8 marzo 2013, viernes. III semana de Cuaresma
Día de la mujer trabajadora

Oseas 14,2-10

Así dice el Señor: «Israel, conviértete al Señor Dios tuyo, porque tropezaste por tu pecado. Preparad vuestro discurso, volved al Señor y decidle: Perdona del todo la iniquidad, recibe benévolo el sacrificio de nuestros labios. No nos salvará Asiria, no montaremos a caballo, no volveremos a llamar Dios a la obra de nuestras manos. En ti encuentra piedad el huérfano." Yo curaré sus extravíos, los amaré sin que lo merezcan, mi cólera se apartará de ellos. Seré para Israel como rocío, florecerá como azucena, arraigará como el Líbano. Brotarán sus vástagos, será su esplendor como un olivo, su aroma como el Líbano. Vuelven a descansar a su sombra: harán brotar el trigo, florecerán como la viña; será su fama como la del vino del Líbano. Efraín, ¿qué te importan los ídolos? Yo le respondo y le miro: yo soy como un ciprés frondoso: de mí proceden tus frutos. ¿Quién es el sabio que lo comprenda, el prudente que lo entienda? Rectos son los caminos del Señor: los justos andan por ellos, los pecadores tropiezan en ellos.»

Sal 80 Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz


 Marcos 12, 28b-34

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: - «¿Qué mandamiento es el primero de todos?» Respondió Jesús: - «El primero es: "Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser. " El segundo es éste: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." No hay mandamiento mayor que éstos.» El escriba replicó: - «Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.» Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: - «No estás lejos del reino de Dios.» Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

DE LA PALABRA DEL DIA
El primer mandamiento es éste: “Escucha, Israel”. Mc 12,28

¿Cómo vivir esta Palabra?
La Palabra de hoy es el comienzo de la respuesta de Jesús a un escriba (un intelectual de entonces) que le había preguntado cual era el primero de todos los mandamientos. Jesús le responde con una admirable síntesis de todos los mandamientos contenidos en la Torá, la Ley para los hebreos, que corresponde al Pentateuco. Y le dirá que es el precepto del amor: el amor  de Dios,  fuente del otro amor que es su consecuencia: el amor al prójimo. Es por esto muy interesante la premisa con la que Jesús empieza la importante respuesta: “Escucha, Israel”.
Y he aquí, si es verdad, que más de un pensador ha definido nuestra época como época de la ‘NO ESCUCHA’, por lo que comprendemos bien  el fuerte relieve dado por Jesús a su respuesta, usando el imperativo ESCUCHA al principio de su enseñanza.
Ciertamente, la vida que va a la carrera; los medios de información que se multiplican y se contradicen, el vocear de  los centros comerciales,  la charladuría de la publicidad que empapa de vaciedades el mundo corre el riesgo de ser como bolas de cera en los oídos, los oídos interiores sobre todo.
¿La terapia? Un decidido empeño diario de ESCUCHA, pero con las condiciones que la hacen posible: silencio, soledad, atención  de la mente y del corazón.

Señor, concédeme abrir cauces para la escucha de tu Palabra, escogiendo cada día un tiempo (una hora, media, un cuarto al menos) y un lugar (habitación, parque, jardín, capilla) para ESCUCHARTE.

La voz del pueblo danés
El hombre tiene dos orejas y una boca porque debería escuchar más que hablar.
                                                                                                          Proverbio danés


7 marzo 2013, jueves. III semana de Cuaresma

Jeremías 7,23-28:

Así dice el Señor: «Ésta fue la orden que di a vuestros padres: "Escuchad mi voz. Yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo; caminad por el camino que os mando, para que os vaya bien." Pero no escucharon ni prestaron oído, caminaban según sus ideas, según la maldad de su corazón obstinado, me daban la espalda y no la frente. Desde que salieron vuestros padres de Egipto hasta hoy les envié a mis siervos, los profetas, un día y otro día; pero no me escucharon ni prestaron oído: endurecieron la cerviz, fueron peores que sus padres. Ya puedes repetirles este discurso, que no te escucharán; ya puedes gritarles, que no te responderán. Les dirás: "Aquí está la gente que no escuchó la voz del Señor, su Dios, y no quiso escarmentar. La sinceridad se ha perdido, se la han arrancado de la boca."»



Sal 94,Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón»



 Lucas 11,14-23:

En aquel tiempo, Jesús estaba echando un demonio que era mudo y, apenas salió el demonio, habló el mudo. La multitud Se quedó admirada, pero algunos de ellos dijeron: - «Si echa los demonios es por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios.» Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo. El, leyendo sus pensamientos, les dijo: - «Todo reino en guerra civil va a la ruina y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra civil, ¿cómo mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú; y, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero, si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín. El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama.»

DE LA PALABRA DEL DIA
El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama.      Lc 11,23

¿Cómo vivir esta Palabra?
La Palabra de hoy es una palabra de gran fuerza. Podría, en principio, asombrarnos en labios de Jesús, el manso cordero inmolado por nuestra salvación. En cambio también es fuerza salvífica de la persona divina del Cristo, que usa incluso toda la gama de  expresión de fuerza humana, para ayudarnos a dejarnos salvar, precisamente  siguiéndole a Él y a su Evangelio.
Recordemos que Jesús dijo que era la VIDA, lo que claramente significa que vivir con Él (de su Evangelio) supone experimentar una vida digna de tal nombre, y no una existencia despojada de toda dignidad y posibilidad de bien. Resulta de ello que si no estamos con Jesús estamos contra nuestra misma vida, sofocando y negando nuestras mejores posibilidades. Es cierto que viviendo junto a Jesús, unidas a Él, recogemos y unificamos nuestras posibilidades mejores. Su amor es como un potente ‘incinerador’ de los detritos, de la basura que es toda nuestra negatividad, y es fuego que reaviva toda nuestra potencialidad buena. En cambio, sin Él, nos vamos desparramando nosotros mismos.

Señor, llévame contigo. Cada día, cada momento. Contigo, Jesús, mi vida se potencia. Sin Ti, se desparrama.

La voz de un contemporáneo
Tener fe no quiere decir solamente seguir normas, sino seguir a la persona de Cristo con una obediencia  ardiente a su Evangelio. (Anónimo)

6 marzo 2013, miércoles. III semana de Cuaresma

Deuteronomio 4,1.5-9:

Moisés habló al pueblo, diciendo: «Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os mando cumplir. Así viviréis y entraréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar. Mirad, yo os enseño los mandatos y decretos que me mandó el Señor, mi Dios, para que los cumpláis en la tierra donde vais a entrar para tomar posesión de ella. Ponedlos por obra, que ellos son vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos que, cuando tengan noticia de todos ellos, dirán: "Cierto que esta gran nación es un pueblo sabio e inteligente." Y, en efecto, ¿hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está el Señor Dios de nosotros, siempre que lo invocamos? Y, ¿cuál es la gran nación, cuyos mandatos y decretos sean tan justos como toda esta ley que hoy os doy? Pero, cuidado, guárdate muy bien de olvidar los sucesos que vieron tus ojos, que no se aparten de tu memoria mientras vivas; cuéntaselos a tus hijos y nietos.»

