19 mayo, Domingo de Pentecostés

"El Espíritu Santo está en todas las personas valientes, pero el que quiera tener conciencia de su acción, sentir y disfrutar de su presencia debe recogerse en sí mismo... en la calma y el silencio... Cuanto más se entregue a su propio recogimiento, más conciencia tendrá de esta manifestación interior y siempre creciente del Espíritu Santo, que siempre se da desde el principio." (Juan Taulero, dominico s. XIV)

Hechos de los apóstoles 2, 1-11

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.
Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma.
Enormemente sorprendidos, preguntaban:
–«¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa?
Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Me-sopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.»

Salmo 103: Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

Primera Corintios 12, 3b-7. 12-13

Hermanos:
Nadie puede decir: «Jesús es Señor», si no es bajo la acción del Espíritu Santo.
Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.
Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.
Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.

Juan 20, 19-23

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
–«Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
–«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. »
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
–«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos. »



comentario: NECESITADOS DE SALVACIÓN    


         El Espíritu Santo de Dios no es propiedad de la Iglesia. No pertenece en exclusiva a las religiones. Hemos de invocar su venida al mundo entero tan necesitado de salvación.
         Ven Espíritu creador de Dios. En tu mundo no hay paz. Tus hijos e hijas se matan de manera ciega y cruel. No sabemos resolver nuestros conflictos sin acudir a la fuerza destructora de las armas. Nos hemos acostumbrado a vivir en un mundo ensangrentado por las guerras. Despierta en nosotros el respeto a todo ser humano. Haznos constructores de paz. No nos abandones al poder         del mal.
         Ven Espíritu liberador de Dios. Muchos de tus hijos e hijas vivimos esclavos del dinero. Atrapados por un sistema que nos impide caminar juntos hacia un mundo más humano. Los poderosos son cada vez más ricos, los débiles cada vez más pobres. Libera en nosotros la fuerza para trabajar por un mundo más justo. Haznos más responsables y solidarios. No nos dejes en manos de nuestro egoísmo.
         Ven Espíritu renovador de Dios. La humanidad está rota y fragmentada. Una minoría de tus hijos e hijas disfrutamos de un bienestar que nos está deshumanizando cada vez más. Una mayoría inmensa muere de hambre, miseria y desnutrición. Entre nosotros crece la desigualdad y la exclusión social. Despierta en nosotros la compasión que lucha por la justicia. Enséñanos a defender siempre a los últimos. No nos dejes vivir con un corazón enfermo.
         Ven Espíritu consolador de Dios. Muchos de tus hijos e hijas viven sin conocer el amor, el hogar o la amistad. Otros caminan perdidos y sin esperanza. No conocen una vida digna, solo la incertidumbre, el miedo o la depresión. Reaviva en nosotros la atención a los que viven sufriendo. Enséñanos a estar más cerca de quienes están más solos. Cúranos de la indiferencia.
         Ven Espíritu bueno de Dios. Muchos de tus hijos e hijas no conocen tu amor ni tu misericordia. Se alejan de Ti porque te tienen miedo. Nuestros jóvenes ya no saben hablar contigo. Tu nombre se va borrando en las conciencias. Despierta en nosotros la fe y la confianza en Ti. Haznos portadores de tu Buena Noticia. No nos dejes huérfanos.
         Ven Espíritu vivificador de Dios. Tus hijos e hijas no sabemos cuidar la vida. No acertamos a progresar sin destruir, no sabemos crecer sin acaparar. Estamos haciendo de tu mundo un lugar cada vez más inseguro y peligroso. En muchos va creciendo el miedo y se va apagando la esperanza. No sabemos hacia dónde nos dirigimos. Infunde en nosotros tu aliento creador. Haznos caminar hacia una vida más sana. No nos dejes solos. ¡Sálvanos!
José Antonio Pagola


