23 marzo 2013, sábado. V  semana de Cuaresma

de la profecía de Ezequiel 37, 21-28

Así dice el Señor: «Yo voy a recoger a los israelitas por las naciones adonde marcharon, voy a congregarlos de todas partes y los voy a repatriar. Los haré un solo pueblo en su país, en los montes de Israel, y un solo rey reinará sobre todos ellos. No volverán a ser dos naciones ni a desmembrarse en dos monarquías. No volverán a contaminarse con sus ídolos y fetiches y con todos sus crímenes. Los libraré de sus pecados y prevaricaciones, los purificaré: ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios. Mi siervo David será su rey, el único pastor de todos ellos. Caminarán según mis mandatos y cumplirán mis preceptos, poniéndolos por obra. Habitarán en la tierra que le di a mi siervo Jacob, en la que habitaron vuestros padres; allí vivirán para siempre, ellos y sus hijos y sus nietos; y mi siervo David será su príncipe para siempre. Haré con ellos una alianza de paz, alianza eterna pactaré con ellos. Los estableceré, los multiplicaré y pondré entre ellos mi santuario para siempre; tendré mi morada junto a ellos, yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y sabrán las naciones que yo soy el Señor que consagra a Israel, cuando esté entre ellos mi santuario para siempre.»


Lectura del santo evangelio según san Juan 11,45-57

En aquél tiempo, muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron: - «¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación.» Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: - «Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera.» Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no sólo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos. Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente con los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos. Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban: - «¿Qué os parece? ¿No vendrá a la fiesta?» Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde estaba les avisara para prenderlo.

DE LA PALABRA DEL DIA
¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos milagros. (Juan 11, 45-46)

¿Cómo vivir esta Palabra?
El odio, la ira  de los jefes de los sacerdotes y los fariseos eran de manera evidente. Lo que los irritaba eran los signos de Jesús. Los signos eran  las palabras y los gestos que llegaban a ser extraordinariamente eficaces: saciaba a los hambrientos, liberaba a los prisioneros, hacía ver a los ciegos, daba la vida a quienes parecían muertos o lo estaban de verdad. Eran signos y al mismo tiempo dejaban vislumbrar un más allá, generando en la mente y en el corazón de quienes los veían otros signos, otra vida. Este testimonio de Jesús era lo que hacía visible al Padre y realizaba las profecías antiguas que hablaban del Mesías.
Y si todo esto desestabiliza el sistema, entonces era mejor eliminar a Jesús.  Será la decisión de los jefes de los sacerdotes y de los doctores de la ley: eliminar a Jesús, matarlo. Porque es mejor que  muera uno solo que toda la nación…  es mejor que muera un súbdito, a que todo se venga abajo.
La entrega total de Jesús se revelará como el gran signo, la Hora de la salvación dramáticamente  eficaz. Un signo definitivo que llevará la salvación a quien lo reconoce y se adhiere al Misterio Pascual de Cristo, transformando la propia vida en el culto auténtico.   Basta sólo este signo para transformar el mundo y volver a encender la esperanza en el corazón de quien espera  la venida del Reino de Dios.

Hoy, Señor, Te bendigo por los signos que sigues  poniendo en nuestra historia; el último que acogemos es nuestro Papa Francisco. Con su ejemplo de vida y signos creíbles nos impulsa a ser más austeros y sencillos,  a amar a los pobres, amar al pueblo, desear una evangelización que no excluya a nadie. Mientras que con su oración confiada, intensa, humilde nos lleva a Ti,  fuente de toda misericordia.

La voz de un teólogo ruso
“El egoísmo, en cuanto principio real y fundamental de la vida individual, la impregna y la dirige en toda su integridad, determina concretamente toda cosa de ella. Es necesario  que la fuerza viva del egoísmo encuentre en el hombre otra fuerza igualmente viva y contraria a ella. La verdad, como fuerza viva que se posesiona de la interioridad del hombre y lo libera definitivamente de la falsa autoafirmación, se llama amor”.  
V. S.  Solov´ev
           



22 marzo 2013, viernes. V semana de Cuaresma

del libro de Jeremías 20,10-13

Oía el cuchicheo de la gente: «Pavor en torno; delatadlo, vamos a delatarlo.» Mis amigos acechaban mi traspié: «-A ver si se deja seducir, y lo abatiremos, lo cogeremos y nos vengaremos de él.» Pero el Señor está conmigo, como fuerte soldado; mis enemigos tropezarán y no podrán conmigo. Se avergonzarán de su fracaso con sonrojo eterno que no se olvidará. Señor de los ejércitos, que examinas al justo y sondeas lo íntimo del corazón, que yo vea la venganza que tomas de ellos, porque a ti encomendé mi causa. Cantad al Señor, alabad al Señor, que libró la vida del pobre de manos de los impíos.



Salmo 17.  R/. En el peligro invoqué al Señor, y me escuchó

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador. R/.

Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío,
mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos. R/.

Me cercaban olas mortales,
torrentes destructores me aterraban,
me envolvían las redes del abismo,
me alcanzaban los lazos de la muerte. R/.

En el peligro invoqué al Señor,
grité a mi Dios.
Desde su templo él escuchó mi voz,
y mi grito llegó a sus oídos. R/.

Evangelio según san Juan 10,31-42

En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús. Él les replicó: - «Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?» Los judíos le contestaron: - «No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios.» Jesús les replicó: - «¿No está escrito en vuestra ley: "Yo os digo: Sois dioses"? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y no puede fallar la Escritura), a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros que blasfema porque dice que es hijo de Dios? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre.» Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían: - «Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de éste era verdad.» Y muchos creyeron en él allí.


DE LA PALABRA DEL DIA
“¡Te amo, Señor, eres mi fortaleza!”, Salmo 17
¿Cómo vivir esta Palabra?
El salmo 17 pertenece a un pequeño grupo de salmos (14 al 23) del primer libro de los salmos. Es un salmo antiguo, que precede al central del citado grupo, el salmo 18 (Los cielos proclaman la gloria del Dios) y que se pone como simétrico a los salmos reales 19 y 20.
¿De quien es la voz que aquí invoca? Es una persona creyente que, angustiada, ve ya perfilarse la muerte en su horizonte y, gritándole a Dios su confianza, se siente liberada. Es también la voz de Cristo que sufre acechanzas de muerte, de la que lo resucita el Padre. Es, en fin, nuestra voz, que se eleva desde las circunstancias de cada día y  pide si es posible la fidelidad, la confianza, la libertad, la búsqueda de la verdad. 
En este salmo sorprende que el comienzo sea ya invocación, grito de alegría, de celebración de haber vuelto a encontrar a Dios en el tiempo y en el espacio que habitamos. Estamos de ordinario acostumbrados a salmos  que se pasa del lamento a la alabanza. Aquí no, Y la inversión no está exenta de significado. Todo lo contrario. El salmo se abre  con una expresión nítida y potente “¡Te amo…!”, palabras que como flechas agudas golpean con su rapidez e intensidad; palabras que no se dicen a todos de este modo. Son una clara provocación a nuestro  modo  demasiadas veces deprimido de rumiar nuestras  desgracias y sufrimientos.
Sólo reconocer  a Dios como meta de nuestro  amor  y descubrirlo  como nuestra fuerza, nuestro libertador nos levanta del fango de nuestra  miserias, en el que a veces puede resultar  agradable regodearse perezosa y tristemente.

