Las Hijas de María Auxiliadora celebramos nuestro 23 Capítulo General. Estamos reunidas 194 salesianas de todo el mundo en Roma. 
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1 OCTUBRE, MIÉRCOLES,  26 semana del tiempo ordinario
santa Teresa del Niño Jesús

Job 9,1-12.14-16:
Respondió Job a sus amigos: «Sé muy bien que es así: que el hombre no es justo frente a Dios. Si Dios se digna pleitear con él, él no podrá rebatirle de mil razones una. ¿Quién, fuerte o sabio, le resiste y queda ileso? Él desplaza las montañas sin que se advierta y las vuelca con su cólera; estremece la tierra en sus cimientos, y sus columnas retiemblan; manda al sol que no brille y guarda bajo sello las estrellas; él solo despliega los cielos y camina sobre la espalda del mar; creó la Osa y Orión, las Pléyades y las Cámaras del Sur; hace prodigios insondables, maravillas sin cuento. Si cruza junto a mí, no puedo verlo, pasa rozándome, y no lo siento; si coge una presa, ¿quién se la quitará?; ¿quién le reclamará: "Qué estás haciendo"? Cuánto menos podré yo replicarle o escoger argumentos contra él. Aunque tuviera razón, no recibiría respuesta, tendría que suplicar a mi adversario; aunque lo citara y me respondiera, no creo que me hiciera caso.

Salmo 87 R/. Llegue hasta ti mi súplica, Señor


 evangelio según san Lucas 9,57-62:
En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, le dijo uno: «Te seguiré adonde vayas.»
Jesús le respondió: «Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.»
A otro le dijo: «Sígueme.»
Él respondió: «Déjame primero ir a enterrar a mi padre.»
Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.»
Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.»
Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.»


PARA VIVIR ESTA PALABRA

Hoy leemos tres breves episodios de "vocación" a su seguimiento, con situaciones diferentes y respuestas que parecen paradójicas por parte de Jesús.

A uno que le quería seguir, Jesús le advierte que no tiene ni dónde reclinar la cabeza: menos que los pájaros y las zorras, que tienen su nido o su madriguera. A otro le llama él, y no le acepta la excusa dilatoria de que tiene que enterrar a su padre: "deja que los muertos entierren a sus muertos". Al que le pide permiso para despedirse de su familia, le urge a que deje estar eso, porque sería como el que pone la mano en el arado y sigue mirando atrás.

Las respuestas no se deben tomar al pie de la letra, sino como una manera expresiva de acentuar la radicalidad del seguimiento que pide Jesús, y su urgencia, porque hay mucho trabajo y no nos podemos entretener en cosas secundarias.

Con su primera respuesta, nos dice que su seguimiento no nos va a permitir "instalarnos" cómodamente. Jesús está de camino, es itinerante, peregrino. Como Abrahán desde que salió de su tierra de Ur y peregrinó por tierras extrañas cumpliendo los planes de Dios.

Con la segunda, Jesús no desautoriza la buena obra de enterrar a los muertos. Recordemos el libro de Tobías, en que aparece como una de las obras más meritorias que hacía el buen hombre. A Jesús mismo le enterraron, igual que hicieron luego con el primer mártir Esteban. Lo que nos dice es que no podemos dar largas a nuestro seguimiento. El trabajo apremia. Sobre todo si la petición de enterrar al padre se interpreta como una promesa de seguirle una vez que hayan muerto los padres. El evangelio pone como modelos a los primeros apóstoles, que, "dejándolo todo, le siguieron".

Lo mismo nos enseña con lo de "no despedirse de la familia". No está suprimiendo el cuarto mandamiento. Es cuestión de prioridades. Cuando el discípulo Eliseo le pidió lo mismo al profeta Elías, éste se lo permitió (I R 19). Jesús es más radical: sus seguidores no tienen que mirar atrás. Incluso hay que saber no estar atados a los lazos de la familia si lo pide la misión evangelizadora, como hacen tantos cristianos cuando se sienten llamados a la vocación ministerial o religiosa, y tantos misioneros, también laicos, que deciden trabajar por Cristo.

Se trata de vivir una libertad responsable, el no dejarse distraer ni dividir o dispersar de la centralidad de Cristo y la misión que Él nos encomienda. En humanidad y cariño no hay quien le gane a Jesús, pero con libertad y viviendo la propia vocación. 


LA VOZ DE SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS
Para mí, orar consiste en elevar el corazón, en levantar los ojos al cielo, en manifestar mi gratitud y mi amor lo mismo en el gozo que en la prueba.


