Mujer Iglesia




LA MUJER en la Iglesia (artículo publicado en el boletín salesiano, España, julio 2012)

«Creó, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios lo creó;
hombre y mujer los creó
» (Gn 1,27). 
Estas palabras del Génesis recogen dos verdades fundamentales sobre la persona humana: es creada “a imagen de Dios”; es creada como “hombre y mujer”. Dios crea al hombre y a la mujer iguales en su humanidad, con idéntica dignidad personal, y al mismo tiempo en esencial y profunda relación.

La colaboración de la mujer en la evangelización y demás tareas eclesiales está atestiguada en el Nuevo Testamento. La primera es María, la madre de Jesús. La Encarnación efectuada con ella y no sin ella es también anticipo de la Eucaristía, como dice Ecclesia de Eucharistia en su sexto capítulo.  Además, los evangelios revelan que Jesús acogió entre sus discípulos a mujeres. Llama la atención la libertad con que procede en su trato con ellas, sin sentirse  obligado por leyes de pureza o impureza legal.

Un hecho significativo e importante es que las mujeres son las primeras en ver a Jesús resucitado y reciben el encargo de anunciarlo a los discípulos varones. María Magdalena fue la primera enviada por Jesús a proclamar el Evangelio a los apóstoles en el primer gran domingo de la Iglesia   que da sentido a todos los domingos. Jesús resucitado a los demás discípulos a proclamarles la Buena Noticia. Jesús salta por encima de las prescripciones antiguas, ya que según la ley judía las mujeres no podían ser testigos. Sin embargo, las mujeres son las primeros testigos de la Resurrección y corren a anunciarlo a los once, pero todas estas palabras les parecían desatinos y no las creían”. María Magdalena es llamada con toda razón la apóstol de  los apóstoles.

Todos podemos comprobar la gran aportación de las mujeres en la Iglesia y, de forma concreta, en nuestra Familia Salesiana, donde cabe destacar la sabiduría profunda y santidad de María Mazzarello, de la que da fe el mismo don Bosco. Y llegados a este punto, muchos se preguntarán y ¿qué pasa con el tema de que puedan ser ordenadas y acceder a prestar servicios que hasta ahora sólo realizan los varones? La respuesta no es fácil porque hay posturas muy encontradas entre las distintas Iglesias cristianas.

Hay un hecho indiscutible en la administración de los sacramentos y es el  hecho de que Jesucristo es el ministro principal de los sacramentos. Esta es una verdad que ha sido enseñada por la Iglesia de manera ininterrumpida, basta recordar a san Agustín: "Aunque sean muchos los ministros santos o pecadores que bautizan, la santidad del Bautismo no es atribuible sino a Cristo. Que bautice Pedro, o Pablo, o Judas, es siempre Cristo quien bautiza" (In Ioannis Evangelium 6,7). 

Por el Bautismo, tanto las mujeres como los varones quedan constituidos en hijos  de Dios. En caso de peligro de muerte, cualquier persona (mujer o varón) puede bautizar, con tal que guarde la forma establecida por la Iglesia y tenga intención de hacer lo que hace la Iglesia (actuaría como ministro extraordinario). De modo que aquí se reconoce a la mujer una capacidad de ser “ministro extraordinario”. Entonces, es legítimo el interrogante de por qué no “ministro ordinario”, ya que su capacidad le viene de Dios.  Cristo “está presente con su fuerza en los sacramentos, de modo que, cuando alguien bautiza, es Cristo quien bautiza” , dice la Sacrosantum Concilium 7. Lo mismo ha de decirse de los demás sacramentos.

Para el tema de la mujer en la Iglesia, leer el final de la carta a los Romanos es muy interesante. Nombran a doce mujeres, algunas de las cuales, como Febe, ejercen algún ministerio. Y en la primera carta a Timoteo (3,11) se señalan las cualidades que debe tener la mujer diácono que está al servicio de la Iglesia. Esto muestra que en la primitiva Iglesia había mujeres diáconos. Un texto de Pablo fundamental para apreciar la posición de la mujer en la nueva comunidad de los bautizados es Gálatas 3,27-28: «En efecto, todos los bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo: ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni varón ni mujer, puesto que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús».