Hoy, Señor, mi boca y mi corazón  te dirán sin descanso “¡Te amo!”

La voz de un poeta
El verdadero amor es la aceptación de todo lo que es, ha sido, será y no será. Las personas  más felices  no son necesariamente aquellas que tienen lo mejor de todo, sino aquellas que sacan lo mejor, de lo que tienen.               Kahlil Gibran




21 marzo 2013, jueves. V semana de Cuaresma

del Génesis 17,3-9:

En aquellos días, Abrán cayó rostro en tierra, y Dios le dijo: «Mira, éste es mi pacto contigo: Serás padre de muchedumbre de pueblos. Ya no te llamarás Abrán, sino que te llamarás Abrahán, porque te hago padre de muchedumbre de pueblos. Te haré crecer sin medida, sacando pueblos de ti, y reyes nacerán de ti. Mantendré mi pacto contigo y con tu descendencia en futuras generaciones, como pacto perpetuo. Seré tu Dios y el de tus descendientes futuros. Os daré a ti y a tu descendencia futura la tierra en que peregrinas, la tierra de Canaán, como posesión perpetua, y seré su Díos.»
Dios añadió a Abrahán: «Tú guarda mi pacto, que hago contigo y tus descendientes por generaciones.»




Evangelio según san Juan 8,51-59:

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Os aseguro: quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre.»
Los judíos le dijeron: «Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: "Quien guarde mi palabra no conocerá lo que es morir para siempre"? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?»
Jesús contestó: «Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: "Es nuestro Dios", aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco, y si dijera: "No lo conozco" sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría.»
Los judíos le dijeron: «No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?»
Jesús les dijo: «Os aseguro que antes que naciera Abrahán, existo yo.»

Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.


DE LA PALABRA DEL DIA
«Os aseguro: quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre.»

Cómo vivir esta Palabra?
La promesa de vida eterna, vida para siempre que Jesús hace es descabellada para sus oyentes. Un ser humano corriente no puede decir esto sin estar fuera de sí. Y se lo dicen ¿por quién te tienes Pero Jesús no se acobarda, sino que les habla del Padre, de Dios a quien dicen creer y venerar, y  les replica que  en realidad ellos no conocen a Dios. 

El verbo "conocer" en la Biblia,  tiene un sentido profundo de convivencia íntima, de una relación única e intrasferible, de una comunión de amor solo experimentable entre quienes la disfrutan. Jesús vive en el Padre y el Padre en él. Es una comunión de la que goza y si medianamente los otros la hubieran vivido, más allá de sus mentes, es decir, en sus corazones, algo "habría ardido e intuido", como así ocurrió en aquellos pocos que le siguieron, especialmente su madre y las santas mujeres. 
La que mejor ha guardado su palabra es María, su madre y vemos que es cierto que también ella vive para siempre. También sus discípulos y discípulas de la primera hora, y una cadena de creyentes que llega hasta nosotros. 

Hoy, Señor, te expresaré mi agradecimiento por tu Palabra y pediré a tu madre que me enseñe a guardarla como Ella, dejando que viva en mi y se realice la voluntad del Padre en todo y todos. 

La voz del Papa Francisco
“Caminar siempre en la presencia del Señor, a la luz del Señor, buscando  vivir  con aquella irreprensibilidad que pide Dios”.


 20 marzo 2013, miércoles. V semana de Cuaresma

DE LA PALABRA DEL DIA
Si permanecéis en mi palabra seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad y la verdad os hará libres. Juan 8,32

¿Cómo vivir esta Palabra?
¿Qué es la verdad? La pregunta de Pilato y con él la de otros muchos miles, atraviesa nuestra historia. ¿Qué experiencia  hacemos de la verdad? ¿Existe una verdad? En Jesús tenemos una orientación clara que puede satisfacer este deseo profundo y antiguo del corazón: permanecer en su Palabra nos permite ser sus discípulos/as y ser sus discípulos/as significa reconocer a Jesús  mismo como Camino, Verdad y Vida.  Esto, pues,  nos pone en condición de acceder a la verdad, hacer experiencia de ella,  caminar dentro  de ella hasta el punto de poderla  constatar  y encontrar  en los pliegues de nuestra vida.
La verdad para un discípulo/a es, por tanto, volver sobre sí mismo, reconociéndose imagen de Dios, buscar esa misma imagen, impresa también en el rostro de los otros; es dialogar  con  ese otro y compartir con él fragmentos de verdad, reconstruyéndola en torno a la Palabra del Dios. Una amplia experiencia de compartir ideas, palabras, acciones, fatigas, sufrimientos nos conduce a la verdad, que se convertirá así  en un bien común, conquistado  juntos y que garantiza  nuestra libertad. La verdad da fuerza a nuestra vida, la hace existir y le da sentido.

Hoy, Señor, en toda relación, en todo diálogo ayúdame a buscar aquel fragmento de verdad que, encontrándome, podrá hacerme más libre, más vivo, más cercano a Ti y a los demás.

La voz de un escritor de hoy
Preferimos ignorarla, la verdad. Para no sufrir. Para no sanar. Porque de otra forma  llegaremos a ser  aquellos  que tenemos miedo de ser. Completamente  vivos.
                                                             Massimo Gramellini. Fai bei sogni, 2012


19 marzo 2013, martes. San José, esposo de la Virgen María

del segundo libro de Samuel 7, 4-5a. 12-14a. 16

En aquellos días, recibió Natán la siguiente palabra del Señor: -«Ve y dile a mi siervo David: "Esto dice el Señor: Cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Él construirá una casa para mi nombre, y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre." »

Salmo 88 Cantaré eternamente las misericordias del Señor, 



Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 4, 13. 16-18. 22

Hermanos: No fue la observancia de la Ley, sino la justificación obtenida por la fe, la que obtuvo para Abrahán y su descendencia la promesa de heredar el mundo. Por eso, como todo depende de la fe, todo es gracia; así, la promesa está asegurada para toda la descendencia, no solamente para la descendencia legal, sino también para la que nace de la fe de Abrahán, que es padre de todos nosotros. Así, dice la Escritura: «Te hago padre de muchos pueblos.» Al encontrarse con el Dios que da vida a los muertos y llama a la existencia lo que, no existe, Abrahán creyó. Apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza, que llegaría a ser padre de muchas naciones, según lo que se le había dicho: «Así será tu descendencia.» Por lo cual le valió la justificación.

 evangelio según san Mateo 1, 16. 18-21. 24a

Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: Maria, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: -«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.» Cuando José se despertó, hizo lo que le habla mandado el ángel del Señor.