18 mayo 2013, sábado. VII semana de Pascua

Vigilia de Pentecostés


Hechos de los apóstoles 28,16-20.30-31

Cuando llegamos a Roma, le permitieron a Pablo vivir por su cuenta en una casa, con un soldado que lo vigilase.
Tres días después, convocó a los judíos principales; cuando se reunieron, les dijo: «Hermanos, estoy aquí preso sin haber hecho nada contra el pueblo ni las tradiciones de nuestros padres; en Jerusalén me entregaron a los romanos. Me interrogaron y querían ponerme en libertad, porque no encontraban nada que mereciera la muerte; pero, como los judíos se oponían, tuve que apelar al César; aunque no es que tenga intención de acusar a mi pueblo. Por este motivo he querido veros y hablar con vosotros; pues por la esperanza de Israel llevo encima estas cadenas.» Vivió allí dos años enteros a su propia costa, recibiendo a todos los que acudían, predicándoles el reino de Dios y enseñando lo que se refiere al Señor Jesucristo con toda libertad, sin estorbos.

Salmo 10: Los buenos verán tu rostro, Señor.



Evangelio según san Juan 21, 20-25

En aquel tiempo, Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús tanto amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le había preguntado:
«Señor, ¿quién es el que te va a entregar?»
Al verlo, Pedro dice a Jesús: «Señor, y éste ¿qué?» Jesús le contesta: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme.»
Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino:
«Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?»
Éste es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero.
Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que los libros no cabrían ni en todo el mundo.

¿Compartimos la Palabra


  • "¿a ti qué? Tú sígueme."


Si en la primera lectura veíamos cómo el pueblo judío es el que se oponía al mensaje de libertad, el evangelio muestra que los seguidores de Jesús también tienen los mismo límites. Jesús pide a Pedro que le siga y Pedro dice  «y éste, ¿qué?». La respuesta de Jesús no se hace esperar: «(y), ¿a ti qué?». Y es verdad. 

La respuesta a la vocación es personal porque la invitación al seguimiento es personal, ¿por qué tenemos que mirar tanto a lo que el otro u otra hacen o dejarnos condicionar o comparar con los otros? 
Cada uno ha de dar su «SÍ» sin reservas. Así fue el «SÍ» de María. 

Jesús es el Salvador, el que vive la historia con cada uno y comprende "la mochila" que cada persona lleva a sus espaldas, de lo que es capaz y de lo que no. A veces, juzgamos muy a la ligera o solo por apariencias. Pablo dirá que la caridad disculpa siempre. 

Es el Señor quien examina, el único que tiene la clave de cada uno ... y hay que dejar a Dios ser Dios y estar contentos/as con escuchar su "Sígueme" y vivirlo en el día. Es el ejemplo que damos lo que nos ha de preocupar más porque las palabras convencen, pero es el ejemplo el que arrastra. Un buen ejemplo vale más que mil palabras. ¡Démoslo como María! 


La voz de san Agustín
Tú sígueme”... Que tu actuar me siga de manera perfecta y modelada en el ejemplo de mi pasión; que la contemplación comenzada permanezca hasta mi regreso: será perfecta cuando yo regrese. Porque sigue a Cristo, este fervor hay que mantenerlo hasta la muerte, ha de permanecer hasta su retorno, y entonces este conocimiento será manifestado en plenitud. Aquí en el país de los mortales, hay que aguantar los sufrimientos de este mundo; allí, contemplaremos los bienes del Señor en el país de los que viven. 


17 mayo 2013, viernes. VII semana de Pascua

Hechos de los apóstoles 25, 13-21

En aquellos días, el rey Agripa llegó a Cesarea con Berenice para cumplimentar a Festo, y se entretuvieron allí bastantes días. Festo expuso al rey el caso de Pablo, diciéndole: -«Tengo aquí un preso, que ha dejado Félix; cuando fui a Jerusalén, los sumos sacerdotes y los ancianos judíos presentaron acusación contra él, pidiendo su condena. Les respondí que no es costumbre romana ceder a un hombre por las buenas; primero el acusado tiene que carearse con sus acusadores, para que tenga ocasión de defenderse. Vinieron conmigo a Cesarea, y yo, sin dar largas al asunto, al día siguiente me senté en el tribunal y mandé traer a este hombre. Pero, cuando los acusadores tomaron la palabra, no adujeron ningún cargo grave de los que yo suponía; se trataba sólo de ciertas discusiones acerca de su religión y de un difunto llamado Jesús, que Pablo sostiene que está vivo. Yo, perdido en semejante discusión, le pregunté si quería ir a Jerusalén a que lo juzgase allí. Pero, corno Pablo ha apelado, pidiendo que lo deje en la cárcel, para que decida su majestad, he dado orden de tenerlo en prisión hasta que pueda remitirlo al César.»


