libros


  • Ministerios de la mujer en la Iglesia Domiciano Fernández Editorial Nueva Utopía, Madrid 2002 (recensión más abajo)
  • CREER, ¿PARA QUÉ? Conversaciones con alejados. José A. Pagola Ed. PPC. Madrid 2008.
  • Dios es amor. Comentarios a la encíclica de Benedicto XVI Deus Caritas est, UPSA, Salamanca 2007

María en la Sagrada Escritura


María en la Sagrada Escritura
María Dolores Ruiz Pérez. Ed. CCS
Madrid 2008

Os presento el libro del que soy autora, con la esperanza de que sea una contribución a profundizar en la persona de María desde la Escritura, que es, sin duda, la mejor fuente para conocerla y afianzarnos en una auténtica espiritualidad mariana, así como en una revitalización de nuestro testimoniar el ser seguidores/as de Jesús.
Estas páginas son parte de una obra más amplia, de mi tesis doctoral «La Sagrada Escritura en la Mariología posconciliar», de la que sólo he tomado aquí lo concerniente a María en el Nuevo Testamento, adaptándolas para publicarlas en un estilo más divulgativo. Quieren ser un modo de contribuir a que la Palabra de Dios dicha de María y con María, ayude a la formación permanente de toda persona empeñada en seguir progresando.
Recorriendo las páginas de este libro se tiene la oportunidad de entrar en los principales textos de la Sagrada Escritura que hablan de María, con una explicación de los puntos más relevantes de ellos. Es una manera guiada de conocer mejor las líneas de reflexión que la misma Biblia nos brinda sobre la Madre de Jesús.
María dato esencial de la fe

Es innegable el testimonio del Nuevo Testamento sobre María: 152 versículos, de los cuales 90 en Lucas; por tanto, la Iglesia primitiva ha manifestado y nos ha transmitido a María como dato esencial de nuestra fe en Cristo, de la Iglesia.
Siguiendo un orden cronológico de aparición de los escritos del Nuevo Testamento, puede verse el progreso desde la mujer referida por Pablo en la carta a los Gálatas 4,4 hasta la «Mujer» de Caná y el Calvario del evangelio de Juan y la «Mujer» de Apocalipsis 12.
El Nuevo Testamento tiene una intención prioritariamente cristológica. El centro de estos escritos es siempre la persona de Jesús de Nazaret. María entra en este orden teológico. Su presentación en la Escritura no es biográfica sino trascendente, para poner al creyente de cada generación en contacto con el misterio de la fe que profesa sobre un firme fondo histórico.

LIBRO: Ministerios de la mujer en la Iglesia
AUTOR: Domiciano Fernández.  Editorial Nueva Utopía, Madrid  2002

El tema de los ministerios de la mujer en la Iglesia y del posible acceso a los ministerios ordenados es de gran importancia, como lo demuestran el gran número de intervenciones del magisterio y de los sínodos de obispos de los últimos años. También en las demás Iglesias cristianas, sobre todo en la Comunión anglicana, ha sido objeto de estudio y de discusión desde hace más de treinta años.
Domiciano Fernández, sacerdote claretiano, murió en 2001 sin que le permitieran publicar este libro, que un año más tarde sí pudo salir a la luz, como confirmación de  su voluntad de «Mantenerse fiel a la palabra, ser así discípulo verdadero, conocer la verdad y ser libre» (Jn 8,32). El autor presentó este tema como curso opcional  en diversos centros eclesiásticos, durante varios años. En esta obra  logra ofrecernos una documentación histórica, bíblica y teológica únicas sobre esta materia, que tantos problemas ha suscitado y sigue suscitando. 

Panorámica actual de la cuestión

En la primera parte encontramos una información interesante sobre cómo surgió la cuestión de los ministerios de la mujer en nuestros días, gracias al cambio de mentalidad ocurrido en la sociedad y en la Iglesia, el clamor de las bases y peticiones de algunos organismos oficiales. También presenta las resoluciones de los sínodos que han tratado el tema, principalmente los de 1974 y 1987. No se ha logrado ninguna decisión importante, pero las opiniones de los obispos manifestadas en estas asambleas no carecen de importancia.