DE LA PALABRA DEL DIA
Apoyado en la esperanza creyó, contra toda esperanza, que llegaría a ser  padre de muchos pueblos. Rom 4,20

¿Cómo vivir esta Palabra?
La Iglesia nos propone hoy volver a leer la experiencia de José, el esposo de María, en relación con la experiencia de Abrahán. Ambos fueron hombres justos, porque supieron amar a Dios dentro de la Ley y más allá de ella. Cuando la ley  no lograba ya justificar  aquello que estaba acaeciendo (el hijo dado y después pedido en sacrificio; la esposa  prometida ya en cinta), el corazón, el centro de su persona crea una nueva sintonía con la voluntad de Dios.
La fe de ambos se muestra disponible para un salto de calidad, y se lanza a frecuentar terrenos inexplorados, inseguros. Porque buscar está en la base de toda fe auténtica. Creer sin pensar, sin discernimiento continuo no está previsto en la experiencia del Dios de Abrahán ni en la del Dios de Jesucristo. Ambos, Abrahán y José sacrificaron el buen sentido de su ser  justos y se aventuraron en la novedad propuesta por Dios. Esto hizo que sus existencias permitieran a Dios actuar en la historia de modo  impensable y el hacerlos extremadamente fecundos.  Sus opciones  han engendrado vida abundante para muchos pueblos.  Los reconocemos nuestros padres en la fe, testimonios  de auténtica justicia.

Hoy, Señor, Te pedimos la fe inteligente, valiente y tenaz de Abrahán y de José. Nuestro tiempo tiene necesidad de protagonistas originales de la evangelización, hombres y mujeres de diálogo que sepan transmitir esperanza a las generaciones más jóvenes, sin que las cuestiones de bioética, de moral sexual, de política  y de economía sean tierra  extranjera  que  tener que evitar.

La voz de un Padre en la fe hoy
El conocimiento de Dios es por esto experiencia de fe e implica, al mismo tiempo,  un camino intelectual y moral: tocados en lo más hondo  por la presencia del Espíritu de Jesús en nosotros, superamos los horizontes de nuestros egoísmos y nos abrimos a los verdaderos  valores de la existencia. Benedicto XVI. Audiencia  del 22/11/ 2012
            



18 marzo 2013, lunes. V semana de Cuaresma

Daniel 13,1-9.15-17.19-30.33-62
Vivía en Babilonia un hombre llamado Joaquín. Se había casado con una mujer llamada Susana, ...

Salmo 22 R/. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo 

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R/.

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R/.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/. 

Lectura del santo evangelio según san Juan 8,1-11: 
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.
Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio .....



DE LA PALABRA DEL DIA
“Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida”. Salmo 22

¿Cómo vivir esta Palabra?
La liturgia de hoy propone el Evangelio de ayer domingo, como para decirnos que no olvidemos la novedad que Jesús nos presenta. 

El salmo 22 nos ofrece las palabras adecuadas para expresar la experiencia del creyente que se sabe guiado por Dios en toda circunstancia, porque él es bueno y fiel sin medida. Ha experimentado  la bondad y la fidelidad y  constata  que lo acompañan  todos los días de su vida. 

El amor constante de Dios produce el bien en nuestra historia, su fidelidad se hace punto de referencia  para las opciones que debamos hacer: un Dios Padre y Madre al mismo tiempo, que alimenta y cura nuestra persona y se pone  como testigo  seguro, como roca sólida que muestra cómo y a quien debemos entregarnos, dejándonos  libertad  de decidir si queremos hacer de otro modo o tener otras experiencias.

Señor, tu fidelidad eduque, acompañe y sostenga nuestra fidelidad. No es fácil amarte con corazón ‘indiviso’ ni apasionarnos por la suerte de nuestros hermanos con intensidad.  Las horas  de cada día  nos desequilibran respecto a ellos,  llevándonos a mezclar motivaciones nobles con otras  más interesadas. ¡Pero Tú, Señor, no nos abandones!

La voz de una testigo de nuestro tiempo
La fidelidad es el signo de lo sobrenatural, porque lo sobrenatural es eterno.
                                                                                                                  Simone Weil


17 marzo 2013. V domingo de Cuaresma


DE LA PALABRA DEL DIA
Mirad, que realizo algo nuevo. Is 43,19
Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más. Jn 8,11

¿Cómo vivir esta Palabra?

El algo nuevo hecho por Dios, anunciado por Isaías  hace más de 2.500 años, se manifiesta en el Hijo Jesús,  que caminando entre la gente, en el templo y en las calles, provocaba interrogantes con sus palabras y gestos nuevos.  
Los adversarios que le tienden una trampa a Jesús, ante su calma y gesto de inclinarse a escribir en la tierra, se ponen nerviosos e insisten que quieren una opinión de Jesús. Y entonces Jesús se levanta y dice: “Quien de vosotros esté sin pecado tire la primera piedra”. E inclinándose comienza de nuevo a escribir en la tierra, no entra en una discusión estéril e inútil sobre la ley, cuando, en realidad el problema es otro. Jesús cambia el centro de la discusión. En vez de permitir que se coloque la luz de la ley sobre la mujer para poderla condenar, quiere que sus adversarios se examinen a la luz de lo que la Ley exige de ellos. Jesús no discute la letra de la ley. Discute y condena la conducta malévola del que manipula las personas y la ley para defender los intereses que son contrarios a Dios, autor de la ley.

La respuesta de Jesús desconcierta y desarma a los adversarios. Los fariseos y los escribas se retiran, llenos de vergüenza, uno tras otro, “comenzando por los más ancianos”. Ha sucedido lo contrario de lo que ellos querían. La persona condenada por la ley no era la mujer, sino ellos mismos que se creían fieles a la ley. Y finalmente Jesús queda sólo con la mujer. Jesús se levanta, se dirige hacia ella: “Mujer, ¿dónde están?¿Ninguno te ha condenado?” Ella responde: “¡Ninguno, Señor!” Y Jesús: “¡Yo tampoco te condeno! Ve, y desde ahora no peques más”. Jesús no permite a nadie usar la ley de Dios para condenar al hermano o a la hermana, cuando el mismo hermano es pecador.
 A la luz de la palabra de Jesús, los que parecían ser los defensores de la ley, se revelan llenos de pecados y ellos mismos lo reconocen y se van. Y la mujer, considerada culpable, está en pie delante de Jesús, perdonada, redimida, llena de dignidad. El gesto de Jesús la hace renacer y la restituye como mujer e hija de Dios.


Hoy, Señor, te bendigo por cada novedad con la que rehaces nuestra historia, hay un soplo nuevo de tu Espíritu con el Papa Francisco. Que de frutos y sea duradera según tu voluntad. Que sepamos reconocerte, anunciarte a todos y vivirte  intensamente.

