21 noviembre, JUEVES, 33 semana del tiempo ordinario
Presentación de la Virgen María
del segundo libro de los Macabeos 2, 15.29
En aquellos días, los funcionarios reales encargados de hacer apostatar por la fuerza llegaron a Modín, para que la gente ofreciese sacrificios, y muchos israelitas acudieron a ellos. Matatías se reunió con sus hijos, y los funcionarios del rey le dijeron: «Eres un personaje ilustre, un hombre importante en este pueblo, y estás respaldado por tus hijos y parientes. Adelántate el primero, haz lo que manda el rey, como lo han hecho todas las naciones, y los mismos judíos, y los que han quedado en Jerusalén. Tú y tus hijos recibiréis el título de grandes del reino, os premiarán con oro y plata y muchos regalos.»
Pero Matatias respondió en voz alta: «Aunque todos los súbditos en los dominios del rey le obedezcan, apostatando de la religión de sus padres, y aunque prefieran cumplir sus órdenes, yo, mis hijos y mis parientes viviremos según la alianza de nuestros padres. El cielo nos libre de abandonar la ley y nuestras costumbres. No obedeceremos las órdenes del rey, desviándonos de nuestra religión a derecha ni a izquierda.»
Nada más decirlo, se adelantó un judío, a la vista de todos, dispuesto a sacrificar sobre el ara de Modin, como lo mandaba el rey. Al verlo, Matatias se indignó, tembló de cólera y en un arrebato de ira santa corrió a degollar a aquel hombre sobre el ara. Y entonces mismo mató al funcionario real, que obligaba a sacrificar, y derribó el ara. Lleno de celo por la ley, hizo lo que Fineés a Zinirí, hijo de Salu.
Luego empezó a gritar a voz en cuello por la ciudad: «El que sienta celo por la ley y quiera mantener la alianza, ¡que me siga!»
Después se echó al monte con sus hijos, dejando en el pueblo cuanto tenía. Por entonces, muchos bajaron al desierto para instalarse allí, porque deseaban vivir según derecho y justicia.
Salmo 49 R/. Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios
Evangelio según san Lucas 19, 41-44
En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando: «¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está escondido a tus ojos. Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento de mi venida.»
¿Cómo vivir esta Palabra?
Para Israel, shalôm significa la total armonía dentro de la comunidad, que, por razón del orden, está penetrada de la bendición de Dios y hace así posible un crecimiento, libre y sin obstáculos, de la persona en todos sus aspectos.
Esta paz y felicidad, que conlleva, no aparecen de manera automática, sino que dependen de cómo contribuya el ser humano a su realización en el presente, en su caminar terreno por medio del derecho y la justicia, por la fidelidad a la revelación y a la ley de Dios, así lo indican, sobre todo, los profetas como Isaías11: «¡Si hubieras atendido a mis Será posible porque los corazones de piedra serán transformados y de este modo guardará la fidelidad a Dios libre y espontáneamente. Esta es la paz que da Jesús, el Mesías, de parte de Dios (Juan 14,27). Porque Dios es el “Dios de la paz” (Rom 15,33) y ha fundado la paz por medio de su Hijo (Col 1,20). Por tanto, la paz es un dato esencial en el reino de Dios (Rom 14,17), es un regalo de Dios y los cristianos y cristianas tienen el deber constante de buscar la paz (1 Pedro 3,11).
LA VOZ DE JUAN XXIII
«La paz en la tierra, suprema aspiración de toda la
humanidad a través de la historia, es indudable que no puede establecerse ni consolidarse si no se
respeta fielmente el orden establecido por Dios»
(pacem in terris 1)
20 noviembre, MIÉRCOLES, 33 semana del tiempo ordinario
del segundo libro de los Macabeos 7,1.20-31
En aquellos días, arrestaron a siete hermanos con su madre. El rey los hizo azotar con látigos y nervios para forzarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la Ley. Pero ninguno más admirable y digno de recuerdo que la madre. Viendo morir a sus siete hijos en el espacio de un día, lo soportó con entereza, esperando en el Señor.
Con noble actitud, uniendo un temple viril a la ternura femenina, fue animando a cada uno, y les decía en su lengua: «Yo no sé cómo aparecisteis en mi seno; yo no os di el aliento ni la vida, ni ordené los elementos de vuestro organismo. Fue el creador del universo, el que modela la raza humana y determina el origen de todo. Él, con su misericordia, os devolverá el aliento y la vida, si ahora os sacrificáis por su ley.»
Antíoco creyó que la mujer lo despreciaba, y sospechó que lo estaba insultando. Todavía quedaba el más pequeño, y el rey intentaba persuadirlo, no sólo con palabras, sino que le juraba que si renegaba de sus tradiciones lo haría rico y feliz, lo tendría por amigo y le daría algún cargo. Pero como el muchacho no hacía ningún caso, el rey llamó a la madre y le rogaba que aconsejase al chiquillo para su bien.
Tanto le insistió, que la madre accedió a persuadir al hijo; se inclinó hacia él y, riéndose del cruel tirano, habló así en su idioma: «Hijo mío, ten piedad de mí, que te llevé nueve meses en el seno, te amamanté y crié tres años y te he alimentado hasta que te has hecho un joven. Hijo mío, te lo suplico, mira el cielo y la tierra, fíjate en todo lo que contienen y verás que Dios lo creó todo de la nada, y el mismo origen tiene el hombre. No temas a ese verdugo, no desmerezcas de tus hermanos y acepta la muerte. Así, por la misericordia de Dios, te recobraré junto con ellos.»
Estaba todavía hablando, cuando el muchacho dijo: «¿Qué esperáis? No me someto al decreto real. Yo obedezco los decretos de la ley dada a nuestros antepasados por medio de Moisés. Pero tú, que has tramado toda clase de crímenes contra los hebreos, no escaparás de las manos de Dios.»
Salmo 16 R/. Al despertar, Señor, me saciaré de tu semblante
Señor, escucha mi apelación,
atiende a mis clamores,
presta oído a mi súplica,
que en mis labios no hay engaño. R/.
Mis pies estuvieron firmes en tus caminos,
y no vacilaron mis pasos.
Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío;
inclina el oído y escucha mis palabras. R/.
Guárdame como a las niñas de tus ojos,
a la sombra de tus alas escóndeme.
Pero yo con mi apelación vengo a tu presencia,
y al despertar me saciaré de tu semblante. R/.
evangelio según san Lucas 19,11-28
En aquel tiempo, dijo Jesús una parábola; el motivo era que estaba cerca de Jerusalén, y se pensaban que el reino de Dios iba a despuntar de un momento a otro.
Dijo, pues: «Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después. Llamó a diez empleados suyos y les repartió diez onzas de oro, diciéndoles: "Negociad mientras vuelvo." Sus conciudadanos, que lo aborrecían, enviaron tras él una embajada para informar: "No queremos que él sea nuestro rey." Cuando volvió con el título real, mandó llamar a los empleados a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno. El primero se presentó y dijo: "Señor, tu onza ha producido diez." Él le contestó: "Muy bien, eres un empleado cumplidor; como has sido fiel en una minucia, tendrás autoridad sobre diez ciudades." El segundo llegó y dijo: "Tu onza, señor, ha producido cinco." A ése le dijo también: "Pues toma tú el mando de cinco ciudades." El otro llegó y dijo: "Señor, aquí está tu onza; la he tenido guardada en el pañuelo; te tenía miedo, porque eres hombre exigente, que reclamas lo que no prestas y siegas lo que no siembras." Él le contestó: "Por tu boca te condeno, empleado holgazán. ¿Conque sabías que soy exigente, que reclamo lo que no presto y siego lo que no siembro? Pues, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses." Entonces dijo a los presentes: "Quitadle a éste la onza y dádsela al que tiene diez." Le replicaron: "Señor, si ya tiene diez onzas." "Os digo: 'Al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.' Y a esos enemigos míos, que no me querían por rey, traedlos acá y degolladlos en mi presencia."»
Dicho esto, echó a andar delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén.
¿Cómo vivir esta Palabra?
