6 noviembre, MIÉRCOLES, 31 semana del tiempo ordinario
san Pablo a los Romanos 13,8-10
A nadie le debáis nada, más que amor; porque el que ama a su prójimo tiene cumplido el resto de la ley. De hecho, el «no cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no envidiarás» y los demás mandamientos que haya, se resumen en esta frase: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» Uno que ama a su prójimo no le hace daño; por eso amar es cumplir la ley entera.
Salmo 111 R/. Dichoso el que se apiada y presta
Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita. R/.
En las tinieblas brilla
como una luz el que es justo,
clemente y compasivo.
Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos. R/.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad. R/.
evangelio según san Lucas 14,25.33
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: «Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mi no puede ser discípulo mio. Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: "Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar. ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.»
¿Cómo vivir esta Palabra?
¿Tienes alguna deuda? ¿te preocupa? Lo normal es que uno no quiera tener deudas y es mejor no tenerlas. Pablo nos dice que “A nadie le debáis nada, más que amor”. Es toda una llamada de atención a vivir en paz, sin deudas, devolviendo lo prestado en un momento dado o habiendo pagado lo que se debía. Pero aún así si tenemos una deuda con el otro, aunque no le debamos aparentemente nada, le deberemos amor porque siempre podemos amar un poquito más de lo que ya lo hacemos o empezar a amar a quien no nos cae bien.
Es genial la expresión "Amar es cumplir la ley entera". Pablo ha llegado a la síntesis cristiana que el mismo Jesús propuso: amaos como yo os he amado. Para un judío tan preocupado por el cumplimiento de la Ley, de los mandatos de Dios ¡y eran tantos! llegar a decir esto significa "una caída del caballo tremenda", es decir, bajarse de los propios esquemas para entrar en los de Dios practicándolo. El amor es el resumen de la ley… y del seguimiento de Jesús. Lo central de Jesús fue amarnos hasta el extremo. Tenemos que seguir sus pasos.
Y para amar hay que desprenderse, vaciarse, dejar que el Amor inunde todo el ser, significa antes vaciarse de sí mismo, aun de los afectos más naturales, para dar entrada al auténtico amor, que no quitará el amor a la propia familia, sino que le dará un horizonte nuevo a la luz del auténtico camino del amor que propone y vivió Jesús. Dejarle a Él (el Amor encarnado) ser Él totalmente en nosotros, nos hará amar como Él ama y a cuanto Él ama. Es lo que nos pide Jesús en el evangelio de hoy: “El que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío”
La voz de un inventor
Que algo no funcione como tú esperabas no quiere decir que sea inútil."
Thomas Alva Edison (1847-1931), físico e inventor estadounidense
5 de noviembre, MARTES 31 SEMANA del tiempo ordinario
Pablo a los Romanos 12, 5-16ª
Hermanos: Nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, pero cada miembro está al servicio de los otros miembros. Los dones que poseemos son diferentes, según la gracia que se nos ha dado, y se han de ejercer así: si es la profecía, teniendo en cuenta a los creyentes; si es el servicio, dedicándose a servir; el que enseña, aplicándose a enseñar; el que exhorta, a exhortar; el que se encarga de la distribución, hágalo con generosidad; el que preside, con empeño; el que reparte la limosna, con agrado.
Que vuestra caridad no sea una farsa; aborreced lo malo y apegaos a lo bueno. Como buenos hermanos, sed cariñosos unos con otros, estimando a los demás más que a uno mismo. En la actividad, no seáis descuidados; en el espíritu, manteneos ardientes. Servid constantemente al Señor. Que la esperanza os tenga alegres: estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración. Contribuid en las necesidades de los santos; practicad la hospitalidad. Bendecid a los que os persiguen; bendecid, sí, no maldigáis. Con los que ríen, estad alegres; con los que lloran, llorad. Tened igualdad de trato unos con otros: no tengáis grandes pretensiones, sino poneos al nivel de la gente humilde.
Salmo 130 R/. Guarda mi alma en la paz junto a ti, Señor
Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad. R/.
Sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre. R/.
Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre. R/.
evangelio según san Lucas 14, 15-24
En aquel tiempo, uno de los comensales dijo a Jesús: «¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios!» Jesús le contestó: «Un hombre daba un gran banquete y convidó a mucha gente; a la hora del banquete mandó un criado a avisar a los convidados: "Venid, que ya está preparado." Pero ellos se excusaron uno tras otro. El primero le dijo: "He comprado un campo y tengo que ir a verlo. Dispénsame, por favor." Otro dijo: "He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas. Dispénsame, por favor." Otro dijo: "Me acabo de casar y, naturalmente, no puedo ir." El criado volvió a contárselo al amo. Entonces el dueño de casa, indignado, le dijo al criado: "Sal corriendo a las plazas y calles de la ciudad y tráete a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos." El criado dijo: "Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía queda sitio." Entonces el amo le dijo: "Sal por los caminos y senderos e insísteles hasta que entren y se me llene la casa." Y os digo que ninguno de aquellos convidados probará mi banquete.»
¿Cómo vivir esta Palabra?
Hoy, en la página evangélica, se nos habla de banquetes, de invitaciones, de llamadas apremiantes y un tanto comprometedoras. La invitación es para todos; la entrada libre. Pero no se puede acudir de cualquier forma, quizá para indicar que no se puede entrar al banquete sin percatarse antes de quién es el que invita y por qué lo hace.
El criado es una persona modélica, dócil y obediente. Parece existir una buenísima relación entre amo y criado. Este va a donde el amo le envía, y transmite el mensaje encomendado. Como si estuviera a gusto con servir a tal señor.
Nosotros, “criados”, como el del Evangelio, felices de contar con Dios como Señor, y, sobre todo, de que Dios todavía cuente con nosotros. Y felices de ser enviados a los caminos, plazas y calles a anunciar su mensaje, en particular, a los pobres, lisiados, ciegos y cojos, con pobrezas y cegueras no sólo físicas sino vitales, anímicas, espirituales. Aquí estamos contentos y, a veces, preocupados porque tampoco logramos entusiasmar a los que hemos sido enviados. ¿Será que no hablamos con “autoridad” como decían las gentes que hablaba Jesús? ¿Será que no somos creíbles? ¿O será que a nosotros lo que nos corresponde es sólo el anuncio del banquete preparado, eso sí, con palabras, vida y conducta, y volver, luego, a contárselo al Señor?