La voz de un profeta de nuestro tiempo.
Sed el cambio que queréis ver acontecer en el mundo.
                   Gandhi



TODOS NECESITAMOS PERDÓN

            Según su costumbre, Jesús ha pasado la noche a solas con su Padre querido en el Monte de los Olivos. Comienza el nuevo día, lleno del Espíritu de Dios que lo envía a "proclamar la liberación de los cautivos...y dar libertad a los oprimidos. Pronto se verá rodeado por un gentío que acude a la explanada del templo para escucharlo.
         De pronto, un grupo de escribas y fariseos irrumpe trayendo a "una mujer sorprendida en adulterio". No les preocupa el destino terrible de la mujer. Nadie le interroga de nada. Está ya condenada. Los acusadores lo dejan muy claro: "La Ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras. Tú, ¿qué dices?
         La situación es dramática: los fariseos están tensos, la mujer angustiada, la gente expectante. Jesús guarda un silencio sorprendente. Tiene ante sí a aquella mujer humillada, condenada por todos. Pronto será ejecutada. ¿Es esta la última palabra de Dios sobre esta hija suya?
         Jesús, que está sentado, se inclina hacia el suelo y comienza a escribir algunos trazos en tierra. Seguramente busca luz. Los acusadores le piden una respuesta en nombre de la Ley. Él les responderá desde su experiencia de la misericordia de Dios: aquella mujer y sus acusadores, todos ellos, están necesitados del perdón de Dios.
         Los acusadores sólo están pensando en el pecado de la mujer y en la condena de la Ley. Jesús cambiará la perspectiva. Pondrá a los acusadores ante su propio pecado. Ante Dios, todos han de reconocerse pecadores. Todos necesitan su perdón.
         Como le siguen insistiendo cada vez más, Jesús se incorpora y les dice: "El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra". ¿Quiénes sois vosotros para condenar a muerte a esa mujer, olvidando vuestros propio pecados y vuestra necesidad del perdón y de la misericordia de Dios?
         Los acusadores "se van retirando uno tras otro". Jesús apunta hacia una convivencia donde la pena de muerte no puede ser la última palabra sobre un ser humano. Más adelante, Jesús dirá solemnemente: "Yo no he venido para juzgar al mundo sino para salvarlo".
         El diálogo de Jesús con la mujer arroja nueva luz sobre su actuación. Los acusadores se han retirado, pero la mujer no se ha movido. Parece que necesita escuchar una última palabra de Jesús. No se siente todavía liberada. Jesús le dice "Tampoco yo te condeno. Vete y, en adelante no peques más".
         Le ofrece su perdón, y, al mismo tiempo, le invita a no pecar más. El perdón de Dios no anula la responsabilidad, sino que exige conversión. Jesús sabe que "Dios no quiere la muerte del pecador sino que se convierta y viva". (J.A Pagola)

17 de marzo de 2013
5 Cuaresma (C)
Juan 8, 1-11


16 marzo 2013, sábado, IV semana de Cuaresma
Jeremías 11, 18-20
El Señor me instruyó, y comprendí, me explicó lo que hacían. Yo, como cordero manso, llevado al matadero, no sabía los planes homicidas que contra mí planeaban: Jalemos el árbol en su lozanía, arranquémoslo de la tierra vital, que su nombre no se pronuncie más.» Pero tú, Señor de los ejércitos, juzgas rectamente, pruebas las entrañas y el corazón; veré mi venganza contra ellos, porque a ti he encomendado mi causa.
Salmo 7: Señor, Dios. mío, a ti me acojo
Evangelio según san Juan 7, 40-53
En aquel tiempo, algunos de entre la gente, que habían oído los discursos de Jesús, decían: - «Éste es de verdad el profeta.» Otros decían: -«Éste es el Mesías.» Pero otros decían: - «¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?» Y así surgió entre la gente una discordia por su causa. Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima. Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y éstos les dijeron: - «¿Por qué no lo habéis traído?» Los guardias respondieron: - «Jamás ha hablado nadie como ese hombre.» Los fariseos les replicaron; - «¿También vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la Ley son unos malditos.» Nicodemo, el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo: - «¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?» Ellos le replicaron: - «¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas.» Y se volvieron cada uno a su casa.

DE LA PALABRA DEL DIA
«Jamás ha hablado nadie como ese hombre.»

¿Cómo vivir esta Palabra?
Las multitudes que escuchaban a Jesús, algunos se admiran de lo que dice y como lo dice, otros no entienden, o no quieren entender, y surge una discordia entre ellos. Por otro lado, los escribas y fariseos, como se sienten heridos por Jesús, porque denuncia su falsa piedad, y los tacha de sepulcros blanqueados, tratan de prenderle.  Se está cumpliendo lo que el anciano Simeón, con Jesus niño en brazos,  dijo a su madre:  "Este será bandera discutida". Hasta los propios guardias del Templo, se quedan sorprendidos de lo que dice Jesús, y contestaron a los sumos sacerdotes cuando les recriminan que no lo han detenido: "Jamás ha hablado nadie como ese hombre".
Ante esta situación, Nicodemo, que se había sentido atraído por las enseñanzas de Jesús, intenta defenderlo, como hombre inteligente y concienzudo, recrimina a sus compañeros de Sanedrín, acogiéndose a la ley: ¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie, sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho? Y sus compañeros le contestan despreciándolo, ¿Acaso eres tú también galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas. Los sacerdotes está seguros amparándose en el pasado, pero se cierran a lo nuevo, a lo esperanzador.
En estos momentos en los que predomina la increencia y la secularización, ¿qué opiniones suscita Jesús entre la gente?
La Iglesia, ahora, es una "bandera" discutida. ¿Nos sentimos  con fuerzas para presentarnos como seguidores de Jesús, miembros de su Iglesia?

La voz del concilio Vaticano II
Cristo selló con su sangre un pacto nuevo, a saber, el Nuevo Testamento (1Cor 11,25), lo estableció convocando un pueblo de judíos y gentiles, que se unificara no según la carne, sino en el Espíritu, y constituyera el nuevo Pueblo de Dios. (Gadium et Spes 9)




15 marzo 2013, viernes. IV semana  de Cuaresma

Sabiduría 2,1ª.12-22.

Se dijeron los impíos, razonando equivocadamente:
«Acechemos al justo, que nos resulta incómodo: se opone a nuestras acciones, nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende nuestra educación errada; declara que conoce a Dios y se da el nombre de hijo del Señor; es un reproche para nuestras ideas y sólo verlo da grima; lleva una vida distinta de los demás, y su conducta es diferente; nos considera de mala ley y se aparta de nuestras sendas como si fueran impuras; declara dichoso el fin de los justos y se gloría de tener por padre a Dios. Veamos si sus palabras son verdaderas, comprobando el desenlace de su vida. Si es el justo hijo de Dios, lo auxiliará y lo librará del poder de sus enemigos; lo someteremos a la prueba de la afrenta y la tortura, para comprobar su moderación y apreciar su paciencia; lo condenaremos a muerte ignominiosa, pues dice que hay quien se ocupa de él.»
Así discurren, y se engañan, porque los ciega su maldad; no conocen los secretos de Dios, no esperan el premio de la virtud ni valoran el galardón de una vida intachable.


Juan 7,1-2.10,25-30.

En aquel tiempo, recorría Jesús la Galilea, pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las tiendas. Después que sus parientes se marcharon a la fiesta, entonces subió él también, no abiertamente, sino a escondidas.
Entonces algunos que eran de Jerusalén dijeron: «¿No es éste el que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que éste es el Mesías? Pero éste sabemos de dónde viene, mientras que el Mesías, cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene.»
Entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo, gritó: «A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz; a ése vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él, y él me ha enviado.»
Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.