Si la apertura demostrada por la conducta de Jesús con las mujeres y en las tareas de evangelización que Pablo confió a sus colaboradoras, se hubiera tomado como punto de partida, y no como barrera infranqueable, y se hubieran ampliado y desarrollado como se han desarrollado las breves indicaciones sobre la potestad de Pedro o sobre los sacramentos, no tendríamos hoy ningún problema sobre la posibilidad de confiar a la mujer ciertos ministerios. La conducta de Jesús abre nuevos horizontes y señala un camino que la Iglesia hubiera debido recorrer. Como advierte un documento de la Pontificia Comisión Bíblica, “la exégesis debería procurar precisar la dirección del pensamiento expresada por el texto; dirección que, en lugar de invitar al exegeta a detener el sentido, le sugiere, al contrario, percibir las extensiones más o menos previsibles”. (Mª Dolores Ruiz)




27 Tiempo ordinario (B) Marcos 10,1-12
CONTRA EL PODER DEL VARÓN.  JOSÉ ANTONIO PAGOLA

ECLESALIA, 03/10/12.- Los fariseos plantean a Jesús una pregunta para ponerlo a prueba. Esta vez no es una cuestión sin importancia, sino un hecho que hace sufrir mucho a las mujeres de Galilea y es motivo de vivas discusiones entre los seguidores de diversas escuelas rabínicas: "¿Le es lícito al varón divorciarse de su mujer?".
No se trata del divorcio moderno que conocemos hoy, sino de la situación en que vivía la mujer judía dentro del matrimonio, controlado por el varón. Según la ley de Moisés, el marido podía romper el contrato matrimonial y expulsar de casa a su esposa. La mujer, por el contrario, sometida en todo al varón, no podía hacer lo mismo.
La respuesta de Jesús sorprende a todos. No entra en las discusiones de los rabinos. Invita a descubrir el proyecto original de Dios, que está por encima de leyes y normas. Esta ley "machista", en concreto, se ha impuesto en el pueblo judío por la "dureza de corazón" de los varones que controlan a las mujeres y las someten a su voluntad.
Jesús ahonda en el misterio original del ser humano. Dios "los ha creado varón y mujer". Los dos han sido creados en igualdad. Dios no ha creado al varón con poder sobre la mujer. No ha creado a la mujer sometida al varón. Entre varones y mujeres no ha de haber dominación por parte de nadie.
Desde esta estructura original del ser humano, Jesús ofrece una visión del matrimonio que va más allá de todo lo establecido por la "dureza de corazón" de los varones. Mujeres y varones se unirán para "ser una sola carne" e iniciar una vida compartida en la mutua entrega sin imposición ni sumisión.
Este proyecto matrimonial es para Jesús la suprema expresión del amor humano. El varón no tiene derecho alguno a controlar a la mujer como si fuera su dueño. La mujer no ha de aceptar vivir sometida al varón. Es Dios mismo quien los atrae a vivir unidos por un amor libre y gratuito. Jesús concluye de manera rotunda: "Lo que Dios ha unido, que no lo separe el varón".
Con esta posición, Jesús esta destruyendo de raíz el fundamento del patriarcado bajo todas sus formas de control, sometimiento e imposición del varón sobre la mujer. No solo en el matrimonio sino en cualquier institución civil o religiosa.
Hemos de escuchar el mensaje de Jesús. No es posible abrir caminos al reino de Dios y su justicia sin luchar activamente contra el patriarcado. ¿Cuándo reaccionaremos en la Iglesia con energía evangélica contra tanto abuso, violencia y agresión del varón sobre la mujer? ¿Cuándo defenderemos a la mujer de la "dureza de corazón" de los varones? (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

