30 mayo 2013, jueves. VIII semana Tiempo ordinario

Eclesiástico 42,15-26:

Voy a recordar las obras de Dios y a contar lo que he visto: por la palabra de Dios son creadas y de su voluntad reciben su tarea. El sol sale mostrándose a todos, la gloria del Señor a todas sus obras. Aun los santos de Dios no bastaron para contar las maravillas del Señor. Dios fortaleció sus ejércitos, para que estén firmes en presencia de su gloria. Sondea el abismo y el corazón, penetra todas sus tramas, declara el pasado y el futuro y revela los misterios escondidos. No se le oculta ningún pensamiento ni se le escapa palabra alguna. Ha establecido el poder de su sabiduría, es el único desde la eternidad; no puede crecer ni menguar ni le hace falta un maestro. ¡Qué amables son todas tus obras! Y eso que no vemos más que una chispa. Todas viven y duran eternamente y obedecen en todas sus funciones. Todas difieren unas de otras, y no ha hecho ninguna inútil. Una excede a otra en belleza: ¿quién se saciará de contemplar su hermosura?

Salmo 32   Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;...

Marcos 10,46-52:

En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna.
Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí.»
Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: 
«Hijo de David, ten compasión de mí.»
Jesús se detuvo y dijo: «Llamadlo.»
Llamaron al ciego, diciéndole: 
«Ánimo, levántate, que te llama.»
Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
Jesús le dijo: «¿Qué quieres que haga por ti?»
El ciego le contestó: «Maestro, que pueda ver.»
Jesús le dijo: «Anda, tu fe te ha curado.» 
Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.  

¿Cómo vivir esta Palabra?
"Anda, tu fe te ha curado"

Timeo era ciego pero no sordo ni mudo. Oyó, preguntó y aprovecho la oportunidad poniendo en juego todo su ser porque gritó. El salmo dice: "A voz en grito clamo al Señor, a voz en grito para que me oigo" y "cuando uno grita el Señor lo escucha". Timeo gritó y aunque le dijeron que se callará, él gritó más fuerte. Estaba seguro de que Jesús no pasaría de largo ante su insistencia. Seguramente había oido ya hablar de ese Jesús  que sanaba a otros. Ahora era su oportunidad. Y vaya si la aprovechó y no la dejó pasar, aunque se quedara afónico y los demás le dijeran que no lo hiciera. 

Cuando Jesús lo llamó a través de los discípulos, no lo dudó, dió un salto y dejó su manto. El manto es lo más valioso para un pobre; es su cobijo en la noche, es su seguridad. La ley prescribía que si a alguien se le tomaba el manto por una deuda, había que devolvérselo para que no muriera de frío. Timeo deja todas sus seguridades y se va con Jesús prontamente y desprendido. Llega al Señor y escucha su voz: ¿qué quieres que haga por ti? y él no lo duda: "Señor que vea". Nosotros a veces no sabemos ni lo que queremos y ese es nuestro problema. Timeo sabía que Jesús podía curar su ceguera y no duda en su petición. Y ante esta Fe, Jesús le dice "Anda, tu fe te ha curado". 
La FE sana, la FE libera, la FE se demuestra andando. Timeo anduvo desde el borde del camino prontamente, ayudado por los otros. Ahora, curado será discipulo incondicional de Jesús, porque ese es el significado de le seguía por el camino. Una FE despojada de seguridades que sólo tiene su centro y mirada en Jesús, porque al quitarse su ceguera, el rostro que tenía delante era el de Jesús y ya no quiso más apartar su mirada de aquel que le había hecho ver incluso antes de recobrar la vista que él era un ser humano importante, con voz y digno de ser escuchado. 

Señor haz que yo también vea. Cura mi ceguera y haz que vea tu Rostro, en mis hermanos/as, en quienes me rodean. Me pides que deje "mi manto" y salte diligente ante tu llamada. Quiero hacerlo. Que escuche la voz de mis hermanos/as que me digan como a Timeo: ¡Ánimo, levántate, te llama el Señor!.

La voz de un monje cisterciense del siglo XII
Rabboni, maestro y aleccionador soberano, tú, el único doctor capaz de hacerme ver lo que deseo ver, di a este ciego mendigo: “¿Qué quieres que haga por ti?” Y tú, que me das esta gracia, sabes bien..., con qué fuerza mi corazón exclama: “¡Te he buscado, Señor; buscaré siempre tu rostro! No me escondas tu rostro” (Sal 26,8). (Guillermo de san Teodorico)

29 mayo 2013, miércoles. VIII semana Tiempo ordinario

Eclesiástico 36,1-2a.5-6.13-19:

Sálvanos, Dios del universo, infunde tu terror a todas las naciones, para que sepan, como nosotros lo sabemos, que no hay Dios fuera de ti. Renueva los prodigios, repite los portentos. Reúne a todas las tribus de Jacob y dales su heredad como antiguamente. Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre, de Israel, a quien nombraste tu primogénito; ten compasión de tu ciudad santa, de Jerusalén, lugar de tu reposo. Llena a Sión de tu majestad, y al templo, de tu gloria. Da una prueba de tus obras antiguas, cumple las profecías por el honor de tu nombre, recompensa a los que esperan en ti y saca veraces a tus profetas, escucha la súplica de tus siervos, por amor a tu pueblo, y reconozcan los confines del orbe que tú eres Dios eterno.