El ejemplo de unos a otros nos hace avanzar o desanimarnos, es algo normal en la vida humana. Se dice que las palabras convencen, pero que es el ejemplo el que arratra. La madre de los Macabeos es una de esas mujeres fuertes de la Biblia. Una madre fiel, creyente y que anima a sus hijos a dar la vida por la verdad, porque una vida en la mentira no tiene sentido. Ella sabe que le fueron dados sus hijos de forma misteriosa, que sus hijos no son suyos sino de Dios. No puede un amor egoista o que quiera salvar las apariencias apartar de la misión a los otros. Ella confiesa: Yo no sé cómo aparecisteis en mi seno; yo no os di el aliento ni la vida, ni ordené los elementos de vuestro organismo. Fue el creador del universo, el que modela la raza humana y determina el origen de todo. Él, con su misericordia, os devolverá el aliento y la vida, si ahora os sacrificáis por su ley.
Es una mujer que cree en la Potencia del amor divino: creador y redentor del ser humano. Y queda su ejemplo como palabra revelada para todas las generaciones. Ninguno más admirable y digno de recuerdo que la madre... lo soportó con entereza, esperando en el Señor.
LA VOZ DEL PAPA FRANCISCO
Un cristiano que se cierra en sí mismo, que oculta todo lo que el Señor le ha dado, es un cristiano... ¡no es cristiano! ¡Es un cristiano que no agradece a Dios todo lo que le ha dado! Esto nos dice que la espera del retorno del Señor es el tiempo de la acción —nosotros estamos en el tiempo de la acción. (Papa Francisco, 24 de abril de 2013).
19 noviembre, MARTES, 33 semana del tiempo ordinario
del segundo libro de los Macabeos 6,18-31
En aquellos días, a Eleazar, uno de los principales escribas, hombre de edad avanzada y semblante muy digno, le abrían la boca a la fuerza para que comiera carne de cerdo. Pero él, prefiriendo una muerte honrosa a una vida de infamia, escupió la carne y avanzó voluntariamente al suplicio, como deben hacer los que son constantes en rechazar manjares prohibidos, aun a costa de la vida. Los que presidían aquel sacrificio ¡legal, viejos amigos de Eleazar, lo llevaron aparte y le propusieron que hiciera traer carne permitida, preparada por él mismo, y que la comiera, haciendo como que comía la carne del sacrificio ordenado por el rey, para que así se librara de la muerte y, dada su antigua amistad, lo tratasen con consideración.
Pero él, adoptando una actitud cortés, digna de sus años, de su noble ancianidad, de sus canas honradas e ilustres, de su conducta intachable desde niño y, sobre todo, digna de la Ley santa dada por Dios, respondió todo seguido: «iEnviadme al sepulcro! Que no es digno de mi edad ese engaño. Van a creer muchos jóvenes que Eleazar, a los noventa años, ha apostatado, y, si miento por un poco de vida que me queda, se van a extraviar con mi mal ejemplo. Eso seria manchar e infamar mi vejez. Y, aunque de momento me librase del castigo de los hombres, no escaparía de la mano del Omnipotente, ni vivo ni muerto. Si muero ahora como un valiente, me mostraré digno de mis años y legaré a los jóvenes un noble ejemplo, para que aprendan a arrostrar voluntariamente una muerte noble por amor a nuestra santa y venerable Ley.»
Dicho esto, se dirigió en seguida al suplicio. Los que lo llevaban, poco antes deferentes con él, se endurecieron, considerando insensatas las palabras que acababa de pronunciar.
Él, a punto de morir a fuerza de golpes, dijo entre suspiros: «Bien sabe el Señor, que posee la santa sabiduría, que, pudiendo librarme de la muerte, aguanto en mi cuerpo los crueles dolores de la flagelación, y los sufro con gusto en mi alma por respeto a él.»
Así terminó su vida, dejando, no sólo a los jóvenes, sino a toda la nación, un ejemplo memorable de heroísmo y de virtud.
Salmo 3 R/. El Señor me sostiene
Señor, cuántos son mis enemigos,
cuántos se levantan contra mí;
cuántos dicen de mí: «Ya no lo protege Dios.» R/.
Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria,
tú mantienes alta mi cabeza.
Si grito invocando al Señor,
él me escucha desde su monte santo. R/.
Puedo acostarme y dormir y despertar:
el Señor me sostiene.
No temeré al pueblo innumerable
que acampa a mi alrededor. R/.
Evangelio según san Lucas 19, 1-10.
En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.»
Él bajó en seguida y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.»
Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: «Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.»
Jesús le contestó: «Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»
¿Cómo vivir esta Palabra?
Una primera impresión del párrafo evangélico de hoy pudiera ser negativa, y estaría protagonizada por la gente. La gente hoy queda muy mal. Pero, la gente no existe en abstracto; la gente hoy somos nosotros, tú y yo. Por eso, comienzo preguntándome: ¿Será aplicable lo que dice Jesús de la gente a mí? ¿Me comporto como esa gente? “Zaqueo quería ver a Jesús, pero la gente se lo impedía”. Y, más tarde: “Al ver que Jesús entra en casa de Zaqueo, todos –la gente- murmuraban diciendo: ha entrado en casa de un pecador”.
¿Cuándo somos gente? Cuando impedimos a los “Zaqueos” de turno ver a Jesús, o que se acerquen a Jesús. O cuando no les facilitamos las cosas para que lo consigan. Cuando nuestra actitud no ayuda a hacer atrayente la persona de Jesús. Cuando, en el puesto en el que nos encontremos, no somos o no se nos ve acogedores, abiertos, amables, dispuestos a echar una mano.
La gente del Evangelio tiene sentenciado a Zaqueo. Si todo publicano es un pecador, un colaboracionista con el enemigo, un sinvergüenza, Zaqueo, jefe de publicanos de Jericó, mucho más. Y más ladrón, y más rico y avaro. Ya puede “subirse a los árboles” o hacer lo que quiera, que a ellos no les engaña. ¡Ojo! Si queremos ser personas, si queremos ser como Jesús nosotros mismos, no podemos portarnos como “gente”; tenemos que salirnos de entre la gente y vivir la actitud de Jesús.
Zaqueo nace, evangélicamente hablando, cuando siente deseos de ver a Jesús. Jesús iba a pasar por allí y si no aprovechaba la ocasión pudiera perder la oportunidad para siempre. Echa a correr, adelantándose, se sube a un árbol y a esperar.
“Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: ‘Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa”. No temas. Ahora soy yo el quiere verte, llevaba esperándolo mucho tiempo. Hoy, por fin, nos encontramos.
Y Zaqueo, totalmente al margen de las murmuraciones de la gente, no podía estar más feliz. Es que no se lo podía creer, pero era verdad. Jesús en su casa; comiendo y bebiendo en su casa, con él. Y, en torno a la mesa, el encuentro. Y, con el encuentro, la apertura de corazones entre Jesús y Zaqueo. Y la conversión, y la salvación. Todo por querer ver a Jesús, prescindir de la gente que trataba de impedírselo, y poner los medios a su alcance para lograrlo.
LA VOZ DE SANTA CATALINA DE SIENA
Debemos hacer lo mismo si somos bajos, cuando tenemos el corazón estrecho y poca caridad: hay que subir sobre el árbol de la santa cruz, y allí veremos, tocaremos a Dios.
lunes 18 noviembre, 33 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
del primer libro de los Macabeos 1,10-15.41-43.54-57.62-64
En aquellos días, brotó un vástago perverso: Antíoco Epifanes, hijo del rey Antíoco. Había estado en Roma como rehén, y subió al trono el año ciento treinta y siete de la era seléucida.
Por entonces hubo unos israelitas apóstatas que convencieron a muchos: «¡Vamos a hacer un pacto con las naciones vecinas, pues, desde que nos hemos aislado, nos han venido muchas desgracias!»
Gustó la propuesta, y algunos del pueblo se decidieron a ir al rey. El rey los autorizó a adoptar las costumbres paganas, y entonces, acomodándose a los usos paganos, construyeron un gimnasio en Jerusalén; disimularon la circuncisión, apostataron de la alianza santa, emparentaron con los paganos y se vendieron para hacer el mal. El rey Antíoco decretó la unidad nacional para todos los súbditos de su imperio, obligando a cada uno a abandonar su legislación particular. Todas las naciones acataron la orden del rey, e incluso muchos israelitas adoptaron la religión oficial: ofrecieron sacrificios a los ídolos y profanaron el Sábado. El día quince del mes de Casleu del año ciento cuarenta y cinco, el rey mandó poner sobre el altar un ara sacrílega, y fueron poniendo aras por todas las poblaciones judías del contorno; quemaban incienso ante las puertas de las casas y en las plazas; los libros de la Ley que encontraban, los rasgaban y echaban al fuego, al que le encontraban en casa un libro de la alianza y al que vivía de acuerdo con la Ley, lo ajusticiaban, según el decreto real. Pero hubo muchos israelitas que resistieron, haciendo el firme propósito de no comer alimentos impuros; prefirieron la muerte antes que contaminarse con aquellos alimentos y profanar la alianza santa. Y murieron. Una cólera terrible se abatió sobre Israel.