CONTRA O PODER DO HOMEM
José Antonio Pagola. Tradução: Antonio Manuel Álvarez Pérez
Os fariseus colocam a Jesus uma pregunta para por à prova. Desta vez não é uma questão sem importância, mas um facto que faz sofrer muito as mulheres da Galileia e é motivo de vivas discussões entre os seguidores de diversas escolas rabínicas: "É lícito ao homem divorciar-se da sua mulher?".
Não se trata do divórcio moderno que conhecemos hoje, mas da situação em que vivia a mulher judia dentro do matrimónio, controlado pelo homem. Segundo a lei de Moisés, o marido podia quebrar o contrato matrimonial e expulsar de casa a sua esposa. A mulher, pelo contrário, submetida em tudo ao homem, não podia fazer o mesmo.
A resposta de Jesus surpreende a todos. Não entra nas discussões dos rabinos. Convida a descobrir o projeto original de Deus, que está por cima das leis e normas. Esta lei "machista", em concreto, foi imposta ao povo judeu pela "dureza de coração" dos homens que controlam as mulheres e as submetem à sua vontade.
Jesus aprofunda o mistério original do ser humano. Deus "criou homem e mulher". Os dois foram criados em igualdade. Deus não criou o homem com poder sobre a mulher. Não criou a mulher submetida ao homem. Entre homens e mulheres não deve haver dominação por parte de ninguém.
Desde esta estrutura original do ser humano, Jesus oferece uma visão do matrimónio que via mais para lá de tudo o estabelecido pela "dureza de coração" dos homens. Mulheres e homens uniram-se para "ser uma só carne" e iniciar uma vida partilhada na mútua entrega sem imposição nem submissão.
Este projeto matrimonial é para Jesus a suprema expressão do amor humano. O homem não tem direito algum de controlar a mulher como se fosse dono. A mulher não aceitou viver submetida ao homem. É Deus mesmo quem os atrai a viver unidos por um amor livre e gratuito. Jesus conclui de forma rotunda: "O que Deus uniu que não o separe o homem".
Com esta posição, Jesus destrói na raiz o fundamento do sistema patriarcal sob todas as suas formas de controlo, submissão e imposição do homem sobre a mulher. Não só no matrimónio mas em qualquer instituição civil ou religiosa.
Temos de escutar a mensagem de Jesus. Não é possível abrir caminhos para o reino de Deus e da Sua justiça sem lutar ativamente contra o sistema patriarcal. Quando iremos reagir na Igreja com energia evangélica contra tanto abuso, violência e agressão do homem sobre a mulher? Quando iremos defender a mulher da "dureza de coração" dos homens?
CONTR0 IL POTERE DEL MASCHIO
José Antonio Pagola. Traduzione: Mercedes Cerezo
I farisei pongono a Gesù una domanda per metterlo alla prova. Questa volta non è una questione senza importanza, ma un fatto che fa soffrire molto le donne di Galilea ed è motivo di discussioni vivaci tra i seguaci delle diverse scuole rabbiniche: È lecito ad un marito ripudiare la propria moglie?
Non si tratta del divorzio moderno che conosciamo oggi, ma della situazione nella quale viveva la donna ebrea nel matrimonio, controllato dal maschio. Secondo la legge di Mosè, il marito poteva rompere il contratto matrimoniale e cacciare di casa la sua sposa. La donna, al contrario, sottomessa in tutto al maschio, non poteva fare lo stesso.
La risposta di Gesù sorprende tutti. Non entra nelle discussioni dei rabbini. Invita a scoprire il progetto originale di Dio, che sta al di sopra di leggi e norme. Questa legge “maschilista”, in concreto, si è imposta nel popolo ebreo per la durezza di cuore dei maschi che controllano le donne e le sottomettono alla loro volontà.
Gesù approfondisce il mistero originale dell’essere umano. Dio li creò maschio e femmina. I due sono stati creati in uguaglianza. Dio non ha creato il maschio con potere sulla donna. Non ha creato la donna sottomessa al maschio. Fra maschio e femmina non deve esserci dominazione da parte di nessuno.
A partire da questa struttura originale dell’essere umano, Gesù offre una visione del matrimonio che va al di là di tutto quanto è stato stabilito per la durezza di cuore dei maschi. Donne e uomini si uniranno per essere una sola carne e iniziare una vita condivisa nella consegna reciproca senza imposizione né sottomissione.
Questo progetto matrimoniale è per Gesù la suprema espressione dell’amore umano. Il maschio non ha alcun diritto a controllare la donna come se fosse suo padrone. La donna non deve accettare di vivere sottomessa all’uomo. È Dio stesso che li attrae a vivere uniti per un amore libero e gratuito. Gesù conclude in modo chiaro: L’uomo non separi ciò che Dio ha congiunto.
Con questa posizione, Gesù sta distruggendo alla radice il fondamento del patriarcato in tutte le sue forme di controllo, sottomissione e imposizione dell’uomo sulla donna. Non solo nel matrimonio, ma in qualsiasi istituzione civile o religiosa.
Dobbiamo ascoltare il messaggio di Gesù. Non è possibile aprire strade al Regno di Dio e alla sua giustizia senza lottare attivamente contro il patriarcato. Quando nella Chiesa reagiremo con energia evangelica contro ogni abuso, violenza e aggressione dell’uomo sulla donna? Quando difenderemo la donna dalla durezza di cuore degli uomini?