“Insistid hasta que se llene mi casa”. Y el criado salió. Y salimos a diario, siguiendo la consigna insistente del Papa Francisco, invitando a cuantos nos encontramos al “banquete” del Señor. Y, como en los tiempos de Jesús, sigue habiendo “hartos”, displicentes y desconfiados con las ofertas que se les hace, atendiendo más a sus negocios y dineros con los que creen poder gozar de los banquetes que quieran. Y hay también “ricos”, como Zaqueo, deseosos de ver a Jesús y de aceptar su oferta. Y pobres, algunos mal vistos como los publicanos, pero con buen corazón; y personas con oficios no muy recomendables, a quienes Jesús juzga de otra forma, porque ve su corazón noble y su mucho amor, capaces de secundar la invitación del Señor. A Dios no le importa lo externo, sino el corazón y el alma, su limpieza, su bondad y su amor.
La voz de san Ambrosio de Milán
En su clemencia, el Señor invita a todo el mundo, pero es nuestra desidia o nuestra desviación quien nos aleja de él.
4 de noviembre, LUNES 31 SEMANA del tiempo ordinario
Romanos 11,29-36:
Los dones y la llamada de Dios son irrevocables. Vosotros, en otro tiempo, erais rebeldes a Dios; pero ahora, al rebelarse ellos, habéis obtenido misericordia. Así también ellos, que ahora son rebeldes, con ocasión de la misericordia obtenida por vosotros, alcanzarán misericordia. Pues Dios nos encerró a todos en la rebeldía para tener misericordia de todos. ¡Qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento, el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos! ¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién fue su consejero? ¿Quién le ha dado primero, para que él le devuelva? Él es el origen, guía y meta del universo. A él la gloria por los siglos. Amén.Salmo 68 R/. Que me escuche, Señor, tu gran bondad
evangelio según san Lucas 14,12-14:
En aquel tiempo, dijo Jesús a uno de los principales fariseos que lo había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.»¿Cómo vivir esta Palabra?
Sabemos que algunos judíos iban contra el anuncio del Evangelio de Cristo, creyendo que se anteponía a la elección que Dios había hecho anteriormente del pueblo de Israel.
Pablo les recuerda que la vocación y los dones de Dios son irrevocables; que la elección que Dios había hecho por su pueblo no era rechazada, por el contrario, así como anteriormente, los paganos eran los rebeldes contra Dios, porque no le conocían y por su conversión al Evangelio han conseguido la misericordia de Dios; ahora, Dios, permite la rebelión de Israel, para que ellos también, puedan alcanzar la misericordia que Dios otorga a todos los que aceptan el Evangelio. Todos necesitamos la misericordia que Él nos concede ahora por medio de Jesucristo. Y, ensalzando esa gran misericordia de Dios, su sabiduría, su omnipotencia, Pablo, continúa con este hermoso himno a la sabiduría e insondable misericordia de Dios, que es abismo de generosidad, incomprensible por lo elevado de sus decisiones, que nadie puede conocer la mente de Dios, nadie sabe sus caminos. Por todo ello El merece todo honor y toda gloria.
Jesús nos da una hermosa lección: hacer las cosas en total gratuidad, sin egoísmos, sólo por amor, sin esperar recompensa, ésta nos la dará nuestro Padre gratuitamente.
Resulta fácil compartir lo que tenemos con los amigos y con los grandes de la tierra, (en la mentalidad judía, quedaba la obligación de invitar a quien te había invitado, por cortesía y para no deber nada), por tanto, la invitación en muchos casos redundaba en beneficio del que invitaba, al recibir la recompensa, podía ser un compartir para recibir; pero, ser solidarios, compartir con los que no tienen nada, de los que no podemos esperar nada, porque no van a poder recompensarnos, eso es verdadera muestra de amor al prójimo, amor de ágape, que busca y goza haciendo el bien sin esperar recompensa. Esta es la enseñanza que Jesús nos da hoy.
Sólo cuando compartimos con amor, sin egoísmo, sin esperar retribución alguna encontramos la felicidad de dar. No olvidemos: hay más gozo en dar que en recibir.
La voz de Teresa del Niño Jesús
(del manuscrito autobiográfico 28)
quiero ser amable con todas (y especialmente con las hermanas menos amables) por agradar a Jesús y seguir el consejo que él da en el Evangelio, poco más o menos en estos términos: “Cuando des un banquete, no invites a tus parientes ni a tus amigos, porque corresponderán invitándote y así quedarás pagado. Invita a pobres, cojos, paralíticos; dichoso tú, porque no pueden pagarte: tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará”. ¿Y qué banquete puede ofrecer una carmelita a sus hermanas sino un banquete espiritual compuesto de caridad atenta y gozosa?
3 de noviembre, DOMINGO 31 del tiempo ordinario
Sabiduría 11, 23 - 12, 2
Señor, el mundo entero es ante ti como un grano de arena en la balanza, como gota de rocío mañanero que cae sobre la tierra.
Te compadeces de todos, porque todo lo puedes,
cierras los ojos a los pecados de los hombres,
para que se arrepientan.
Amas a todos los seres y no odias nada de lo que has hecho;
si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado.
Y ¿cómo subsistirían las cosas si tú no lo hubieses querido?
¿Cómo conservarían su existencia, si tú no las hubieses llamado?
Pero a todos perdonas, porque son tuyos, Señor, amigo de la vida.
En todas las cosas está tu soplo incorruptible.
Por eso corriges poco a poco a los que caen; a los que pecan les recuerdas su pecado, para que se conviertan y crean en ti, Señor.
Salmo 144 R. Te ensalzaré, Dios mío, mi Rey.
Te ensalzaré, Dios mío, mi Rey,
bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día te bendeciré,
y alabaré tu nombre por siempre jamás. R.
El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad,
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R.
El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan. R.