Evangelio según san Juan 21, 15-19

Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, dice a Simón Pedro: - «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?» Él le contestó: - «Sí, Señor, tú, sabes que te quiero.» Jesús le dice: - «Apacienta mis corderos.» Por segunda vez le pregunta: - «Simón, hijo de Juan, ¿me arnas?» Él le contesta: - «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Él le dice: - «Pastorea mis ovejas.» Por tercera vez le pregunta: - «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: - «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.» Jesús le dice: - «Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.» Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: - «Sígueme.»

¿Como vivir  esta  Palabra?

Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas

El episodio junto al lago de Tiberiades es una lección para Pedro y para nosotros. Él había afirmado en la ultima cena que, si todos le abandonan él no lo abandonaría. Pero después lo negó tres veces, jurando que ni lo conocía. 

Ahora Jesús le pregunta: «Pedro, ¿me amas más que éstos?» tiene que contestar con más humildad: «Señor, tú sabes que te quiero». Aquí tiene cuidado de no decir «más que los demás». Pedro, el discípulo impulsivo, que de veras quería a Jesús, antes se había mostrado débil por miedo a la muerte, aquí tiene ocasión de reparar su triple negación con la triple profesión de amor. Y Jesús lo rehabilita delante de los demás: «apacienta mis corderos… apacienta mis ovejas». Jesús entonces le dice «Sígueme».
También a nosotros nos dice Jesús «Sígueme», y nos pregunta qué sentimos por él. Pedro le confesó su amor profundo a pesar de su debilidad. También negamos a Jesús en nuestra vida por nuestra débil fe. Débil porque tenemos ocasiones de confesar a Jesús como nuestro salvador y nuestro único bien en medio de este mundo, y por miedo al ridículo, a la burla o a la ofensa no damos testimonio, nos quedamos cortos. 

Por eso hoy Jesús también nos pregunta a nosotros por nuestro nombre: «¿me amas más que estos?». Y con humildad reflexionamos y nos preguntamos ¿en verdad amo a Jesús? ¿Lo quiero de verdad? ¿Qué hago por Él? ¿Doy testimonio con mi fe de que amo a Jesús? Y Jesús nos vuelve a preguntar por tercera vez: «¿me quieres?» Y le tenemos que contestar como Pedro: «Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero». 

Dentro de nuestra debilidad, de nuestros fallos, y de nuestros pecados, sabes Señor que te queremos, porque nuestra débil fe, tú la fortaleces cada día con tu Palabra, y con tu cuerpo y sangre, y porque te sentimos cada día en nuestra vidas. 
Solo desde el amor podemos dar sentido a nuestras vidas. Eue el Espíritu santo nos llene a todos de la llama de su AMOR.


La voz de un padre de la Iglesia
¡Imitemos a los apóstoles en sus virtudes y no nos quedaremos atrás! En efecto, no son sus milagros lo que los constituyó en apóstoles, sino la santidad de su vida. En ella se reconoce al discípulo de Cristo. (s. Juan Crisóstomo s IV)

16 mayo 2013, jueves. VII semana de Pascua

Hechos de los apóstoles 22, 30; 23, 6-11

En aquellos días, queriendo el tribuno poner en claro de qué acusaban a Pablo los judíos, mandó desatarlo, ordenó que se reunieran los sumos sacerdotes y el Sanedrín en pleno, bajó a Pablo y lo presentó ante ellos. Pablo sabía que una parte del Sanedrín eran fariseos y otra saduceos y gritó: - «Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo, y me juzgan porque espero la resurrección de los muertos.» Apenas dijo esto, se produjo un altercado entre fariseos y saduceos, y la asamblea quedó dividida. (Los saduceos sostienen que no hay resurrección, ni ángeles, ni espíritus, mientras que los fariseos admiten todo esto.) Se armó un griterío, y algunos escribas del partido fariseo se pusieron en pie, porfiando: - «No encontramos ningún delito en este hombre; ¿y si le ha hablado un espíritu o un ángel?» El altercado arreciaba, y el tribuno, temiendo que hicieran pedazos a Pablo, mandó bajar a la guarnición para sacarlo de allí y llevárselo al cuartel. La noche siguiente, el Señor se le presentó y le dijo: - «¡Animo! Lo mismo que has dado testimonio a favor mío en Jerusalén tienes que darlo en Roma.»