Ministerios de la mujer en el Nuevo Testamento

Encontramos en la segunda parte, recogidos los datos más relevantes que atestiguan la colaboración de la mujer en la evangelización y demás tareas eclesiales.
Los evangelios revelan que Jesús acogió entre sus discípulos y seguidores a algunas mujeres. Llama la atención la libertad con que procede en su trato con ellas, sin que se sintiese obligado por leyes de pureza o impureza legal, cuando se trataba de ayudar a una mujer necesitada. Un hecho significativo e importante es que son las primeras en ver a Jesús resucitado y reciben el encargo de anunciarlo a los discípulos.
El final de la carta a los Romanos (16,1-16), donde se nombran a doce mujeres, algunas de las cuales ejercen algún ministerio; el saludo a la carta a los Filipenses (1,1), en el que se mencionan obispos y diáconos, y la primera carta a Timoteo (3,11) en la que se señalan las cualidades que debe tener la mujer que está al servicio de la Iglesia, muestran que en la primitiva Iglesia había mujeres diáconos, colaboradoras y apostóles. Un texto de Pablo fundamental para apreciar la posición de la mujer en la nueva comunidad de los bautizados es Gálatas 3,27-28: «En efecto, todos los bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo: ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni varón ni mujer, puesto que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús».

La conducta de Jesús abre horizontes


D. Fernández añade una reflexión final tras el acercamiento a la Escritura, en el sentido de que si la apertura demostrada por la conducta de Jesús con las mujeres y en las tareas de evangelización que Pablo ha confiado a sus colaboradoras, se hubiera tomado en serio en la historia de la Iglesia, como punto de partida, y no como barrera infranqueable, y se hubieran ampliado y desarrollado como se han desarrollado las breves indicaciones sobre la potestad de Pedro o sobre los sacramentos, no tendríamos hoy ningún problema sobre la posibilidad de confiar a la mujer ciertos ministerios. «La conducta de Jesús abre nuevos horizontes y señala un camino que la Iglesia hubiera debido recorrer. Como advierte el documento de la Pontificia Comisión Bíblica, la exégesis “debería procurar precisar la dirección del pensamiento expresada por el texto; dirección que, en lugar de invitar al exegeta a detener el sentido, le sugiere, al contrario, percibir las extensiones más o menos previsibles”» (p. 98).

Más de siete siglos de diaconado femenino en la Iglesia


La ordenación de las diaconisas en la Iglesia antigua es un hecho reconocido. Fue en la Iglesia oriental donde tuvieron su origen y donde llegaron a su máximo esplendor entre los siglos IV y IX. A partir del siglo X se inicia la decadencia hasta llegar a la extinción total.
El problema suscitado después del concilio de Trento y en nuestros días no es la ordenación de mujeres para el ministerio diaconal, porque esto es innegable, sino el carácter de dicha ordenación. ¿Se trata de un sacramento o de un sacramental? ¿Imprimía carácter o se reducía a una bendición y consagración por la que se le encomendaba un oficio en la Iglesia? Tal planteamiento resulta anacrónico y falso. Es ajeno a la mentalidad y al contexto de los primeros siglos, en los que no existía aún una noción precisa de sacramento y sacramental. Hasta el siglo XII no se  fijó ni el número de los sacramentos ni los elementos esenciales que los constituyen. La historia del sacramento del orden nos descubre hechos sorprendentes, y no sólo en los primeros siglos, sino durante toda la Edad Media. ¿No nos parece hoy extraño que la inmensa mayoría de los canonistas y teólogos de los siglos XI-XIV sostengan que las órdenes menores son sacramento e imprimen carácter, mientras que el episcopado no lo consideran como sacramento, sino como mera dignidad y oficio que confiere mayor poder de jurisdicción?

Proyecto de restauración del diaconado femenino en la Iglesia ortodoxa


El Congreso Teológico Interortodoxo celebrado en Rodas en otoño de 1988 trató con amplitud el tema del puesto de la mujer en la Iglesia ortodoxa y de su posible ordenación sacerdotal. Respecto al diaconado se expresa la voluntad de restablecer o dar nueva vida “al orden apostólico de las diaconisas”. Se insinúa en el documento que se podrían utilizar, con oportunas modificaciones, los ritos y oraciones de los antiguos libros litúrgicos. Se sugiere además, como posible y deseable, el conferir también a la mujer las “órdenes inferiores” por la imposición de manos, como subdiaconado, lector, cantor, didáscalo y algunas otras que pudieran ser necesarias a juicio de la Iglesia. 