Lectura de la segunda carta del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses 1, 11 - 2, 2
Hermanos:
Siempre rezamos por vosotros, para que nuestro Dios
os considere dignos de vuestra vocación;
para que con su fuerza os permita cumplir
buenos deseos y la tarea de la fe;
y para que así Jesús nuestro Señor sea vuestra gloria
y vosotros seáis la gloria de él,
según la gracia de Dios y del Señor Jesucristo.
Os rogamos a propósito de la última venida
de nuestro Señor Jesucristo
y de nuestro encuentro con él,
que no perdáis fácilmente la cabeza
ni os alarméis por supuestas revelaciones,
dichos o cartas nuestras:
como si afirmásemos que el día del Señor está encima.
Evangelio según San Lucas 19, 1-10
En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad.
Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo:
–Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.
El bajó en seguida, y lo recibió muy contento.
Al ver ésto, todos murmuraban diciendo:
–Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.
Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor:
–Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.
Jesús le contestó:
–Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán.
Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido
PARA JESÚS NO HAY CASOS PERDIDOS
Jesús alerta con frecuencia sobre el
riesgo de quedar atrapados por la atracción irresistible del dinero. El deseo
insaciable de bienestar material puede echar a perder la vida de una persona.
No hace falta ser muy rico. Quien vive esclavo del dinero termina encerrado en
sí mismo. Los demás no cuentan. Según Jesús, “donde esté vuestro tesoro, allí
estará vuestro corazón.
Esta visión del peligro deshumanizador
del dinero no es un recurso del Profeta indignado de Galilea. Diferentes
estudios analizan el poder del dinero como una fuerza ligada a pulsiones
profundas de autoprotección, búsqueda de seguridad y miedo a la caducidad de
nuestra existencia.
Sin embargo, para Jesús, la atracción
del dinero no es una especie de enfermedad incurable. Es posible liberarse de
su esclavitud y empezar una vida más sana. El rico no es “un caso perdido”. Es
muy esclarecedor el relato de Lucas sobre el encuentro de Jesús con un hombre
rico de Jericó.
Al atravesar la ciudad, Jesús se
encuentra con una escena curiosa. Un hombre de pequeña estatura ha subido a una
higuera para poder verlo de cerca. No es desconocido. Se trata de un rico,
poderoso “jefe de recaudadores”. Para la gente de Jericó, un ser
despreciable, un recaudador corrupto y sin escrúpulos como casi todos. Para los
sectores religiosos, “un pecador” sin conversión posible, excluido de
toda salvación.
Sin embargo, Jesús le hace una
propuesta sorprendente: “Zaqueo, baja en seguida porque tengo que alojarme
en tu casa”. Jesús quiere ser acogido en su casa de pecador, en el mundo de
dinero y de poder de este hombre despreciado por todos. Zaqueo bajó en seguida
y lo recibió con alegría. No tiene miedo de dejar entrar en su vida al Defensor
de los pobres.
Lucas no explica lo que sucedió en
aquella casa. Sólo dice que el contacto con Jesús transforma radicalmente al
rico Zaqueo. Su compromiso es firme. En adelante pensará en los pobres:
compartirá con ellos sus bienes. Recordará también a las víctimas de las que ha
abusado: les devolverá con creces lo robado. Jesús ha introducido en su vida
justicia y amor solidario.
El relato concluye con unas palabras
admirables de Jesús: “Hoy ha entrado la salvación en esta casa. También este
es hijo de Abraham. Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo
que estaba perdido”. También los ricos se pueden convertir. Con Jesús todo
es posible. No lo hemos de olvidar nadie. El ha venido para buscar y salvar lo
que nosotros podemos estar echando a perder. Para Jesús no hay casos perdidos.
2 de noviembre, SÁBADO, conmemoración de todos los difuntos
Job 19,1.23-27a
Respondió Job a sus amigos: "¡Ojalá se escribieran mis palabras, ojalá se grabaran en cobre, con cincel de hierro y en plomo se escribieran para siempre en la roca! Yo sé que está vivo mi Redentor, y que al final se alzará sobre el polvo: después que me arranquen la piel, ya sin carne, veré a Dios; yo mismo lo veré, y no otro, mis propios ojos lo verán."
Salmo Responsorial: "A ti, Señor, levanto mi alma."
Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor. R.
Ensancha mi corazón oprimido
y sácame de mis tribulaciones.
Mira mis trabajos y mis penas
y perdona todos mis pecados. R.
Guarda mi vida y líbrame,
no quede yo defraudado de haber acudido a ti.
La inocencia y la rectitud me protegerán,
porque espero en ti. R.
Segunda Lectura: Filipenses 3,20-21
Hermanos: Nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo.
Evangelio: Marcos 15,33-39;16,1-6
Al llegar el mediodía, toda la región quedó en tinieblas hasta media tarde. Y, a la media tarde, Jesús clamó con voz potente: "Eloí, Eloí, lamá sabaktaní". (Que significa: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?") Algunos de los presentes, al oírlo, decían: "Mira, está llamando a Elías." Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber, diciendo: "Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo." Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo: "Realmente este hombre era Hijo de Dios."
Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago, y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús. Y muy temprano, el primer día de la semana, al salir el sol, fueron al sepulcro. Y se decían unas a otras: "¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?" Al mirar, vieron que la piedra estaba corrida, y eso que era muy grande. Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de blanco. Y se asustaron. Él les dijo: "No os asustéis. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? No está aquí. Ha resucitado. Mirad el sitio donde lo pusieron."
¿Cómo vivir esta Palabra?
Popularmente la vida es “una de las caras de la moneda”, siendo la muerte “la otra”. Desde la experiencia cristiana, comparando nuestra existencia con esa moneda, diríamos que si la vida es una de sus caras, la resurrección es la otra; no la muerte. ¿Qué es entonces la muerte? El paso de la una a la otra. La muerte no es el final, sino el medio para alcanzar la promesa. Es decir, si la vida nos lleva a la muerte y a través de ésta llegamos a la resurrección, la vida es el itinerario hacia la resurrección (vida nueva), siendo el último peldaño la muerte.