Marcos 10,32-45:

En aquel tiempo, los discípulos iban subiendo camino de Jerusalén, y Jesús se les adelantaba; los discípulos se extrañaban, y los que seguían iban asustados.
Él tomó aparte otra vez a los Doce y se puso a decirles lo que le iba a suceder: «Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán; y a los tres días resucitará.»
Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: «Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.»
Les preguntó: «¿Qué queréis que haga por vosotros?»
Contestaron: «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.»
Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?»
Contestaron: «Lo somos.»
Jesús les dijo: «El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mi concederlo; está ya reservado.»
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan.
Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.»

¿Cómo vivir esta Palabra?

"¿Qué queréis que haga por vosotros?"

En la lectura del Eclesiástico, un buen creyente se dirige a Dios, al único Dios que existe, y le hace variadas peticiones. Una de ellas: “recompensa a los que esperan en ti”. ¿Qué recompensa esperamos los creyentes, los cristianos de todos los tiempos? San Agustín, que tuvo tiempo de elegir y disfrutar de varias “recompensas” mundanas y divinas, en sus Soliloquios con Dios le expresa su deseo más fuerte. Desecha cualquier bien de este mundo y se queda con un único bien: Dios. Esa es la recompensa deseada: gozar de Dios, de su presencia, de su amor… y todo lo que se desprende de esta unión amorosa con Dios. 

En el evangelio son también dos  creyentes, los Zebedeos, los que se dirigen a Jesús para expresar su deseo “Ser más que los demás”, “ser los primeros”, y Jesús le da la vuelta: ser más que los demás, ser los primeros en el servicio, en la entrega, en el amor. “El que quiera ser grande sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero sea esclavo de todos”. Se trata, una vez más y de manera definitiva, de imitar y seguir los pasos de Jesús: “Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos”. Jesús no trata de tomarnos el pelo, de poner patas arriba la escala de valores de la sociedad simplemente por ir en contra de lo que se lleva. No, Jesús trata de enseñarnos el verdadero camino que nos conduce a la felicidad. Ni más ni menos. 

Y tu ¿qué deseas hoy que el Señor haga por ti?

La voz de una reina santa
Servir a Dios es reinar.
                                                                                                    Santa Isabel de Hungría

28 mayo, martes. VIII semana del tiempo ordinario

Eclesiástico 35,1-15:

El que observa la ley hace una buena ofrenda, el que guarda los mandamientos ofrece sacrificio de acción de gracias; el que hace favores ofrenda flor de harina, el que da limosna ofrece sacrificio de alabanza. Apartarse del mal es agradable a Dios, apartarse de la injusticia es expiación. No te presentes a Dios con las manos vacías; esto es lo que pide la ley. La ofrenda del justo enriquece el altar, y su aroma llega hasta el Altísimo. El sacrificio del justo es aceptado, su ofrenda memorial no se olvidará. Honra al Señor con generosidad y no seas mezquino en tus ofrendas; cuando ofreces, pon buena cara, y paga de buena gana los diezmos. Da al Altísimo como él te dio: generosamente, según tus posibilidades, porque el Señor sabe pagar y te dará siete veces más. No lo sobornes, porque no lo acepta, no confíes en sacrificios injustos; porque es un Dios justo, que no puede ser parcial.


Marcos 10,28-31:

En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.»
Jesús dijo: «Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más –casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones–, y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros.»

¿Cómo vivir esta Palabra?

" .. te hemos seguido"

La respuesta de Jesús a Pedro no significa la supresión del cuarto mandamiento o de las relaciones familiares. Jesús distingue los lazos familiares legales y de sangre y los lazos de la fe y la gracia. La fe, la gracia, el Reino, no se heredan; son un don que se acepta y se acoge, dando lugar a una familia nueva y a unos lazos familiares nuevos dentro de esta familia. Sin destruir los de la sangre, superándolos.
Jesús dejó claro, en otro momento de su vida, lo definitivo de la nueva familia del Reino: “¿Quiénes son mi madre y quiénes son mis hermanos? Y, señalando a sus discípulos, dijo: Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Mt 12,48-50).
Dos matices: cuantos pertenezcan a esta nueva familia, recibirán el ciento por uno en esta vida. Se trata más que de cantidad, de calidad. Esta experiencia la tienen los que, al entregarse a los demás, esa entrega revierte en ellos, y la paz y bondad que entregan les convierte a ellos y ellas en personas más pacíficas y bondadosas. El segundo matiz es: “con persecuciones”, haciendo ver que la cruz es inherente a todo ser humano por el mero hecho de serlo. A los seguidores de Jesús, también. 