Salmo 147: Glorifica al Señor, Jerusalén

Lectura del santo evangelio según san Mateo 5,17-19:


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.»

DE LA PALABRA DEL DIA
Jesús dijo: No creáis que he venido  a abolir  la Ley o los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar  cumplimiento. Mt 5, 17-18

¿Cómo vivir esta Palabra?
Los escribas, los fariseos y los doctores de la Ley habían tomado posiciones contra Jesús, porque lo habían visto como un revolucionario, un rebelde de poca monta respecto a la ley Mosaica.
Para ellos la Ley dada por Moisés en un momento crucial de la historia lo era todo. La ojeriza contra Jesús, azuzada también  por una inconfesada envidia y celos a causa de la fascinación que Jesús ejercía sobre las masas, nacía de ahí. Por ello el Maestro les habló claramente diciéndoles que no había venido para abolir la Ley que había conferido a Israel un incomparable  primado sobre los otros pueblos, sino para darle cumplimiento.
Es importante advertir que el verbo original pleroum no significa completar, como si le faltase algo a la Palabra de Dios entregada a Moisés. Tampoco significa que Jesús hubiera venido para someterse totalmente a la ley en contraste con quien la trasgrediese. Él tiene la convicción de haber venido, enviado por el Padre, para un designio que abraza cielo y tierra, un designio de tal amplitud que expresa  el amor infinito de Dios. Y esto precisamente  porque Él mismo es, no solamente hombre sino Dios.

Señor Jesús,  que viniste  para dar sentido a todas las cosas, concédeme  darle sentido  a mis días para que no sólo  cumpla con mi deber, sino para que también lo realice con amor ardiente.

La voz de un filósofo indio
No hacer nunca nada sólo por el sentido del deber, o porque alguien espera que tú lo hagas. Yo enseño una sola responsabilidad: aquella hacia sí mismo. Todas las otras seguirán pos sí solas, sin que tú debas  hacer esfuerzo alguno.  Y cuando las cosas suceden sin esfuerzo, poseen  una increíble belleza.  Osho
                                                                                              

5 marzo 2013, martes. III semana de Cuaresma

Daniel 3,25.34-43:

En aquellos días, Azarías se detuvo a orar y, abriendo los labios en medio del fuego, dijo: «Por el honor de tu nombre, no nos desampares para siempre, no rompas tu alianza, no apartes de nosotros tu misericordia. Por Abrahán, tu amigo; por Isaac, tu siervo; por Israel, tu consagrado; a quienes prometiste multiplicar su descendencia como las estrellas del cielo, como la arena de las playas marinas. Pero ahora, Señor, somos el más pequeño de todos los pueblos; hoy estamos humillados por toda la tierra a causa de nuestros pecados. En este momento no tenemos príncipes, ni profetas, ni jefes; ni holocausto, ni sacrificios, ni ofrendas, ni incienso; ni un sitio donde ofrecerte primicias, para alcanzar misericordia. Por eso, acepta nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde, como un holocausto de carneros y toros o una multitud de corderos cebados. Que éste sea hoy nuestro sacrificio, y que sea agradable en tu presencia: porque los que en ti confían no quedan defraudados. Ahora te seguimos de todo corazón, te respetamos y buscamos tu rostro, no nos defraudes, Señor. Trátanos según tu piedad, según tu gran misericordia. Líbranos con tu poder maravilloso y da gloria a tu nombre, Señor.»


Mateo 18,21-35:

En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?»
Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo." El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: "Págame lo que me debes." El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré." Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?" Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.»

DE LA PALABRA DEL DIA
Señor: “Si mi hermano me ofende ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?”. Jesús le responde: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”. Mt 18, 21-22

¿Cómo vivir esta Palabra?
Con un breve diálogo  nos presenta el Evangelio de hoy una de las problemáticas existenciales comunes a todos  los hombres y mujeres, la dificultad del perdón. En algunas existencias esta dificultad puede llegar a ser una  ocasión única y fuerte, hasta dramática: perdonar a quien mata a una persona especialmente querida, al autor de una  calumnia recibida, a quien traiciona la fidelidad matrimonial…
La respuesta preciosa de la Palabra de Jesús de hoy  se refiere a la realidad de aquellas ocasiones  de perdón que surgen en nuestra vida diaria. Con frecuencia se dan  dentro de la pareja, de las relaciones de familia o de amistad donde surgen, imprevistas, pequeñas acusaciones injustificadas, palabras duras, comportamientos agresivos. En general no se trata de maldad sino de irritación momentánea, resentimientos e incomprensiones de todo género. Es aquí donde es necesario conectar enseguida con Jesús vivo y presente en el corazón.
¿El misterio de la muerte y resurrección de Jesús no es tal vez la historia, antigua  y siempre nueva, de su perdón todas las veces  que lo hemos ofendido con el pecado? Sin embargo, el Señor no cesa de regalarnos el perdón.  De aquí nace una consecuencia irrefutable: yo también estoy  llamado a perdonar. Y precisamente es aquí donde se juega  la opción de ser un auténtico cristiano.

Señor Jesús, concédeme rezar contigo el Padrenuestro, deteniéndome con una pausa meditativa en la expresión: “Perdónanos a nosotros que nos comprometemos a  perdonar  a nuestros hermanos”

La voz de un gran poeta alemán
Importante es recordar, pero más importante es olvidar
                                                                                           Rainer Maria Rilke
                                    

 4 marzo 2013, lunes. III semana de Cuaresma

del segundo libro de los Reyes 5,1-15a:

En aquellos días, Naamán, general del ejército del rey sirio, era un hombre que gozaba de la estima y del favor de su señor, pues por su medio el Señor había dado la victoria a Siria. Era un hombre muy valiente, pero estaba enfermo de lepra. En una incursión, una banda de sirios llevó de Israel a una muchacha, que quedó como criada de la mujer de Naamán, y dijo a su señora: "Ojalá mi señor fuera a ver al profeta de Samaría: él lo libraría de su enfermedad." Naamán fue a informar a su señor: "La muchacha israelita ha dicho esto y esto." El rey de Siria le dijo: "Ven, que te doy una carta para el rey de Israel." Naamán se puso en camino, llevando tres quintales de plata, seis mil monedas de oro y diez trajes. Presentó al rey de Israel la carta, que decía así: "Cuando recibas esta carta, verás que te envío a mi ministro Naamán para que lo libres de su enfermedad."
Cuando el rey de Israel leyó la carta, se rasgó las vestiduras, exclamando: "¿Soy yo un dios capaz de dar muerte o vida, para que éste me encargue de librar a un hombre de su enfermedad? Fijaos bien, y veréis cómo está buscando un pretexto contra mí." El profeta Eliseo se enteró de que el rey de Israel se había rasgado las vestiduras y le envió este recado: "¿Por qué te has rasgado las vestiduras? Que venga a mí y verá que hay un profeta en Israel. Naamán llegó con sus caballos y su carroza y se detuvo ante la puerta de Eliseo. Eliseo le mandó uno a decirle: "Ve a bañarte siete veces en el Jordán, y tu carne quedará limpia." Naamán se enfadó y decidió irse, comentando: "Yo me imaginaba que saldría en persona a verme, y que, puesto en pie, invocaría al Señor, su Dios, pasaría la mano sobre la parte enferma y me libraría de mi enfermedad. ¿Es que los ríos de Damasco, el Abana y el Farfar, no valen más que toda el agua de Israel? ¿No puedo bañarme en ellos y quedar limpio?" Dio media vuelta y se marchaba furioso. Pero sus siervos se le acercaron y le dijeron: "Señor, si el profeta te hubiera prescrito algo difícil, lo harías. Cuanto más si lo que te prescribe para quedar limpio es simplemente que te bañes."
Entonces Naamán bajó al Jordán y se bañó siete veces, como había ordenado el profeta, y su carne quedó limpia como la de un niño. Volvió con su comitiva y se presentó al profeta, diciendo: "Ahora reconozco que no hay dios en toda la tierra más que el de Israel."

Salm0 41 "Mi alma tiene sed del Dios vivo: ¿cuándo veré el rostro de Dios?"

evangelio según san Lucas 4,24-30:

En aquel tiempo, dijo Jesús al pueblo en la sinagoga de Nazaret: "Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio." 
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba. 

DE LA PALABRA DEL DIA
Muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán el sirio. Lc 4,27
¿Cómo vivir esta Palabra?
Jesús acababa de decir que nadie es profeta en su tierra, afirmando que la suya era presencia profética, e incluso más que profética, como había dicho de él su precursor, Juan Bautista. Pero lo que Jesús quiso subrayar era algo superior. Él tenía conciencia de que su misión no tenía que estar orientada sólo a los hebreos, sino a todo hombre, que en el único Dios-Padre, es su hermano. Por esto evoca, en esta ocasión, al profeta Eliseo, que siglos antes, había obtenido la curación  de Naamán, el mandatario sirio.
Del pasaje seleccionado emergen diversas  y hermosas enseñanzas La de mayor actualidad para nosotros hoy, se refiere al modo con el que, como cristianos, estamos llamados a relacionarnos con los inmigrantes o con  personas de otras etnias. Para ello es fundamental abatir los muros de preconceptos, desconfianzas y cosas por el estilo. No generalizar. Es un error deducir motivos para condenar en bloque a los demás, sólo por el comportamiento de una persona o de una familia. La premura, las atenciones y  la ayuda a todos y cada uno han de hacerse sin ningún tipo de discriminación.

            Señor, no dejes de abrir mi corazón, con demasiada frecuencia cerrado y manipulado por opciones de comodidad, de una mentalidad  de localismo egoísta.

La voz de un científico
Es más difícil disgregar un prejuicio que un átomo
                                                                                  Albert Einstein: 1879-1955





3 marzo 2013. III domingo  de Cuaresma

Exodo 3, 1-8a. 13-15

En aquellos días, pastoreaba Moisés el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián; llevó el rebaño transhumando por el desierto hasta llegar a Horeb, el monte de Dios.
El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse.
Moisés se dijo:
–Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver cómo es que no se quema la zarza.
Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza:
–Moisés, Moisés.
Respondió él:
–Aquí estoy.
Dijo Dios:
–No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado.
Y añadió:
–Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob.
Moisés se tapó la cara, temeroso de ver a Dios.
El Señor le dijo:
–He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos. Voy a bajar a librarlos de los egipcios, a sacarlos de esta tierra, para llevarlos a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel.
Moisés replicó a Dios:
–Mira, Yo iré a los israelitas y les diré: el Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntan cómo se llama este Dios, ¿qué les respondo?
Dios dijo a Moisés:
–«Soy el que soy». Esto dirás a los israelitas: «Yo–soy» me envía a vosotros.
Dios añadió:
– Esto dirás a los israelitas: el Señor Dios de vuestros padres, Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, me envía a vosotros. Este es mi nombre para siempre: así me llamaréis de generación en generación.


Salmo 102 R. El Señor es compasivo y misericordioso. 

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 10, 1-6. 10-12Hermanos:
No quiero que ignoréis que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar y todos fueron bautizados en Moisés por la nube y el mar; y todos comieron el mismo alimento espiritual y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que les seguía; y la roca era Cristo. Pero la mayoría de ellos no agradaron a Dios, pues sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto.
Estas cosas sucedieron en figura para nosotros, para que no codiciemos el mal como lo hicieron nuestros padres.
No protestéis como protestaron algunos de ellos, y perecieron a manos del Exterminador.
Todo esto les sucedía como un ejemplo: y fue escrito para escarmiento nuestro, a quienes nos ha tocado vivir en la última de las edades. Por lo tanto, el que se cree seguro, ¡cuidado! no caiga.


Lectura del santo Evangelio según San Lucas 13, 1-9
En aquella ocasión se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó:
¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no. Y si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.
Y les dijo esta parábola:
Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró.
Dijo entonces al viñador:
Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?
Pero el viñador contestó: –Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortarás.

DE LA PALABRA DEL DIA
Pero el viñador contestó: Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortarás. Lc 13, 8-9

¿Cómo vivir esta Palabra?
En la parábola del Evangelio de hoy Jesús revela toda la paciencia de Dios que es voluntad de salvación para todos.
En la viña había una higuera que había dejado de dar frutos. El dueño de la viña quiso cortarla, pero el viñador intercedió proponiéndole una prórroga y asegurándole que la cultivaría con esmero con el fin de que diese fruto. Sólo en el caso que la higuera insistiera en ser infecunda, la cortaría. La enseñanza es luminosa. El amo es Dios Padre justo remunerador de nuestras acciones. El viñador es Jesús mismo. ¿Su misión no es acaso la de interceder por nosotros ante el Padre? Su misterio pascual es el que nos obtiene  misericordia.