Salmo 118 R/. Dame vida, Señor, para que observe tus decretos
Sentí indignación ante los malvados,
que abandonan tu voluntad. R/.
Los lazos de los malvados me envuelven,
pero no olvido tu voluntad. R/.
Líbrame de la opresión de los hombres,
y guardaré tus decretos. R/.
Ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad. R/.
La justicia está lejos de los malvados
que no buscan tus leyes. R/.
Viendo a los renegados, sentía asco,
porque no guardan tus mandatos. R/.
Evangelio según san Lucas 18,35-43
En aquel tiempo, cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino, pidiendo limosna.
Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le explicaron: «Pasa Jesús Nazareno.»
Entonces gritó: «¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!»
Los que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!»
Jesús se paró y mandó que se lo trajeran.
Cuando estuvo cerca, le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?»
Él dijo: «Señor, que vea otra vez.»
Jesús le contestó: «Recobra la vista, tu fe te ha curado.»
En seguida recobró la vista y lo siguió glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.
¿Cómo vivir esta Palabra?
La Palabra de Dios, aunque pronunciada hace mucho tiempo, es Palabra para todas las épocas, se hace presente en cada momento de nuestra historia.
El libro de los Macabeos nos habla del aislamiento que sufrían los judíos, siendo considerados por los griegos como “bárbaros”. La libertad de costumbres de los griegos no encajaban con la fidelidad de los judíos a la Ley y a la Alianza. Eran perseguidos por esta fidelidad, por su rechazo a las nuevas normas que querían imponerles.
Los dioses, a los que tenían que rendir culto, la obediencia a la soberbia del rey era impuesta, en detrimento de la adoración al único Dios; los judíos fieles eran castigados por su desobediencia y llevados a la muerte.
La historia se repite. En algunos países, los cristianos que quieren ser fieles a su fe, también son perseguidos hasta la muerte.
En otros lugares, esta persecución no es violenta, incluso en ambientes tradicionalmente católicos, a los que siguen fieles en sus prácticas religiosas, se les tacha de retrógrados, para ser progresista creen que haya que romper con toda la tradición cristiana. A pesar de todo, hoy como ayer, encontramos cristianos coherente dispuestos a dar su vida por Cristo, porque viven conducidos por el Espíritu Santo que da fortaleza y todos sus dones para mostrar al mundo a través de los testigos que la auténtica humanidad es la que vive el mandamiento de amar como Jesús amó.. ¿Dónde me encuentro yo?
¿Qué Quieres qué haga por ti?, te pregunta a Jesús hoy también a ti y a mi.
Que Él limpie la oscuridad de nuestros ojos y la de que no quieren ver a Dios en los demás.
LA VOZ DE SIMEÓN, monje griego del siglo X
Como en otro tiempo el ciego, di tú también hoy: “¡Ten piedad de mí, Hijo de David, y abre los ojos de mi alma para que vea la luz del mundo que eres tú, oh Dios mío!” (cf Jn 8,12) Así seré yo también hijo de esta luz divina.
17 noviembre, 33 DOMINGO de l tiempo ordinario
Malaquías 4, 1-2a
Mirad que llega el día,
ardiente como un horno:
malvados y perversos serán la paja,
y los quemaré el día que ha de venir
–dice el Señor de las Huestes–,
y no quedará de ellos ni rama ni raíz.
Pero a los que honran mi nombre
los iluminará un sol de justicia
que lleva la salud en las alas.
Sal 97, 5-6 7-8. 9 R. El Señor llega para regir la tierra con justicia.
Tocad la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R.
Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan,
aplaudan los ríos, aclamen los montes,
al Señor que llega para regir la tierra. R.
Regirá el orbe con justicia,
y los pueblos con rectitud. R.
Lectura de la segunda carta del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses 3, 7-12
Hermanos:
Ya sabéis cómo tenéis que imitar mi ejemplo:
No viví entre vosotros sin trabajar,
nadie me dio de balde el pan que comí,
sino que trabajé y me cansé día y noche,
a fin de no ser carga para nadie.
No es que no tuviera derecho para hacerlo,
pero quise daros un ejemplo que imitar.
Cuando viví con vosotros os lo dije:
el que no trabaja, que no coma.
Porque me he enterado de que algunos
viven sin trabajar, muy ocupados en no hacer nada.
Pues a esos les digo y les recomiendo,
por el Señor Jesucristo,
que trabajen con tranquilidad
para ganarse el pan.
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 21, 5-19
En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo:
–Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.
Ellos le preguntaron:
–Maestro, ¿cuándo va a ser éso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?
El contestó:
–Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usando mi nombre diciendo: «Yo soy» o bien «el momento está cerca»; no vayáis tras ellos.
Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico.
Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.
Luego les dijo:
–Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre.
Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.
Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a los tribunales y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores por causa de mi nombre: así tendréis ocasión de dar testimonio.
Haced propósito de no preparar vuestra defensa: porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.
Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa de mi nombre.
Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá: con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.
TIEMPOS DE CRISIS
En los evangelios se recogen algunos
textos de carácter apocalíptico en los que no es fácil diferenciar el mensaje
que puede ser atribuido a Jesús y las preocupaciones de las primeras
comunidades cristianas, envueltas en situaciones trágicas mientras esperan con
angustia y en medio de persecuciones el final de los tiempos.
Según el relato de Lucas, los tiempos
difíciles no han de ser tiempos de lamentos y desaliento. No es tampoco la hora
de la resignación o la huida. La idea de Jesús es otra. Precisamente en tiempos
de crisis “tendréis ocasión de dar testimonio”. Es entonces cuando se
nos ofrece la mejor ocasión de dar testimonio de nuestra adhesión a Jesús y a
su proyecto.
Llevamos ya cinco años sufriendo una
crisis que está golpeando duramente a muchos. Lo sucedido en este tiempo nos
permite conocer ya con realismo el daño social y el sufrimiento que está
generando. ¿No ha llegado el momento de plantearnos cómo estamos reaccionando?
Tal vez, lo primero es revisar nuestra
actitud de fondo: ¿Nos hemos posicionado de manera responsable, despertando en
nosotros un sentido básico de solidaridad,
o estamos viviendo de espaldas a todo lo que puede turbar nuestra tranquilidad?
¿Qué hacemos desde nuestros grupos y comunidades cristianas? ¿Nos hemos marcado
una línea de actuación generosa, o vivimos celebrando nuestra fe al margen de
lo que está sucediendo?
La crisis está abriendo una fractura
social injusta entre quienes podemos
vivir sin miedo al futuro y aquellos que están quedando excluidos de la
sociedad y privados de una salida digna. ¿No sentimos la llamada a introducir
algunos “recortes” en nuestra vida para poder vivir los próximos años de manera
más sobria y solidaria?
Poco a poco, vamos conociendo más de
cerca a quienes se van quedando más indefensos y sin recursos (familias sin
ingreso alguno, parados de larga duración, inmigrantes enfermos...) ¿Nos
preocupamos de abrir los ojos para ver si podemos comprometernos en aliviar la
situación de algunos? ¿Podemos pensar en alguna iniciativa realista desde las comunidades cristianas?
No hemos de olvidar que la crisis no
solo crea empobrecimiento material. Genera, además, inseguridad, miedo,
impotencia y experiencia de fracaso. Rompe proyectos, hunde familias, destruye
la esperanza. ¿No hemos de recuperar la
importancia de la ayuda entre familiares, el apoyo entre vecinos, la acogida y
el acompañamiento desde la comunidad cristiana...? Pocas cosas pueden ser más
nobles en estos momentos que el aprender a cuidarnos mutuamente. (jose A. Pagola)
LA VOZ DE SAN PATRICIO, monje misionero en Irlanda (siglo IV)
Incansablemente doy gracias a mi Dios, que me conservó fiel el día de la tentación, de modo que hoy con confianza le ofrezco en sacrificio, como hostia viviente, mi alma a Cristo mi Señor, quien me protegió de todas mis angustias.