¿La voz de un Papa

“La expresión vida eterna no significa la vida que viene después de la muerte -como tal vez piensa de inmediato el lector moderno- en contraposición a la vida actual, que es ciertamente pasajera y no una vida eterna. Vida eterna significa la vida misma, la vida verdadera, que puede ser vivida también en este tiempo y que después ya no puede ser rebatida por la muerte física. Esto es lo que realmente interesa: abrazar ya desde ahora la vida, la vida verdadera, que ya nada ni nadie puede destruir”. (Benedicto XVI, libro Jesus de Nazaret)

27 mayo, lunes. VIII semana del tiempo ordinario

Eclesiástico 17,20-28:

A los que se arrepienten Dios los deja volver y reanima a los que pierden la paciencia. Vuelve al Señor, abandona el pecado, suplica en su presencia y disminuye tus faltas; retorna al Altísimo, aléjate de la injusticia y detesta de corazón la idolatría. En el Abismo, ¿quién alaba al Señor, como los vivos, que le dan gracias? El muerto, como si no existiera, deja de alabarlo, el que está vivo y sano alaba al Señor. ¡Qué grande es la misericordia del Señor, y su perdón para los que vuelven a él!

Salmo 31: dichoso el que está absuelto de su culpa ... Tú eres mi refugio, me libras del peligro, me rodeas de cantos de liberación.


Marcos 10,17-27:

En aquel tiempo, cuando salta Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?»
Jesús le contestó: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.»
Él replicó: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.»
Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme.» A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico.
Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!» Los discípulos se extrañaron de estas palabras.
Jesús añadió: «Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por todo el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.»
Ellos se espantaron y comentaban: «Entonces, ¿quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.»

¿Cómo vivir esta Palabra?

  • “Maestro bueno ...”

Cuando el joven que se acercó a Jesús le llamó “Maestro bueno”, Jesús le hace caer en la cuenta  que   “Sólo Dios es bueno”,  porque Dios es la fuente de la Bondad y sólo quien permanece en Él puede vivir la bondad. El joven reconoce en Jesús una "bondad" no común, Jesús le sugiere que se plantee que Él es algo más, era un modo de comunicarle su procedencia divina, por eso es bueno, porque es Dios.

El joven parece tenerlo todo, material y espiritualmente, es un practicante de la Ley, pero siente un "vacío".  Marcos destaca que Jesús miró al joven con cariño, aprecia sus buenos deseos y el camino que ha recorrido conociendo la Ley y practicándola. Puede dar un salto más y Jesús lo invita a venir a su lado, entrar en el discipulado itinerante y esto exige renunciar a los bienes materiales, dejarlo todo para ir en compañía de Jesús dejando comodidades y seguridades: “Si quieres ser perfecto deja todo lo que tienes, dalo a los pobres y después ven y sígueme”.
El joven no tuvo valor para desprenderse de sus riquezas. El libro de los Proverbios dice: “no me hagas tan pobres que blasfeme de Ti, ni tan rico que me olvide de ti” (cf. Pro 30,8-9).

Dejar todo por Jesús es acercarse a Él desprendiéndonos de todo cuanto nos pueda separar de Él.

La voz de san Clemente de Alejandría (siglo II)

Ignorar a Dios es morir; conocerlo es vivir en Él, amarlo, tratar de parecerse a él, esa es la verdadera vida. Si deseáis la vida eterna... primero tratad de conocerlo.

26 mayo, Domingo. Solemnidad de la Santísima Trinidad

Proverbios 8, 22-31

Esto dice la Sabiduría de Dios:
El Señor me estableció al principio de sus tareas 
al comienzo de sus obras antiquísimas.
En un tiempo remotísimo fui formada, 
antes de comenzar la tierra.
Antes de los abismos fui engendrada, 
antes de los manantiales de las aguas.
Todavía no estaban aplomados los montes, 
antes de las montañas fui engendrada.
No había hecho aún la tierra y la hierba, 
ni los primeros terrones del orbe.
Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo;
cuando trazaba la bóveda sobre la faz del Abismo;
cuando sujetaba el cielo en la altura, 
y fijaba las fuentes abismales.
Cuando ponía un límite al mar: 
y las aguas no traspasaban sus mandatos; 
cuando asentaba los cimientos de la tierra,
yo estaba junto a él, como aprendiz, 
yo era su encanto cotidiano, 
todo el tiempo jugaba en su presencia:
jugaba con la bola de la tierra, 
gozaba con los hijos de los hombres.