La misericordia del Padre, sin embargo, no supone ser ‘bonachón’. Es más bien la paciencia con la que se mide el amor: una espera  que nos impulsa a hacer opciones justas, opciones de perseverante empeño humano-cristiano en nuestra vida diaria.

Señor, haz que estamos cada vez más maravillados de tu amor que es la divina paciencia  de quien nos ama infinitamente. No permitas que abusemos de ella. Antes bien, ayúdanos a tener el valor  de quien, vivificado por tu amor, es feliz porque sabe que en Ti dará fruto.

La voz de un ensayista francés
La paciencia es el arte de esperar.     Luc de Clapiers de Vauvenargues

ANTES QUE SEA TARDE (comentario de J.A Pagola)

            Había pasado ya bastante tiempo desde que Jesús se había presentado en su pueblo de Nazaret como Profeta, enviado por el Espíritu de Dios para anunciar a los pobres la Buena Noticia. Sigue repitiendo incansable su mensaje: Dios está ya cerca, abriéndose camino para hacer un mundo más humano para todos.
         Pero es realista. Jesús sabe bien que Dios no puede cambiar el mundo sin que nosotros cambiemos. Por eso se esfuerza en despertar en la gente la conversión: "Convertíos y creed en esta Buena Noticia". Ese empeño de Dios en hacer un mundo más humano será posible si respondemos acogiendo su proyecto.
         Va pasando el tiempo y Jesús ve que la gente no reacciona a su llamada como sería su deseo. Son muchos los que vienen a escucharlo, pero no acaban de abrirse al "Reino de Dios". Jesús va a insistir. Es urgente cambiar antes que sea tarde.
         En cierta ocasión cuenta una pequeña parábola. Un propietario de un terreno tiene plantada una higuera en medio de su viña. Año tras año, viene a buscar fruto en ella y no lo encuentra. Su decisión parece la más sensata: la higuera no da fruto y está ocupando inútilmente un terreno, lo más razonable es cortarla.
         Pero el encargado de la viña reacciona de manera inesperada. ¿Por qué no dejarla todavía? Él conoce aquella higuera, la ha visto crecer, la ha cuidado, no la quiere ver morir. Él mismo le dedicará más tiempo y más cuidados, a ver si da fruto.
         El relato se interrumpe bruscamente. La parábola queda abierta. El dueño de la viña y su encargado desaparecen de escena. Es la higuera la que decidirá su suerte final. Mientras tanto, recibirá más cuidados que nunca de ese viñador que nos hace pensar en Jesús, "el que ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido".
         Lo que necesitamos hoy en la Iglesia no es solo introducir pequeñas reformas, promover el "aggiornamento" o cuidar la adaptación a nuestros tiempos. Necesitamos una conversión a nivel más profundo, un "corazón nuevo", una respuesta responsable y decidida a la llamada de Jesús a entrar en la dinámica del Reino de Dios.
         Hemos de reaccionar antes que sea tarde. Jesús está vivo en medio de nosotros. Como el encargado de la viña, él cuida de nuestras comunidades cristianas, cada vez más frágiles y vulnerables. Él nos alimenta con su Evangelio, nos sostiene con su Espíritu.
         Hemos de mirar el futuro con esperanza, al mismo tiempo que vamos creando ese clima nuevo de conversión y renovación que necesitamos tanto y que los decretos del Concilio Vaticano no han podido hasta hora consolidar en la Iglesia.
 José Antonio Pagola

3 de marzo de 2013
3 Cuaresma (C)
Lucas 13, 1-9





2 marzo 2013, sábado. II semana de Cuaresma

Miqueas 7,14-15.18-20:

Señor, pastorea a tu pueblo con el cayado, a las ovejas de tu heredad, a las que habitan apartadas en la maleza, en medio del Carmelo. Pastarán en Basán y Galaatl, como en tiempos antiguos; como cuando saliste de Egipto y te mostraba mis prodigios. ¿Qué Dios como tú, que perdonas el pecado y absuelves la culpa al resto de tu heredad? No mantendrá por siempre la ira, pues se complace en la misericordia. Volverá a compadecerse y extinguirá nuestras culpas, arrojará a lo hondo del mar todos nuestros delitos. Serás fiel a Jacob, piadoso con Abrahán, como juraste a nuestros padres en tiempos remotos.


Lucas 15,1-3.11-32:

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharle.
Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: «Ése acoge a los pecadores y come con ellos.»
Jesús les dijo esta parábola: «Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna." El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de saciarse de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros." Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus criados: "Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado." Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud." Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado." El padre le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."»



DE LA PALABRA DEL DIA
Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo; deberías alegrarte porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido, estaba perdido y lo hemos encontrado. Lc 15,31-32

¿Cómo vivir esta Palabra?
El pasaje evangélico de hoy es una de las páginas bíblicas más conocidas y fascinantes, rico de imágenes, de pensamientos,  de sorpresas, de opciones y cambios inesperados (Lc 15, 1-3- 11-32). La parábola nos delinea la relación entre  padre e hijo/ hijos y entre los dos hermanos y nos invita a reflexionar sobre las consecuencias de sus opciones, precisamente como también son invitados a reflexionar los fariseos y los escribas murmuradores y casi escandalizados porque el Maestro recibe a publicanos y pecadores y hasta come con ellos (Lc 15, 1-2).
En cierto modo, los escribas y fariseos reflejan los comportamientos del hijo mayor de la parábola que durante toda la vida se había preocupado de los asuntos de la casa, de los campos, de la administración, de modo que todo fuese a la perfección y creciera la riqueza del padre, y ahora, al final de una fatigosa jornada de trabajo, al volver a casa se encuentra en medio de una fiesta de lujo. Todo en honor de aquel hermano holgazán que había malgastado una buena parte de su trabajo. No llega a reconocer (ni aceptar) que en el corazón del hermano podía haberse encendido de nuevo  el deseo de restablecer su relación con el padre y con la familia, pero esta vez  de forma responsable y digna. En el fondo él tenía necesidad también de ello: debía volver a encender  en sí el mismo deseo.
El padre le sale al encuentro. No tiene necesidad de abrazos, de vestidos ni  de alimentos suculentos; tiene necesidad, sin embargo, de acordarse del privilegio que había sido para él estar siempre con el padre y, junto al padre, alegrarse por quien este conocimiento lo había perdido pero era capaz de recobrarlo, con humildad y con seriedad. De este modo todos nos podemos sentir hermanos en el abrazo misericordiosos del Padre.
Sí, me levantaré, iré junto a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti…

Del mensaje de Benedicto XVI para la Cuaresma 2013
Toda la iniciativa salvífica viene de Dios, de su gracia, de su perdón acogido en la fe; pero esta iniciativa, lejos de limitar nuestra libertad y nuestra responsabilidad, más bien hace que sean auténticas y las orienta hacia las obras de la caridad. 