DE LA PALABRA DEL DIA
Acechemos al justo, que nos resulta incómodo: se opone a nuestras acciones, nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende nuestra educación errada. Sabiduría 2,12

¿Cómo vivir esta Palabra?                                                                                        
 La persona coherente puede incomodar a quien no lo es. Sin decir nada, solo con su correcta conducta denuncia al otro que no actúa bien. Esforzarse en vivir de acuerdo al ideal que se profesa, puede llevar hasta pagar con la propia persona. El otro tiene la oportunidad de interrogarse, de revisar las propias actuaciones y tener el valor de cambiar ruta. 
Jesús no se buscaba a si mismo, sólo hacer la voluntad del Padre. Desde pequeño interiorizó la Torá, la Ley judía en el que lo educaron con su palabra y ejemplo María y José. De joven hizo sus propias opciones y conducido por el Espíritu nos revela que Él es la plenitud de la Ley: el Amor demostrado en el día a día. 
 Antes que luchar con la palabra, más importante aún es el testimonio silencioso, constante de una vida  que se gasta  por lo que cree y por tanto convence.

Señor, es más fácil señalar y condenar el mal y así tranquilizar la propia conciencia, que empeñarse en un testimonio, incluso no verbal, que pueda  resultar incómodo. Pero esto me separa de Ti que te lanzaste a hacerte nuestro  hermano precisamente “para estar en medio” y así salvarnos. Dame docilidad  y disponibilidad de corazón para permanecer anclado en Ti en mis propuestas, y valor  para exponerme ante los hermanos.

La voz de un teólogo luterano
Puede darse que mañana despunte el alba del último día: entonces, y no antes, nosotros interrumpiremos  voluntarios nuestro trabajo por un futuro mejor.
                                                                                                          Dietrich Bonhoffer



14 marzo 2013, jueves. IV semana de Cuaresma
¡Habemus Papam! Damos gracias a Dios y rezamos por él

El cardenal, Bergoglio, hoy Papa Francisco I, es conocido por su humildad y su compromiso con la justicia social. Un estilo de vida sencillo ha contribuido a la reputación de su humildad. Vive en un apartamento pequeño en vez de la residencia palaciega episcopal. Renunció a su limusina y a su chofer en favor del transporte público, y cocina su propia comida.

Hermanos y Hermanas:
"¡Hermanos y hermanas, buenas noches! Ustedes saben que el deber del Cónclave era darle un obispo a Roma. Siento que mis hermanos cardenales fueron a buscarlo al fin del mundo. Les agradezco la bienvenida. Antes de nada querría hacer una oración por nuestro obispo emérito, Benedicto XVI, Recemos juntos por él, para que el Señor lo bendiga y la Virgen lo custodie. Padre Nuestro ...  Empezamos este camino entre obispo y pueblo. Un camino de fraternidad y confianza. Rezamos para todo el mundo para que haya una gran fraternidad. Antes de dar la bendición os pido un favor, que pidáis al Señor la bendición para su obispo. Hagamos en silencio esta oración vuestra por mí (Oración Urbi et Orbi).Nos vemos pronto. Voy a rezarle a la Virgen para que proteja toda Roma. Buenas noches y buen descanso." (Papa Francisco I)


Éxodo 32, 7-14

En aquellos días, el Señor dijo a Moisés: - «Anda, baja del monte, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto. Pronto se han desviado del camino que yo les había señalado. Se han hecho un novillo de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman: "Éste es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto."» Y el Señor añadió a Moisés: - «Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Por eso, dgame: mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo.» Entonces Moisés suplicó al Señor, su Dios: - «¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto, con gran poder y mano robusta? ¿Tendrán que decir los egipcios: "Con mala intención los sacó, para hacerlos morir en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra"? Aleja el incendio de tu ira, arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo. Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo, diciendo: "Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la daré a vuestra descendencia para que la posea por siempre. Y el Señor se arrepintió de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo.


Juan 5, 31-47

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: - «Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es válido. Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es válido el testimonio que da de mí. Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan las obras que el Padre me ha concedido realizar; esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado. Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su semblante, y su palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no le creéis. Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida! No recibo gloria de los hombres; además, os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros. Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en nombre propio, a ése si lo recibiréis. ¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no dais fe a sus escritos, ¿cómo daréis fe a mis palabras?»

DE LA PALABRA DEL DIA
Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no dais fe a sus escritos, ¿cómo daréis fe a mis palabras?  (Juan 5,47)

¿Cómo vivir esta Palabra?

La Sagrada Escritura está compuesta por 73 libros pero es una. Es una única historia: la historia de la salvación; la historia de amor de Dios con cada persona humana y la humanidad entera. La autoría de los 5 primeros libros de la Biblia (el Pentateuco) en la tradición hebrea, la Torá, se adjudica a Moisés. 

La inspiración de la Escritura implica la unidad de la Escritura. Debido a que las palabras de la Escritura proceden de la inspiración del Espíritu Santo, aunque cada escritor humano también es verdadero autor, hay una coherencia perfecta: Dios ama al ser humano. Jesús es el Amor encarnado; el Amor de Dios mostrado en el Antiguo Testamento, culmina su revelación en el misterio de la Encarnación. 
La fe es respuesta al amor de Dios. Dar fe a las palabras de Jesús, es dar fe a su Padre y nuestro, dar un sí a su amor y vivirlo en el día a día. Él nos amó primero, podemos nosotros amar y dar pasos hacia el otro, aunque nos cueste. Moisés fue testigo del amor de Dios por su Pueblo, colaboró para sacar a sus hermanos de la esclavitud, amó a sus hermanos, conduciéndolos hasta la tierra prometida. Jesús nos trae la liberación definitiva (del pecado y de la muerte), nos conduce a la casa del Padre.

La voz de un testigo
Intercesión quiere decir ponerse allí donde el conflicto  tiene lugar, ponerse entre las dos partes en conflicto […]. Es el gesto de Jesucristo en la cruz […]. Él es aquel que vino para ponerse en medio de una situación incurable (y pudo hacerlo) porque era solidario con la dos partes en conflicto, más aún, los dos elementos en conflicto coincidían  en él: el hombre Dios.  Carlos María Martini

13 marzo 2013, miércoles. IV semana de Cuaresma
"Ven Espiritu santo sobre los cardenales reunidos en conclave"

 Isaías 49,8-15

Así dice el Señor: «En tiempo de gracia te he respondido, en día propicio te he auxiliado; te he defendido y constituido alianza del pueblo, para restaurar el país, para repartir heredades desoladas, para decir a los cautivos: "Salid", a los que están en tinieblas: "Venid a la luz." Aun por los caminos pastarán, tendrán praderas en todas las dunas; no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el bochorno ni el sol; porque los conduce el compasivo y los guía a manantiales de agua. Convertiré mis montes en caminos, y mis senderos se nivelarán. Miradlos venir de lejos; miradlos, del norte y del poniente, y los otros del país de Sin. Exulta, cielo; alégrate, tierra; romped a cantar, montañas, porque el Señor consuela a su pueblo y se compadece de los desamparados. Sión decía: "Me ha abandonado el Señor, mi dueño me ha olvidado." ¿Es que puede una madre olvidarse de su criatura, no conmoverse por el hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré.»