Salmo 8, 4-5. 6-7. 8-9 R. ¡Señor, dueño nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!

Pablo a los Romanos 5, 1-5

Hermanos:
Ya que hemos recibido la justificación por la fe, 
estamos en paz con Dios, 
por medio de nuestro Señor Jesucristo.
Por él hemos obtenido con la fe 
el acceso a esta gracia en que estamos: 
y nos gloriamos apoyados en la esperanza 
de la gloria de los hijos de Dios.
Más aún, hasta nos gloriamos en las tribulaciones, 
sabiendo que la tribulación produce constancia, 
la constancia, virtud probada, 
la virtud, esperanza, 
y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones 
con el Espíritu Santo que se nos ha dado.

Evangelio según San Juan 16, 12-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
–Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora: cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.
El me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando.
Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará.

MISTERIO DE BONDAD
         
         A lo largo de los siglos, los teólogos se han esforzado por investigar el misterio de Dios ahondando conceptualmente en su naturaleza y exponiendo sus conclusiones con diferentes lenguajes. Pero, con frecuencia, nuestras palabras esconden su misterio más que revelarlo. Jesús no habla mucho de Dios. Nos ofrece sencillamente su experiencia.
         A Dios Jesús lo llama “Padre” y lo experimenta como un misterio de bondad. Lo vive como una Presencia buena que bendice la vida y atrae a sus hijos e hijas a luchar contra lo que hace daño al ser humano. Para él, ese misterio último de la realidad que los creyentes llamamos “Dios” es una Presencia cercana y amistosa que está abriéndose camino en el mundo para construir, con nosotros y junto a nosotros, una vida más humana.
         Jesús no separa nunca a ese Padre de su proyecto de transformar el mundo. No puede pensar en él como alguien encerrado en su misterio insondable, de espaldas al sufrimiento de sus hijos e hijas. Por eso, pide a sus seguidores abrirse al misterio de ese Dios, creer en la Buena Noticia de su proyecto, unirnos a él para trabajar por un mundo más justo y dichoso para todos, y buscar siempre que su justicia, su verdad y su paz reinen cada vez más en entre nosotros.
         Por otra parte, Jesús se experimenta a sí mismo como “Hijo” de ese Dios, nacido para impulsar en la tierra el proyecto humanizador del Padre y para llevarlo a su plenitud definitiva por encima incluso de la muerte. Por eso, busca en todo momento lo que quiere el Padre. Su fidelidad a él lo conduce a buscar siempre el bien de sus hijos e hijas. Su pasión por Dios se traduce en compasión por todos los que sufren.
         Por eso, la existencia entera de Jesús, el Hijo de Dios, consiste en curar la vida y aliviar el sufrimiento, defender a las víctimas y reclamar para ellas justicia, sembrar gestos de bondad, y ofrecer a todos la misericordia y el perdón gratuito de Dios: la salvación que viene del Padre.
         Por último, Jesús actúa siempre impulsado por el “Espíritu” de Dios. Es el amor del Padre el que lo envía a anunciar a los pobres la Buena Noticia de su proyecto salvador. Es el aliento de Dios el que lo mueve a curar la vida. Es su fuerza salvadora la que se manifiesta en toda su trayectoria profética.
         Este Espíritu no se apagará en el mundo cuando Jesús se ausente. Él mismo lo promete así a sus discípulos. La fuerza del Espíritu los hará testigos de Jesús, Hijo de Dios, y colaboradores del proyecto salvador del Padre. Así vivimos los cristianos prácticamente el misterio de la Trinidad.
José Antonio Pagola

26 de mayo de 2013
Santísima Trinidad (C)
Juan 16, 12-15

¿Cómo la confesaremos? Deja a un lado tus miedos, respira, y estarás confesando la Trinidad. Acércate al que está herido, y estarás confesando la Trinidad. Respeta el ser y la opinión del otro, del diferente, y estarás confesando la Trinidad.

Vive en la fe y en la paz del Padre, del Hijo y de la santa Ruah. 
José Arregi




25 mayo 2013, sábado. VII semana Tiempo ordinario

Eclesiástico 17,1-13:

El Señor formó al hombre de tierra y le hizo volver de nuevo a ella; le concedió un plazo de días contados y le dio dominio sobre la tierra; lo revistió de un poder como el suyo y lo hizo a su propia imagen; impuso su temor a todo viviente, para que dominara a bestias y aves. Les formó boca y lengua y ojos y oídos y mente para entender; los colmó de inteligencia y sabiduría y les enseñó el bien y el mal; les mostró sus maravillas, para que se fijaran en ellas, para que alaben el santo nombre y cuenten sus grandes hazañas. Les concedió inteligencia y en herencia una ley que da vida; hizo con ellos alianza eterna, enseñándoles sus mandamientos. Sus ojos vieron la grandeza de su gloria, y sus oídos oyeron la majestad de su voz. Les ordenó abstenerse de toda idolatría y les dio preceptos acerca del prójimo. Sus caminos están siempre en su presencia, no se ocultan a sus ojos.