1 marzo 2013, viernes. II semana de Cuaresma

Génesis 37,3-4.12-13a.17b-28


“José era el preferido de Israel, porque le había nacido en la vejez, y le hizo una túnica con mangas. Al ver sus hermanos que su padre lo prefería a los demás, empezaron a odiarlo y le negaban el saludo. Sus hermanos trashumaron a Siquén con los rebaños de su padre. Israel dijo a José: Tus hermanos deben estar con los rebaños en Siquén; ven, que te voy a mandar donde están ellos. 

José fue tras sus hermanos y los encontró en Datán. Ellos lo vieron desde lejos. Antes de que se acercara, maquinaron su muerte. Se decían unos a otros: Ahí viene el soñador. Vamos a matarlo y a echarlo en un aljibe; luego diremos que una fiera lo ha devorado; veremos en qué paran sus sueños. Oyó esto Rubén, e intentando salvarlo de sus manos, dijo: No le quitemos la vida. Y añadió: No derraméis sangre; echadlo en este aljibe, aquí en la estepa; pero no pongáis las manos en él. Lo decía para librarlo de sus manos y devolverlo a su padre. Cuando llegó José al lugar donde estaban sus hermanos, lo sujetaron, le quitaron la túnica con mangas, lo cogieron y lo echaron en un pozo vacío, sin agua. Y se sentaron a comer. Levantando la vista, vieron una caravana de ismaelitas que transportaban en camellos especias, bálsamo y resina de Galaad a Egipto. Judá propuso a sus hermanos: ¿Qué sacaremos con matar a nuestro hermano y con tapar su sangre? Vamos a venderlo a los ismaelitas y no pondremos nuestras manos en él, que al fin es hermano nuestro y carne nuestra. Los hermanos aceptaron. Al pasar unos comerciantes madianitas, tiraron de su hermano, lo sacaron del pozo y se lo vendieron a los ismaelitas por veinte monedas de plata. Éstos se llevaron a José a Egipto”.

Evangelio: San Mateo 21,33-43


“En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: Tendrán respeto a mi hijo. Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia. Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores? 

Le contestaron: Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos. Y Jesús les dice: ¿No habéis leído nunca en la Escritura: La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente? Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos. Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que hablaba de ellos. Y, aunque buscaban echarle mano, temieron a la gente, que lo tenía por profeta”. 

DE LA PALABRA DEL DIA
La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Mateo 21, 42

¿Cómo vivir esta Palabra?
La comparación de la piedra desechada y después fundamental es una construcción que aparece con frecuencia en las páginas bíblicas. Mateo, en el Evangelio de hoy (21,33-46), la inserta dentro de la parábola de la viña confiada a unos labradores que, sin embargo, no respetan lo pactado con el propietario, reusando entregarle  los frutos de la cosecha y librándose, sin motivo alguno, de los siervos enviados a recoger  lo que había sido pactado con el amo. La suerte del hijo del  amo, del heredero, es decidida de común acuerdo: ‘Matémoslo y quedémonos con su herencia’.
La escena nos lleva espontáneamente a los primeros tiempos de la historia de la salvación, a un grupo hermanos, hijos del mismo padre (Jacob), que deciden  juntos la suerte  de uno de ellos, de José,  considerado el hijo predilecto (Gn 37, 3-28). El Señor de la historia, no obstante dará  la vuelta a dicha decisión: el hermano ‘rechazado’ representará el camino de salvación y de reconciliación: a través de él, el Señor  manifestará obras  maravillosas  para su familia y para el pueblo que los hospeda.
¿Podrá hacer lo mismo el amo de la viña? Quien escucha la parábola condena duramente la actuación de los labradores ingratos. Jesús, sin embargo, orienta su pensamiento hacia lo que hace el Señor: las piedras desechadas llegan a ser  fundamentales; la viña se confiada  a quien es idóneo para cultivarla y, sobre todo,  para que produzca frutos buenos. Éstas serán las obras maravillosas que darán alegría a quien las vea, a quien en ellas sepa reconocer el amor del Amo, su misericordia y su benevolencia.

Señor, abre mis ojos para reconocer tus obras; refuerza mi fe en tu presencia; sostenme  en la adhesión a tu voluntad, para mostrar a muchos tu misericordia.

Del mensaje de Benedicto XVI para la Cuaresma 2013
La fe, don y respuesta, nos da a conocer la verdad de Cristo como Amor encarnado y crucificado, adhesión plena y perfecta a la voluntad del Padre e infinita misericordia divina para con el prójimo; la fe graba en el corazón y la mente la firme convicción de que precisamente este Amor es la única realidad que vence el mal y la muerte

28 febrero 2013, jueves. II semana de Cuaresma

Jeremías 17,5-10:

Así habla el Señor: ¡Maldito el hombre que confía en el hombre y busca su apoyo en la carne, mientras su corazón se aparta del Señor! El es como un matorral en la estepa que no ve llegar la felicidad; habita en la aridez del desierto, en una tierra salobre e inhóspita. ¡Bendito el hombre que confía en el Señor y en él tiene puesta su confianza! El es como un árbol plantado al borde de las aguas, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme cuando llega el calor y su follaje se mantiene frondoso; no se inquieta en un año de sequía y nunca deja de dar fruto. Nada más tortuoso que el corazón humano y no tiene arreglo: ¿quién puede penetrarlo? Yo, el Señor, sondeo el corazón y examino las entrañas, para dar a cada uno según su conducta, según el fruto de sus acciones.


Lucas 16,19-31:

Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes. A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas. El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado. En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. Entonces exclamó: 'Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan'. 'Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento. Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí'. El rico contestó: 'Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento'. Abraham respondió: 'Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen'. 'No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán'. Pero Abraham respondió: 'Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán'".