Evangelio según san Juan 17, 20-26

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: - «Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí. Padre, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté con ellos, como también yo estoy con ellos.»

¿Cómo vivir esta Palabra?

Si los cristianos, a pesar de sus divisiones, saben unirse cada vez más en oración común en torno a Cristo, crecerá en ellos la conciencia de que es menos lo que los divide que lo que los une. Si se encuentran más frecuente y asiduamente delante de Cristo en la oración, hallarán fuerza para afrontar toda la dolorosa y humana realidad de las divisiones, y de nuevo se encontrarán en aquella comunidad de la Iglesia que Cristo forma incesantemente en el Espíritu Santo, a pesar de todas las debilidades y limitaciones humanas.

En suma, la comunión de oración lleva a mirar con ojos nuevos a la Iglesia y al cristianismo. En efecto, no se debe olvidar que el Señor pidió al Padre la unidad de sus discípulos, para que ésta fuera testimonio de su misión y el mundo pudiese creer que el Padre lo había enviado (cf. Jn 17, 21). Se puede decir que el movimiento ecuménico haya partido en cierto sentido de la experiencia negativa de quienes, anunciando el único Evangelio, se referían cada uno a su propia Iglesia o Comunidad eclesial; una contradicción que no podía pasar desapercibida a quien escuchaba el mensaje de salvación y encontraba en ello un obstáculo a la acogida del anuncio evangélico. Lamentablemente este grave impedimento no está superado.
Es cierto, no estamos todavía en plena comunión. Sin embargo, a pesar de nuestras divisiones, estamos recorriendo el camino hacia la unidad plena, aquella unidad que caracterizaba a la Iglesia apostólica en sus principios, y que nosotros buscamos sinceramente: prueba de esto es nuestra oración común, animada por la fe. En la oración nos reunimos en el nombre de Cristo que es Uno. El es nuestra unidad. (Juan Pablo II, Encíclica “Ut unum sint”, 22-23)


15 mayo 2013,  Miércoles. VII semana de Pascua

Hechos de los apóstoles 20, 28-38

En aquellos días, decía Pablo a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso: - «Tened cuidado de vosotros y del rebaño que el Espíritu Santo os ha encargado guardar, como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con su propia sangre. Ya sé que, cuando os deje, se meterán entre vosotros lobos feroces, que no tendrán piedad del rebaño. Incluso algunos de vosotros deformarán la doctrina y arrastrarán a los discípulos. Por eso, estad alerta: acordaos que durante tres años, de día y de noche, no he cesado de aconsejar con lágrimas en los ojos a cada uno en particular. Ahora os dejo en manos de Dios y de su palabra de gracia, que tiene poder para construiros y daros parte en la herencia de los santos. A nadie le he pedido dinero, oro ni ropa. Bien sabéis que estas manos han ganado lo necesario para mí y mis compañeros. Siempre os he enseñado que es nuestro deber trabajar para socorrer a los necesitados, acordándonos de las palabras del Señor Jesús: "Hay más dicha en dar que en recibir."» Cuando terminó de hablar, se pusieron todos de rodillas, y rezó. Se echaron a llorar y, abrazando a Pablo, lo besaban; lo que más pena les daba era lo que había dicho, que no volverían a verlo. Y lo acompañaron hasta el barco.


Evangelio según san Juan 17, 11b-19

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: - «Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que ellos mismos tengan mi alegría cumplida. Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Y por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad.»

¿Como vivir esta Palabra?


"No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal. "

Jesús, “levantando los ojos al cielo” se dirige a su Padre para que extienda su mano paternal sobre todos sus seguidores y seguidoras de todos los tiempos: “No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal… Cuando estaba con ellos, yo guardaba a los que me diste y los custodiaba... Guárdalos en tu nombre a los que me has dado”. 