Así nos lo explican las lecturas de hoy. Job remarca los tres momentos claramente: estar vivo y saberse que se estará muerto (cuando me arranquen la piel, ya sin carne), pero también sabe que él -y no otra persona- verá a su Redentor. Si la muerte no fuera un tránsito sino el final, no podría tener la certeza de dos cosas: que su Redentor está vivo y que él necesita vivir de otra manera para poderlo ver. Esta misma idea se resalta en la carta a los Filipenses y en el evangelio de Marcos. En la primera, se nos anuncia que nuestro cuerpo tiene que ser transformado, según el modelo de su (de Cristo) cuerpo glorioso, para poder estar en la ciudad que nos corresponde (el Cielo). Por su parte, el texto evangélico es muy gráfico cuando narra la visita de las mujeres a la tumba y se la encuentran vacía: “No os asustéis ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? No está aquí. Ha resucitado.” El que estaba vivo fue muerto; pero no quedó ahí, sino que la persona ha resucitado y está en la vida nueva. Por tanto, no tenemos que temer por la muerte, sino prepararnos para ella.
La vida presente, vivida con Cristo, nos hace pregustar ya la futura viviendo sin vivir en nosotros, porque tan alta vida esperamos, que morimos porque no morimos o sabiendo que ya no somos nosotros quienes vivimos en nosotros, sino que es Cristo quien habita en nosotros.
LA VOZ DE UN MONJE
La gente piadosa, prudente y buena no vive asustada por la muerte por la gran esperanza que tienen. Todos los días piensan en la muerte como si fuera un éxodo y el día último en el que nacerán los hijos de Adán. (Afraates, SIGLO IV)monje, obispo cerca de Mossul, Las Orientaciones, nº 22, SC 359
1 noviembre, FIESTA DE TODOS LOS SANTOS
Apocalipsis 7, 2-4. 9-14
Yo, Juan, vi a otro ángel que subía del oriente llevando el sello del Dios vivo. Gritó con voz potente a los cuatro ángeles encargados de dañar a la tierra y al mar, diciéndoles:
–«No dañéis a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que marquemos en la frente a los siervos de nuestro Dios.»
Oí también el número de los marcados, ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de Israel.
Después de esto apareció en la visión una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritaban con voz potente:
–«¡La victoria es de nuestro Dios,
que está sentado en el trono,
y del Cordero!»
Y todos los ángeles que estaban alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro vivientes cayeron rostro a tierra ante el trono, y rindieron homenaje a Dios, diciendo:
–«Amén.
La alabanza y la gloria y la sabiduría
y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza
son de nuestro Dios,
por los siglos de los siglos. Amén.»
Y uno de los ancianos me dijo:
–«Ésos que están vestidos con vestiduras blancas ¿quiénes son y de dónde han venido?»
Yo le respondí:
–«Señor mío, tú lo sabrás.»
Él me respondió.
–«Éstos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero.»
Salmo 23, 1-2. 3-4ab. 5-6 R. Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor.
de la primera carta del apóstol san Juan 3, 1-3
Queridos hermanos:
Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!
El mundo no nos conoce porque no le conoció a él.
Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manífieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
Todo el que tiene esperanza en él se purifica a sí, mismo, como él es puro.
evangelio según san Mateo 5, 1-12a
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentio, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles:
–«Dichosos los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos los sufridos,
porque ellos heredarán la tierra.
Dichosos los que lloran,
porque ellos serán consolados.
Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia,
porque ellos quedarán saciados.
Dichosos los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz,
porque ellos se llamarán los Hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.»
¿Cómo vivir esta Palabra?
Para vivir las Bienaventuranzas basta con empezar por la primera y las demás van viniendo en cascada:
¿cómo es posible que los pobres puedan ser felices? El pobre en la Biblia es aquel que se vacía de si mismo y sobre todo renuncia a la presunción de construir su presente y futuro de modo autónomo, para dejar, por el contrario, más espacio y atención al proyecto de Dios y a su Palabra. El pobre, siempre en sentido bíblico, no es un hombre cerrado en sí mismo, miserable, sino que nutre una apertura a Dios y a los demás. Dios representa toda su riqueza. Podríamos decir con Santa Teresa de Ávila: felices son los que hacen la experiencia del “¡Sólo Dios basta!”, en el sentido de que son ricos de Dios.Hasta que uno o una no vacía su corazón, Dios no puede llenarlo de sí. En cuanto y en la medida que de todo vacíe su corazón, el Señor lo llena. La pobreza es el vacío, no sólo en lo referente al futuro, sino también en lo que se refiere al pasado. Ningún lamento o recuerdo, ninguna ansia o deseo. Dios no está en el pasado. Dios no está en el futuro. ¡Él es la presencia! Deja a Dios tu pasado, deja a Dios tu futuro. Tu pobreza es vivir en el acto que vives, la presencia pura de Dios que es la Eternidad.
Felices los pobres es la primera bienaventuranza, no sólo porque da inicio a la serie, sino porque parece condensar las variedades específicas de las otras. Y de esto dan testimonio todos los santos y santas del cielo que hoy celebrados, conocidos y anónimos, todos hicieron esta experiencia de "vaciarse de sí" para dejar a Dios ser Dios en la propia vida, empezando por María y así fueron y son lo mejor de sí mismos, ellos mismos auténticamente, santaamente.
Tú, Señor, trátame bien, por tu nombre,
En aquella ocasión, se acercaron unos fariseos a decirle: «Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte.»
Atiende y respóndeme, Señor, Dios mío;
En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
En aquel tiempo, decía Jesús: «¿A qué se parece el reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Se parece a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; crece, se hace un arbusto y los pájaros anidan en sus ramas.»
Si el fermento mezclado con la harina no transforma toda la masa, ¿acaso se trata de un fermento genuino? Y, también, si acercando un perfume no esparce olor, ¿acaso llamaríamos a esto perfume?
El cielo proclama la gloria de Dios,
El Señor es un Dios justo
Bendigo al Señor en todo momento,
Querido hermano:
En aquel tiempo, dijo Jesús esta parábola por algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos, y despreciaban a los demás:
En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían.
LA VOZ DE San León Magno (?-c. 461), papa y doctor de la Iglesia
porque me fío de tus mandatos. R/.
Tú eres bueno y haces el bien;
instrúyeme en tus leyes. R/.
Que tu bondad me consuele,
según la promesa hecha a tu siervo. R/.
Cuando me alcance tu compasión, viviré,
y mis delicias serán tu voluntad. R/.
Jamás olvidaré tus decretos,
pues con ellos me diste vida.R/.