16 noviembre, SABADO, 32 semana tiempo del ordinario
libro de la Sabiduría 18,14-16;19,6-9
Un silencio sereno lo envolvía todo, y, al mediar la noche su carrera, tu palabra todopoderosa se abalanzó, como paladín inexorable, desde el trono real de los cielos al país condenado; llevaba la espada afilada de tu orden terminante; se detuvo y lo llenó todo de muerte; pisaba la tierra y tocaba el cielo. Porque la creación entera, cumpliendo tus órdenes, cambió radicalmente de naturaleza, para guardar incólumes a tus hijos. Se vio la nube dando sombra al campamento, la tierra firme emergiendo donde había antes agua, el mar Rojo convertido en camino practicable y el violento oleaje hecho una vega verde; por allí pasaron, en formación compacta, los que iban protegidos por tu mano, presenciando prodigios asombrosos. Retozaban como potros y triscaban como corderos, alabándote a ti, Señor, su libertador.
Salmo 104 R/. Recordad las maravillas que hizo el Señor
Cantadle al son de instrumentos,
hablad de sus maravillas;
gloriaos de su nombre santo,
que se alegren los que buscan al Señor. R/.
Hirió de muerte a los primogénitos del país,
primicias de su virilidad.
Sacó a su pueblo cargado de oro y plata,
y entre sus tribus nadie tropezaba. R/.
Porque se acordaba de la palabra sagrada
que había dado a su siervo Abrahán,
sacó a su pueblo con alegría,
a sus escogidos con gritos de triunfo. R/.
evangelio según san Lucas 18,1-8
En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: «Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario." Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara."»
Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»
¿Cómo vivir esta Palabra?
En el libro de la Sabiduría, en su última parte, el autor hace un elogio de la sabiduría relatada en la historia de Israel, y más concretamente, en la liberación del yugo egipcio.
En este capítulo, nos relata la última plaga, cuando el pueblo egipcio sufre la muerte de sus primogénitos, y los israelitas se ven salvados, al haber señalado sus casas con la sangre del cordero.
Relata de forma poética, como en medio de la noche, Egipto se llena de muerte y llanto.
En contraste, el Pueblo Elegido, se ve protegido por Dios, en medio del desierto, pues una columna de fuego los guía y protege, incluso la naturaleza se confabula con el designio de Dios, y se ve emerger tierra firme, donde había agua, y el Mar Rojo se convierte en camino practicable, que permite el paso del Pueblo de Dios, y, protegidos por El, quedando los israelitas asombrados por tanta maravilla, que hacía que retozaran como potros y triscaban como corderos," alabándote a ti, Señor, su libertador".
Todo el relato es un canto a la confianza puesta en Dios, y los hombres, sorprendidos y maravillados por tanta proeza, no cesaban de alabar al creador; tal como nos lo refiere el salmista, para que alabemos y nos gocemos en el Señor, que fue capaz de liberar a su pueblo, y lo sacó de la esclavitud con alegría.
LA VOZ DE SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS
Orar siempre sin desanimarse
¡Cuán grande es el poder de la oración! Se diría que es como una reina, que a cada instante tiene libre acceso a los aposentos del rey pudiendo obtener de él todo lo que le pide. Para ser escuchada, de ninguna manera, es necesario leer en un libro una bella fórmula compuesta para la circunstancia; si fuera así, ¡Ay! ¡Cuán digna de compasión sería yo! Fuera del Oficio Divino, que soy muy indigna de recitar, no tengo valor para esforzarme en buscar en los libros hermosas oraciones, eso me produce dolor de cabeza, ¡hay tantas! Y además, son todas, a cuál más bella. Yo no podría recitarlas todas, y no sabiendo cual escoger, hago como los niños que no saben leer, digo simplemente al Buen Dios lo que le quiero decir, sin hacer frases bonitas, y él me comprende siempre.
Para mí, la oración, es un impulso del corazón, una simple mirada dirigida al cielo, un grito de agradecimiento y de amor, tanto en el interior de la prueba como cuando me invade el gozo; en fin, es una cosa muy grande, sobrenatural que me dilata el alma y me une a Jesús.
Para mí, la oración, es un impulso del corazón, una simple mirada dirigida al cielo, un grito de agradecimiento y de amor, tanto en el interior de la prueba como cuando me invade el gozo; en fin, es una cosa muy grande, sobrenatural que me dilata el alma y me une a Jesús.
15 noviembre, VIERNES, 32 semana del tiempo ordinario
del libro de la Sabiduría13,1-9
Eran naturalmente vanos todos los hombres que ignoraban a Dios y fueron incapaces de conocer al que es, partiendo de las cosas buenas que están a la vista, y no reconocieron al Artífice, fijándose en sus obras, sino que tuvieron por dioses al fuego, al viento, al aire leve, a las órbitas astrales, al agua impetuosa, a las lumbreras celestes, regidoras del mundo. Si, fascinados por su hermosura, los creyeron dioses, sepan cuánto los aventaja su Dueño, pues los creó el autor de la belleza; y si los asombró su poder y actividad, calculen cuánto más poderoso es quien los hizo; pues, por la magnitud y belleza de las criaturas, se descubre por analogía el que les dio el ser. Con todo, a éstos poco se les puede echar en cara, pues tal vez andan extraviados, buscando a Dios y queriéndolo encontrar; en efecto, dan vueltas a sus obras, las exploran, y su apariencia los subyuga, porque es bello lo que ven. Pero ni siquiera éstos son perdonables, porque, si lograron saber tanto que fueron capaces de averiguar el principio del cosmos, ¿cómo no encontraron antes a su Dueño?
Salmo 18 R/. El cielo proclama la gloria de Dios
El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra. R/.
Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los limites del orbe su lenguaje. R/.
Evangelio según san Lucas 17,26-37
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían y se casaban, hasta el día que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos. Lo mismo sucedió en tiempos de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos. Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del hombre. Aquel día, si uno está en la azotea y tiene sus cosas en casa, que no baje por ellas; si uno está en el campo, que no vuelva. Acordaos de la mujer de Lot. El que pretenda guardarse su vida la perderá; y el que la pierda la recobrará. Os digo esto: aquella noche estarán dos en una cama: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejarán.»
Ellos le preguntaron: «¿Dónde, Señor?»
Él contestó: «Donde se reúnen los buitres, allí está el cuerpo.»
¿Cómo vivir esta Palabra?
El Libro de la Sabiduría invita a reconocer a Dios en la Belleza de lo creado, a alabar a Dios en sus obras y criaturas. Todo lo que nos rodea en un eco de la única Palabra de Dios, su Hijo Jesús, hecho carne en las entrañas de María por puro amor hacia la humanidad.
En cuestiones de fe el hombre a veces llega a ser hasta ridículo a y así casi se llega a entender en este texto. Con el afán del ser humano de hacerse un dios a su medida, un dios que se pueda manejar a nuestro antojo, así a lo largo de toda la historia se le ha dado culto al fuego, a las estrellas, al sol, … sin atender al Dios Supremo que está detrás de todo esos elementos creados que no son nada si no le hubiera dado Dios el ser.
El no "darse cuenta" de la presencia de Dios parece ser una constante en la historia, lo dice Jesús en el relato evangélico de hoy “en tiempos de Noé, comían, bebían… En tiempos de Lot compraban, vendían…”
De ahí la llamada a la atención consciente, a la vigilancia permanente, no por miedo, ni por temor, sino por amor de Dios, por amor al Creador de todo cuanto existe. Para que cuando se manifieste su Gloria en nosotros, es decir, cuando seamos llamados a Su presencia, seamos capaces de reconocerlo y nos pase como a la mujer de Lot que fijó la mirada en lo que dejaba, en lo perecedero y no en lo que se le daba, en lo que se le prometía.
LA VOZ DE UN ESCRITOR
"Cada vez que se encuentre usted del lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar." Mark Twain (1835-1910), escritor y periodista estadounidense
14 noviembre, JUEVES, 32 semana del tiempo ordinario
del libro de la Sabiduría 7, 22 – 8,1.