CONTRE LA DOMINATION DE L’HOMME SUR LA FEMME
José Antonio Pagola, Traducteur: Carlos Orduna, csv
Les pharisiens posent à Jésus une question pour le mettre à l’épreuve. Cette fois-ci, il ne s’agit pas d’une question anodine mais d’un fait qui fait beaucoup souffrir les femmes de Galilée et qui est motif de vives discussions entre les disciples de différentes écoles rabbiniques : « Est-il permis à l’homme de renvoyer sa femme ? »
Il ne s’agit pas du divorce moderne tel que nous le connaissons aujourd’hui mais de la situation vécue par la femme juive à l’intérieur du couple, contrôlé par l’homme. D’après la loi de Moïse, le mari pouvait rompre le contrat matrimonial et expulser sa femme de la maison. La femme, par contre, soumise en tout à l’homme, ne pouvait pas faire la même chose.
La réponse de Jésus surprend tout le monde. Il n’entre pas dans les discussions des rabbins. Il invite à découvrir le projet original de Dieu qui dépasse les normes et les lois. Cette loi « machiste », concrètement, s’est imposée au peuple juif à cause de la « dureté de cœur » des hommes qui contrôlent les femmes et les soumettent à leur volonté.
Jésus approfondit le mystère original de l’être humain. Dieu « les a faits homme et femme ». Tous les deux ont été créés égaux. Dieu n’a pas créé l’homme avec un pouvoir sur la femme. Il n’a pas créé la femme soumise à l’homme. Entre hommes et femmes il ne doit exister aucun pouvoir de domination.
A partir de cette structure originaire de l’être humain, Jésus offre une vision du mariage qui dépasse tout ce qui est établi à cause de la « dureté de cœur » des hommes. Femmes et hommes s’uniront pour « devenir une seule chair » et entamer une vie partagée dans un don mutuel sans imposition et sans soumission.
Ce projet matrimonial est pour Jésus la plus grande expression de l’amour humain. L’homme n’a aucun droit à contrôler sa femme comme s’il en était le maître. La femme ne doit pas accepter de vivre soumise à l’homme. C’est Dieu lui-même, qui les attire pour qu’ils vivent unis par un amour libre et gratuit. Jésus conclut d’une manière tranchante : « Ce que Dieu a uni, que l’homme ne le sépare pas ».
Avec cette position, Jésus détruit à la racine le fondement du patriarcat sous toutes ses formes de contrôle, de soumission et d’imposition de l’homme sur la femme. Non seulement dans le mariage mais aussi dans toute institution civile ou religieuse.
Nous devons écouter le message de Jésus. Il n’est pas possible de tracer un chemin vers le royaume de Dieu et sa justice sans lutter activement contre le patriarcat. Quand réagirons-nous dans l’Eglise avec une énergie évangélique contre tant d’abus, de violence et d’agression de l’homme à l’égard de la femme ? Quand allons-nous défendre la femme de la « dureté de cœur » des hommes ?

EQUAL IN GOD’S CREATION
José Antonio Pagola. Translator: José Antonio Arroyo
The Pharisees asked Jesus a question, once again, to test him. They chose a very important issue that most women in Galilee had to face at the time and suffer its consequences: “Is it against the Law for a man to divorce his wife?” There were various opinions at the time, depending on the various schools of thought.
The issue was not exactly what today is known by the name of divorce.
Rather it involved the complex situation in which a married woman lived under the complete control of the man. According to the Law of Moses, the man could break up the marriage contract for any reason whatsoever and expel his wife from the house. The woman, on the other hand, was absolutely under the control of the man and could not exercise any freedom or power.
The answer that Jesus gave to their question surprised everyone. He did not enter into any issue of the various schools of thought. He simply invited everyone to consider God’s original plans which were above all schools and human laws. It was because people had become uncontrollable and “sexist” that such laws had been brought upon by men because of their harshness of heart: they had tried to control their women depriving them of their rights.
Jesus, then, went a little further to explain the mystery of God’s creation of man and woman. “God made them male and female.” Both were created equal. God did not give any special power to man over the woman. God had not created woman in any way subject to man. There is no superiority of one sex over the other.
It was from this original human structure that Jesus offered a vision of the human marriage that goes beyond what had been established by the harshness of heart of those men at the time. Men and women “must become one body” and start a new life, united and sharing everything without domination of anyone over the other.
This marriage project, according to Jesus, is the ultimate expression of human love. The male has no right whatsoever to control the female as if he were the sole owner. The woman, on the other hand, is not simply expected to become subject to the man. God, in fact, is the one who offers them the opportunity to live together in a free and gratuitous union. And so Jesus concluded with a very solemn statement: “They are no longer two, but one body. So then, what God has united, man must not divide.”
With such clear statement, Jesus was aiming at the very roots of the “patriarchal system”, in all its various forms that had been used to impose the control of women by the men at the time. This control, of course, existed not only in marriage, but also in other civil and religious institutions.
We ought to listen carefully to Jesus’ message. We will never be able to show the right ways to God’s kingdom and justice without actively giving up all forms of patriarchal control. When are we going to confront within the Church with full energy any form of abuse, violence or aggression of man over woman? Are we ready to defend women from any kind of “harshness” from men?