Soy tuyo, sálvame,
que yo consulto tus leyes. R/.
La voz de concilio Vaticano II
"La unión de los miembros de la Iglesia peregrina con los hermanos que durmieron en la paz de Cristo de ninguna manera se interrumpe. Más aún, según la constante fe de la Iglesia, se refuerza con la comunicación de los bienes espirituales" (Lumen Gentium 49).
31 de octubre, JUEVES, 30 semana del tiempo ordinario
Pablo a los Romanos 8, 31b – 39
Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? ¿Dios, el que justifica? ¿Quién condenará? ¿Será acaso Cristo, que murió, más aún, resucitó y está a la derecha de Dios, y que intercede por nosotros? ¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿la aflicción?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?, como dice la Escritura: «Por tu causa nos degüellan cada día, nos tratan como a ovejas de matanza.» Pero en todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Salmo 108, R/. Sálvame, Señor, por tu bondad
Tú, Señor, trátame bien, por tu nombre,
líbrame con la ternura de tu bondad;
que yo soy un pobre desvalido,
y llevo dentro el corazón traspasado. R/.
Socórreme, Señor, Dios mío,
sálvame por tu bondad.
Reconozcan que aquí está tu mano,
que eres tú, Señor, quien lo ha hecho. R/.
Yo daré gracias al Señor con voz potente,
lo alabaré en medio de la multitud:
porque se puso a la derecha del pobre,
para salvar su vida de los jueces. R/.
evangelio según san Lucas 13, 31-35
En aquella ocasión, se acercaron unos fariseos a decirle: «Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte.»
Él contestó: «ld a decirle a ese zorro: "Hoy y mañana seguiré curando y echando demonios; pasado mañana llego a mi término." Pero hoy y mañana y pasado tengo que caminar, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la clueca reúne a sus pollitos bajo las alas! Pero no habéis querido. Vuestra casa se os quedará vacía. Os digo que no me volveréis a ver hasta el día que exclaméis: "Bendito el que viene en nombre del Señor."»
¿Cómo vivir esta la Palabra?
Dios es eterno, Dios es amor, el Amor es eterno, para siempre. Nada podrá separarnos del amor de Dios. Nos ha creado por amor; nos sostiene su amor, a pesar de nuestras no correspondencias, porque el suyo es un amor gratuito y a fondo perdido ¡amor verdadero! Más allá del tono retórico de estos versículos de la Escritura, agradecemos a san Pablo el entusiasmo con el que canta el amor de Dios, cuya prueba más grande es la Encarnación, muerte y resurrección de Cristo Jesús. Si Dios nos ha amado, y nos ama, hasta la frontera de lo impensable, entregando a su Hijo a la muerte por nosotros, continuará manifestándonos su amor fiel y salvador en toda nuestra historia y en la aventura de fe que personalmente cada uno viva. El creyente puede vivir tranquilo pues no pesa sobre él condena alguna. Es más, el ofendido, nuestro Padre Dios, no nos acusa, y su Hijo Jesús es nuestra mejor defensa. Y amor con amor se paga o mejor que el amor llama al amor, asi que nuestra vida no puede más que ser un crecimiento en el amor, ser un "trocito" de amor en el mundo.
¡Qué desamor el de la ciudad predilecta! Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la clueca reúne a sus pollitos bajo las alas! Pero no habéis querido.
Ahora cada uno/a somos Jerusalén y ¡ojalá! que no nos tenga que hacer este reproche Jesús.
LA VOZ DEL CONCILIO VATICANO II (Nostra Aetate”, 4)
Como afirma la Sagrada Escritura, Jerusalén no conoció el tiempo de su visita, gran parte de los judíos no aceptaron el Evangelio e incluso no pocos se opusieron a su difusión. No obstante, según el Apóstol, los judíos son todavía muy amados de Dios a causa de sus padres, porque Dios no se arrepiente de sus dones y de su vocación. La Iglesia, juntamente con los Profetas y el mismo Apóstol espera el día, que sólo Dios conoce, en que todos los pueblos invocarán al Señor con una sola voz y "le servirán como un solo hombre" (Soph 3,9).
30 de octubre, MIÉRCOLES, 30 semana del tiempo ordinario
san Pablo a los Romanos 8,26-30:
El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables. Y el que escudriña los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios. Sabemos también que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su designio. A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.
Salmo 12,4-5.6 R/. Yo confío, Señor, en tu misericordia
Atiende y respóndeme, Señor, Dios mío;
da luz a mis ojos para que no me duerma en la muerte,
para que no diga mi enemigo: «Le he podido»,
ni se alegre mi adversario de mi fracaso. R/.
Porque yo confío en tu misericordia:
alegra mi corazón con tu auxilio,
y cantaré al Señor
por el bien que me ha hecho. R/.
evangelio según san Lucas 13,22-30:
En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando.
Uno le preguntó: «Señor, ¿serán pocos los que se salven?»
Jesús les dijo: «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos"; y él os replicará: "No sé quiénes sois." Entonces comenzaréis a decir: "Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas." Pero él os replicará: "No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados." Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.»
¿Cómo vivir esta Palabra?
El Espíritu, que conoce los secretos de Dios y los del corazón humano, nos impulsa desde dentro a entrar libremente en el proyecto que Dios tiene para nosotros. Sugiere, promueve, inspira, pero al final la decisión es nuestra. Gime en nosotros y ora en nosotros, para que le hagamos caso, como una madre que no se cansa de decirle a su hijo el buen camino, buenos consejos, porque lo quiere y quiere su bien.
Dios no solo nos ha creado sino que continúa creándonos, eso sí contando con nuestra aportación, como lo hizo con MARÍA. Todos estamos "predestinados" a ser sus hijos, a ser imagen de su Hijo, el que es “el primogénito de muchos hermanos”. Esto es lo que ha pensado Dios para nosotros. Y el Espíritu trata de convencernos de que nos acojamos libremente a este divino y felicitante proyecto. Es la mejor elección que podemos hacer cada día: Aquí estoy Señor para hacer tu Voluntad, ¡la quiero! ¡Hágase en mi".