La sabiduría es un espíritu inteligente, santo, único, múltiple, sutil, móvil, penetrante, inmaculado, lúcido, invulnerable, bondadoso, agudo, incoercible, benéfico, amigo del hombre, firme, seguro, sereno, todopoderoso, todo vigilante, que penetra todos los espíritus inteligentes, puros, sutilísimos. La sabiduría es más móvil que cualquier movimiento, y, en virtud de su pureza, lo atraviesa y lo penetra todo; porque es efluvio del poder divino, emanación purísima de la gloria del Omnipotente; por eso, nada inmundo se le pega. Es reflejo de la luz eterna, espejo nítido de la actividad de Dios e imagen de su bondad. Siendo una sola, todo lo puede; sin cambiar en nada, renueva el universo, y, entrando en las almas buenas de cada generación, va haciendo amigos de Dios y profetas; pues Dios ama sólo a quien convive con la sabiduría. Es más bella que el sol y que todas las constelaciones; comparada a la luz del día, sale ganando, pues a éste le releva la noche, mientras que a la sabiduría no le puede el mal. Alcanza con vigor de extremo a extremo y gobierna el universo con acierto.
Salmo 118, R/. Tu palabra, Señor, es eterna
Tu fidelidad de generación en generación,
igual que fundaste la tierra y permanece. R/.
Por tu mandamiento subsisten hasta hoy,
porque todo está a tu servicio. R/.
La explicación de tus palabras ilumina,
da inteligencia a los ignorantes. R/.
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
enséñame tus leyes. R/.
Que mi alma viva para alabarte,
que tus mandamientos me auxilien. R/.
Evangelio según san Lucas 17, 20-25
En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar el reino de Dios.
Jesús les contestó: «El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros.»
Dijo a sus discípulos: «Llegará un tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo del hombre, y no podréis. Si os dicen que está aquí o está allí no os vayáis detrás. Como el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación.»
¿Cómo vivir esta Palabra?
La Sabiduría es presentada como un camino y una manifestación del mismo Dios. El texto es todo un Elogio de la sabiduría y una revelación de cuáles son realmente las cosas esenciales de la vida, las que son gratuitas y están a nuestro alcance para lograr esa vida feliz y en plenitud que todos anhelamos.
Es reflejo de la luz eterna, espejo nítido de la actividad de Dios e imagen de su bondad. Siendo una sola, todo lo puede; sin cambiar en nada, renueva el universo, y, entrando en las almas buenas de cada generación, va haciendo amigos de Dios y profetas.
¡Ojalá! seamos de las almas buenas (y claro que lo somos), en las que ha entrado y seguirá entrando, haciéndonos amigos de Dios y profetas.
La plenitud de la Revelaición la encontramos en el texto evangélico: "el reino de Dios está dentro de vosotros" , de ahí que tenemos que cavar y excavar en la propia interioridad para dar con la corriente de Agua Viva que llena y da sentido a todo nuestro existir. Es fácil decirlo, pero como no se pongan los medios no llegamos. Como atletas del espíritu hemos de esforzarnos y ser constantes con las herramientas ya probadas por los santos de todos los tiempos:: desprendimiento de uno mismo, de las cosas, mucha oración, servicio desinteresado, humildad paciente y .... todo confluye en amar lo que tenemos entre manos y a quienes tenemos alrededor, también a los "alejados".
LA VOZ DEL CONCILIO VATICANO II
El Verbo de Dios, por quien fueron hechas todas las cosas, hecho Él mismo carne y habitando en la tierra, entró como hombre perfecto en la historia del mundo, asumiéndola y recapitulándola en sí mismo. Él es quien nos revela que “Dios es amor” (1Jn 4,8), a la vez que nos enseña que la ley fundamental de la perfección humana, es el mandamiento nuevo del amor... (Gadium et Spes, 38)
13 de noviembre, MIÉRCOLES, 32 semana del tiempo ordinario
del libro de la Sabiduría 6,2-12
Escuchad, reyes, y entended; aprendedlo, gobernantes del orbe hasta sus confines; prestad atención, los que domináis los pueblos y alardeáis de multitud de súbditos; el poder os viene del Señor, y el mando, del Altísimo: él indagará vuestras obras y explorará vuestras intenciones; siendo ministros de su reino, no gobernasteis rectamente, ni guardasteis la ley, ni procedisteis según la voluntad de Dios. Repentino y estremecedor vendrá sobre vosotros, porque a los encumbrados se les juzga implacablemente. A los más humildes se les compadece y perdona, pero los fuertes sufrirán una fuerte pena; el Dueño de todos no se arredra, no le impone la grandeza: él creó al pobre y al rico y se preocupa por igual de todos, pero a los poderosos les aguarda un control riguroso. Os lo digo a vosotros, soberanos, a ver si aprendéis a ser sabios y no pecáis; los que observan santamente su santa voluntad serán declarados santos; los que se la aprendan encontrarán quien los defienda. Ansiad, pues, mis palabras; anheladlas, y recibiréis instrucción.
Salmo 81,3-4.6-7 R/. Levántate, oh Dios, y juzga la tierra
«Proteged al desvalido y al huérfano,
haced justicia al humilde y al necesitado,
defended al pobre y al indigente,
sacándolos de las manos del culpable.» R/.
Yo declaro: «Aunque seáis dioses,
e hijos del Altísimo todos,
moriréis como cualquier hombre,
caeréis, príncipes, como uno de tantos.» R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 17,11-19
Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea.
Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.»
Al verlos, les dijo: «ld a presentaros a los sacerdotes.»
Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano.
Jesús tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?»
Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado.»
¿Cómo vivir esta Palabra?
“Desead, pues, mis palabras; ansiadlas, que ellas os instruirán”. Hemos de reconocer que todos tenemos algún poder dentro de la amplia gama que es la vida humana (por ejemplo, los alumnos tiene el poder de dejar o no dejar dar clase al profesor; el profesor tiene el poder de aprobar o suspender a los alumnos, el hijo pequeño tiene más poder afectivo que sus hermanos mayores…). También en esto del ejercicio del poder Jesús es nuestro modelo. Jesús, siendo Dios y con todo el poder del mundo en su haber, vino “a servir y no a ser servido”. Todo su poder, toda su sabiduría, todo su amor lo puso a favor de nosotros, sus hermanos. La pregunta que se impone es cómo ejercemos nuestro poder, los gobernantes el suyo y nosotros el nuestro. .
“El agradecimiento, un hijo de la bondad. Quien deja que la bondad se adueñe de su corazón es un agradecido. Sabe agradecer los favores, los regalos que recibe. Alguien ha dicho que “el agradecimiento es la memoria del corazón”. Pero no la de cualquier corazón, sino la de un corazón bueno. Nueve de los diez curados por Jesús tenían un corazón de piedra. Por eso, no fueron capaces de agradecer a Jesús el milagro de su curación. Jesús, de parte de Dios, vino a llenar la tierra y nuestros corazones de bondad y... de agradecimiento.
LA VOZ DE UN PERIODISTA
"Sólo es capaz de realizar los sueños el que, cuando llega la hora, sabe estar despierto".
León Daudet (1867-1942), periodista y novelista francés
León Daudet (1867-1942), periodista y novelista francés
Martes 12 de noviembre, 32 semana del tiempo ordinario
del libro de la Sabiduría 2,23-3,9
Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser; pero la muerte entró en el mundo por la envidia del diablo, y los de su partido pasarán por ella. En cambio, la vida de los justos está en manos de Dios, y no los tocará el tormento. La gente insensata pensaba que morían, consideraba su tránsito como una desgracia, y su partida de entre nosotros como una destrucción; pero ellos están en paz. La gente pensaba que cumplían una pena, pero ellos esperaban de lleno la inmortalidad; sufrieron pequeños castigos, recibirán grandes favores, porque Dios los puso a prueba y los halló dignos de si; los probó como oro en crisol, los recibió como sacrificio de holocausto; a la hora de la cuenta resplandecerán como chispas que prenden por un cañaveral; gobernarán naciones, someterán pueblos, y el Señor reinará sobre ellos eternamente. Los que confían en él comprenderán la verdad, los fieles a su amor seguirán a su lado; porque quiere a sus devotos, se apiada de ellos y mira por sus elegidos.