Serias dificultades pero no insalvables para la ordenación


En la tercera parte de la obra trata el tema de la ordenación sacerdotal de las mujeres con toda la documentación que ha ido apareciendo en la Iglesia. Cree que la Ordinatio sacerdotalis no cierra definitivamente a la mujer la puerta, situaciones semejantes se han dado en la historia de la Iglesia y se han resuelto de un modo distinto al que entonces se pensaba.
Hasta ahora no se ha podido demostrar que sea voluntad expresa de Cristo o una tradición-divino apostólica la incapacidad de la mujer para recibir el ministerio sacerdotal. El argumento de una tradición bimilenaria es importante, pero no intangible. Lo fundamental, invariable y actual  es que el Espíritu nos conducirá a la verdad plena. Si la Iglesia siguiera la orientación de apertura y de participación iniciada por Jesús, no tendríamos tantos problemas hoy en este tema.



LIBRO: CREER, ¿PARA QUÉ? Conversaciones con alejados.
autor: José A. Pagola. Ed. PPC. Madrid 2008. 222 páginas

«Escribo estas páginas pensando sobre todo en quienes a lo largo de estos años os habéis ido alejando de la fe que vivisteis de niños. He escuchado muchas veces vuestras preguntas e incertidumbres. Algunos me habéis contado con detalle vuestra trayectoria. Entiendo vuestras dudas y prejuicios: ya no sabéis si creéis o no; no sabéis si Dios os interesa para algo». Así comienza el autor la presentación de este libro, en el que no pretende exponer doctrinas teóricas, sino hablar desde dentro, intentando sintonizar con lo que los “alejados” puedan estar viviendo en el fondo.

Personas en búsqueda
Pagola escribe como conversando con estas personas que pueden considerarse “buscadores”. Les da esperanza, pues Dios sigue vivo y puede sorprender en cualquier momento a quien tiene una inquietud y se pone en camino con otros, para buscar sinceramente a Dios. Aconseja formar un “grupo de buscadores” en alguna parroquia o comunidad cristiana, ofreciendo al final de libro, en los anexos, sugerencias que puedan animar a alguien a crear un “grupo de buscadores”.
Lo que estas personas buscan no es exactamente volver al pasado, sino vivir una experiencia nueva, teniendo en cuenta su pasado, pero buscando fundamentar su fe sobre bases nuevas.  Buscan algo más auténtico de lo que conocieron. Su búsqueda hay que enmarcarla en la experiencia espiritual. Necesitan encontrarse con personas sinceras y acogedoras con las que compartir su experiencia.

Cuestiones y reflexiones
La obra se estructura en siete capítulos cuyos títulos son: creer ¿para qué?, ¿Es posible reaccionar?, ¿Cómo buscar a Dios?, ¿Cómo dar pasos hacia Dios?, ¿Se puede aprender a rezar?, Jesús, el mejor camino y vivir a Dios de manera nueva.
En cada uno, con un estilo directo y sencillo, trata de dar respuesta a estos interrogantes a través de unos apartados interesantes. Por ejemplo, cuando trata de cómo buscar a Dios, en el capítulo tercero, habla de: buscar la verdad, abrir los ojos, liberarse de represiones, perder el miedo a la religión y confiar. En tres o cuatro páginas, esto es lo que ocupa cada apartado que finaliza con un trozo de un poema o una cita apropiada y significativa, hace una aproximación a una reflexión sugerente que da qué pensar y, luego,  cada uno habrá de continuar, desde su vivencia personal.