Y como nos dice el Evangelio, esto exige esfuerzo y superación, es decir "entrar por la puerta estrecha" y esto hoy no está de moda, porque nos situamos en la ley del mínimo esfuerzo o la queja cuando algo exige un poquito de sacrificio. Pero Jesús es claro y dice: “Esforzaos en entrar por la puerta estrecha”.
La voz de un dramaturgo
No me arrepiento en absoluto de haber corrido todos los riesgos por aquello que me importaba.
(Artur Miller)
29 octubre, MARTES, 30 semana del tiempo ordinario
Pablo a los Romanos 8, 18-25
Sostengo que los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un dia se nos descubrirá. Porque la creación, expectante, está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios; ella fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por uno que la sometió; pero fue con la esperanza de que la creación misma se vería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto. Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvados. Y una esperanza que se ve ya no es esperanza. ¿Cómo seguirá esperando uno aquello que ve? Cuando esperamos lo que no vemos, aguardamos con perseverancia.
Salmo 125,1-2ab.2cd-3.4-5.6 R/. El Señor ha estado grande con nosotros
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares. R/.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres. R/.
Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares. R/.
Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas. R/.
evangelio según san Lucas 13, 18-21
En aquel tiempo, decía Jesús: «¿A qué se parece el reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Se parece a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; crece, se hace un arbusto y los pájaros anidan en sus ramas.»
Y añadió: «¿A qué compararé el reino de Dios? Se parece a la levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que todo fermenta.»
¿Cómo vivir esta Palabra?
La levadura y la mostaza: mensaje de confianza y esperanza. Jesús, por medio de estas parábolas, nos da un mensaje de confianza. La semilla está plantada. El Reino es una realidad. Ciertamente no somos mayoría, no es precisamente aprecio lo que abunda en los medios hacia Dios y su Reino, pero la levadura está mezclada con la masa. Confiemos, no en nosotros, sino en el sol, el agua y el Labrador. El tiempo presente es decisivo. Sembrado el Reino, ya está creciendo y desarrollándose. Con dificultades, con fracasos momentáneos, la historia del Reino sigue su curso e inexorablemente llegará a ser la realidad soñada por Dios. El Reino de Dios está dentro de nosotros.. Esto nos ofrece esperanza para el futuro, atención para el presente y, en todo momento, acción de gracias al dador de tanto bien.
LA VOZ DE SAN JUAN CRISÓSTOMO
Si el fermento mezclado con la harina no transforma toda la masa, ¿acaso se trata de un fermento genuino? Y, también, si acercando un perfume no esparce olor, ¿acaso llamaríamos a esto perfume?
No digas: “No puedo influir en los demás”, pues si eres cristiano de verdad es imposible que no lo puedas hacer… No digas que es una cosa imposible; lo contrario es imposible….No puede ocultarse la luz de los cristianos, no puede ocultarse una lámpara tan brillante.
28 de octubre, LUNES de la 30 semana del tiempo ordinario
Fiesta litúrgica de San Simón y san Judas, apóstoles
Pablo a los Efesios 2,19-22:
Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu.
Salmo 18 R/. A toda la tierra alcanza su pregón
El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra. R/.
Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje. R/.
Lucas 6,12-19:
En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor. Bajó del monte con ellos y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.
¿CÓMO vivir esta Palabra?
“Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles". La carta a los efesios, pone en la cumbre a Cristo que es cabeza y Piedra Angular de la Iglesia.
En el texto de hoy, Pablo pone su empeño en demostrar la unidad de todos los seguidores de Cristo, sean circuncisos o incircuncisos; a los cristianos nos une la fe en Cristo, no importa la procedencia; el apóstol insiste: ya no sois extranjeros ni forasteros, somos todos miembros de la familia de Dios, la Iglesia, cuyos cimientos son los apóstoles y los profetas y sobre todo su Piedra Angular que es Cristo. Todos formamos un solo templo. Así como los judíos consideraban única morada de Dios el templo de Jerusalén, Pablo define a la Iglesia como un templo consagrado al Señor para ser su “Morada por el Espíritu”.
Por el bautismo somos verdaderos templos consagrados; la Stma. Trinidad mora en nosotros.
Gracias a los apóstoles, que fueron por el mundo anunciando el Evangelio pudimos alcanzar la fe en Cristo, esta fe nos exige ser heraldos del Evangelio ir al mundo anunciando la Buena Noticia, ser verdaderos discípulos de Cristo.
“Pasó la noche orando…escogió a doce y los nombró apóstoles”. Las grandes obras requieren una preparación especial; Jesús quiere a escoger a sus apóstoles, los que después serán cimientos de su Iglesia, para ello se prepara, se retira a hacer oración (nos dice el texto evangélico que pasó toda la noche sólo, en oración), la elección es importantísima, los que elija serán los que comunicarán al mundo “lo que han visto y oído” mientras fueron compañeros de Jesús durante su vida pública. Entre ellos están los dos apóstoles cuya fiesta celebramos: Simón y Judas, los dos fueron fieles testigos del Evangelio, los dos dieron su vida por proclamar la verdad de Cristo, único Salvador. Él nos dio ejemplo de vida: “Pasó por el mundo haciendo el bien, curando toda dolencia y enfermedad” invitándonos a seguir su ejemplo.
Seremos sus testigos si vivimos cómo Él haciendo el bien y ayudando a cuantos nos necesiten. Como lo hicieron los apóstoles Simón y Judas.
LA VOZ DE SAN AGUSTÍN
Regresa a tu corazón. ¿Por qué huyes y te pierdes lejos de ti? ¿Por qué andas por caminos solitarios? ¿Por qué vagabundeas? ¡Vuelve! ¿Adónde? Al Señor. Él está a la espera. Regresa primero a tu corazón, tú que andas desterrado y errabundo. ¿No te reconoces a ti mismo y quieres conocer a tu Creador? Regresa, repito, a tu corazón. Y examina qué sientes acerca de Dios allí dentro donde tú mismo eres su imagen
27 de octubre, DOMINGO XXX del tiempo ordinario
Eclesiástico 35, 15b-17. 20-22a
El Señor es un Dios justo
que no puede ser parcial;
no es parcial contra el pobre,
escucha las súplicas del oprimido;
no desoye los gritos del huérfano
o de la viuda cuando repite su queja;
sus penas consiguen su favor
y su grito alcanza las nubes;
los gritos del pobre atraviesan las nubes
y hasta alcanzar a Dios no descansa;
no ceja hasta que Dios le atiende,
y el juez justo le hace justicia.