Salmo 33,2-3.16-17.18-19 R/. Bendigo al Señor en todo momento
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloria en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.
Los ojos del Señor miran a los justos,
sus oídos escuchan sus gritos;
pero el Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria. R/.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias;
el Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos. R/.
Evangelio
evangelio según san Lucas 17,7-10
En aquel tiempo, dijo el Señor: Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: "En seguida, ven y ponte a la mesa" ¿No le diréis: "Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú" ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer."
¿Cómo vivir esta Palabra?
Dios no quiere esclavos ni siervos. Quiere hijos, que no piensen en relaciones contractuales con él, que después de trabajar y servir no se sientan con derecho alguno, sino agradecidos por haber podido hacerlo y porque su Padre, Dios, depositó en ellos toda su confianza.
Al final –y al principio- el amor. Y, por el amor, el trabajo y el servicio. Y, además de amar, se sienten amados. Y se establece un clima de hogar, donde todos trabajan, todos sirven y todos comen. El Padre en su sitio; los hijos, en el suyo.
Ese clima requiere mucho hogar, mucha confianza, mucha familiaridad, mucha paternidad y no menos filiación. El evangelista se pregunta: “¿Tendrá que estar agradecido el Señor al criado porque ha hecho lo mandado?” Para el buen hijo, sobra “lo mandado”, porque se adelanta sabiendo la voluntad de su padre. Y cuando lo hace, es él quien tiene que estar filialmente agradecido porque pudo hacer aquello por su padre.
“¿Siervos inútiles?” El de la parábola no. Es alguien que hace lo que cree que debe hacer; alguien que cumple su oficio y misión. Añadid al cumplimiento la actitud del amor y, en lugar de siervos inútiles, seremos hijos e hijas muy felices, no tanto por lo que hacemos, sino por cómo lo hacemos. Hijos e hijas felices, no porque creamos haber solucionado los problemas del Padre, cuanto por haber podido estar con él y cerca de sus pertenencias, por ser parte de la familia, por ser tratados como hijos e hijas y por sentirnos así; por amar y sentirnos amados.
LA VOZ DE SAN PATRICIO
..dar a conocer el don de Dios y su “consolación eterna”. Sin temor y con confianza difundir en todas partes el nombre de Dios, con en fin de que después de mi muerte, deje una herencia a mis hermanos y a mis hijos, a tantos miles de hombres a quienes yo bauticé en el Señor.
11 noviembre, LUNES, 33 semana del tiempo ordinario
Sabiduría 1,1-7:
Amad la justicia, los que regís la tierra, pensad correctamente del Señor y buscadlo con corazón entero. Lo encuentran los que no exigen pruebas, y se revela a los que no desconfían. Los razonamientos retorcidos alejan de Dios, y su poder, sometido a prueba, pone en evidencia a los necios. La sabiduría no entra en alma de mala ley ni habita en cuerpo deudor del pecado. El espíritu educador y santo rehúye la estratagema, levanta el campo ante los razonamientos sin sentido y se rinde ante el asalto de la injusticia. La sabiduría es un espíritu amigo de los hombres que no deja impune al deslenguado; Dios penetra sus entrañas, vigila puntualmente su corazón y escucha lo que dice su lengua. Porque el espíritu del Señor llena la tierra y, como da consistencia al universo, no ignora ningún sonido.
Salmo 138 R/. Guíame, Señor, por el camino eterno
Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso. R/.
Todas mis sendas te son familiares.
No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
Me estrechas detrás y delante,
me cubres con tu palma.
Tanto saber me sobrepasa,
es sublime, y no lo abarco. R/.
¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro. R/.
Si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
me agarrará tu derecha. R/.
evangelio según san Lucas 17,1-6:
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Es inevitable que sucedan escándalos; pero ¡ay del que los provoca! Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le encajaran en el cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar. Tened cuidado. Si tu hermano te ofende, repréndelo; si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete veces en un día, y siete veces vuelve a decirte: "Lo siento", lo perdonarás.»
Los apóstoles le pidieron al Señor: «Auméntanos la fe.»
El Señor contestó: «Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: "Arráncate de raíz y plántate en el mar." Y os obedecería.»
¿Cómo vivir la Palabra?
Amad la justicia los que gobernáis la tierra, aunque el libro comienza exhortando a los gobernantes a amar la justicia, no pensemos que va dirigido solo a los políticos, sino que todos somos "gobernantes" sobre alguna parcela, empezando por la propia vida. .La Sabiduría es un Espíritu amigo del hombre, de todo ser humano, porque todos llevamos la huella, el parecido, la semejanza con quien nos ha hecho y sigue con nosotros.
Este Espíritu recomienda:
-El amor a la justicia
-Nos invita a pensar rectamente
-Mira a la limpieza y sencillez de corazón, al cumplimiento de la voluntad de Dios.
La Sabiduría exige una conducta recta y se manifiesta a los que confían en Dios, dirigiéndose no sólo a la inteligencia, sino también a la voluntad y a la sencillez del corazón:
- Invita a la inteligencia a pensar rectamente en Dios que es justo;
- hace relación a la voluntad para que obre justamente, practicando la Ley,
- mueve el corazón impulsándolo a la sencillez, para agradar a Dios, que tiene predilección con los humildes y sencillos.
Tres cualidades importantes para los gobernantes y para la vida diaria de cada uno de nosotros.
-Nos invita a pensar rectamente
-Mira a la limpieza y sencillez de corazón, al cumplimiento de la voluntad de Dios.
- hace relación a la voluntad para que obre justamente, practicando la Ley,
- mueve el corazón impulsándolo a la sencillez, para agradar a Dios, que tiene predilección con los humildes y sencillos.
Y la Sabiduría que habita en Jesús plenamente nos dice: Si tu hermano te ofende, repréndelo, si se arrepiente, perdónalo. Jesús nos pide, perdonar “hasta 7 veces 7”. Es decir, siempre. Al escuchar los apóstoles estas enseñanzas, se dan cuenta de lo difícil que es perdonar así, necesitan la ayuda de Dios para ello y piden fe. Necesitan la fuerza de la fe para perdonar con toda generosidad, también nosotros necesitamos una fe profunda, por eso digamos con ellos “Señor, aumenta nuestra fe”, no sólo iluminando nuestra mente, sino impulsándonos a obrar de acuerdo con la fe que profesamos en el seguimiento de Jesús.
LA VOZ DEL PAPA FRANCISCO
es bello que cuando nos damos cuenta de ser pecadores encontramos la misericordia de Dios, que siempre nos perdona. No lo olvidemos: Dios siempre perdona y nos recibe en su amor de perdón y de misericordia. Hay quien dice que el pecado es una ofensa a Dios, pero también una oportunidad de humillación para percatarse de que existe otra cosa más bella: la misericordia de Dios. Pensemos en esto.
10 noviembre, DOMINGO 32 DEL TIEMPO ORDINARIO
del segundo libro de los Macabeos 7, 1-2. 9-14
En aquellos días, arrestaron a siete hermanos con su madre. El rey los hizo azotar con látigos y nervios para forzarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la ley.El mayor de ellos habló en nombre de los demás:
–¿Qué pretendes sacar de nosotros? Estamos dispuestos a morir antes que quebrantar la ley de nuestros padres.
El segundo, estando para morir, dijo:
–Tú, malvado, nos arrancas la vida presente; pero, cuando hayamos muerto por su ley, el rey del universo nos resucitará para una vida eterna.
Después se divertían con el tercero. Invitado a sacar la lengua, lo hizo en seguida y alargó las manos con gran valor. Y habló dignamente:
–De Dios las recibí y por sus leyes las desprecio; espero recobrarlas del mismo Dios.
El rey y su corte se asombraron del valor con que el joven despreciaba los tormentos.
Cuando murió éste, torturaron de modo semejante al cuarto. Y cuando estaba a la muerte, dijo:
–Vale la pena morir a manos de los hombres cuando se espera que Dios mismo nos resucitará. Tú en cambio no resucitarás para la vida.
Sal 16, 1. 5-6. 8b y 15 R. Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor.
Señor, escucha mi apelación,atiende a mis clamores,
presta oído a mi súplica,
que en mis labios no hay engaño. R.
Mis pies estuvieron firmes en tus caminos,
y no vacilaron mis pasos.
Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío,
inclina el oído y escucha mis palabras. R.