DE LA PALABRA DEL DIA
Bendito quien confía en el Señor, y pone en el Señor su confianza. Jr 17,7

¿Cómo vivir esta Palabra?
El pasaje de Jeremías (17,5-10) encuentra eco en el salmo responsorial (salmo 1). Juntos nos ilustran el efecto de las obras realizadas con justicia o con intenciones poco transparentes: el Señor  que escrutas las mentes y conoce los corazones, dará a cada uno según su conducta, según el fruto  de sus acciones (Jr 17,10). Por esto  la bendición del hombre que confía en el Señor  se opone a la maldición de quien se fía sólo de lo humano y se aleja del camino del Señor.
En la perícopa se subraya sobre todo el hecho que “confiar en el Señor” significa no sólo poner en práctica  sus mandamientos,  sino también encontrar en Él la fuente  del agua  fresca y permanente  que permite  “dar frutos” en cualquier estación de la vida.  La persona que obra de este modo, encuentra entonces en la Ley del Señor  también la fuente de la alegría, la medita día y noche y se entrega plenamente a Aquel  que vela sobre su camino.
No llega a encontrar esta fuente el rico presentado por Lucas en el Evangelio (Lc 16, 19-31).  Satisfecho con sus riquezas y anhelos no escuchaba las advertencias de la Ley y los Profetas y día  tras día ignoraba al pobre Lázaro que a la puerta de su casa le pedía sólo las migajas que caían de la mesa abundantemente preparada. Lázaro era para él el signo y el ejemplo de aquella confianza que abre la felicidad eterna, si lo hubiese mirado…

Vela, oh Señor, sobre el camino de quien confía en Ti, abre de par en par  nuestros corazones y nuestras mentes a tus enseñanzas, sostennos en el diario compartir.

Del mensaje de Benedicto XVI en la Cuaresma 2013
La prioridad corresponde siempre a la relación con Dios y el verdadero compartir evangélico debe estar arraigado en la fe

Invitación afectuosa
Nos unimos  a todos  aquellos que, habiendo comprendido  y apreciado el gesto del Papa Benedicto XVI,  expresan mediante un viaje o saludo, su estima y gratitud profunda. También nosotros, “Amigos de San Biagio” y  ”Amigos y Servidores de la Palabra”, damos gracias  con el corazón  que la Palabra de Dios cada día renueva, y con la oración, que se hace invocación de Gracia para su nuevo camino, más que nunca  con el Señor y con toda la Iglesia.


 27 febrero 2013, miércoles. II semana de Cuaresma


del profeta Jeremías 18,18-20:

“Dijeron: ‘Venid, maquinemos contra Jeremías, porque no falta la ley del sacerdote, ni el consejo del sabio, ni el oráculo del profeta; venid, lo heriremos con su propia lengua y no haremos caso de sus oráculos’. Señor, hazme caso, oye cómo me acusan. ¿Es que se paga el bien con mal, que han cavado una fosa para mí? Acuérdate de cómo estuve en tu presencia, intercediendo en su favor, para apartar de ellos tu enojo”

Evangelio según san Mateo 20,17-28:

En aquel tiempo, mientras iba subiendo Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los Doce, les dijo por el camino: «Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará.»
Entonces se le acercó la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición.
Él le preguntó: «¿Qué deseas?»
Ella contestó: «Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.»
Pero Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?»
Contestaron: «Lo somos.»
Él les dijo: «Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre
Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.»

DE LA PALABRA DEL DIA
El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor. Mt 20,26

¿Cómo vivir esta Palabra?
La grandeza evangélica se mide por el servicio. El tema ya focalizado en la liturgia de ayer, es tratado hoy de nuevo y llevado a un nivel aún más alto y… profundo (Mt 20, 17-28).
Estamos en el contexto del tercer anuncio de la pasión, de la  muerte y de la resurrección. Y se sube a Jerusalén con Jesús que esta vez no lleva consigo sólo a tres  discípulos, sino a los doce. A ellos  les dirige el anuncio, pues  todos ellos están, en cierta manera, llamados a seguirlo en el mismo camino. Parece, sin embargo, que  la llamada no fuera percibida en su esencia. La inquietud de algunos de los discípulos acerca del puesto que  debían ocupar en el reino futuro y la indignación de los otros, lleva a Jesús  a una nueva  llamada “a sí mismo”, a una nueva enseñanza.  Ser jefes o gobernantes según el modo del mundo es estar a la vista de todos, o de casi todos; pero no debe ser así  entre quienes siguen al Hijo del hombre, que no vino sino para servir y dar su propia vida en rescate de muchos. (20,28).
Quizás el objetivo del tercer anuncio de la pasión y muerte del Hijo del hombre era precisamente hacer comprender que “ser grandes”  significa  hacerse servidores de los otros hasta dar la propia vida. Es el comportamiento  del cristiano  que no se preocupa de la propia posición actual o  del futuro, pero que realmente  toma conciencia  de cómo es amado y servido por el Señor y, cómo del mismo modo se pone a amar y a servir al prójimo.
Señor, concédeme que Te reconozca, que te pueda amar cada vez más; permíteme que esté a tu lado, ser tu amor.

Del mensaje de Benedicto XVI  para la Cuaresma 2013
El cristiano es una persona conquistada por el amor de Cristo y movido por este amor […] está abierto de modo profundo y concreto al amor al prójimo. Esta actitud nace ante todo de la conciencia de que el Señor nos ama, nos perdona, incluso nos sirve, se inclina a lavar los pies de los apóstoles y se entrega a sí mismo en la cruz para atraer a la humanidad al amor de Dios.


26 febrero 2013, martes. II semana de Cuaresma

Isaías 1,10.16-20:
Oíd la palabra del Señor, príncipes de Sodoma, escucha la enseñanza de nuestro Dios, pueblo de Gomorra: "Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Cesad de obrar mal, aprended a obrar bien; buscad el derecho, enderezad al oprimido; defended al huérfano, proteged a la viuda. Entonces, venid y litigaremos -dice el Señor-. Aunque vuestros pecados sean como púrpura, blanquearán como nieve; aunque sean rojos como escarlata, quedarán como lana. Si sabéis obedecer, lo sabroso de la tierra comeréis; si rehusáis y os rebeláis, la espada os comerá. Lo ha dicho el Señor

Mateo 23,1-12:

En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo: "En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros.
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido."


DE LA PALABRA DEL DIA
Lavaos, purificaos… aprended a obrar el bien, buscad la justicia, defended al oprimido… Is 1,16-17.

¿Cómo vivir esta Palabra?

Jesús, en el Evangelio de hoy (Mt 23, 1-12) denuncia la incoherencias de quien pretende observar fielmente  la Ley y los Profetas pero se olvida del más grande de los mandamientos: Amarás  al Señor tu Dios… amarás a tu prójimo. Escuchando atentamente, sin embargo, podemos captar una enseñanza fervorosa del Maestro dirigida sobre todo a sus  discípulos: no las  apariencias y las consideraciones, los títulos y los puestos de honor, sino el servicio humilde y desinteresado, son los comportamientos de quien verdaderamente desea aprender a hacer el bien, como enseña Isaías.
Al optar por la vía evangélica, la hipocresía de quien se detiene en las apariencias  queda lavada, purificada, hasta tocar al núcleo del bien que está presente en toda prescripción. Entonces se llega  a ser capaces de buscar la justicia para quien,  junto a nosotros esté oprimido, maltratado, abandonado… Es necesario, no obstante, ser dóciles y escuchar a los verdaderos maestros; reconocer la verdad, adherirse a ella  y actuar  según lo que  se ha aprendido; entregarse con confianza al Padre, que es uno solo, el celestial. Y también al guía de este camino que es uno sólo: Cristo, siervo manso y humilde.