Lectura del santo evangelio según san Juan 5, 17-30


En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: - «Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo.» Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no sólo abolía el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios. Jesús tomó la palabra y les dijo: - «Os lo aseguro: El Hijo no puede hacer por su cuenta nada que no vea hacer al Padre. Lo que hace éste, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que ésta, para vuestro asombro. Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere. Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo el juicio de todos, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo envió. Os lo aseguro: Quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no se le llamará a juicio,-,- porque ha pasado ya de la muerte a la vida. Os aseguro que llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán. Porque, igual que el Padre dispone de la vida, así ha dado también al Hijo el disponer de la vida. Y le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre. No os sorprenda, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio. Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.»

DE LA PALABRA DEL DIA
En el tiempo de gracia te he respondido, en el día  de salvación te he  auxiliado; te he formado y te he constituido alianza del pueblo para restaurar la tierra, para repartir heredades desoladas, para decir a los cautivos ¡Salid! Y a los que están en tinieblas ¡Venid a la luz! Isaias 49,8-9

¿Cómo vivir esta Palabra?
Nuestro buen Padre Dios, como nos revela Jesús y desde antiguo la voz de los profetas, escucha al que está en necesidad y lo invoca. Aunque, a veces, parezca que no está, sí está. Este pasaje se aplica al Siervo de Yavé, que es el pueblo de Israel y el mismo Jesús, en quien la Palabra queda cumplida en plenitud. El día de la salvación es el misterio Pascual. Las tinieblas cubrieron la tierra y Jesús experimentó la desolación total, invocó al Padre que parecía no estar, sin embargo estaba allí con su Hijo amado, sufriendo en Él. 
Hay un proyecto de Dios de restaurar la tierra, de sacar de la esclavitud y de las tinieblas, pero lo hace contando con sus hijos e hijas, que han de colaborar en el milagro de la reconstrucción, con sus  pequeños gestos, dando de sí lo mejor aunque se sientan pobres y perqueñas, como María. 

“Te he formado y te he constituido alianza del pueblo, para restaurar la tierra” es una  llamada que  deberíamos sentir todos. 
Estamos viviendo momentos privilegiados en la historia, ahora también con la elección del nuevo Papa. Sea quien sea está llamado  a ser signo de esperanza, confiando  él y todos en aquel Dios que es Padre y por tanto nunca abandona a sus hijos e hijas. 
Quiero hoy tomar en serio esta llamada de Dios, comenzando por dar mi pequeña aportación allí donde vivo y trabajo.
He aquí mis manos, Señor,  he aquí mi voz, mis pies, mi mente, mi corazón, todo mi ser: sírvete de ellos como quieras para llevar luz donde parecen triunfar las tinieblas, para volver a dar  esperanza allí donde parece estar sentada como reina la desesperación.

La voz de un testimonio
Es necesario ayudarle al día a despuntar.   Raoul Follereau



12 marzo 2013, martes. IV semana de Cuaresma

Ezequiel 47, 1-9. 12

En aquellos días, el ángel me hizo volver a la entrada del templo. Del zaguán del templo manaba agua hacia levante -el templo miraba a levante-. El agua iba bajando por el lado derecho del templo, al mediodía del altar. Me sacó por la puerta septentrional y me llevó a la puerta exterior que mira a levante. El agua iba corriendo por el lado derecho. El hombre que llevaba el cordel en la mano salió hacia levante. Midió mil codos y me hizo atravesar las aguas: ¡agua hasta los tobillos! Midió otros mil y me hizo cruzar las aguas: ¡agua hasta las rodillas! Midió otros mil y me hizo pasar: ¡agua hasta la cintura! Midió otros mil. Era un torrente que no pude cruzar pues habían crecido las aguas y no se hacía pie; era un torrente que no se podía vadear. Me dijo entonces: - «¿Has visto, hijo de Adán?» A la vuelta me condujo por la orilla del torrente. Al regresar, vi a la orilla del río una gran arboleda en sus dos márgenes. Me dijo: - «Estas aguas fluyen hacia la comarca levantina, bajarán hasta la estepa, desembocarán en el mar de las aguas salobres, y lo sanearán. Todos los seres vivos que bullan allí donde desemboque la corriente, tendrán vida; y habrá peces en abundancia. Al desembocar allí estas aguas, quedará saneado el mar y habrá vida dondequiera que llegue la corriente. A la vera del río, en sus dos riberas, crecerán toda clase de frutales; no se marchitarán sus hojas ni sus frutos se acabarán; darán cosecha nueva cada luna, porque los riegan aguas que manan del santuario; su fruto será comestible y sus hojas medicinales.»


Juan 5, 1-3. 5-16


En aquel tiempo, se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Ésta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos. Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice: - «¿Quieres quedar sano?» El enfermo le contestó: - «Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado.» Jesús le dice: - «Levántate, toma tu camilla y echa a andar.» Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar. Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano: - «Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla.» Él les contestó: - «El que me ha curado es quien me ha dicho: Toma tu camilla y echa a andar.» Ellos le preguntaron: - «¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?» Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, aprovechando el barullo de aquel sitio, se había alejado. Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice: - «Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor.» Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado. Por esto los judíos acosaban a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.


DE LA PALABRA DEL DIA
Estas aguas […] desembocarán en el mar y lo sanarán. Exodo 47,8

¿Cómo vivir esta Palabra?
Agua, fuente de vida, mar, imagen de la existencia con sus imprevistas amenazas. Y entre estas dos realidades, la persona con lo que le atormenta. 
Pensemos en el episodio que se lee en el libro de los Números 20, 1-8. La mirada sobre un desierto sin límites determinados, bajo un sol implacable: roca desnuda, arena sutil para la que el agua es sólo un espejismo ilusorio que no sólo no sacia la sed, sino que quita la misma esperanza de una ola restauradora. Y he aquí que  Dios interviene con un manantial que brota inesperado de la roca.
Con Ezequiel el escenario cambia: no el desierto, sino el mar, no una roca, sino el templo, el altar. La realidad existente bajo ambos episodios es sin embargo la misma: Cristo es la roca, el templo, el altar de cuyo costado atravesado empezará a brotar  el agua del Espíritu del Resucitado, río de agua viva que, entrando en el mar  abierto de la historia en virtud de la encarnación,  sanará sus aguas. Todo aquel que tenga el valor de sumergirse  en ellas,  dando crédito a la palabra de Dios,  volverá a tener la capacidad  de caminar, tomando sobre sí, la “camilla” en la que estaba postrado por la propia parálisis o limitación.  

Quiero fijar la mirada en aquel costado  herido y alimentar en él la esperanza, que para un cristiano es certeza de que también de las sombras de la hora presente, Dios hará surgir la luz. 

Señor, Tú eres luz que vence  las tinieblas, eres agua  que apaga la sed,  eres bálsamo que todo lo sanas. ¡Infunde en mí y en toda la humanidad  tu Espíritu Santo y todo será renovado!


La voz de un Pontífice emérito
La cruz nos ha mostrado  Quien verdaderamente es Dios. Nos ha mostrado  que en ella  está la verdadero “vuelta” de nuestra historia: lo que acaeció en ella ha cambiado  completamente nuestra condición. Ella ha hecho posible  lo que el corazón desea. 
                                                                                                                Benedicto XVI
            

11 marzo 2013, lunes. IV semana de Cuaresma.