Sal 102,13-14.15-16.17-18a R/. La misericordia del Señor dura siempre, para los que cumplen sus mandatos

Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos de barro. R/.

Los días del hombre duran lo que la hierba,
florecen como flor del campo,
que el viento la roza, y ya no existe,
su terreno no volverá a verla. R/.

Pero la misericordia del Señor dura siempre,
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza. R/.

evangelio según san Marcos 10,13-16:

En aquel tiempo, le acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban.
Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: «Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él.»
Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.

¿Cómo vivir esta Palabra

…de los que son como ellos es el Reino de Dios.

En la Galilea de Jesús, ser niño equivalía a no tener sitio en la sociedad. Alguien insignificante, invisible. A veces una “carga familiar” en el sentido más pleno de la palabra. Alguien a quien se puede abandonar.

Jesús abraza a los más pequeños, a los más necesitados de amor y cuidados, a los olvidados. Y un abrazo, es entrega y acogida.

Y… el Reino de Dios es de los que son como ellos.
Ser niño mes sinónimo de confianza plena en los padres, de sinceridad, de inocencia, de ausencia de malicia. Es también asombrarse, alegrarse con sorpresas, admirarse de detalles que llaman la atención, vitalidad, energía, ganas de jugar y divertirse, amistad, saber que no se sabe todo y preguntar ... Nunca se rinden. Agradecidos con el abrazo, abiertos a la sonrisa, rebeldes. Limpios. Claros.
Y… el reino de Dios es de los que son como ellos.

La voz de san León Magno (siglo V, Papa y doctor de la Iglesia)
Cristo ama la infancia que al principio él mismo asumió tanto en su alma como en su cuerpo. Cristo ama la infancia que enseña humildad, que es la norma de la inocencia, el modelo de la dulzura. Cristo ama la infancia, hacia la que orienta la conducta de los adultos, hacia la que conduce a los ancianos y llama a imitar su propio ejemplo a aquellos que deseen alcanzar el reino eterno.


4 24 mayo, FIESTA DE MARIA AUXILIO DE LOS CRISTIANOS

Madre de Dios y Auxiliadora de los Cristianos, venimos a ti, porque eres refugio, porque eres auxilio.
Venimos a Ti, porque eres maestra y porque fuiste discípula en la escuela silenciosa de tu Hijo Jesús.
Enséñanos las lecciones que de Él aprendiste. Madre, haznos discípulos suyos, en estos tiempos difíciles para creer.
Madre de Dios y Auxiliadora de los Cristianos, ruega por nosotros y ayúdanos.

1ª lectura  (Ap. 12, 1.3a. 7-12a. 17) 
     
En la 1ª lectura  del libro  del Apocalipsis. Juan nos presenta, con lenguaje de visión, a María, Madre y Auxiliadora de la comunidad cristiana. Esta es la señal por la que nuestras vidas no pueden caer en la desesperanza o el desencanto. María está siempre ahí, por difíciles que sean los problemas. Escuchemos con atención estas palabras.  

2º lectura (Ga. 4, 4-7)

Estos versículos son un canto a la grandeza y a la maravilla del plan de Dios. En él, la figura de María es la mujer que ha mediado la salvación para cada uno de nosotros.


evangelio   (Jn. 2, 1-11)

En el Evangelio vemos a María en medio de una boda; en ella nos descubre la grandeza de su Hijo. Jesús es el gran protagonista de la boda con su presencia que permite que la fiesta y la vida sean las mejores de toda la Humanidad. Y eso es lo que nos ofrece la Virgen Auxiliadora: una presencia, un mensaje y una ayuda siempre. Descubrámosla cada vez más e invitémosla a estar con nosotros cada día. 


Plegaria a María Auxiliadora

Al iniciar este día de fiesta, queremos renovar nuestra entrega a ti, oh María Auxiliadora, madre y maestra de nuestra vocación.
Sabemos que nuestro Instituto fue fundado por un don del Espíritu Santo y con tu intervención directa.
Dóciles al querer divino, madre Mazzarello y don Bosco, respondieron a las aspiraciones profundas de las jóvenes. Hoy también sentimos fuerte el llamado: “A ti las confío, cuida de ellas son mis hijas”.
Agradecemos al Señor el pensar en nosotras para ser parte de un Instituto que es todo tuyo, el ser piedras vivas del monumento de gratitud que quiso ofrecerte Don Bosco, el querer ser con los jóvenes casa que evangeliza a ejemplo de la primera comunidad de Mornese, que fue la casa del amor de Dios.
Renovamos en este 24 de mayo, nuestro deseo de vivir solo para el Señor. Acompáñanos María, continua paseándote por nuestra casa, empújanos allá donde más se necesita nuestra presencia para ser como tú, auxiliadoras.
Haz de nuestro corazón una casa abierta, solidaria, llena de misericordia, bondad, ternura y fraternidad.
Bendícenos oh Madre, no nos dejes nunca, mira con inmenso cariño a la Madre, tu vicaria, a nuestro instituto, a nuestra provincia, a nuestra comunidad educativa, a cada una de nuestras familias.
Haznos madres espirituales y regálanos el don de muchas santas vocaciones, que recojan la llama viva del carisma que un día nosotras recibimos.