Salmo 33 R. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha.
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca,
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R.
El Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias. R.
El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él. R.
Pablo a Timoteo 4, 6-8. 16-18
Querido hermano:
Yo estoy a punto de ser sacrificado
y el momento de mi partida es inminente.
He combatido bien mi combate,
he corrido hasta la meta,
he mantenido la fe.
Ahora me aguarda la corona merecida,
con la que el Señor, juez justo,
me premiará en aquel día;
y no sólo a mí,
sino a todos los que tienen amor a su venida.
La primera vez que me defendí ante el tribunal,
todos me abandonaron y nadie me asistió.
–Que Dios los perdone–.
Pero el Señor me ayudó y me dio fuerzas
para anunciar íntegro el mensaje,
de modo que lo oyeran todos los gentiles.
El me libró de la boca del león.
El Señor seguirá librándome de todo mal,
me salvará y me llevará a su reino del cielo.
¡A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén!
evangelio según San Lucas 18, 9-14
En aquel tiempo, dijo Jesús esta parábola por algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos, y despreciaban a los demás:
–Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era un fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: ¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo.
El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: ¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador.
Os digo que éste bajó a su casa justificado.
¿QUIÉN SOY YO PARA JUZGAR?
La parábola del fariseo y el publicano
suele despertar en no pocos cristianos un rechazo grande hacia el fariseo que
se presenta ante Dios arrogante y seguro de sí mismo, y una simpatía espontánea
hacia el publicano que reconoce humildemente su pecado. Paradójicamente, el
relato puede despertar en nosotros este sentimiento: “Te doy gracias, Dios mío,
porque no soy como este fariseo”.
Para escuchar correctamente el mensaje
de la parábola, hemos de tener en cuenta que Jesús no la cuenta para criticar a
los sectores fariseos, sino para sacudir la conciencia de “algunos que,
teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los
demás”. Entre estos nos encontramos, ciertamente, no pocos católicos de
nuestros días.
La oración del fariseo nos revela su
actitud interior: “¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás”.
¿Que clase de oración es esta de creerse mejor que los demás? Hasta un fariseo,
fiel cumplidor de la Ley, puede vivir en una actitud pervertida. Este hombre se
siente justo ante Dios y, precisamente por eso, se convierte en juez que
desprecia y condena a los que no son como él.
El publicano, por el contrario, solo
acierta a decir: “¡Oh Dios! Ten compasión de este pecador”. Este hombre
reconoce humildemente su pecado. No se puede gloriar de su vida. Se encomienda
a la compasión de Dios. No se compara con nadie. No juzga a los demás. Vive en
verdad ante sí mismo y ante Dios.
La parábola es una penetrante crítica
que desenmascara una actitud religiosa engañosa, que nos permite vivir ante
Dios seguros de nuestra inocencia, mientras condenamos desde nuestra supuesta
superioridad moral a todo el que no piensa o actúa como nosotros.
Circunstancias históricas y corrientes
triunfalistas alejadas del evangelio nos han hecho a los católicos
especialmente proclives a esa tentación. Por eso, hemos de leer la parábola
cada uno en actitud autocrítica: ¿Por qué nos creemos mejores que los
agnósticos? ¿Por qué nos sentimos más cerca de Dios que los no practicantes?
¿Qué hay en el fondo de ciertas oraciones por la conversión de los pecadores?
¿Qué es reparar los pecados de los demás sin vivir convirtiéndonos a Dios?
Recientemente, ante la pregunta de un
periodista, el Papa Francisco hizo esta afirmación: “¿Quién soy yo para juzgar
a un gay?”. Sus palabras han sorprendido a casi todos. Al parecer, nadie se
esperaba una respuesta tan sencilla y evangélica de un Papa católico. Sin
embargo, esa es la actitud de quien vive en verdad ante Dios.(J.A. Pagola)
26 de octubre, Sábado, 29 semana del tiempo ordinario
Pablo a los Romanos 8, 1-11.
Ahora no pesa condena alguna sobre los que están unidos a Cristo Jesús, pues, por la unión con Cristo Jesús, la ley del Espíritu de vida me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Lo que no pudo hacer la Ley, reducida a la impotencia por la carne, lo ha hecho Dios: envió a su Hijo encarnado en una carne pecadora como la nuestra, haciéndolo víctima por el pecado, y en su carne condenó el pecado. Así, la justicia que proponía la Ley puede realizarse en nosotros, que ya no procedemos dirigidos por la carne, sino por el Espíritu. Porque los que se dejan dirigir por la carne tienden a lo carnal; en cambio, los que se dejan dirigir por el Espíritu tienden a lo espiritual. Nuestra carne tiende a la muerte; el Espíritu, a la vida y a la paz. Porque la tendencia de la carne es rebelarse contra Dios; no sólo no se somete a la ley de Dios, ni siquiera lo puede. Los que viven sujetos a la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo. Pues bien, si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justificación obtenida. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros.
evangelio según san Lucas 13, 1-9.
En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían.
Jesús les contestó: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.»
Y les dijo esta parábola: «Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: "Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?" Pero el viñador contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas."»
¿Cómo vivir esta Palabra?
Vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al Espíritu. El que vive en el Espíritu de Dios ya no está preso por las estructuras de pecado que dominan al hombre. El Espíritu Santo proviene de un Dios, que es Padre-Madre, que nos quiere incondicionalmente y ese impulso misterioso de Amor trasciende nuestras vidas y nos eleva sobre la sinrazón del pecado y la muerte. Hace posible que no nos conformemos con la rutina de la “carne” y que aspiremos siempre al Reino, que es tarea y compromiso, pero también esperanza más allá de la muerte física.
Señor, déjala todavía este año. En el Evangelio Jesus nos invita a conocer al verdadero Dios, no al estereotipo que hemos fabricado los hombres. Ciertamente es difícil superar esa imagen del Dios “justo” que premia a los buenos y castiga a los malos y que no es sino el concepto de esa falsa justicia con la que tantas veces nos regimos. Esto no es sino una apreciación estática sobre Alguien que nos ha creado y quiere que seamos libres y responsables y sólo desde ahí comprenderle, amarle y seguir su Camino.