Isaías 65,17-21

Así dice el Señor: "Mirad: yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva: de lo pasado no habrá recuerdo ni vendrá pensamiento, sino que habrá gozo y alegría perpetua por lo que voy a crear. Mirad: voy a transformar a Jerusalén en alegría, y a su pueblo en gozo; me alegraré de Jerusalén y me gozaré de mi pueblo, y ya no se oirán en ella gemidos ni llantos; ya no habrá allí niños malogrados ni adultos que no colmen sus años, pues será joven el que muera a los cien años, y el que no los alcance se tendrá por maldito. Construirán casas y las habitarán, plantarán viñas y comerán sus frutos."

Salmo Responsorial 29: "Te ensalzaré, Señor, porque me has librado."



Juan 4,43-54
En aquel tiempo, salió Jesús de Samaría para Galilea. Jesús mismo había hecho esta afirmación: "Un profeta no es estimado en su propia patria." Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta. 
Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verle, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose. Jesús le dijo: "Como no veáis signos y prodigios, no creéis." El funcionario insiste: "Señor, baja antes de que se muera mi niño." Jesús le contesta: "Anda, tu hijo está curado." El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo estaba curado. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron: "Hoy a la una lo dejó la fiebre." El padre cayó en la cuenta de que ésa era la hora cuando Jesús le había dicho: "Tu hijo está curado." Y creyó él con toda su familia. Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.


DE LA PALABRA DEL DIA
Mirad, yo voy a crear  un cielo nuevo y una  tierra nueva. Is 65,17

¿Cómo vivir esta Palabra?
Israel había vivido la amarga experiencia del exilio y ahora se le anuncia la posibilidad de una renovación bajo el signo de la más radical novedad, en la que está comprendido todo el cosmos. Un cambio histórico para un pueblo, pero detrás de él  una realidad mucho más vasta: no sólo Israel, sino toda la humanidad vive en el exilio, con la nostalgia en el corazón, de la Patria perdida.
Como para el antiguo Israel, es también Dios el que vuelve a encender  la esperanza: no con una obra precaria de restauración, sino con “cielos  nuevos y tierra nueva”. El nuevo relance de la creación con la impronta divina de la novedad. En el horizonte se perfila la obra redentora de Cristo. Con él verdaderamente la historia conoce un cambio decisivo y determinante, pero siempre con la característica de la implicación  humana, de la que Dios, el primero, respeta la libertad.
Tales cielos nuevos y tierra nueva no son para proyectarlos en un futuro indeterminado, cuando la realidad  cósmica actual llegue a su término  natural. El evento pascual de muerte-resurrección ha señalado ya el comienzo. Un capital depositado en nuestras manos para que lo  hagamos  fructificar, tanto a nivel personal como social.
Hoy nos toca a nosotros, cristianos, remangarnos las mangas para que sobre los escombros de una sociedad que presenta todos los signos de la decadencia, pueda abrirse camino la novedad, como una plantita que quiebra el asfalto para gritar el triunfo de la vida. Para el cristiano no hay lugar para la tristeza ni el desánimo: la vida ha vencido a la muerte y nosotros corremos hacia la plenitud  de los cielos y de la tierra, saltando de gozo  por la novedad que Cristo ha introducido en ella.

La oscuridad de la hora presente no debe hacerme olvidar esta consoladora certeza, al contrario, debe empeñarme más en apresurar  la manifestación de esta gozosa novedad. Es el compromiso que asumo hoy.
Señor, concédeme ser un obrero solícito que colabora contigo y con los hermanos para que la novedad se difunda  por el mundo, renovándolo.

La voz de un doctor de la Iglesia
El Creador ha investido al hombre del poder de dominar  la tierra; le pide ser amo, con su labor, del campo que le ha sido confiado, poner en práctica todas sus capacidades a fin de que su personalidad y toda la comunidad alcancen su pleno desarrollo.      San Agustín. 

     


10 marzo 2013. IV domingo de Cuaresma

del Libro de Josué 5, 9a. 10-12


En aquellos días, el Señor dijo a Josué:

–Hoy os he despojado del oprobio de Egipto.

Los israelitas acamparon en Guilgal y celebraron la pascua al atardecer del día catorce del mes, en la estepa de Jericó.

El día siguiente a la pascua, ese mismo día, comieron del fruto de la tierra: panes ácimos y espigas fritas.

Cuando comenzaron a comer del fruto de la tierra, cesó el maná. Los israelitas ya no tuvieron maná, sino que aquel año comieron de la cosecha de la tierra de Canaán.


Salmo 33. Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Lectura de la segunda carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 5, 17-21

Hermanos:
El que es de Cristo es una creatura nueva: 
lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado.
Todo esto viene de Dios, 
que por medio de Cristo nos reconcilió consigo 
y nos encargó el servicio de reconciliar.
Es decir, Dios mismo estaba en Cristo 
reconciliando al mundo consigo, 
sin pedirle cuentas de sus pecados,
y a nosotros nos ha confiado el mensaje de la reconciliación.
Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, 
y es como si Dios mismo os exhortara por medio nuestro.
En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios.
Al que no había pecado, Dios lo hizo expiar nuestros pecados, 
para que nosotros, unidos a él, recibamos la salvación de Dios.

Evangelio según San Lucas 15, 1-3. 11-32

En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los letrados murmuraban entre ellos:
–Ese acoge a los pecadores y come con ellos.
Jesús les dijo esta parábola:
Un hombre tenía dos hijos: el menor de ellos dijo a su padre:
–Padre, dame la parte que me toca de la fortuna.
El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país, que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer.
Recapacitando entonces se dijo:
–Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: «Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros.»
Se puso en camino adonde estaba su padre: cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y echando a correr se le echó al cuello y se puso a besarlo.
Su hijo le dijo:
–Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo.
Pero el padre dijo a sus criados:
–Sacad en seguida el mejor traje, y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete; porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado.
Y empezaron el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba.
Este le contestó:
–Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud.
El se indignó y se negaba a entrar pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Y él replicó a su padre:
–Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado.
El padre le dijo:
–Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido, estaba perdido, y lo hemos encontrado.


DE LA PALABRA DEL DIA
Ponedle un anillo en el dedo. Lc 15,22

¿Cómo vivir esta Palabra?
¿Quién no conoce la maravillosa parábola del hijo pródigo? Un hijo insolente y disoluto que pide anticipadamente su  parte  de los bienes paternos, y una vez entrado en posesión de los mismos, los derrocha hasta quedar reducido a la mayor indigencia. De amo a siervo, constreñido al más humíllate servicio, guardián de cerdos, es  decir de animales considerados inmundos por parte de los judíos. Una situación degradante en extremo.
Aunque el camino de vuelta no está empedrada de amor, pues vuelve, pero como siervo, el Padre espera al hijo. Un escenario de un frío grisáceo, rasgado por el imprevisto  irrumpir de una luz  deslumbrante. La escena se anima: es toda un correr, un sobreponerse de órdenes que traducen la urgencia de un corazón que no puede contener la plenitud de los sentimientos. Los signos de la degradación son anulados y la dignidad filial restituida, sin la mínima sombra de reproche, ni siquiera callado.
Pero antes que la alegría estalle plenamente en la fiesta, un particular de relieve  reclama la atención: “Ponedle un anillo en el dedo”. Con el anillo se ponía el sello que autentificaba y avalaba un documento. Por tanto,  en las manos del hijo está depositada  de nuevo la posibilidad de disponer de los bienes paternos y esto sin ni siquiera  esperar que demuestre el propio arrepentimiento. Este gesto nos trae a la mente a Pedro, su negación y la reconfirmación de un mandato con el que se le confiaba  la Iglesia, el fruto preciosos del sacrifico de Cristo.
Y con nosotros ¿no sigue haciendo Dios lo mismo? El riesgo está en no hacer caso, en no quedar gozosamente sorprendidos, pero en toda vuelta de nosotros Él está ahí, pronto no sólo a acogernos, sino a ponernos el anillo en el dedo, volviendo a confirmarnos  su confianza  y la misión que nos ha encomendado.