Creer desde la duda
A través de las páginas se constata un tono positivo y alentador, desde la convicción de la cercanía de Dios, aún cuando uno se enfrente, con “dudas de fe”, que en realidad son dificultades. Haciéndose eco de la famosa frase de  H. Newman: “Diez dificultades no hacen una duda”. En último término, la duda más radical, quizás,  es ¿por qué tengo que creer?
Esto puede ser una ocasión para ponerse sinceramente ante Dios  y vivir de manera positiva las dudas que se llevan dentro. Se es libre para creer o para dejarlo todo. Seguramente es más cómodo no plantearse nunca las cosas de Dios y vivir tranquilo como hacen muchos, pero es más digno enfrentarse a uno mismo y decidir qué se quiere hacer con la propia vida.
No se tiene más fe porque se viva tranquilo sin hacerse preguntas, ni se tiene menos porque se esté lleno de dudas. La verdadera fe no está ni en la seguridad ni en los cuestionamientos, sino en la sinceridad con que se confía y busca a Dios.
Quien se esfuerza por actuar de manera honesta con Dios, no está lejos de él. La calidad de la fe no depende de la claridad de ideas que se tenga en la cabeza, sino de la sinceridad con la que se vive la relación con Dios.

¿En qué vas a creer?
Hoy es difícil creer en cualquier cosa. Todos estamos ya escarmentados de promesas, ideologías y doctrinas que no sirven. Hoy solo es posible creer en alguien si se experimenta que ayuda a vivir. Se empieza a creer en Dios de verdad cuando se experimenta que te hace vivir con más paz y más confianza; cuando puedas sentir que te da fuerzas para enfrentarte a tus problemas sin hundirte; cuando puedas comprobar su perdón y su comprensión inagotable.
En este punto, Pagola, presenta al único camino: Jesús de Nazaret, quien vivió y comunicó una experiencia sana de Dios, sin desfigurarla con los miedos, ambiciones y fantasmas que, de ordinario, las diversas religiones proyectan sobre la divinidad. Él es el mejor que puede ayudarnos a descubrir el verdadero rostro de Dios.
Para conocerlo propone acercarse a trozos del Nuevo Testamento, habiéndose parado un poco antes con el pensamiento de que “No voy a leer un libro cualquiera. No voy a leer una revista. Voy a escuchar a Dios, voy a escuchar a Jesús. ¿Qué me dirá en este momento de mi vida? Después de oír tantas palabras, tanto ruido, noticias, publicidad… ahora voy a escuchar a Dios. Me hará bien”.
Desde la experiencia de Jesús nos podemos acercar a cómo sentía Jesús a Dios y cómo vivía Jesús a Dios.

Vivir a Dios de manera nueva
Desde Jesús, tal vez la persona en búsqueda, experimentará que el misterio de Dios está dentro de uno mismo, alentándole y atrayéndole  hacia el bien. Ese Espíritu está invitando a vivir como Jesús.
Los primeros discípulos de Jesús descubrieron una manera nueva de vivir: con el Espíritu Santo; un regalo de Dios. Fuerza, impulso que anima desde dentro, que llena el corazón y sólo puede venir de Dios. Centrar nuestra vida en el Espíritu es saborear la vida de una manera más intensa y honda. Él pone alegría interior, introduce en nosotros la luz y transparencia, nos hace conocer una confianza nueva ante la vida. Nos enseña a estar atentos a todo lo bueno y sencillo, con una atención especial a los que sufren. Vivimos de forma más bondadosa porque crece en nosotros la capacidad de amar y ser amados. Nos enseña a orar. Nuestras dudas, interrogantes y resistencias comienzan a disolverse.
En definitiva, una apuesta porque es posible despertar la fe, aunque no sepamos cómo.
loliruizperez@gmail.com


LIBRO: Dios es amor. Comentarios a la encíclica de Benedicto XVI Deus Caritas est, 
AUTORES VARIOS.  UPSA, Salamanca 2007.

La primera encíclica de Benedicto XVI ha adquirido una resonancia particular desde su publicación, puesto que muchos han querido ver si en ella se encuentra el programa de su pontificado, como ha ocurrido con otros Papas. Sin embargo, no parece que su estilo sea programático, o si es programática lo sea de otra manera.
El Papa nos ha brindado una reflexión sobre el corazón del cristianismo: el Amor. Partiendo del eros hace ver que su “enemigo” no es el ágape, sino que hay una unidad del amor en la creación y en la historia de la salvación. El ser humano ha sido creado para amar y el amor, que aparece sobre todo inicialmente como eros entre un hombre y una mujer, debe transformarse en ágape, en don de sí al otro. El Dios cristiano se define por su amor manifestado en la entrega del Hijo, Jesucristo, y en la donación de su Espíritu Santo.