GIZONEZKOAREN BOTEREAREN AURKA
José Antonio Pagola. Itzultzailea: Dionisio Amundarain
Fariseuek galdera bat egin diote Jesusi, probatzeko. Oraingo honetan ez da garrantzirik gabea. Galileako emakumeei asko sufriarazten dien gertaera da, eta lege-maisuen eskola desberdinen jarraitzaileen artean eztabaida biziak eragiten dituena: «Zilegi al du senarrak andreari dibortzioa ematea?»
Kontua ez da gaur egun ezagutzen dugun dibortzioa, baizik gizonezkoak kontrolatu ohi zuen ezkontza barruko emakume juduak bizi ohi zuen egoera. Moisesen legearen arabera, senarrak hautsi zezakeen ezkontza-hitzarmena, andrea etxetik ateraraziz. Andreak, aldiz, orotan senarraren mendeko, ezin egin zuen halakorik.
Guztiak harritu dira Jesusen erantzunaz. Jesus ez da sartu lege-maisuen eztabaiden munduan. Jainkoaren hasierako egitasmoa bilatzera gonbidatu ditu, lege eta arau guztien gainetik dagoen hura bilatzera. Lege «matxista» hau, zehazki, gizonezkoen «bihotz-gogorkeriagatik» sartu da judu-herrian, haiek kontrolatzen baitituzte emakumeak eta mendean hartzen.
Gizakiaren jatorrizko misterioan sakondu nahi du Jesusek. «Gizon eta emakume» kreatu ditu Jainkoak. Elkarren pareko kreatu ditu biak. Ez du kreatu gizonezkoa andrearen gain boterea emanez. Ez du kreatu emakumea gizonezkoaren mendeko. Gizon-emakumeen artean ez da eman behar bietako inoren mendetasunik.
Gizakiaren jatorrizko egitura honetan oinarrituz, gizonezkoen «bihotz-gogorkeriak» ezarria duen oro baino harago doan ikusmoldea agertu du Jesusek ezkontzaz. Emakumea eta gizonezkoa «haragi bakarra izateko» elkartuko dira, bizitza partekatu bat hasteko bataren eta bestearen buru-eskaintzaz, ezarpenik eta mendetasunik gabe.
Giza maitasunaren goreneko adierazpena da Jesusentzat ezkontza-egitasmo hau. Gizonezkoak ez du inolako eskubiderik emaztea kontrolatzeko, haren jabe izango balitz bezala. Emakumeak ezin onartu du bere burua senarraren mendeko. Jainkoak berak erakartzen ditu elkarrekin bizitzera maitasun aske eta doakoaz. Biribilki konkluditu du Jesusek: «Jainkoa batu duena, ez dezala bereizi gizonezkoak».
Jarrera honekin, errotik suntsitu du Jesusek patriarkatuaren oinarria, molde guztietakoa: gizonezkoak emakumearen gain kontrola, mendetasuna eta ezarpena izatearena. Ez ezkontzan soilik, baita beste edozein erakunde herritar edo erlijiosotan.
Jesusen mezua entzun beharra dugu. Ezin irekitzen ahal diegu biderik Jainkoaren erreinuari eta hartako zuzentasunari, patriarkatuaren aurka aktiboki borroka egin gabe. Noiz erreakzionatu behar dugu Elizan, indar ebanjelikoaz, gizonezkoak emakumearen kontra ari duen horrenbesteko abusu, indarkeria eta oldarraren kontra? Noiz ekin behar diogu emakumea defendatzeari gizonezkoaren «bihotz-gogorkeriaren» kontra?

CONTRA EL PODER DEL VARÓ
José Antonio Pagola.Traductor:Francesc Bragulat
Els fariseus plantegen a Jesús una pregunta per provar-lo. Aquesta vegada no és una qüestió sense importància, sinó un fet que fa patir molt les dones de Galilea i és motiu de vives discussions entre els seguidors de diverses escoles rabíniques: "És permès a un home de divorciar-se de la seva dona?".
No es tracta del divorci modern que coneixem avui, sinó de la situació en què vivia la dona jueva dins del matrimoni, controlat per l'home. Segons la llei de Moisès, el marit podia trencar el contracte matrimonial i expulsar de casa la seva dona. La dona, en canvi, sotmesa en tot al varó, no podia fer el mateix.
La resposta de Jesús sorprèn a tots. No entra en les discussions dels rabins. Convida a descobrir el projecte original de Déu, que està per sobre de lleis i normes. Aquesta llei "masclista", en concret, s'ha imposat al poble jueu per la "duresa de cor" dels homes que controlen les dones i les sotmeten a la seva voluntat.
Jesús aprofundeix en el misteri original de l'ésser humà. Déu "els ha creat home i dona". Els dos han estat creats en igualtat. Déu no ha creat l'home amb poder sobre la dona. No ha creat la dona sotmesa a l'home. Entre homes i dones no ha d'haver-hi dominació per part de ningú.
Des d'aquesta estructura original de l'ésser humà, Jesús ofereix una visió del matrimoni que va més enllà de tot el que estableix la "duresa de cor" dels homes. Dones i homes s'uniran per "ser una sola carn" i iniciar una vida compartida en el mutu lliurament sense imposició ni submissió.
Aquest projecte matrimonial és per a Jesús la suprema expressió de l'amor humà. L'home no té cap dret a controlar la dona com si fos el seu amo. La dona no ha d'acceptar viure sotmesa a l'home. És Déu mateix qui els atrau a viure units per un amor lliure i gratuït. Jesús conclou de manera rotunda: "Allò que Déu ha unit, que l'home no ho separi".
Amb aquesta posició, Jesús està destruint d'arrel el fonament del patriarcat sota totes les seves formes de control, submissió i imposició del varó sobre la dona. No només en el matrimoni sinó en qualsevol institució civil o religiosa.
Hem d'escoltar el missatge de Jesús. No és possible d’obrir camins al regne de Déu i la seva justícia sense lluitar activament contra el patriarcat. Quan reaccionarem en l'Església amb energia evangèlica contra tant abús, violència i agressió del varó sobre la dona? Quan defensarem la dona de la "duresa de cor" dels varons?