30 septiembre, MARTES,  26 semana del tiempo ordinario
San Jerónimo
Job 3,1-3.11-17.20-23:
Job abrió la boca y maldijo su día diciendo: «¡Muera el día en que nací, la noche que dijo: "Se ha concebido un varón"! ¿Por qué al salir del vientre no morí o perecí al salir de las entrañas? ¿Por qué me recibió un regazo y unos pechos me dieron de mamar? Ahora dormiría tranquilo, descansaría en paz, lo mismo que los reyes de la tierra que se alzan mausoleos, o como los nobles que amontonan oro y plata en sus palacios. Ahora sería un aborto enterrado, una criatura que no llegó a ver la luz. Allí acaba el tumulto de los malvados, allí reposan los que están rendidos.
¿Por qué dio luz a un desgraciado y vida al que la pasa en amargura, al que ansía la muerte que no llega y escarba buscándola más que un tesoro, al que se alegraría ante la tumba y gozaría al recibir sepultura, al hombre que no encuentra camino porque Dios le cerró la salida?»

Salmo 87 R/. Llegue hasta ti mi súplica, Señor.
Señor, Dios mío, de día te pido auxilio,
de noche grito en tu presencia;
llegue hasta ti mi súplica,
inclina tu oído a mi clamor.R.

Porque mi alma está colmada de desdichas,
y mi vida está al borde del abismo;
ya me cuentan con los que bajan a la fosa,
soy como un inválido. R.
Tengo mi cama entre los muertos,
como los caídos que yacen en el sepulcro,
de los cuales ya no guardas memoria,
porque fueron arrancados de tu mano. R.
Me has colocado en lo hondo de la fosa,
en las tinieblas del fondo;
tu cólera pesa sobre mí,
me echas encima todas tus olas.R.

evangelio según san Lucas 9,51-56
Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento.
Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: «Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?» Él se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea.

PARA VIVIR ESTA PALABRA

La lectura del libro de Job y el salmo 87, son la expresión de la angustia de aquel que se encuentra en pleno sufrimiento, pues la vida y las circunstancias le pueden poner a prueba cuando todo o mucho no es favorable, si no todo lo contrario.
Job en su desesperación, ya que se consideraba justo, no se creía merecedor de tantas desdichas, por eso maldice su venida al mundo y considera que Dios no es justo con él. Él ha sido bueno y no recibe “premios” ¿qué Dios es éste? ¿No decían que Dios premia a los buenos y castiga a los malos?  Nos resulta incomprensible desde el punto de vista humano.
Los avatares de la vida, sean buenos o malos, debemos enfrentarlos con la confianza de que Dios no nos va a abandonar nunca, que siempre, lo notemos o no, se encuentra a nuestro lado. ¡Qué fácil es dejarse llevar por el desánimo!; pensar que Dios no es justo, incluso dudar de su existencia, perder la fe cuando las cosas nos van mal, pero entonces ¿era eso verdadera FE?
Pidámosle al Señor que nos haga fuertes en la adversidad, valientes en la denuncia e íntegros en el trato con los demás, sin espíritu de la superioridad, sino de humildad, paciencia y caridad, como Él mismo vivió.
«No sabéis en qué espíritu sois». Pasaban por una aldea de Samaria y los discípulos se adelantan a preparar el alojamiento en la posada, pero al enterarse que se dirigían a Jerusalén se niegan a recibirlos. Sabida eran las malas relaciones que existían en ese tiempo entre samaritanos y judíos.
Santiago y Juan, indignados, le preguntan a Jesús si quiere que hagan caer sobre la aldea fuego y los destruya; pero Cristo, dándoles una lección de humildad les dice: «el Hijo del Hombre, no ha venido a perder a los hombres, sino a salvarlos», indicándoles que con el odio y la destrucción no se adelantaba nada.
En muchas ocasiones, nosotros nos dejamos llevar por el ímpetu de la indignación y tenemos reacciones desproporcionadas, frente a hechos que muchas veces carecen de importancia. Olvidamos aquello de «respirar profundo antes de responder» o «pensarlo dos veces antes de tomar una decisión» o, como también se dice, «no tomar decisiones en caliente».
Jesús nos pide siempre responder con el amor, vencer el egoísmo con la caridad, el mal con el bien.