Señor, lávame, purifícame, aleja de mi todo mal; enséñame a hacer el bien, con corazón dócil, manso y acogedor.

Del mensaje de Benedicto XVI para la Cuaresma 2013
La fe es conocer la verdad y adherirse a ella; la caridad es «caminar» en la verdad […] La fe nos lleva a reconocer los dones que el Dios bueno y generoso nos encomienda; la caridad hace que fructifiquen.




25 febrero 2013, lunes. II semana de Cuaresma

 Daniel 9,4b-10:

Señor, Dios grande y terrible, que guardas la alianza y eres leal con los que te aman y cumplen tus mandamientos. Hemos pecado, hemos cometido crímenes y delitos, nos hemos rebelado apartándonos de tus mandatos y preceptos. No hicimos caso a tus siervos, los profetas, que hablaban en tu nombre a nuestros reyes, a nuestros príncipes, padres y terratenientes.
Tú, Señor, tienes razón, a nosotros nos abruma hoy la vergüenza: a los habitantes de Jerusalén, a judíos e israelitas, cercanos y lejanos, en todos los países por donde los dispersaste por los delitos que cometieron contra ti. Señor, nos abruma la vergüenza: a nuestros reyes, príncipes y padres, porque hemos pecado contra ti. Pero, aunque nosotros nos hemos rebelado, el Señor, nuestro Dios, es compasivo y perdona. No obedecimos al Señor, nuestro Dios, siguiendo las normas que nos daba por sus siervos, los profetas.


Lucas 6,36-38:


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis, la usarán con vosotros." 
DE LA PALABRA DEL DIA
“Sed misericordiosos…” Lucas 6,36
¿Cómo vivir esta Palabra?
Conscientes de la debilidad y fragilidad humanas, el profeta Daniel en la primera lectura  nos invita a sintonizarnos  con él en una súplica confiada dirigida al Señor, fiel y benévolo hacia aquellos que lo aman y observan  sus mandamientos.  Cuando el hombre reconoce no haber escuchado la voz del Señor, confiesa la propia culpa y se entrega a su bondad, puede verdaderamente re-conocer a nuestro Dios como es: misericordia y perdón (Dn 9,4-10). Y no sólo esto: ¡puede ser y obrar como Él!
Ésta, en efecto, es la invitación de Jesús en el Evangelio (Lc 6 36-38): “Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso”. Una sugerencia profunda y práctica que abarca todo nuestro ser: desde dentro, desde el corazón y desde la mente, se remueve la compasión y la comprensión de  la debilidad propia y del otro; y llega a ser operativa, actuando en lo concreto.
Las ocasiones no nos faltan; si no logramos percibirlas, el evangelista nos las sugiere, siempre con las palabras de Jesús, con una descripción eficaz del hacer divino… y humano: no juzguéis, no condenéis, perdonad, dad… En una palabra: ¡Sed misericordiosos! ¡Como el Padre!

¡Oh Dios, nuestra salvación, ¡ayúdanos!;
¡Que venga presto a nuestro encuentro tu misericordia!


Del mensaje de Benedicto XVI  para la Cuaresma 2013
 Cuando dejamos espacio al amor de Dios, nos hace semejantes a él, partícipes de su misma caridad


24 febrero 2013, domingo II  de Cuaresma
Domingo de la Transfiguración

Dios selló una alianza con Abrahán, figura de la que sellaría en la plenitud de los tiempos, por medio de su Hijo, alianza de la que nace nuestra vida. 

Lectura del libro del Génesis 15, 5-12. 17-18
Dios llevó a Abrám afuera y continuó diciéndole: «Mira hacia el cielo y si puedes, cuenta las estrellas.» Y añadió: «Así será tu descendencia.»
Abrám creyó en el Señor, y el Señor se lo tuvo en cuenta para su justificación.
Entonces el Señor le dijo: «Yo soy el Señor que te hice salir de Ur de los caldeos para darte en posesión esta tierra.»
«Señor, respondió Abrám, ¿cómo sabré que la voy a poseer?»
El Señor le respondió: «Tráeme una ternera, una cabra y un carnero, todos ellos de tres años, y también una tórtola y un pichón de paloma.»
El trajo todos estos animales, los cortó por la mitad y puso cada mitad una frente a otra, pero no dividió los pájaros. Las aves de rapiña se abalanzaron sobre los animales muertos, pero Abrám las espantó.
Al ponerse el sol, Abrám cayó en un profundo sueño, y lo invadió un gran temor, una densa oscuridad. Cuando se puso el sol y estuvo completamente oscuro, un horno humeante y una antorcha encendida pasaron en medio de los animales descuartizados. Aquel día, el Señor hizo una alianza con Abrám diciendo: «Yo he dado esta tierra a tu descendencia, desde el Torrente de Egipto hasta el Gran Río, el río Eufrates.»

SALMO El Señor es mi luz y mi salvación.

En la segunda lectura, Pablo nos recuerda el privilegio y la responsabilidad de vivir nuestra doble nacionalidad, somos de la tierra y del cielo, seremos conducidos a la transfiguración victoriosa y radiante, y se nos pide perseverar en la vocación, el ejercicio de la fidelidad que se manifestada en obras conformes a la esperanza que nos anima. 

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 3, 20-4, 1
Hermanos:
Nosotros somos ciudadanos del cielo, y esperamos ardientemente que venga de allí como Salvador el Señor Jesucristo. El transformará nuestro pobre cuerpo mortal, haciéndolo semejante a su cuerpo glorioso, con el poder que tiene para poner todas las cosas bajo su dominio. 
Por eso, hermanos míos muy queridos, a quienes tanto deseo ver, ustedes que son mi alegría y mi corona, amados míos, perseverad firmemente en el Señor.