CONTRA O PODER DO HOME
José Antonio Pagola.Traduciu:Xaquín Campo
Os fariseos exponlle a Xesús unha pregunta para polo a proba. Esta vez non é unha cuestión sen importancia, senón un feito que fai sufrir moito ás mulleres de Galilea e é motivo de vivas discusións entre os seguidores de diversas escolas rabínicas: "Élle lícito ao home divorciarse da súa muller?".
Non se trata do divorcio moderno que coñecemos hoxe, senón da situación en que vivía a muller xudía dentro do matrimonio, controlado polo home. Segundo a lei de Moisés, o marido podía romper o contrato matrimonial e expulsar de casa á súa esposa. A muller, pola contra, sometida en todo ao home, non podía facer o mesmo.
A resposta de Xesús sorprende a todos. Non entra nas discusións dos rabinos. Invítaos a descubriren o proxecto orixinal de Deus, que está por cima de leis e normas. Esta lei "machista", en concreto, impúxose no pobo xudeu pola "dureza de corazón" dos homes que controlan ás mulleres e sométenas á súa vontade. Xesús profunda no misterio orixinal do ser humano. Deus "creounos home e muller". Os dous foron creados en igualdade. Deus non creou ao home con poder sobre a muller. Non creou á muller sometida ao home. Entre homes e mulleres non pode haber dominación por parte de ninguén.
Desde esta estrutura orixinal do ser humano, Xesús ofrece unha visión do matrimonio que vai máis aló de todo o establecido pola "dureza de corazón" dos homes. Mulleres e homes uniranse para "seren unha soa carne" e iniciaren unha vida compartida na mutua entrega sen imposición nin submisión.
Este proxecto matrimonial é para Xesús a suprema expresión do amor humano. O home non ten dereito algún para controlar á muller coma se fose o seu dono. A muller non ten de aceptar vivir sometida ao home. É Deus mesmo quen os atrae a viviren unidos por un amor libre e gratuíto. Xesús conclúe de xeito rotundo: "O que Deus uniu, que non o separe o home".
Con esta posición, Xesús esta destruíndo de raíz o fundamento do patriarcado baixo todas as súas formas de control, sometemento e imposición do home sobre a muller. Non só no matrimonio senón en calquera institución civil ou relixiosa.
Temos de escoitarmos a mensaxe de Xesús. Non é posíbel abrirmos camiños ao reino de Deus e á súa xustiza sen loitarmos activamente contra o patriarcado. Cando reaccionaremos na Igrexa con enerxía evanxélica contra tanto abuso, violencia e agresión do home sobre a muller? Cando defenderemos á muller da "dureza de corazón" dos homes?



Mujeres en la Iglesia católica, una mayoría silenciada
(periódico El Mundo 14-10-2012)


Las mujeres parecen dispuestas a conquistar espacios de libertad en la Iglesia

· 'Si hiciésemos huelga, las iglesias se quedarían casi vacías', dice una creyente

· En EEUU, las reivindicaciones de las monjas las han enfrentado al Vaticano

José Manuel Vidal | Madrid

Hace unos días, un hombre, el español, San Juan de Ávila, y una mujer, la alemana Hildegarda de Bingen, recibían uno de los máximos honores de la Iglesia: la entrada en el selecto club de los Doctores de la Iglesia, un mundo dominado por los varones. De los 34 doctores de la Iglesia, 30 son hombres y sólo cuatro mujeres: Teresa de Ávila, Catalina de Siena y Teresita de Lisieux, a las que se suma ahora Hildegarda.

La Iglesia católica la componen un 61% de mujeres, organizadas en distintas órdenes religiosas, frente a un 39% de hombres, entre sacerdotes, obispos, religiosos y diáconos.

Las cuatro con méritos sobrados. Hildegarda de Bingen, en concreto, fue toda una personalidad. Llamó ave de rapiña al arzobispo de Colonia, predicó en los mercados ante las masas entusiasmadas como antes sólo habían hecho los herejes y, siendo una octogenaria, se rebeló contra la jerarquía eclesiástica. Muchas de las cosas que hizo y escribió fueron inauditas para el siglo XII. Mantuvo correspondencia con Papas, gobernantes y obispos, con la pareja real inglesa y con mujeres que necesitaban su consejo. Desempeñó numerosos oficios a la vez: era poetisa, naturalista, farmacéutica; dirigía simultáneamente dos abadías y fue autora de uno de los intercambios epistolares más abundante de la Edad Media. Es considerada la primera naturalista y autora de temas médicos en Alemania

¿En toda la Historia de la Iglesia sólo hubo cuatro mujeres con méritos para ser declaradas doctoras? Evidentemente que no, pero la lista de los 'Doctores' de la Iglesia refleja a la perfección la situación de la mujer en la institución. Y eso que hay otros muchos clubes eclesiásticos todavía más exclusivos y cerrados a cal y canto a las mujeres". Desde el cardenalato, al episcopado, pasando por el sacerdocio y todos los demás ministerios eclesiásticos. Muchos obispos hasta les prohíben subir al altar... como monaguillas.