Estamos en buenas manos, en las manos de Dios. Es la confianza que nos sostiene y nos hace esperar contra toda esperanza, aunque las cosas se pongan muy en contra.
Además Jesús mismo cuida de nosotros, porque él y el Padre son uno. “No os dejaré huérfanos… Estaré siempre con vosotros, todos los días, hasta la consumación de los siglos”. Aunque nuestra tarea es ardua, tan ardua como la de Jesús, tenemos muy buenos cuidadores. Eso sí, cada uno ha de luchar en la batalla con todas sus fuerzas y haciendo todo lo posible por el Reino. Quien hace todo lo posible, puede esperar lo imposible. Dios actúa en la debilidad pero no anula la libertad.
El mejor ejemplo es María. Ella hizo todo lo que pudo con su entrega hasta el límiite y hoy la contemplamos en la gloria pero auxiliando al Pueblo de Dios que peregrina hacia la meta: el Cielo.
De la carta a Diogneto (siglo II)
Los cristianos aman a todos, y todos los persiguen. Se los condena sin conocerlos. Se les da muerte, y con ello reciben la vida. Son pobres, y enriquecen a muchos; carecen de todo, y abundan en todo. Sufren la deshonra, y ello les sirve de gloria... Son ultrajados y ellos bendicen... Para decirlo en pocas palabras: los cristianos son en el mundo, lo que el alma es en el cuerpo. 


14 mayo 2013.  Fiesta de san Matías apóstol 

Hechos de los apóstoles 1, 15-17. 20-26

Uno de aquellos días, Pedro se puso en pie en medio de los hermanos y dijo (había reunidas unas ciento veinte personas): -«Hermanos, tenía que cumplirse lo que el Espíritu Santo, por boca de David, había predicho, en la Escritura, acerca de Judas, que hizo de guía a los que arrestaron a Jesús. Era uno de nuestro grupo y compartia el mismo ministerio. En el libro de los Salmos está escrito: "Que su morada quede desierta, y que nadie habite en ella", y también: "Que su cargo lo ocupe otro. " Hace falta, por tanto, que uno se asocie a nosotros como testigo de la resurrección de Jesús, uno de los que nos acompañaron mientras convivió con nosotros el Señor Jesús, desde que Juan bautizaba, hasta el día de su ascensión.» Propusieron dos nombres: José, apellidado Barsabá, de sobrenombre Justo, y Matías. Y rezaron así: -«Señor, tú penetras el corazón de todos; muéstranos a cuál de los dos has elegido para que, en este ministerio apostólico, ocupe el puesto que dejó Judas para marcharse al suyo propio.» Echaron suertes, le tocó a Matías, y lo asociaron a los once apóstoles.

Evangelio según san Juan 15, 9-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.»

¿Cómo vivir esta Palabra?

"tocó a Matías, y lo asociaron a los once apóstoles"

De Matías sabemos muy poco, su nombre y el modo de su elección. Fue el último de los apóstoles incorporado al grupo para cubir la "vacante" originada por la traición de Judas Iscariote. La traición y no la muerte, pues cuando en el año 44 fue martirizado Santiago apóstol no se volvió a realizar un proceso similar, ni nunca más. 
San Clemente y San Jerónimo dicen que San Matías había sido uno de los 72 discípulos que Jesús envió a predicar  de dos en dos. Una antigua tradición cuenta que predicó en Etiopía y murió crucificado. 

Matías en hebreo significa “dado a nuestro Señor” ó “un regalo de nuestro Señor”, ó incluso, humilde, pequeño. Se consideraba "pequeño", porque era manso y humilde. Como dice San Ambrosio hay tres formas de ser humilde: la primera es hacerse humilde por aflicción, la segunda es ser humilde por la consideración de si mismo y la tercera es serlo por devoción a nuestro Creador.

Hoy en día, el modo de  elección podría ser considerada de alguna manera como anticristiana, ya que podría asociarse con el juego. Sin embargo, la tradición judía conocía lo sagrado de las probabilidades llamadas Urim y Tummin que eran utilizadas por el sumo sacerdote del Templo. Y aun en la actualidad, este sorteo es utilizado por la Iglesia orotdoxa; por ejemplo, los ortodoxos serbios eligen a su Patriarca por sorteo contando con dos o tres candidatos propuestos por el Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Serbia.

