18 noviembre
2012. XXXIII domingo Tiempo ordinario
del Profeta Daniel 12, 1-3
En el tiempo aquel se levantará Miguel, el arcángel que se ocupa de tu pueblo: Serán tiempos difíciles, como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora.Entonces se salvará tu pueblo: todos los inscritos en el libro. Muchos de los que duermen en el polvo despertarán: unos para vida perpetua, otros para ignominia perpetua.
Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad.
Salmo 15 R: Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Lectura de la carta a los Hebreos 10, 11-14. 18
Hermanos: Cualquier otro sacerdote ejerce su ministerio diariamente ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, porque de ningún modo pueden borrar los pecados. Pero Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio; está sentado a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies.Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados.
Donde hay perdón, no hay ofrenda por los pecados.
Evangelio según San Marcos 13, 24-32
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:–En aquellos días, después de una gran tribulación, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los ejércitos celestes temblarán.
Entonces verán venir al Hijo del Hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, del extremo de la tierra al extremo del cielo.
Aprended lo que os enseña la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, sabéis que la primavera está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán. El día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre.
DE LA PALABRA DEL DIA
Los sabios brillarán
como el fulgor del firmamento y los que enseñaron a muchos la justicia, como
las estrellas, por toda la eternidad. Daniel 12,3
¿Cómo vivir esta Palabra?
“Aquel
tiempo… será un tiempo de angustia”. Así empieza el profeta su mensaje a
aquellos que se encuentran “inscritos en el Libro”. Porque se acerca el final, el camino de la
vida se dirige al término y conduce a una bifurcación en donde se despertarán
muchos de aquellos que “duermen en el polvo de la tierra”, unos para la vida
eterna, otros para el oprobio, para el horror eterno. (Dn 12,2).
También nosotros hemos llegado al final
de un camino: el año litúrgico está a punto de concluir y las lecturas
diarias nos lo recuerdan con insistencia.
Con un único fin: ¡estar prontos!
Cualquier momento de nuestro día, en efecto, puede llevarnos a la alternativa
final; pero, al mismo tiempo, cada uno de estos momentos es también la ocasión de
elegir el camino de los sabios y de
los justos: de aquellos que resplandecen.
Desde el comienzo del mes, la Palabra
nos ha invitado a resplandecer como los santos en el cielo, como los justos que
nos han precedido en el gozo eterno, como antorchas
en el mundo (Fp 2,15). Cada uno de nosotros aspira a ser luz, a iluminar, a
hacer claro nuestro camino y el de quien nos está cerca. No obstante, muchas
veces es más sencillo y cómodo quedarse
en la sombra, en la oscuridad que nos
“protege” y nos “esconde· frente aquellos a los que la Luz verdadera les da
fastidio, no la soportan… y por esto no aceptan
ni siquiera a los portadores de la luz.
No obstante esta misión orienta hacia el
esplendor a aquellos que no consiguen encontrar el sentido de la vida, caminando
con el corazón triste por senderos tenebrosos de la vida mortal; esta obra
maravillosa que se nos ha confiado en el bautismo, nos hace luminosos y nos
hace resplandecer como estrellas para siempre. Pero no estamos solos en esta
misión veremos al Hijo del hombre venir sobre las nubes, con gran poder y gloria; entonces enviará a los ángeles y
reunirá a todos sus elegidos (Mc 13,26-27). ¿Llegaremos a reconocerlo? Un
pequeño secreto para aprender a vislumbrar la llegada de la Luz: basta observar al higo en su
ablandarse a su paso de la primavera al verano. ¡Es el diario paso de la noche a la luz!
Bendigo al Señor que me aconseja;
aún de noche me instruye internamente. Pongo siempre al Señor ante mis ojos,
con Él a mi derecha no vacilo… porque no
abandonará mi vida (Del salmo responsorial).
Las voces de los jóvenes…
No conseguía dar
un sentido/ pensaba haberme perdido./ Caminaba con corazón triste/ pero la
oscuridad sola no existe. / Y Tú has
desvelado la luz todavía escondida. /En
tu encuentro he encontrado esta nueva respuesta: / Resplandeced, Resplandeced como astros en el mundo (Canto MJS
Triveneto).
NADIE SABE EL
DÍA
El mejor conocimiento del
lenguaje apocalíptico, construido de imágenes y recursos simbólicos para hablar
del fin del mundo, nos permite hoy escuchar el mensaje esperanzador de Jesús,
sin caer en la tentación de sembrar angustia y terror en las conciencias.
Un día la historia apasionante
del ser humano sobre la tierra llegará a su final. Esta es la convicción firme
de Jesús. Esta es también la previsión de la ciencia actual. El mundo no es
eterno. Esta vida terminará. ¿Qué va a ser de nuestras luchas y trabajos, de
nuestros esfuerzos y aspiraciones.
Jesús habla con sobriedad. No quiere
alimentar ninguna curiosidad morbosa. Corta de raíz cualquier intento de
especular con cálculos, fechas o plazos. "Nadie sabe el día o la
hora...,sólo el Padre". Nada de psicosis ante el final. El mundo está
en buenas manos. No caminamos hacia el caos. Podemos confiar en Dios, nuestro
Creador y Padre.
Desde esta confianza total, Jesús
expone su esperanza: la creación actual terminará, pero será para dejar paso a
una nueva creación, que tendrá por centro a Cristo resucitado. ¿Es posible
creer algo tan grandioso? ¿Podemos hablar así antes de que nada haya
ocurrido?
Jesús recurre a imágenes que todos
pueden entender. Un día el sol y la luna que hoy iluminan la tierra y hacen
posible la vida, se apagarán. El mundo quedará a oscuras. ¿Se apagará también
la historia de la Humanidad? ¿Terminarán así nuestras esperanzas?
Según la versión de Marcos, en medio
de esa noche se podrá ver al "Hijo del Hombre", es decir, a
Cristo resucitado que vendrá "con gran poder y gloria". Su luz
salvadora lo iluminará todo. Él será el centro de un mundo nuevo, el principio
de una humanidad renovada para siempre.
Jesús sabe que no es fácil creer en
sus palabras. ¿Cómo puede probar que las cosas sucederán así? Con una sencillez
sorprendente, invita a vivir esta vida como
una primavera. Todos conocen la experiencia: la vida que parecía muerta durante
el invierno comienza a despertar; en las ramas de la higuera brotan de nuevo
pequeñas hojas. Todos saben que el verano está cerca.
Esta vida que ahora conocemos es como
la primavera. Todavía no es posible cosechar. No podemos obtener logros
definitivos. Pero hay pequeños signos de que la vida está en gestación.
Nuestros esfuerzos por un mundo mejor no se perderán. Nadie sabe el día, pero
Jesús vendrá. Con su venida se desvelará el misterio último de la realidad que
los creyentes llamamos Dios. José Antonio Pagola
18 de noviembre
de 2012
33 Tiempo ordinario (B)
Marcos 13, 24-32
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