MONICIÓN AL EVANGELIO: La Transfiguración de Jesús fue esencialmente una experiencia de oración. Ésta alcanza su culmen, y por tanto se convierte en fuente de luz interior, cuando el espíritu de la persona se adhiere al de Dios y sus voluntades se funden como formando una sola cosa. 
Cuando Jesús subió al monte, se sumergió en la contemplación del designio de amor del Padre, que lo había mandado al mundo para salvar a la humanidad. Junto a Jesús aparecieron Elías y Moisés, para significar que las Sagradas Escrituras concordaban en anunciar el misterio de su Pascua, es decir, que Cristo debía sufrir y morir para entrar en su gloria 

EVANGELIO según san Lucas 9, 28b-36
Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante. Y dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que aparecían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús, que iba a cumplirse en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, pero permanecieron despiertos, y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con él.
Mientras estos se alejaban, Pedro dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»
El no sabía lo que decía. Mientras hablaba, una nube los cubrió con su sombra y al entrar en ella, los discípulos se llenaron de temor. Desde la nube se oyó entonces una voz que decía: «Este es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo.» Y cuando se oyó la voz, Jesús estaba solo.
Los discípulos callaron y durante todo ese tiempo no dijeron a nadie lo que habían visto.


ESCUCHAR A JESÚS

         Los cristianos de todos los tiempos se han sentido atraídos por la escena llamada tradicionalmente "La transfiguración del Señor". Sin embargo, a los que pertenecemos a la cultura moderna no se nos hace fácil penetrar en el significado de un relato redactado con imágenes y recursos literarios, propios de una "teofanía" o revelación de Dios.
         Sin embargo, el evangelista Lucas ha introducido detalles que nos permiten descubrir con más realismo el mensaje de un episodio que a muchos les resulta hoy extraño e inverosímil. Desde el comienzo nos indica que Jesús sube con sus discípulos más cercanos a lo alto de una montaña sencillamente "para orar", no para contemplar una transfiguración.
         Todo sucede durante la oración de Jesús: "mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió". Jesús, recogido profundamente, acoge la presencia de su Padre, y su rostro cambia. Los discípulos perciben algo de su identidad más profunda y escondida. Algo que no pueden captar en la vida ordinaria de cada día.
         En la vida de los seguidores de Jesús no faltan momentos de claridad y certeza, de alegría y de luz. Ignoramos lo que sucedió en lo alto de aquella montaña, pero sabemos que en la oración y el silencio es posible vislumbrar, desde la fe, algo de la identidad oculta de Jesús. Esta oración es fuente de un conocimiento que no es posible obtener de los libros.
         Lucas dice que los discípulos apenas se enteran de nada, pues "se caían de sueño" y solo "al espabilarse", captaron algo. Pedro solo sabe que allí se está muy bien y que esa experiencia no debería terminar nunca. Lucas dice que "no sabía lo que decía".
         Por eso, la escena culmina con una voz y un mandato solemne. Los discípulos se ven envueltos en una nube. Se asustan pues todo aquello los sobrepasa. Sin embargo, de aquella nube sale una voz: "Este es mi Hijo, el escogido. Escuchadle". La escucha ha de ser la primera actitud de los discípulos.
         Los cristianos de hoy necesitamos urgentemente "interiorizar" nuestra religión si queremos reavivar nuestra fe. No basta oír el Evangelio de manera distraída, rutinaria y gastada, sin deseo alguno de escuchar. No basta tampoco una escucha inteligente preocupada solo de entender.
         Necesitamos escuchar a Jesús vivo en lo más íntimo de nuestro ser. Todos, predicadores y pueblo fiel, teólogos y lectores, necesitamos escuchar su Buena Noticia de Dios, no desde fuera sino desde dentro. Dejar que sus palabras desciendan de nuestras cabezas hasta el corazón. Nuestra fe sería más fuerte, más gozosa, más contagiosa.
José Antonio Pagola


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23 febrero 2013, sábado. I semana de Cuaresma

Deuteronomio 26,16-19

Moisés habló al pueblo, diciendo: «Hoy te manda el Señor, tu Dios, que cumplas estos mandatos y decretos. Guárdalos y cúmplelos con todo el corazón y con toda el alma. Hoy te has comprometido a aceptar lo que el Señor te propone: Que él será tu Dios, que tú irás por sus caminos, guardarás sus mandatos, preceptos y decretos, y escucharás su voz. Hoy se compromete el Señor a aceptar lo que tú le propones Que serás su propio pueblo, como te prometió, que guardarás todos sus preceptos, que él te elevará en gloria, nombre y esplendor, por encima de todas las naciones que ha hecho, y que serás el pueblo santo del Señor, como ha dicho.»


Mateo 5,43-48


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.» 
DE LA PALABRA DEL DIA
“Él será tu Dios, siempre que sigas sus caminos…”. Dt 26,17
¿Cómo vivir esta Palabra?
Seguir sus caminos
Esta primera semana de Cuaresma se cierra con una especie de inclusión: la primera lectura de hoy está tomada del mismo capítulo del Deuteronomio que la primera lectura del domingo pasado. En la del domingo, la llamada al arameo errante nos permitió captar la relación entre fe, búsqueda y experiencia de Dios; la lectura de hoy nos lleva a comprender cómo el seguir sus caminos es el acto responsable, el culto espiritual del creyente que reconoce  a Dios y lo invoca como tal. 
Benedicto XVI en su mensaje de Cuaresma nos hace reflexionar sobre la relación dinámica  entre fe y obras y nos recuerda una expresión de san Pablo: “Habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de vosotros, sino que es don de Dios; tampoco viene de las obras, para que nadie se gloríe. Somos, en efecto, hechura suya: creados en Cristo Jesús, en orden a las buenas obras que de antemano dispuso Dios que practicásemos.(Ef 2, 8-10).
La salvación es un don, una gracia, no la conquistamos con nuestras buenas acciones. Pero Dios es creador continuo de dones, nosotros mismos somos obra suya, un don pensado por Él, hechos para participar de toda otra obra buena por Dios mismo deseada. Él ha preparado muchas, para que en ellas  podamos seguir sus caminos, realizarlas, darles forma, hacerlas llegar a quien todavía no las conoce o no se siente atraído por ellas y no participa de los beneficios que reportan, de la eficacia salvadora que llevan en sí. Caminando así, será también posible lo imposible: amar a los enemigos y acogerlos como indispensables compañeros de viaje, que aportan verdad a nuestro caminar.

Señor, eres mi Dios y deseo seguir tus caminos, a donde ellos  me conduzcan. Hazme conocer tus sendas, dame fuerza para volverlas a emprender pese al cansancio, concédeme  humildad para saber volver atrás, y la alegría  de tener compañeros de viaje, incluso incómodos.

La voz de un Padre de la Iglesia
Sin culpa se conserva quien camina en Cristo. Él ha dicho: “Yo soy el camino”. Quien camina por este camino errar no puede.     San Ambrosio