A la sombra de tus alas escóndeme.
Yo con mi apelación vengo a tu presencia,
y al despertar me saciaré de tu semblante. R.
Lectura de la segunda carta del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses 2, 15 - 3, 5
Hermanos:Que Jesucristo nuestro Señor
y Dios nuestro Padre
–que nos ha amado tanto
y nos ha regalado un consuelo permanente
y una gran esperanza–
os consuele internamente y os dé fuerza
para toda clase de palabras y de obras buenas.
Por lo demás, hermanos,
rezad por nosotros,
para que la palabra de Dios siga el avance glorioso
que comenzó entre vosotros,
y para que nos libre de los hombres perversos y malvados;
porque la fe no es de todos.
El Señor que es fiel os dará fuerzas
y os librará del malo.
Por el Señor, estamos seguros de que ya cumplís
y seguiréis cumpliendo
todo lo que os hemos enseñado.
Que el Señor dirija vuestro corazón,
para que améis a Dios y esperéis en Cristo.
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 20, 27-38
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección y le preguntaron:Maestro, Moisés nos dejó escrito: «Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano.» Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella.
Jesús les contestó:
–En esta vida hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos, no se casarán. Pues ya no pueden morir., son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor: «Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob.» No es Dios de muertos sino de vivos: porque para él todos están vivos.
DECISIÓN DE CADA UNO
Jesús
no se dedicó a hablar mucho de la vida eterna. No pretende engañar a nadie
haciendo descripciones fantasiosas de la vida más allá de la muerte. Sin
embargo, su vida entera despierta esperanza. Vive aliviando el sufrimiento y liberando
del miedo a la gente. Contagia una confianza total en Dios. Su pasión es hacer
la vida más humana y dichosa para todos, tal como la quiere el Padre de todos.
Solo cuando un grupo de saduceos se le
acerca con la idea de ridiculizar la fe en la resurrección, a Jesús le brota de
su corazón creyente la convicción que sostiene y alienta su vida entera: Dios “no
es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos son vivos”.
Su fe
es sencilla. Es verdad que nosotros lloramos a nuestros seres queridos porque,
al morir, los hemos perdido aquí en la tierra, pero Jesús no puede ni
imaginarse que a Dios se le vayan muriendo esos hijos suyos a los que tanto
ama. No puede ser. Dios está compartiendo su vida con ellos porque los ha
acogido en su amor insondable.
El rasgo más preocupante de nuestro
tiempo es la crisis de esperanza. Hemos perdido el horizonte de un Futuro
último y las pequeñas esperanzas de esta vida no terminan de consolarnos. Este
vacío de esperanza está generando en bastantes la pérdida de confianza en la
vida. Nada merece la pena. Es fácil entonces el nihilismo total.
Estos tiempos de desesperanza, ¿no nos
están pidiendo a todos, creyentes y no creyentes, hacernos las preguntas más
radicales que llevamos dentro? Ese Dios del que muchos dudan, al que bastantes
han abandonado y por el que muchos siguen preguntando, ¿no será el fundamento
último en el que podemos apoyar nuestra confianza radical en la vida? Al final
de todos los caminos, en el fondo de todos nuestros anhelos, en el interior de
nuestros interrogantes y luchas, ¿no estará Dios como Misterio último de la
salvación que andamos buscando?
La fe se nos está quedando ahí,
arrinconada en algún lugar de nuestro interior, como algo poco importante, que
no merece la pena cuidar ya en estos tiempos. ¿Será así? Ciertamente no es
fácil creer, y es difícil no creer. Mientras tanto, el misterio último de la
vida nos está pidiendo una respuesta lúcida y responsable.
Esta respuesta es decisión de cada uno.
¿Quiero borrar de mi vida toda esperanza última más allá de la muerte como una
falsa ilusión que no nos ayuda a vivir? ¿Quiero permanecer abierto al Misterio
último de la existencia confiando que ahí encontraremos la respuesta, la
acogida y la plenitud que andamos buscando ya desde ahora? (J.A. Pagola)
9 noviembre, SÁBADO, fiesta de la dedicación de la basílica de Letrán
catedral de Roma, »madre de todas las iglesias de la Urbe y del Orbe»..., la iglesia más venerable de la cristiandad, dedicada inicialmente a Jesucristo Salvador y posteriormente a San Juan Bautista y a San Juan Evangelista. Consagrada en el año 324, desde el siglo XII toda la Iglesia, unida al papa, celebra el 9 de noviembre la dedicación de la primera catedral de la Iglesia, donada por el emperador Constantino hijo de santa Elena.
de la profecía de Ezequiel 47,1-2.8-9.12:
En aquellos días, el ángel me hizo volver a la entrada del templo. Del zaguán del templo manaba agua hacia levante –el templo miraba a levante–. El agua iba bajando por el lado derecho del templo, al mediodía del altar. Me sacó por la puerta septentrional y me llevó a la puerta exterior que mira a levante. El agua iba corriendo por el lado derecho.
Me dijo: «Estas aguas fluyen hacia la comarca levantina, bajarán hasta la estepa, desembocarán en el mar de las aguas salobres, y lo sanearán. Todos los seres vivos que bullan allí donde desemboque la corriente, tendrán vida; y habrá peces en abundancia. Al desembocar allí estas aguas, quedará saneado el mar y habrá vida dondequiera que llegue la corriente. A la vera del río, en sus dos riberas, crecerán toda clase de frutales; no se marchitarán sus hojas ni sus frutos se acabarán; darán cosecha nueva cada luna, porque los riegan aguas que manan del santuario; su fruto será comestible y sus hojas medicinales.»
Sal 45 R/. El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada
Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar. R/.
El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora. R/.
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:
pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe. R/.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (3,9-11.16-17):
Sois edificio de Dios. Conforme al don que Dios me ha dado, yo, como hábil arquitecto, coloqué el cimiento, otro levanta el edificio. Mire cada uno cómo construye. Nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo. ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros.
Lectura del santo evangelio según san Juan 2,13-22:
Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.»
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?»
Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»
Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
¿Cómo vivir esta Palabra?
La casa de mi Padre. La expresión indica que, en su obrar, Jesús se comporta como Hijo, que Él representa al Padre en el mundo. Habían transformado el culto a Dios en comercio. El templo no era el lugar debido para el encuentro con Dios, sino un mercado.
Jesús ataca la institución central de Israel, el templo, símbolo del pueblo y de la elección. Denuncia que ha sido usurpada al templo su función histórica: ser símbolo de la morada de Dios en medio de su pueblo. La primera reacción al gesto de Jesús viene de parte de los discípulos, que lo asocian al salmo 69,10: “el celo por tu casa me devorará”. La segunda reacción viene de parte de los sumos sacerdotes, que reaccionan en nombre de los vendedores: “qué señal nos muestras para hacer estas cosas” (V.18). Le piden un signo; él les da el de su muerte: “destruid este templo y en tres días lo reedificaré” (v.19).
Jesús es el templo que asegura la presencia de Dios en el mundo, la presencia de su amor; la muerte en cruz hará de Él el templo único y definitivo de Dios. El templo construido por manos de hombre ha caído; Jesús lo sustituirá, porque Él es ahora la presencia de Dios en el mundo; en Él está presente el Padre.
¿He comprendido que el signo del amor de Dios para mi es su Persona, Jesús crucificado?
LA VOZ DE ORÍGENES (teológo del siglo II)
Todos nosotros, creyentes en Cristo Jesús somos llamados “piedras vivas” según la palabra de la Escritura: “también vosotros, como piedras vivas, vais construyendo un templo espiritual dedicado a un sacerdocio santo, para ofrecer, por medio de Jesucristo, sacrificios espirituales agradables a Dios.” (1PEDRO 2,5)
8 noviembre, VIERNES, 31 semana del tiempo ordinario
san Pablo a los Romanos 15,14-21
Respecto a vosotros, hermanos, yo personalmente estoy convencido de que rebosáis buena voluntad y de que os sobra saber para aconsejaros unos a otros. A pesar de eso, para traeros a la memoria lo que ya sabéis, os he escrito, a veces propasándome un poco. Me da pie el don recibido de Dios, que me hace servidor de Cristo Jesús para con los gentiles: mi servicio consiste en anunciar la buena noticia de Dios, para que la ofrenda de los gentiles, consagrada por el Espíritu Santo, agrade a Dios. Como cristiano, pongo mi orgullo en lo que a Dios se refiere. Sería presunción hablar de algo que no fuera lo que Cristo hace por mi medio para que los gentiles respondan a la fe, con mis palabras y acciones, con la fuerza de señales y prodigios, con la fuerza del Espíritu Santo. Tanto, que en todas partes, a partir de Jerusalén y llegando hasta la Iliria, lo he dejado todo lleno del Evangelio de Cristo. Eso sí, para mí es cuestión de amor propio no anunciar el Evangelio más que donde no se ha pronunciado aún el nombre de Cristo; en vez de construir sobre cimiento ajeno, hago lo que dice la Escritura: «Los que no tenían noticia lo verán, los que no habían oído hablar comprenderán.»
