios Trinidad”, que se revela
en la encarnación del Hijo. Sus seguidores seremos testigos del Dios amor, si se
ve la caridad que practicamos.
Santiago Guijarro, escriturista, pone de relieve como la
revelación bíblica ocupa un lugar central en la encíclica, haciendo un breve
recorrido por el trasfondo bíblico de la misma, que revela que la comprensión
cristiana del amor propuesta en ella por el Papa brota de la contemplación de
algunas escenas del evangelio según san Juan. Su comentario lo titula: “El
costado traspasado. La inspiración joánica de la encíclica Deus caritas est”.
Jacinto Núñez, profesor de Nuevo Testamento, afronta el
cometido de hacer ver hasta qué punto el documento del Papa está determinado,
más allá del solo título, por la Primera
Carta de Juan. Es ésta la carta del amor cristiano, y el Papa
la cita no sólo en varias ocasiones puntuales, sino que abiertamente se refiere
a ella en su conjunto. Por eso, la lectura de la carta joánica será una
excelente plataforma para un mejor conocimiento de la encíclica
Si Dios es amor, ¿qué es el ser humano?
Jesús García Rojo, carmelita descalzo y profesor de
antropología, plantea: “Si Dios es amor, ¿qué es el hombre?”. Una de las
preguntas constantes que surge constantemente es ¿dónde estaba Dios en los días
de Auschwitz y en tantas situaciones de mal? No hay respuesta alcanzable por la
sola vía de nuestra cabeza, hay que mirar y escuchar a Cristo. Al mirar al
Crucificado algo podemos vislumbrar. Dios y hombre están inseparablemente
unidos: pensar y vivir como si Dios no existiera, tarde o temprano nos lleva a pensar
y vivir como si el hombre no existiera.
Santiago del Cura, catedrático de teología dogmática,
reflexiona sobre la unidad del amor en sus distintas dimensiones. La lógica
cristiana sobre el amor es de complementariedad, integración y planificación.
Así es como las realidades creadas tienen en sí una carga positiva originaria y están animadas por anhelos
profundos y dinamismos constantes que
apuntan a una plenitud mayor.
Ángel Galindo, experto en teología moral, diserta sobre
“Hemos creído en el amor de Dios: la opción fundamental como orientación
decisiva del cristiano”. Creer en el amor de Dios es una actitud, decisoria y
fundamental, aceptada por la persona frente a las realidades de este mundo, que
va más allá del tiempo y del espacio, pero que necesita de ambos para
expresarse. En este contexto, el hombre, a imagen de la Trinidad , se da a conocer
a través del encuentro y en un encuentro interpersonal, libre y elegido, de
donación recíproca. A través de este dinamismo se realiza a sí mismo como resultado
de su opción fundamental.
Leonardo Rodríguez, especialista en ética y filosofía
política, se adentra en la tesis de la unidad final del amor (eros y ágape),
llamados a coincidir en su pleno desarrollo.
El amor siempre será necesario
José-Román Flecha, intenta hacer ver con una exposición
inicial de algunos pasos de la doctrina social de la Iglesia cómo Benedictos
XVI bebe de esas fuentes en su encíclica, aunque parece haber evitado la
expresión “opción por los pobres”, aunque sí hace mención de los pobres y la
pobreza en repetidas ocasiones en el texto, sobre todo en la segunda parte de
la encíclica. Tanto la presencia del pobre como el servicio son vistos en
primer lugar en una perspectiva abiertamente teológica y cristológica y,
también, de acuerdo con una concepción antropológica integral y no
reduccionista.
Jorge Juan Fernández Sangrador, se ciñe en su comentario a
exponer el trasfondo judío del ejercicio de la caridad cristiana y cuáles han sido los primeros desarrollos de ésta,
tal como aparecen en los libros del Nuevo Testamento y otros escritos de la Iglesia primitiva. En el
cristianismo, tal como dice el Papa en la encíclica, la práctica del amor al
prójimo adquirió pronto una forma orgánica y también jurídica. El Estado, que
había dotado al cristianismo de un estatus jurídico excepcional, halló en la Iglesia el órgano de
gestión que mejor podía conducir la política social, habida cuenta de la
experiencia acumulada por aquella en los diferentes campos que el autor va
indicando a lo largo de su exposición: la hospitalidad, la redención de los
cautivos, dar de comer a los pobres, atender a viudas y huérfanos, visitar y
cuidar a los enfermos, enterrar a los muertos.
José San José Prisco, centra su comentario en las múltiples
estructuras de servicio caritativo de la Iglesia en el contexto social actual. El
establecimiento de estructuras justas pertenece a la esfera política y la labor
mediática de la Iglesia
es contribuir a la purificación de la razón y a reanimar las fuerzas morales.
Sin embargo, el amor –dice el Papa- siempre será necesario, incluso en la
sociedad más justa, pues no hay orden estatal, por justo que sea, que haga
superfluo el servicio del amor (DCE 29).
La esencia de la persona humana
Víctor Manuel Tirado San Juan lleva a cabo una reflexión
sobre la encíclica sobre el trasfondo del polémico tema de la postmodernidad. Afirma
que la encíclica se asienta sobre la metafísica, no sobre la metafísica
moderna, entendida como la que postula un sujeto cerrado sobre sí, sino que el
supuesto metafísico básico que subyace a la encíclica es el de la peculiarísima
esencia de la persona humana como imagen de la Persona trinitaria divina:
un ser individual y en esencial apertura a la vez a las otras personas. Es la
enigmática paradoja del ser humano: la persona individual crece en la medida en
que se niega a sí misma, es decir, en la medida en que se entrega al otro.
Por tanto, el lector se encuentra ante catorce
enriquecedores comentarios de la Deus
caritas est, puesto que en cada uno hay un punto de vista diverso:
filosófico, bíblico, antropológico, moral, etc.
marcado por el enfoque personal del comentarista y el tema sobre el que
centra su atención. La obra termina con
un anexo: el discurso del Papa a los participantes en un congreso internacional
organizado por el consejo pontificio Cor Unum, en el que Benedicto XVI
hacía una sintética y sustanciosa presentación de la encíclica.
El lector/a notará que abundan las repeticiones de ideas,
algo comprensible en este tipo de libros, puesto que la fuente a comentar es la
misma, pero esto no le quita interés. (loliruizperez@gmail.com)