En mi pausa contemplativa de hoy quiero recordar todas las veces en las que he experimentado el amor infinito de Dios que me volvía a abrazar, evocando de modo particular  los encuentros sacramentales.

Señor, cada vez que el sacerdote pone su mano sobre mi cabeza pronunciando las palabras de la absolución, tus brazos de Padre vuelven a estrecharme mientras me susurras aquel nombre  demasiadas veces olvidado: ¡hijo, hijo mío!

La voz de una santa
El perdón es la esencia misma de Dios. Santa Catalina de Siena
CON LOS BRAZOS SIEMPRE ABIERTOS

         Para no pocos, Dios es cualquier cosa menos alguien capaz de poner alegría en su vida. Pensar en él les trae malos recuerdos: en su interior se despierta la idea de un ser amenazador y exigente, que hace la vida más fastidiosa, incómoda y peligrosa.
         Poco a poco han prescindido de él. La fe ha quedado "reprimida" en su interior. Hoy no saben si creen o no creen. Se han quedado sin caminos hacia Dios. Algunos recuerdan todavía "la parábola del hijo pródigo", pero nunca la han escuchado en su corazón.
         El verdadero protagonista de esa parábola es el padre. Por dos veces repite el mismo grito de alegría: "Este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y lo hemos encontrado". Este grito revela lo que hay en su corazón de padre.
         A este padre no le preocupa su honor, sus intereses, ni el trato que le dan sus hijos. No emplea nunca un lenguaje moral. Solo piensa en la vida de su hijo: que no quede destruido, que no siga muerto, que no viva perdido sin conocer la alegría de la vida.
         El relato describe con todo detalle el encuentro sorprendente del padre con el hijo que abandonó el hogar. Estando todavía lejos, el padre "lo vio" venir hambriento y humillado, y "se conmovió" hasta las entrañas. Esta mirada buena, llena de bondad y compasión es la que nos salva. Solo Dios nos mira así.
         Enseguida "echa a correr". No es el hijo quien vuelve a casa. Es el padre el que sale corriendo y busca el abrazo con más ardor que su mismo hijo. "Se le echó al cuello y se puso a besarlo". Así está siempre Dios. Corriendo con los brazos abiertos hacia quienes vuelven a él.
            El hijo comienza su confesión: la ha preparado largamente en su interior. El padre le interrumpe para ahorrarle más humillaciones. No le impone castigo alguno, no le exige ningún rito de expiación; no le pone condición alguna para acogerlo en casa. Sólo Dios acoge y protege así a los pecadores.
         El padre solo piensa en la dignidad de su hijo. Hay que actuar de prisa. Manda traer el mejor vestido, el anillo de hijo y las sandalias para entrar en casa. Así será recibido en un banquete que se celebra en su honor. El hijo ha de conocer junto a su padre la vida digna y dichosa que no ha podido disfrutar lejos de él.
         Quien oiga esta parábola desde fuera, no entenderá nada. Seguirá caminando por la vida sin Dios. Quien la escuche en su corazón, tal vez llorará de alegría y agradecimiento. Sentirá por vez primera que en el misterio último de la vida hay Alguien que nos acoge y nos perdona porque solo quiere nuestra alegría.      (José Antonio Pagola)
10 de marzo de 2013
4 Cuaresma (C)
Lucas 15, 1-3. 11- 32
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9 marzo 2013, sábado. III semana de Cuaresma

Oseas 6,1-6

Vamos a volver al Señor: él, que nos despedazó, nos sanará; él, que nos hirió, nos vendará. En dos días nos sanará; al tercero nos resucitará; y viviremos delante de él. Esforcémonos por conocer al Señor: su amanecer es como la aurora, y su sentencia surge como la luz. Bajará sobre nosotros como lluvia temprana, como lluvia tardía que empapa la tierra. - «¿Qué haré de ti, Efraín? ¿Qué haré de ti, Judá? Vuestra piedad es como nube mañanera, como rocío de madrugada que se evapora. Por eso os herí por medio de los profetas, os condené con la palabra de mi boca. Quiero misericordia, y no sacrificios; conocimiento de Dios, más que holocaustos.»



Salmo  50: Quiero misericordia y no sacrificios

Lucas 18, 9-14


En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: - «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo." El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador." Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»

DE LA PALABRA DEL DIA
El publicano volvió a su casa justificado, pero no el fariseo. Lc 18,14

¿Cómo vivir esta Palabra?
Ante todo cabe afirmar que no todos los fariseos eran como el que Jesús presenta en esta parábola, pero probablemente sucedía con frecuencia  que ese  tipo de personas  coincidía con el tipo de fariseo  descrito por Jesús.
La arrogancia, la presunción, la prepotencia, el desprecio de los otros: todo está presentado con arte y verdad en la descripción del modo  de situarse durante la oración el fariseo: erguido ante Dios, casi poniéndose a la par de Él. Después en su corazón reflexiona sobre sí mismo, y da gracias a Dios por no ser como todos los demás hombres, a los que considera ladrones, injustos  y adúlteros, añadiendo un juicio   totalmente negativo acerca del otro pobre hombre, un publicano, que, como él, había ido a rezar.
            Sin embargo el publicano, que para la mentalidad de entonces significaba hombre de mala fama, reprobable desde el punto de vista ético y civil, en la parábola se comporta, respecto a la actitud del fariseo, de modo totalmente distinto: se queda atrás, no se atreve ni a levantar los ojos y se golpea el pecho expresando, también exteriormente, los sentimientos de su corazón al declararse pecador y pedir el perdón y la compasión de Dios.
La fiel descripción que Jesús hace de los dos comportamientos, -el del fariseo y el del publicano,- tan eficazmente opuestos, nos compromete a tomar posición. No se trata  sólo de decantarnos por quien es auténtico en la oración porque tiene el valor de exponer ante Dios la verdad de la propia vida. Se trata además de pedir cada uno para sí,  un mismo empeño de limpieza interior y, por tanto y ante todo, el arrepentimiento  de cuanto hay de negativo en la propia vida. Ciertamente no con un fuerte pesimismo sino con una siempre viva confianza en Aquel que es por esencia misericordia, perdón y amor sin límites.
Señor Jesús, destruye en mí al fariseo que intenta siempre corromperme existencialmente; hazme ‘testimonio’ de tu verdad, que es ante todo comportamiento positivo hacia el prójimo.

La voz de un sabio anónimo
La soberbia destruye al hombre; la humildad lo edifica según  las indicaciones que Jesús nos ha dado en su estilo d vida.