María Auxiliadora, en nuestras luchas, en nuestros apuros, no desoigas nuestras suplicas y cuando llegue el día de formar parte de la comunidad del cielo, envuélvenos en tu manto, regálanos tu sonrisa, tu mirada llena de dulce misericordia y preséntanos Tú a la Trinidad Santa y Bendita. Amen

23 mayo 2013, jueves
Jesucristo, sumo y eterno sacerdote

Isaías 52,13–53,12:

Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho. Como muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano, así asombrará a muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y contemplar algo inaudito. ¿Quién creyó nuestro anuncio?, ¿a quién se reveló el brazo del Señor? Creció en su presencia como brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros, despreciado y desestimado. Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado; pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino; y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca; como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron, ¿quién meditó en su destino? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron. Le dieron sepultura con los malvados, y una tumba con los malhechores, aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca.
El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación; verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos. Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores.

Salmo 39: Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad

Lucas 22, 14-20

Llegada la hora, se sentó Jesús con sus discípulos y les dijo: «He deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros, antes de padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer, hasta que se cumpla en el reino de Dios.»
Y, tomando una copa, pronunció la acción de gracias y dijo: «Tomad esto, repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé desde ahora del fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios.»
Y, tomando pan, pronunció la acción de gracias, lo partió y se lo dio, diciendo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía.»
Después de cenar, hizo lo mismo con la copa, diciendo: «Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros.»

¿Cómo vivir esta Palabra?



haced esto en memoria mía: “Rebosad de amor de Dios”

Damos la palabra a Santo Tomás de Aquino (1225-1274), teólogo dominco, doctor de la Iglesia, para pedir la sabiduría que nos haga entrar en los planes de Dios, para cumplir su voluntad como Jesús: amar hasta el extremo y contra toda esperanza, dándose sin medida ¿qué es si no la Eucaristía?
 
Oración para pedir sabiduría


Concédeme, Dios misericordioso, el poder desear con fervor aquello que tú apruebas, buscarlo con prudencia, reconocerlo con verdad, cumplirlo con perfección, para alabanza y gloria de tu nombre.

Pon orden en mi vida, y concédeme cumplir con lo que tú quieras que yo haga, como se deba hacer y de la manera más útil para mi alma. Déjame ir hacia ti, Señor, por un camino seguro, recto, agradable y que me lleve hasta la meta, un camino que no se pierda entre las prosperidades y las adversidades, para que yo te agradezca la prosperidad y que en la adversidad tenga paciencia, no dejando que las primeras me exalten, ni las segundas me venzan. Que nada me alegre, ni me entristezca, más allá de lo que me lleve hacia ti, allá donde quiero llegar. Que no desee ni tema no agradarle a nadie que no seas tú. Que todo lo perecedero se vuelva vil ante mis ojos por ti, Señor, y que todo aquello que te toque sea amado por mí, pero tú, mi Dios, lo serás más que todo... Que yo no desee nada más que no seas tú...

Concédeme, Señor Dios, una inteligencia que te conozca, una complacencia que te busque, una sabiduría que te encuentre, una vida que te complazca, una perseverancia que te espere con confianza y una confianza que, al final, te posea. Concédeme estar afligido de tus penas por la penitencia, usar el camino de tus favores para la gracia, regocijarme de tus alegrías, sobre todo en la patria para la gloria. Tú que, siendo Dios, vives y reinas por los siglos de los siglos.



22 mayo 2013, miércoles. VII semana Tiempo ordinario

Eclesiástico 4,12-22:

La sabiduría instruye a sus hijos, estimula a los que la comprenden. Los que la aman aman la vida, los que la buscan alcanzan el favor del Señor; los que la retienen consiguen gloria del Señor, el Señor bendecirá su morada; los que la sirven sirven al Santo, Dios ama a los que la aman. Quien me escucha juzgará rectamente, quien me hace caso habitará en mis atrios; disimulada caminaré con él, comenzaré probándolo con tentaciones; cuando su corazón se entregue a mí, volveré a él para guiarlo y revelarle mis secretos; pero, si se desvía, lo rechazaré y lo encerraré en la prisión; si se aparte de mí, lo arrojaré y lo entregaré a la ruina.