Pablo reivindicará siempre que él es también apóstol por elección de Jesucristo. Ayuda su experiencia a una "ampliación" de los horizontes de lo que es ser apóstol. El concepto que tenían en la primera hora ha ido evolucionando. Cristo es el apóstol del Padre, es el enviado y es Él quien hace partícipes a otros de su misión: como el Padre me envío así yo os envió. 

La elección de Matías tiene lugar antes de Pentecostés, la irrupción del Espíritu ampliará horizontes y hara surgir nuevos apóstoles que pueden ser llamados así con toda propiedad, como defenderá Pablo. El número Doce es simbólico y hace alusión a la totalidad del Pueblo de Israel formado por 12 tribus.  Había doce piedras en el pectoral del sumo sacerdote, representando a Israel (Ex. 28:17-21). Pablo dirá que el representa a los gentiles, enviado a predicar a ellos como especificidad de su misión y, por tanto de apóstol. Ser apóstol es un servicio y no un privilegio. 

La voz del Papa Pablo VI
El tiempo no hace envejecer a la Iglesia. La hace crecer, la estimula hacia la vida y la plenitud... Ciertamente, todos sus miembros mueren como todos los mortales, pero la Iglesia, como tal, no sólo tiene un principio invencible de inmortalidad más allá de la historia, sino que posee también una fuerza incalculable de renovación.




13 mayo 2013.  Familia Salesiana: Fiesta de santa María Mazzarello 

La liturgia en honor de Santa María Mazzarello quiere dibujar con vivísimos colores su figura espiritual, y al mismo tiempo, proponer a toda la Familia Salesiana, y en particular a las Hijas de María Auxiliadora, su ejemplo como modelo de vida evangélica a imitar.
Lo expresa el texto escogido para la 1ª lectura, tomado del libro del Eclesiástico:
“Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad

Y te querrán más que al hombre generoso.

Hazte pequeño en las grandezas humanas

y alcanzarás el favor de Dios;

porque es grande la misericordia de Dios,

y revela sus secretos a los humildes”. (Eclo. 3, 17-18)

Lo expresa también el otro pasaje del Evangelio de San Lucas  en el que 
Jesús, lleno de la alegría del Espíritu Santo exclamó: “Te doy gracias, Padre, Señor del Cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así ha parecido bien” (Lc. 10, 21).
Nos revelan estos textos la lógica del actuar de Dios en la Historia de la salvación: Dios rico en bondad actúa, no desde el poder, el prestigio, la riqueza, sino desde la marginalidad, desde lo que no cuenta a los ojos de la sociedad, para realizar “obras maravillosas” en su pueblo. Así fue en y por María de Nazareth, con don Bosco, con María Mazzarello. Nuestra Familia Espiritual es un ejemplo evidente de ella, fruto de esa acción de gracias de Jesús.
La Liturgia nos presenta una santidad- la de Santa María Mazzarello – que se concrretó en:
“La Fidelidad solícita y la bondad paciente
la humildad sincera ya la pobreza rica en obras,
a obediencia gozosa y la confianza plena en Dios” (Prefacio)
La lectura de la Carta de San Pablo a los Colosenses quiere presentarnos a Santa María Mazzarello como la realización del programa de vida cristiana dado por el apóstol a la comunidad de Colosas: María Mazzarello 
revestida con la túnica de la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión, el perdón, la enseñanza con plena sabiduría y la exhortación mutua… y por encima de todo, el amor que es el ceñidor de la unidad consumada “Col. 3, 12).
Al contemplar el ejemplo de vida de María Mazarello, pedimos a Dios Padre “fuente todo bien” (1ª Col.), que podamos prolongar hoy en la Iglesia este modelo de santidad, que consiste en:
-          “El amor a la juventud” (2ª col.) como testimonio diario del amor del Padre (1ª Col.).
-          “La fidelidad a la labor educativa” (2ª Col.), para ofrecer a las jóvenes un signo del amor inmenso de Dios manifestado en su Hijo Jesucristo. (Pref).
-           “La constancia en buscar siempre a Dios y servir a la Iglesia” (bend.) para responder con alegría a la llamada del Señor (1ª ofr.).
-          “El continuo crecimiento en el ardor de la caridad” para construir la caridad fraterna y crecer en la alegría de servir a Dios “en los hermanos”