El amor, una palabra gastada

El 23 de enero de 2006, dos días antes de salir a la luz el texto, el Papa decía: «La palabra “amor” hoy está tan devaluada, tan gastada, y se ha abusado tanto de ella, que casi se evita nombrarla. Sin embargo, es una palabra primordial, expresión de la realidad primordial; no podemos simplemente abandonarla: debemos retomarla, purificarla y devolverle su esplendor originario, para que pueda iluminar nuestra vida y guiarla por el camino recto. Esta es la convicción que me ha impulsado a escoger el amor como tema de mi primera encíclica».

Un grupo de profesores de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca, a los que se han unido otros que explican en la misma Facultad las materias de Derecho Canónico y Filosofía, realizan en esta obra comentarios sobre algunos aspectos de la encíclica. Abre los comentarios mons. Ricardo Blázquez, obispo de Bilbao y presidente de la Conferencia Episcopal Española, que se detiene especialmente en el tema de la caridad en la vida de la Iglesia (segunda parte de la encíclica), en el ejercicio del amor que se manifiesta en la justicia y caridad. La Iglesia puede y debe tomar parte en la lucha por la justicia y, en este punto, política y fe se encuentran.

La Primera de Juan, está a la base

Se suceden los de los otros  autores, en los que desde el mismo título que dan a su comentario puede captarse el núcleo desde el que cada experto aborda la encíclica. Así:
Gonzalo Tejerina, religioso agustino, especialista en teología fundamental,  da una visión del plan de la encíclica describiendo su estructura y método.  
Pilar Fernández, doctora en filosofía, se detiene en una consideración  sobre el “Amor en cuerpo y alma: Eros a la luz del ágape”, apuntando algunas cuestiones relacionadas con el problema mente-cuerpo y centrándose en la dimensión antropológica del amor. 
José María de Miguel, trinitario y profesor de Liturgia,   aporta una reflexión sobre “Dios amor – Dios comunión – Dios Trinidad”, que se revela en la encarnación del Hijo. Sus seguidores seremos testigos del Dios amor, si se ve la caridad que practicamos.
Santiago Guijarro, escriturista, pone de relieve como la revelación bíblica ocupa un lugar central en la encíclica, haciendo un breve recorrido por el trasfondo bíblico de la misma, que revela que la comprensión cristiana del amor propuesta en ella por el Papa brota de la contemplación de algunas escenas del evangelio según san Juan. Su comentario lo titula: “El costado traspasado. La inspiración joánica de la encíclica Deus caritas est”.
Jacinto Núñez, profesor de Nuevo Testamento, afronta el cometido de hacer ver hasta qué punto el documento del Papa está determinado, más allá del solo título, por la Primera Carta de Juan. Es ésta la carta del amor cristiano, y el Papa la cita no sólo en varias ocasiones puntuales, sino que abiertamente se refiere a ella en su conjunto. Por eso, la lectura de la carta joánica será una excelente plataforma para un mejor conocimiento de la encíclica

Si Dios es amor, ¿qué es el ser humano?

Jesús García Rojo, carmelita descalzo y profesor de antropología, plantea: “Si Dios es amor, ¿qué es el hombre?”. Una de las preguntas constantes que surge constantemente es ¿dónde estaba Dios en los días de Auschwitz y en tantas situaciones de mal? No hay respuesta alcanzable por la sola vía de nuestra cabeza, hay que mirar y escuchar a Cristo. Al mirar al Crucificado algo podemos vislumbrar. Dios y hombre están inseparablemente unidos: pensar y vivir como si Dios no existiera, tarde o temprano nos lleva a pensar y vivir como si el hombre no existiera.
Santiago del Cura, catedrático de teología dogmática, reflexiona sobre la unidad del amor en sus distintas dimensiones. La lógica cristiana sobre el amor es de complementariedad, integración y planificación. Así es como las realidades creadas tienen en sí una carga positiva  originaria y están animadas por anhelos profundos y dinamismos constantes  que apuntan a una plenitud mayor.  
Ángel Galindo, experto en teología moral, diserta sobre “Hemos creído en el amor de Dios: la opción fundamental como orientación decisiva del cristiano”. Creer en el amor de Dios es una actitud, decisoria y fundamental, aceptada por la persona frente a las realidades de este mundo, que va más allá del tiempo y del espacio, pero que necesita de ambos para expresarse. En este contexto, el hombre, a imagen de la Trinidad, se da a conocer a través del encuentro y en un encuentro interpersonal, libre y elegido, de donación recíproca. A través de este dinamismo se realiza a sí mismo como resultado de su opción fundamental.
Leonardo Rodríguez, especialista en ética y filosofía política, se adentra en la tesis de la unidad final del amor (eros y ágape), llamados a coincidir en su pleno desarrollo.