Marcos 9,38-40:

En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros.»
Jesús respondió: «No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro.»

¿Cómo vivir esta Palabra?

El Eclesiástico hace un elogio de la sabiduría: quien la posee ama la vida, alcanza el favor y la gloria de Dios y Dios ama a los que la aman, quien la escucha juzga rectamente. Para los cristianos la Sabiduría no se encuentra en ninguna biblioteca especial que contiene un libro con ese título. Para nosotros la Sabiduría, la Verdad se identifica con una persona: Jesús de Nazaret, Dios y hombre verdadero. Él nos señala el verdadero camino que conduce a la vida, a la felicidad. Por eso Jesús es un tesoro mucho más valioso que los tesoros mundanos del dinero, la nobleza, la gloria, el poder… Ofrece mucho más que cualquiera de su competidores.

“El que no está contra nosotros está a favor nuestro”

A veces, nos gustaría enmendar la plana al mismo Cristo, o ir más allá que Cristo fue en ciertos puntos. Algo de eso les pasó a los apóstoles. “Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros”. Nos tenemos que quedar con la respuesta de Cristo: “El que no está contra nosotros está a favor nuestro”.
No sabemos si los apóstoles lo entendieron bien. De lo que nos tenemos que preocupar es si nosotros hemos comprendido las palabras de Jesús, si nosotros, en nuestra vida de cada día, en el trato con los demás, reducimos el círculo de “los nuestros” o si lo extendemos, como Jesús, también a “los que no están contra nosotros”.



La voz del concilio Vaticano II
La divina Providencia tampoco niega los auxilios necesarios para la salvación a quienes sin culpa no han llegado todavía a un conocimiento expreso de Dios y se esfuerzan en llevar una vida recta, no sin la gracia de Dios. Cuanto hay de bueno y verdadero entre ellos, la Iglesia lo juzga como una preparación del Evangelio y otorgado por quien ilumina a todos los hombres para que al fin tengan la vida. (Lumen Gentium 16)

21 mayo 2013, martes. VII semana Tiempo ordinario

Eclesiástico 2,1-13:

Hijo mío, cuando te acerques al temor de Dios, prepárate para las pruebas; mantén el corazón firme, sé valiente, no te asustes en el momento de la prueba; pégate a él, no lo abandones, y al final serás enaltecido. Acepta cuanto te suceda, aguanta enfermedad y pobreza, porque el oro se acrisola en el fuego, y el hombre que Dios ama, en el horno de la pobreza. Confía en Dios, que él te ayudará; espera en él, y te allanará el camino. Los que teméis al Señor, esperad en su misericordia, y no os apartéis, para no caer; los que teméis al Señor, confiad en él, que no retendrá vuestro salario hasta mañana; los que teméis al Señor, esperad bienes, gozo perpetuo y salvación; los que teméis al Señor, amadlo, y él iluminará vuestros corazones. Fijaos en las generaciones pretéritas: ¿quien confió en el Señor y quedó defraudado?; ¿quién esperó en él y quedó abandonado?; ¿quién gritó a él y no fue escuchado? Porque el Señor es clemente y misericordioso, perdona el pecado y salva del peligro.

Salmo  36 

evangelio según san Marcos (9,30-37):

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos.
Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.»
Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?»
Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante.
Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.»
Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mi no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»

¿Cómo la Palabra?


“Llegados a Cafarnaún y ya en casa les pregunta: ¿de qué discutíais por el camino?” Y dice san Marcos que ellos, como párvulos sorprendidos, “no contestaron”. No contestaron porque habían discutido “quién era entre ellos el más importante”. Esto era para ellos – y quizá es ahora para nosotros- lo fundamental, por encima de lo que les estaba diciendo Jesús sobre su próxima pasión y muerte en Jerusalén. Por eso tuvo que comenzar otra vez por el principio.

“Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”. Según Jesús, no es el primero ni importante el hombre de prestigio, seguro de sí mismo, exitoso en la vida profesional, aplaudido por las gentes y buscado por los medios. Importantes son los hombres y mujeres que, aunque lo tengan, no viven para el éxito personal; los que se preocupan por la felicidad de los demás y, para lograrlo, ponen su vida al servicio de los otros. Son personas creativas, que tratan de detectar situaciones inhumanas o con escasa humanidad, para actuar, servir, ayudar, liberar, humanizar.
Y lo hacen con actitudes y formas evangélicas, con bondad, cercanía y hasta con ternura. Bondad que envuelve su trabajo, su quehacer de cada día, sus relaciones, su convivencia entera. El agradecimiento que manifiestan a la vida, don que reciben de Dios cada mañana, lo expanden y entregan a los demás, a quienes escuchan y con quienes trabajan, caminan, comen, lloran y ríen.
No se trata de idealizar el peso de lo cotidiano y la experiencia de la mediocridad que puede acompañar, siendo sinceros, nuestra vida y conducta. Sino de valorar la vida de cada día donde los seguidores de Jesús preparamos y vamos encontrando la vida eterna.