Salmo 97 R/. El Señor revela a las naciones su victoria
Cantad al Señor un cántico nuevo
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.
Evangelio según san Lucas 16,1-8
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Había una vez un hombre rico que tenía un administrador, el cual fue acusado ante él de haberle malgastado sus bienes. Lo llamó y le dijo: "¿Es cierto lo que me han dicho de ti? Dame cuenta de tu trabajo, porque en adelante ya no serás administrador." Entonces el administrador se puso a pensar: "¿Qué voy a hacer ahora que me quitan el trabajo? No tengo fuerzas para trabajar la tierra y me da vergüenza pedir limosna. Ya sé lo que voy a hacer, para tener a alguien que me reciba en su casa, cuando me despidan." Entonces fue llamando uno por uno a los deudores de su amo. Al primero le preguntó: "¿Cuánto le debes a mi amo?" El hombre respondió: "Cien barriles de aceite." El administrador le dijo: "Toma tu recibo, date prisa y haz otro por cincuenta." Luego preguntó al siguiente: "Y tú, ¿cuánto debes?" Éste respondió: "Cien sacos de trigo." El administrador le dijo: "Toma tu recibo y haz otro por ochenta." El amo tuvo que reconocer que su mal administrador había procedido con habilidad. Pues los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen a la luz».
¿Cómo vivir esta Palabra?
Jesús se dirige a sus discípulos y no a los fariseos, y a través de sus discípulos, a los cristianos de todos los tiempos. Está parábola del administrador injusto nos puede parecer un poco extraña porque alaba la astucia de un hombre que no es honrado. Pero esta parábola no incita a ser injusto, sino a "copiar" su habilidad ante las dificultades y cambiar el desafío en una oportunidad, en no venirse abajo sino creativos para superar lo que parece insuperable. No nos invita por tanto a gastar los bienes ajenos, sino a ser astutos para "cambiar" el futuro.
El administrador injusto es un hijo de este mundo. Se deja ganar por las cosas terrenas, y se aprovecha sin escrúpulos de lo que le puede proporcionar ventaja para su vida terrena, para ganar más y para tener más.
Sin embargo los hijos de la luz, los que seguimos a Jesús y hemos recibido también un encargo de ser administradores de su Palabra ¿somos astutos y nos esforzamos con habilidad en la misión encomendada? ¿Sabemos transformar las dificultades en oportunidades?
LA VOZ DE TERESA DEL NIÑO JESÚS
No hay que hacer más que amarle, sin mirarse una a sí misma, sin examinar demasiado los propios defectos...Tu Teresa no se encuentra en este momento en las alturas, pero Jesús la enseña a sacar provecho de todo, del bien y del mal que halla en sí. La enseña a jugar a la banca del amor, o mejor, no, él juega por ella sin decirle cómo se las ingenia, pues eso es asunto suyo y no de Teresa. Lo que ella tiene que hacer es abandonarse, entregarse sin reservarse nada, ni siquiera la alegría de saber cuánto rinde su banca...
7 noviembre, jueves, 31 semana del tiempo ordinario
san Pablo a los Romanos 14, 7- 12
Ninguno de nosotros vive para sí mismo ni muere para sí mismo: si vivimos, para el Señor vivimos, y si morimos, para el Señor morimos. Por lo tanto, ya sea que estemos vivos o que hayamos muerto, somos del Señor. Porque Cristo murió y resucitó para ser Señor de vivos y muertos. Pero tú, ¿por qué juzgas mal a tu hermano? ¿Por qué lo deprecias? Todos vamos a comparecer ante el tribunal de Dios, como dice la Escritura: Juro por mí mismo, dice el Señor, que todos doblarán la rodilla ante mí y todos reconocerán públicamente que yo soy Dios. En resumen, cada uno de nosotros tendrá que dar cuenta de sí mismo a Dios.Salmo 26 R/. El Señor es mi luz y mi salvación
El Señor es mi luz y mi salvación,¿a quién voy a tenerle miedo?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién podrá hacerme temblar? R/.
Lo único que pido, lo único que busco
es vivir en la casa del Señor toda mi vida,
para disfrutar las bondades del Señor
y estar continuamente en su presencia. R/.
Espero ver la bondad del Señor
en esta misma vida.
Ármate de valor y fortaleza
y confía en el Señor. R/.
Evangelio según san Lucas 15, 1-10
En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharlo; por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sí: «Este recibe a los pecadores y come con ellos.»
Jesús les dijo entonces esta parábola: «Quién de ustedes si tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va en busca de la que se perdió hasta encontrarla? Y una vez que la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría; y al llegar a su casa reúne a los amigos y les dice: Alégrense conmigo, porque ya encontré la oveja que se me había perdido. Yo les aseguro: también en el cielo habrá más alegría por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse. ¿Y qué mujer hay que si tiene diez monedas de plata y pierde una, ¿no enciende luego una lámpara, barre la casa y la busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas y les dice: Alégrense conmigo, porque ya encontré la moneda que se me había perdido. Yo les aseguro que así también se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se arrepiente.»
¿Cómo vivir esta Palabra?
Cristo Resucitado ha vencido la muerte y es con el Padre y el Espíritu la fuente inagotable de la vida. Si nos mantenemos en Él estaremos ¡vivos siempre! Lo comenzado aquí en la tierra continua para siempre. De su mano nos encontramos y encontraremos con la misericordia del Padre y experimentamos la alegría que nadie nos puede quitar. Y de alegría van los ejemplos que el Señor nos pone en el evangelio de hoy. Dejamos esta palabras de san Ambrosio sobre la misericordia:
No carece de significado que Lucas nos haya presentado tres parábolas seguidas: La oveja perdida se había descarriado y fue recobrada, la dracma perdida fue hallada; el hijo pródigo que daban por muerto lo recobraron con vida, para que, solicitados por este triple remedio, nosotros curásemos nuestras heridas. ¿Quién es este padre, este pastor, esta mujer? ¿No es Dios Padre, Cristo, la Iglesia? Cristo que ha cargado con tus pecados te lleva en su cuerpo; la Iglesia te busca; el Padre te acoge. Como un pastor, te conduce; como una madre, te busca; como un padre te viste de gala. Primero la misericordia, después la solicitud, luego la reconciliación.
Cada detalle conviene a cada uno: el Redentor viene en ayuda, la Iglesia asiste, el Padre se reconcilia. La misericordia de la obra divina es la misma, pero la gracia varía según nuestros méritos. La oveja cansada es conducida por el pastor, la dracma perdida es hallada, el hijo vuelve donde su padre y vuelve plenamente arrepentido de su mala vida...
Alegrémonos, pues, que esta oveja que había perecido en Adán sea recogida en Cristo. Los hombros de Cristo son los brazos de la cruz; aquí he clavado mis pecados, aquí, en el abrazo de este patíbulo he descansado.
Cada detalle conviene a cada uno: el Redentor viene en ayuda, la Iglesia asiste, el Padre se reconcilia. La misericordia de la obra divina es la misma, pero la gracia varía según nuestros méritos. La oveja cansada es conducida por el pastor, la dracma perdida es hallada, el hijo vuelve donde su padre y vuelve plenamente arrepentido de su mala vida...
Alegrémonos, pues, que esta oveja que había perecido en Adán sea recogida en Cristo. Los hombros de Cristo son los brazos de la cruz; aquí he clavado mis pecados, aquí, en el abrazo de este patíbulo he descansado.
(San Ambrosio (c. 340-397), obispo de Milán y doctor de la Iglesia )