Oración
Padre y Dios nuestro, que muestras tus preferencias por los humildes y llenas los corazones sencillos y sinceros con tu espíritu de santidad, escucha nuestra oración en la solemnidad de santa María-Dominica Mazzarello que compartió con san Juan Bosco el amor a la juventud y la fundación de una nueva familia religiosa; danos docilidad a sus enseñanzas y fidelidad a su labor educativa. Por nuestro Señor Jesucristo...

12 mayo 2013. Ascensión del Señor

Hechos de los Apóstoles 1, 1-11

En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios.
Una vez que comían juntos les recomendó:
–No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mí Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.
Ellos lo rodearon preguntándole:
–Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar la soberanía de Israel?
Jesús contestó:
–No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines del mundo.
Dicho esto, lo vieron levantarse hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndole irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:
–Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo, volverá como le habéis visto marcharse.

Sal 46

carta a los Efesios 1, 17-23


Hermanos:
Que el Dios del Señor nuestro Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro.
Y todo lo puso bajo sus pies y lo dio a la Iglesia, como Cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.

Final del Evangelio según San Lucas 24, 46-53

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
–Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.
Y vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto.
Después los sacó hacia Betania, y levantando las manos, los bendijo.
Y mientras los bendecía, se separó de ellos (subiendo hacia el cielo).
Ellos se volvieron a Jerusalén con gran alegría y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.

Beato John Henry Newman (1801-1890), teólogo, fundador del Oratorio en Inglaterra 
Sermón “La presencia espiritual de Cristo en la Iglesia”, PPS, t. 6, n°10

 Sabemos que en este mundo cuanto un objeto está más cerca, menos podemos percibirlo y comprenderlo. Cristo está tan cerca de nosotros en la Iglesia cristiana, llegando a decir, que no podemos fijar en Él la mirada o distinguirlo. Entra en nosotros, y toma posesión de la herencia que adquirió. No se nos presenta, sino que nos toma con él. Nos hace sus miembros... No lo vemos; Conocemos su presencia sólo por la fe, porque está por encima de nosotros y en nosotros.

Comentario de J. A Pagola: LA BENDICIÓN DE JESÚS

         Son los últimos momentos de Jesús con los suyos. Enseguida los dejará para entrar definitivamente en el misterio del Padre. Ya no los podrá acompañar por los caminos del mundo como lo ha hecho en Galilea. Su presencia no podrá ser sustituida por nadie.
         Jesús solo piensa en que llegue a todos los pueblos el anuncio del perdón y la misericordia de Dios. Que todos escuchen su llamada a la conversión. Nadie ha de sentirse perdido. Nadie ha de vivir sin esperanza. Todos han de saber que Dios comprende y ama a sus hijos e hijas sin fin. ¿Quién podrá anunciar esta Buena Noticia?
         Según el relato de Lucas, Jesús no piensa en sacerdotes ni obispos. Tampoco en doctores o teólogos. Quiere dejar en la tierra “testigos”. Esto es lo primero: “vosotros sois testigos de estas cosas”. Serán los testigos de Jesús los que comunicarán su experiencia de un Dios bueno y contagiarán su estilo de vida trabajando por un mundo más humano.
         Pero Jesús conoce bien a sus discípulos. Son débiles y cobardes. ¿Dónde encontrarán la audacia para ser testigos de alguien que ha sido crucificado por el representante del Imperio y los dirigentes del Templo? Jesús los tranquiliza: “Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido”. No les va a faltar la “fuerza de lo alto”. El Espíritu de Dios los defenderá.
         Para expresar gráficamente el deseo de Jesús, el evangelista Lucas describe su partida de este mundo de manera sorprendente: Jesús vuelve al Padre levantando sus manos y bendiciendo a sus discípulos. Es su último gesto. Jesús entra en el misterio insondable de Dios y sobre el mundo desciende su bendición.
         A los cristianos se nos ha olvidado que somos portadores de la bendición de Jesús. Nuestra primera tarea es ser testigos de la Bondad de Dios. Mantener viva la esperanza. No rendirnos ante el mal. Este mundo que parece un “infierno maldito” no está perdido. Dios lo mira con ternura y compasión.
         También hoy es posible buscar el bien, hacer el bien, difundir el bien. Es posible trabajar por un mundo más humano y un estilo de vida más sano. Podemos ser más solidarios y menos egoístas. Más austeros y menos esclavos del dinero. La misma crisis económica nos puede empujar a buscar una sociedad menos corrupta.
         En la Iglesia de Jesús hemos olvidado que lo primero es promover una “pastoral de la bondad”. Nos hemos de sentir testigos y profetas de ese Jesús que pasó su vida sembrando gestos y palabras de bondad. Así despertó en las gentes de Galilea la esperanza en un Dios Salvador. Jesús es una bendición y la gente lo tiene que conocer.