20 mayo, Lunes. VII semana del Tiempo ordinario

Eclesiástico 1,1-10:

Toda sabiduría viene del Señor y está con él eternamente. La arena de las playas, las gotas de la lluvia, los días de los siglos, ¿quién los contará? La altura del cielo, la anchura de la tierra, la hondura del abismo, ¿quién los rastreará? Antes que todo fue creada la sabiduría; la inteligencia y la prudencia, antes de los siglos. La raíz de la sabiduría, ¿a quién se reveló?; la destreza de sus obras, ¿quién la conoció? Uno solo es sabio, temible en extremo; está sentado en su trono. El Señor en persona la creó, la conoció y la midió, la derramó sobre todas sus obras; la repartió entre los vivientes, según su generosidad se la regaló a los que lo temen.

Salmo 92

 Marcos 9,14-29:

En aquel tiempo, cuando Jesús y los tres discípulos bajaron de la montaña, al llegar adonde estaban los demás discípulos, vieron mucha gente alrededor, y a unos escribas discutiendo con ellos. Al ver a Jesús, la gente se sorprendió, y corrió a saludarlo.
Él les preguntó: «¿De qué discutís?»
Uno le contestó: «Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no le deja hablar y, cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. He pedido a tus discípulos que lo echen, y no han sido capaces.»
Él les contestó: «¡Gente sin fe! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo.»
Se lo llevaron. El espíritu, en cuanto vio a Jesús, retorció al niño; cayó por tierra y se revolcaba, echando espumarajos.
Jesús preguntó al padre: «¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?»
Contestó él: «Desde pequeño. Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y al agua, para acabar con él. Si algo puedes, ten lástima de nosotros y ayúdanos.»
Jesús replicó: «¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe.»
Entonces el padre del muchacho gritó: «Tengo fe, pero dudo; ayúdame.»
Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo: «Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: Vete y no vuelvas a entrar en él.»
Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió. El niño se quedó como un cadáver, de modo que la multitud decía que estaba muerto. Pero Jesús lo levantó, cogiéndolo de la mano, y el niño se puso en pie.
Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas: «¿Por qué no pudimos echarlo nosotros?»
Él les respondió: «Esta especie sólo puede salir con oración y ayuno.»

¿Cómo vivir esta  Palabra?

“Tengo fe, pero dudo, ayúdame”

Con la fiesta de Pentecostés terminamos el ciclo Pascual y continuamos el tiempo ordinario, interrumpido al empezar la cuaresma. Han concluido las celebraciones de Pascua y ahora, movidos por la fuerza del Espíritu Santo que hemos recibido, nos toca ir a proclamar la Buena Noticia de la Salvación, para ello necesitamos que la Sabiduría de Dios habite en nosotros. De esta Sabiduría nos habla el texto de hoy. Toda sabiduría procede de Dios y está en Él eternamente.  

“Tengo fe, pero dudo, ayúdame”. Esta frase, pronunciada por el padre del niño endemoniado, tendríamos que repetirla muchas veces a lo largo de nuestra vida.

Estamos celebrando el año de la fe, se nos invita a profundizar mas, tanto en lo que creemos como en el modo como vivimos nuestra fe.
El niño de que nos habla el evangelio, tal vez sufría de epilepsia; esta clase de enfermedades, el pueblo judío, las atribuía a los poderes del demonio, lo cierto es que Marcos presenta al niño como un endemoniado.
Jesús no realiza los milagros para llamar la atención, lo importante es suscitar la fe de quien se lo pide, pregunta al padre si tiene fe y por ella cura al niño.
Los apóstoles, que no pudieron sanar al niño, preguntan a Jesús: ¿por qué nosotros no hemos podido curarle?; ¿Tal vez les falló la fe?
La fe es Don de Dios, pero crece en el encuentro personal con Él, hablando, confiando en Él, por eso la respuesta de Jesús es clara: “Esta clase de demonios no puede ser expulsada por ningún medio sino por la oración. Oración y fe, fe y oración, van unidas. Si creemos en Cristo hablamos con Él, lo buscamos, la fe nos lleva a su encuentro y el nos busca, en Él lo podemos todo.

La voz de un ermitaño y misionero
La virtud que el Señor recompensa, la virtud que él alaba es casi siempre la fe. Algunas veces, alaba el amor, como en el caso de Magdalena. Algunas veces la humildad, pero estos ejemplos son raros. Es casi siempre la fe la que recibe su aprobación y su alabanza. (Carlos Foucauld)