La Iglesia católica es mayoritariamente femenina en sus cuadros; la componen un 61% de mujeres, organizadas en distintas órdenes religiosas, frente a un 39% de hombres, entre sacerdotes, obispos, religiosos y diáconos. Pese a ello, el gobierno eclesial, la toma de decisiones, y la visibilidad de la institución están casi exclusivamente en manos de varones. ¿Por imperativo evangélico?

El biblista Xabier Pikaza, autor de 'El evangelio de Marcos. La buena noticia de Jesús' (Editorial Verbo Divino), tras investigar a fondo el tema en su denso volumen, concluye que "Jesús no quiso algo especial para las mujeres. Quiso, para ellas, lo mismo que para los varones. Como entendió bien San Pablo en Gal 3, 28: 'Ya no hay hombre ni mujer...'. La singularidad de la visión de Jesús sobre las mujeres es la 'falta de singularidad'. No buscó un lugar especial para ellas, sino el mismo lugar de todos, es decir, el de los 'hijos de Dios'".

"Hay un temor en la Conferencia Episcopal, como si cualquier mujer que defiende sus derechos estuviera reclamando la ordenación".  Dolores Aleixandre, teóloga

Pero pronto llega la traición al Evangelio de Jesús. "Al convertirse en institución de poder religioso y social, dejando de ser un movimiento mesiánico de liberación, la Iglesia tuvo que aceptar las estructuras normales del poder, que había estado (y estaba) en manos de varones. Lógicamente, los varones justificaron después esa situación (esa dominación patriarcal) con pseudo-argumentos religiosos, que van en contra del espíritu de Jesús".


'Un escándalo y un pecado'

Y así desde entonces. Las mujeres son mayoría en la iglesia católica aunque se trate de una mayoría silenciada. Una situación, que, como dice Pikaza "es un pecado contra el Espíritu de Cristo (contra su inspiración básica, de tipo mesiánico) y contra los signos de los tiempos, que van en línea de igualdad entre varones y mujeres".

Una marginación que duele especialmente a las mujeres. "Me duele la situación actual de la mujer en la Iglesia o, más que dolerme, estoy cansada", explica la teóloga Dolores Aleixandre. Y añade: "Tengo la impresión de que llevamos con el mismo discurso demasiado tiempo. Muy anclado, por una parte y por otra, en sus respectivas posturas. Hay un temor en la Conferencia Episcopal, como si cualquier mujer que defiende sus derechos estuviera reclamando la ordenación. Y no se trata de eso, sino de que el Evangelio empuja de abajo a arriba, porque habla de una comunidad circular en la que alguien tiene la presidencia, pero en la que todos somos hermanos y hermanas. Me pregunto por qué tenemos tanto miedo al sueño circular y fraterno de Jesús y creo que tenemos mucha confusión entre autoridad y poder".

"La Iglesia debe ser ya la única institución del mundo, al menos en el ámbito occidental, que sigue marginando a las mujeres". Dolors Figueras, Dones en l'Esglesia

Otra teóloga, María José Arana, vieja luchadora por la igualdad de la mujer, explica: "Las mujeres han permanecido en la Iglesia como las grandes ausentes, una ausencia que perdura hasta nuestros días. Evidentemente la ausencia de las mujeres empobrece enormemente a la Iglesia en múltiples aspectos y en sí misma; pero además pierde credibilidad ante el mundo que va despertando rápidamente en estos aspectos y ante los cuales la Iglesia, Luz de las Gentes como se llamó a sí misma en el Concilio, debería brillar con su ejemplo y alumbrar caminos nuevos."

Entre otras cosas, para hacer justicia también histórica a su papel. Lo dice así la también teóloga española Felisa Elizondo: "Las mujeres en la Iglesia reclaman otro reconocimiento y otra confianza. Que eso de traduzca en lo que tenga que irse traduciendo. Pero desde luego hace falta rescatar la aportación de las mujeres a la experiencia cristiana, textos, afirmaciones... No ya de santas conocidas, sino de mujeres cristianas que han aportado cosas espléndidas. Eso es hacer justicia en la historia".


Una revolución femenina en ciernes

Durante siglos, la mujer aguantó, pero, ahora, parece dispuesta a conquistar espacio de libertad también en la Iglesia. Los ejemplos deluchadoras por el cambio de la institución se multiplican. 'Dones en l'Esglesia' son un grupo de mujeres profundamente católicas, pero que se sienten "absolutamente discriminadas" en la Iglesia a la que pertenecen. Una Iglesia jerárquica que "sólo se visibiliza con cara de varón".