SAN JERÓNIMO
Hoy celebramos la memoria de san Jerónimo, que dedicó su vida al estudio de las Sagradas Escrituras, retirándose a Belén con un grupo de mujeres como santa Paula y Eustoquia de Roma que estudiaban con él las Escrituras  de las que fue un eminente traductor y maestro.
Santa Paula murió en el 404, fue sepultada en la cripta de la Iglesia de Belén, al lado de la Gruta. Era el 26 de enero y tenía 56 años. Había pasado 20 en Belén. En sus exequias fueron recitados los salmos en griego, latín y siríaco. A raíz de la muerte de Paula escribe Jerónimo: "Adiós, Paula, ayuda con tus plegarias la vejez del que te ha venerado toda la vida. Tu fe y tus obras te unen a Cristo, y Él te dará todo lo que le pidas. Yo te he levantado un monumento más fuerte que el bronce, que nadie conseguirá destruir". Y el mismo Jerónimo dejó escrito en su epitafio: "Santa y digna madre, primera en la gran Roma, siguió a Cristo en la pobreza, construyendo una casa en la pequeña Belén".
Santa Paula dejó una gran tradición bíblica, ya que ella corregía los escritos de Jerónimo y pagaba todos los gastos. Por eso Jerónimo quiso que estuviera el nombre de Paula en sus escritos. También Eustaquia dominó el hebreo. San Jerónimo le dirige estos consejos: "que el sueño te encuentre leyendo la Biblia, mientras descansas con la cabeza sobre estas páginas".
San Jerónimo, santa Paula y santa Eustoquia fueron sepultados juntos en Belén. Cuando se visita la basílica de la Natividad, allí mismo también se los puede visitar.


29 septiembre, LUNES
San Miguel, Rafael y Gabriel (arcángeles)

Daniel 7,9-10.13-14:
Durante la visión, vi que colocaban unos tronos, y un anciano se sentó; su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima ; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas. Un río impetuoso de fuego brotaba delante de él. Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes. Comenzó la sesión y se abrieron los libros. Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.


Salmo 137,1-2a.2b-3.4-5.7c-8 R/. Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor
Te doy gracias, Señor, de todo corazón; 
delante de los ángeles tañeré para ti, 
me postraré hacia tu santuario. R/.
Daré gracias a tu nombre: 
por tu misericordia y tu lealtad, 
porque tu promesa supera a tu fama; 
cuando te invoqué, me escuchaste, 
acreciste el valor en mi alma. R/.
Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra, 
al escuchar el oráculo de tu boca; 
canten los caminos del Señor, 
porque la gloria del Señor es grande. R/.


evangelio según san Juan 1,47-51:
En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.»
Natanael le contesta: «¿De qué me conoces?»
Jesús le responde: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.»
Natanael respondió: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.»
Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.» Y le añadió: «Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»


PARA VIVIR ESTA PALABRA

En el evangelio de hoy, día de los tres arcángeles, Gabriel, Rafael y Miguel, Jesús, anuncia a Natanael -que lo reconoce como Hijo de Dios y rey de Israel-, un tiempo en el que el cielo quedará abierto y los ángeles, mensajeros de Dios, antes recluidos en el cielo, bajarán y subirán trayendo y llevando mensajes de Dios a los hombres y de éstos a Dios, modo de decir que llegará un día en el que Dios y el hombre podrán comunicarse directamente.

Este texto alude al sueño de Jacob en Betel (Gn 28,11-27). Según este, Jacob vio “una rampa que arrancaba del suelo y tocaba el cielo con la cima. Ángeles (mensajeros) de Dios subían y bajaban por ella. El Señor estaba en lo alto y dijo: Yo soy el Señor, el Dios de tu padre Abrahán y el Dios de Isaac. La tierra donde te has acostado te la daré a ti y a tu descendencia. Tu descendencia se multiplicará como el polvo de la tierra y ocuparás el oriente y el occidente, el norte y el sur, y todas las naciones del mundo serán benditas por causa tuya y de tu descendencia”. Este sueño se hace realidad con Jesús, el Hijo del hombre, que hace posible en la cruz la plena comunicación del hombre con Dios, a cuyos pies nace un nuevo pueblo formado, no sólo por judíos, sino por todos los pueblos de la tierra, sobre el que Dios reinará. La promesa de Dios a Abrahán llega a su plena realización en Jesús. Nunca antes había existido una comunicación tan plena entre Dios y los hombres.

Gabriel, Rafael y Miguel son símbolos de esa comunicación entre Dios y los hombres, un Dios que en Jesús infunde fuerza, (Gabriel= Dios es fuerte), sana (Rafael: Dios sana) y se muestra totalmente diferente (Miguel = quién como Dios), como Padre de todos.