De la existencia del mal en el mundo, de las desgracias que nos ocurren somos todos responsables en mayor o menor medida. Dios no quiere el mal ni el dolor y Él es el primero que nos acompaña en esos momentos con la evidencia casi invisible de su Amor. Jesucristo reprocha esa imagen simplista de Dios e invita a aceptar la responsabilidad humana y dejar a Dios ser Dios.
La parábola de la higuera continua la idea anterior. Dios ha creado al hombre y, como la higuera, nos ha hecho responsables de nuestro crecimiento y, sobre todo, de que demos fruto. Ese es nuestro ser y nuestra tarea. No tiene que venir nadie a premiar o castigar. No es sólo es cuestión de hacer, sino de SER, de tomar conciencia de lo que Dios quiere, es decir, de lo que de verdad me hace feliz a mí y al mundo en que vivo, de su Salvación, en definitiva.
Jesucristo ha venido y viene cada día con su Palabra, su ejemplo de vida a ofrecernos esa Salvación. Sigue hablando y preparando el Reino de Dios pero, para ello, necesita que las personas cambiemos, florezcamos y demos el fruto que Dios espera con paciencia, que seamos capaces de cambiar nuestra actitud y forma de vida para crear un mundo mejor.
Jesucristo ha venido y viene cada día con su Palabra, su ejemplo de vida a ofrecernos esa Salvación. Sigue hablando y preparando el Reino de Dios pero, para ello, necesita que las personas cambiemos, florezcamos y demos el fruto que Dios espera con paciencia, que seamos capaces de cambiar nuestra actitud y forma de vida para crear un mundo mejor.
LA VOZ DE San León Magno (?-c. 461), papa y doctor de la Iglesia
20 sermón sobre la Pasión; SC 74 bis (trad. SC p. 245 rev.)
Esforcémonos en estar asociados a la resurrección de Cristo y pasar de la muerte a la vida mientras todavía estamos en este cuerpo. Porque, para todo hombre, pasar por una conversión, de cualquiera naturaleza que sea, pasar de un estado a otro, significa el fin de algo – no ser más lo que era - y el comienzo de otro - ser lo que no era. Pero es importante saber por qué se muere y para quién vive, porque hay una muerte que hace vivir y una vida que mata.
25 de octubre, VIERNES, 29 semana del tiempo ordinario
san Pablo a los Romanos 7,18-25a
Sé muy bien que no es bueno eso que habita en mí, es decir, en mi carne; porque el querer lo bueno lo tengo a mano, pero el hacerlo, no. El bien que quiero hacer no lo hago; el mal que no quiero hacer, eso es lo que hago. Entonces, si hago precisamente lo que no quiero, señal que no soy yo el que actúa, sino el pecado que habita en mí. Cuando quiero hacer lo bueno, me encuentro inevitablemente con lo malo en las manos. En mi interior me complazco en la ley de Dios, pero percibo en mi cuerpo un principio diferente que guerrea contra la ley que aprueba mi razón, y me hace prisionero de la ley del pecado que está en mi cuerpo. ¡Desgraciado de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo presa de la muerte? Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, y le doy gracias.Salmo 118, R/. Instrúyeme, Señor, en tus leyes
Enséñame a gustar y a comprender,porque me fío de tus mandatos. R/.
Tú eres bueno y haces el bien;
instrúyeme en tus leyes. R/.
Que tu bondad me consuele,
según la promesa hecha a tu siervo. R/.
Cuando me alcance tu compasión, viviré,
y mis delicias serán tu voluntad. R/.
Jamás olvidaré tus decretos,
pues con ellos me diste vida.R/.
Soy tuyo, sálvame,
que yo consulto tus leyes. R/.
evangelio según san Lucas 12,54-59
En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: «Cuando veis subir una nube por el poniente, decís en seguida: "Chaparrón tenemos", y así sucede. Cuando sopla el sur, decís: "Va a hacer bochorno", y lo hace. Hipócritas: si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que se debe hacer? Cuando te diriges al tribunal con el que te pone pleito, haz lo posible por llegar a un acuerdo con él, mientras vais de camino; no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y el guardia te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no pagues el último céntimo.»¿Cómo vivir esta Palabra?
¿Quién me librará de este cuerpo presa de la muerte?
Pablo es muy realista y sincero. Es cierto que ya hemos sigo salvados en esperanza y vivimos bajo la influencia de la Gracia. Todos tenemos el Espíritu Santo por el Bautismo, pero también es cierto que vivimos inmersos en una "atmosfera enrarecida" de la que nadie está libre, ni siquiera un santo tan radical como Pablo. Tenemos, por tanto, una llamada fuerte al conocimiento personal, al trabajo interno de uno mismo y a la mejora personal pidiendo que la fuerza de la Gracia sea la que prevalezca por Jesucristo, no por nuestros propios méritos. De hecho es cierto que sin Él nada podemos y aún con Él, tenemos nuestras "resistencias" a la Gracia que nos regala. Humildad no nos ha de faltar y hacer cada día un buen examen de conciencia, que comienza por agradecer y continúa por reconocer que todo no lo hago tan bien como quisiera o imagino. Alguien que conozco le reza al Señor diciéndole: "Gracias Señor porque me quieres como soy, pero a mi me gustaría ser un poquito mejor".
Jesús nos llama a poner en juego toda nuestra inteligencia y lucidez. Si gracias a la experiencia sabemos tanto, que hasta podemos predecir el tiempo, ¿qué nos pasa con otras cosas de nuestra propia vida? Nos liamos y no sabemos qué hacer o buscamos a alguien que nos lo diga. Jesús nos interpela y quiere nuestra propia decisión después de una reflexión y habiendo acumulado la sabiduria que da la experiencia. Fe y razón no están reñidas, sino que han de ser ejercitadas en la propia vida de cada día. Tan pecado es el fideismo como el racionalismo. En el equilibrio encontraremos la sabiduría de reconocer lo que Dios nos pide.
La voz de un poeta:
"No sabe el que más cosas sabe, sino el que sabe las que más importan."Bernardino de Rebolledo