Por eso, el colectivo catalán pide una solución urgente. "Tenemos derecho a reclamar, y reclamamos, la paridad en la Iglesia", dicen en los múltiples manifiestos que vienen lanzando desde hace años.

Y lo piden tanto por razones instrumentales como teológicas. En cuanto a las primeras, el colectivo asegura que la mayoría de las monjas son mujeres. También son mujeres las que atienden todos los servicios de las parroquias e incluso, "la mayor parte de las personas que asisten a los actos religiosos". De ahí que, como dice Dolors Figueras, una de las dirigentes del grupo, "si las mujeres hiciésemos huelga, las iglesias se quedarían casi vacías del todo". Pero, aunque son aplastante mayoría, no cuentan con representación alguna en la jerarquía. "El Papa, los cardenales, obispos, presbíteros y todos los que tienen responsabilidades de dirección en la Iglesia son varones", denuncian. Y eso, según el colectivo de mujeres católicas, atenta contra los derechos humanos y contra el Evangelio. "La Iglesia no respeta en su interior esos derechos humanos que tanto proclama para los demás. Ha llegado la hora de decir basta a este atropello. No admitimos que se nos siga discriminando por razón de género", explica Dolors.

Monjas dan y reciben la sagrada comunión durante la Conferencia de Religiosas en San Luis en agosto. | Efe

Una situación que hasta las avergüenza. "Me da pena, porque nuestra Iglesia está haciendo el ridículo. Debe ser ya la única institución del mundo, al menos en el ámbito occidental, que sigue marginando a las mujeres". Y eso que hay muchos creyentes, sacerdotes e incluso algunos obispos que apoyan su causa. Eso sí, estos últimos son los menos. Y Dolors cita, por ejemplo, a monseñor Casaldáliga, el obispo de los pobres brasileños, y a monseñor Godayol, un prelado catalán que trabajó toda su vida en Latinoamérica y, ahora, vive jubilado en Cataluña.

El colectivo 'Dones en l'Església' está integrado, cuenta Figueras, por unas 500 mujeres, que llevan más de 20 años reivindicando un sitio al sol en la Iglesia. Entre ellas, hay varias teólogas, como Mari Pau Trayner, Mercedes Navarro o María Antonia Sabaté, que imparten clases de teología feminista en la universidad.

El paso adelante de las monjas de EEUU

La "rebelión eclesial femenina" se extiende. Unas veces de manera silenciosa. Y otras, con abierta y clara confrontación. "Es posible", dice Xabier Pikaza, "que ya se esté dando la gran rebelión y no nos demos cuenta. Hay un tipo de Iglesia que puede quedar vacía (seca), mientras están surgiendo ya formas de vida que responden mejor al Evangelio. El proceso resulta, a mi juicio, imparable". Y el prestigioso teólogo vasco cita un ejemplo concreto: "Pienso que en esa línea es importante el movimiento de religiosas de los Estados Unidos".

"En la vida civil, la mujeres lucharon y, al fin, consiguieron sus derechos, hoy reconocidos. ¡Qué pena que en la Iglesia de Jesús todavía no se nos reconozcan!"

Conferencia de religiosas de EEUU

Las monjas de Estados Unidos llevan años en el ojo del huracán de la Curia vaticana. Pero resisten. El pasado mes de agosto celebraron su convención anual. Se reunieron en San Luis unas 1.000 religiosas en representación de las 87.000 compañeras que hay en EEUU. Y allí pidieron "una Iglesia más sana, comprometida, encarnada y samaritana".

No discuten dogmas ni principios básicos doctrinales. Sólo piden que el gobierno de la Iglesia sea, como ya exigió el Concilio, más corresponsable; piden "una Iglesia que no discrimine a la mujer y que, por lo tanto, le permita el acceso al sacerdocio". Piden que la Iglesia, en el campo de la moral sexual, reconozca en teoría lo que el pueblo de Dios viene haciendo en la práctica desde hace muchos años: el control de la natalidad, por ejemplo. No cuestionan dogmas, luchan por "una Iglesia sin poder ni privilegios, al servicio de los más pobres, esperanza de los desvalidos, con entrañas de misericordia. Una Iglesia libre, que viva, luche y sufra con el pueblo".

Y para defender su visión eclesial (la aprobada por la Iglesia en el Vaticano II), las monjas estadounidenses ofrecen vida entregada, pasión por el Evangelio, misericordia y diálogo serio, profundo y honesto con la jerarquía. No son exaltadas. Ni radicales. Son monjas que aman a Dios y a la Iglesia. Y luchan para que su forma de ser Iglesia tenga carta de naturaleza en la institución.

Y lo reivindican: "En la vida civil, la mujeres lucharon y, al fin, consiguieron sus derechos, hoy reconocidos. ¡Qué pena que en la Iglesia de Jesús todavía no se nos reconozcan! Nuestra discriminación hace tanto daño... Algún día, no muy lejano, los jerarcas de nuestra Iglesia tendrán que pedir perdón por ello".