El amor siempre será necesario

José-Román Flecha, intenta hacer ver con una exposición inicial de algunos pasos de la doctrina social de la Iglesia cómo Benedictos XVI bebe de esas fuentes en su encíclica, aunque parece haber evitado la expresión “opción por los pobres”, aunque sí hace mención de los pobres y la pobreza en repetidas ocasiones en el texto, sobre todo en la segunda parte de la encíclica. Tanto la presencia del pobre como el servicio son vistos en primer lugar en una perspectiva abiertamente teológica y cristológica y, también, de acuerdo con una concepción antropológica integral y no reduccionista. 
Jorge Juan Fernández Sangrador, se ciñe en su comentario a exponer el trasfondo judío del ejercicio de la caridad cristiana y cuáles  han sido los primeros desarrollos de ésta, tal como aparecen en los libros del Nuevo Testamento y otros escritos de la Iglesia primitiva. En el cristianismo, tal como dice el Papa en la encíclica, la práctica del amor al prójimo adquirió pronto una forma orgánica y también jurídica. El Estado, que había dotado al cristianismo de un estatus jurídico excepcional, halló en la Iglesia el órgano de gestión que mejor podía conducir la política social, habida cuenta de la experiencia acumulada por aquella en los diferentes campos que el autor va indicando a lo largo de su exposición: la hospitalidad, la redención de los cautivos, dar de comer a los pobres, atender a viudas y huérfanos, visitar y cuidar a los enfermos, enterrar a los muertos.  
José San José Prisco, centra su comentario en las múltiples estructuras de servicio caritativo de la Iglesia en el contexto social actual. El establecimiento de estructuras justas pertenece a la esfera política y la labor mediática de la Iglesia es contribuir a la purificación de la razón y a reanimar las fuerzas morales. Sin embargo, el amor –dice el Papa- siempre será necesario, incluso en la sociedad más justa, pues no hay orden estatal, por justo que sea, que haga superfluo el servicio del amor (DCE 29).

La esencia de la persona humana

Víctor Manuel Tirado San Juan lleva a cabo una reflexión sobre la encíclica sobre el trasfondo del polémico tema de la postmodernidad. Afirma que la encíclica se asienta sobre la metafísica, no sobre la metafísica moderna, entendida como la que postula un sujeto cerrado sobre sí, sino que el supuesto metafísico básico que subyace a la encíclica es el de la peculiarísima esencia de la persona humana como imagen de la Persona trinitaria divina: un ser individual y en esencial apertura a la vez a las otras personas. Es la enigmática paradoja del ser humano: la persona individual crece en la medida en que se niega a sí misma, es decir, en la medida en que se entrega al otro.

Por tanto, el lector se encuentra ante catorce enriquecedores comentarios de la Deus caritas est, puesto que en cada uno hay un punto de vista diverso: filosófico, bíblico, antropológico, moral, etc.  marcado por el enfoque personal del comentarista y el tema sobre el que centra su atención.  La obra termina con un anexo: el discurso del Papa a los participantes en un congreso internacional organizado por el consejo pontificio Cor Unum, en el que Benedicto XVI hacía una sintética y sustanciosa presentación de la encíclica.
El lector/a notará que abundan las repeticiones de ideas, algo comprensible en este tipo de libros, puesto que la fuente a comentar es la misma, pero esto no le quita interés.  (loliruizperez@gmail.com)