José Antonio Pagola
12 de mayo de 2013
Ascensión del Señor (C)
Lucas 24, 46-53



11 mayo 2013, sábado. VI semana de Pascua 



Hechos de los apóstoles 18,23-28

Pasado algún tiempo en Antioquía, emprendió Pablo otro viaje y recorrió Galacia y Frigia, animando a los discípulos. Llegó a Éfeso un judío llamado Apolo, natural de Alejandría, hombre elocuente y muy versado en la Escritura. Lo habían instruido en el camino del Señor, y era muy entusiasta; aunque no conocía más que el bautismo de Juan, exponía la vida de Jesús con mucha exactitud. Apolo se puso a hablar públicamente en la sinagoga. Cuando lo oyeron Priscila y Aquila, lo tomaron por su cuenta y le explicaron con más detalle el camino de Dios. Decidió pasar a Acaya, y los hermanos lo animaron y escribieron a los discípulos de allí que lo recibieran bien. Su presencia, con la ayuda de la gracia, contribuyó mucho al provecho de los creyentes, pues rebatía vigorosamente en público a los judíos, demostrando con la Escritura que Jesús es el Mesías.

Evangelio según san Juan 16, 23b-28

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Yo os aseguro, si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa. Os he hablado de esto en comparaciones; viene la hora en que ya no hablaré en comparaciones, sino que os hablaré del Padre claramente. Aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque vosotros me queréis y creéis que yo salí de Dios. Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre

¿Cómo vivir esta Palabra?

Creer en el Padre de Jesucristo es creer en el Amor eterno e infinito que ha creado el mundo y lo conduce hacia la plenitud del Amor. Dios es Padre-Madre, Hijo y Espíritu Santo y los tres están empeñados y comprometidos en que esta historia humana sea  Historia de Salvación. Esta Verdad es la que comunica Jesús a sus discípulos, una Verdad que debe alegrar profundamente a cada persona humana.  Todos podemos dirigirnos a Dios Padre como en la parábola del Hijo Pródigo. Este acceso estará siempre abierto en unión con Jesús, que es la gran puerta al Padre.


A partir de la Resurrección, es cuando los discípulos y discípulas descubren la auténtica y trascendente personalidad de Jesús como Hijo de Dios.

Ha llegado el tiempo de una Comunión plena y auténtica con Dios, por la que el hombre experimenta la proximidad amorosa y comprensiva del Padre-Madre. Por eso la oración que se le dirija será escuchada, una oración de corazón a corazón nacida y cimentada en el Amor, que Dios hace tangible y presente en la persona de Jesús. Él lo da hasta el extremo, pero también lo recibe de sus discípulos en una Comunión de Amor que debe ser la Iglesia.

Esta Comunión nos introduce en el Misterio profundo de la Trinidad que manifiesta un Dios que se implica en nuestra vida y nos introduce en la suya. El Padre nos envuelve en el Amor con que ama a su Hijo, el Hijo ama y sirve al Padre en nosotros y por nosotros con el impulso del Espíritu Santo.

Por esta razón, la oración nace del amor, a Él se dirige, pero también nos compromete a amar a los demás, especialmente a los más necesitados. Es un proceso que se hace palpable en el testimonio, en el compromiso.

La voz de un periodista y sacerdote
 “Se ama con las manos, y lo demás es literatura”. (J. L. Martín Descalzo)