21 octubre 2012.
XXIX domingo Tiempo ordinario
Isaías 53, 10-11
El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento.Cuando entregue su vida como expiación, verá su descendencia, prolongará sus años; lo que el Señor quiere prosperará por sus manos.
A causa de los trabajos de su alma, verá y se hartará, con lo aprendido mi Siervo justificara a muchos, cargando con los crímenes de ellos.
Salmo. 32 R: Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.
carta a los Hebreos 4, 14-16
Hermanos: Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un sumo sacerdote grande que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios.No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado.
Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente.
Evangelio según San Marcos 10, 35-45
En aquel tiempo [se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron:–Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.
Les preguntó:
–¿Qué queréis que haga por vosotros?
Contestaron:
–Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.
Jesús replicó:
–No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?
Contestaron:
–Lo somos.
Jesús les dijo:
–El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado.
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan.]
Jesús, reuniéndolos, les dijo: (en la fórmula abreviada: reuniendo a los Doce, les dijo:)
–Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.
DE ESO NADA
Mientras
suben a Jerusalén, Jesús va anunciando a sus discípulos el destino doloroso que
le espera en la capital. Los discípulos no le entienden. Andan disputando entre
ellos por los primeros puestos. Santiago y Juan, discípulos de primera hora, se
acercan a él para pedirle directamente sentarse un día "el uno a su
derecha y el otro a su izquierda".
A
Jesús se le ve desalentado: "No sabéis lo que pedís". Nadie en
el grupo parece entenderle que seguirle a él de cerca colaborando en su
proyecto, siempre será un camino, no de poder y grandezas, sino de sacrificio y
cruz.
Mientras
tanto, al enterarse del atrevimiento de Santiago y Juan, los otros diez se
indignan. El grupo está más agitado que nunca. La ambición los está dividiendo.
Jesús los reúne a todos para dejar claro su pensamiento.
Antes
que nada, les expone lo que sucede en los pueblos del imperio romano. Todos
conocen los abusos de Antipas y las familias herodianas en Galilea. Jesús lo
resume así: Los que son reconocidos como jefes utilizan su poder para "tiranizar"
a los pueblos, y los grandes no hacen sino "oprimir" a sus
súbditos. Jesús no puede ser más tajante: "Vosotros, nada de eso".
No quiere ver entre los suyos nada
parecido: "El que quiera ser grande, que sea vuestro servidor, y el que
quiera ser primero, que sea esclavo de todos". En su comunidad no
habrá lugar para el poder que oprime, solo para el servicio que ayuda. Jesús no
quiere jefes sentados a su derecha e izquierda, sino servidores como él, que
dan su vida por los demás.
Jesús
deja las cosas claras. Su Iglesia no se construye desde la imposición de los de
arriba, sino desde el servicio de los que se colocan abajo. No cabe en ella
jerarquía alguna en clave de honor o dominación. Tampoco métodos y estrategias
de poder. Es el servicio el que construye la comunidad cristiana.
Jesús
da tanta importancia a lo que está diciendo que se pone a sí mismo como
ejemplo, pues no ha venido al mundo para exigir que le sirvan, sino "para
servir y dar su vida en rescate por muchos". Jesús no enseña a nadie a
triunfar en la Iglesia, sino a servir al proyecto del reino de Dios
desviviéndonos por los más débiles y necesitados.
La
enseñanza de Jesús no es solo para los dirigentes. Desde tareas y
responsabilidades diferentes, hemos de comprometernos todos a vivir con más
entrega al servicio de su proyecto. No necesitamos en la Iglesia imitadores de
Santiago y Juan, sino seguidores fieles de Jesús. Los que quieran ser
importantes, que se pongan a trabajar y colaborar. (José Antonio Pagola)
DE LA PALABRA DEL DIA
Acerquémonos
con seguridad al trono de la gracia, para alanzar misericordia y encontrar
gracia que nos auxilie oportunamente. Hb 4,16
¿Cómo vivir esta Palabra?
En el camino de subida a Jerusalén, que narra este domingo el evangelista Marcos, hay momentos que sorprenden a los discípulos que iban con Jesús y también a quienes tratamos de seguir al Maestro paso a paso. Lo temas afrontados en la enseñanza no son de los más sencillos o fácilmente comprensibles, y mucho menos si por tercera vez se preanuncian los acontecimientos que se refieren al Hijo del hombre en su ciudad santa: será entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, y se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán (cf Mc 10,33.34). Son todos verbos que recuerdan la suerte del Siervo del Señor en los Cantos de Isaías, el último de los cuales nos lo presenta en parte la liturgia de hoy (cf Is 53, 2-3. 10-11)
En este contexto está insertada la singular escena de los dos discípulos, hermanos y pescadores, que fueron de los primeros que dejaron enseguida todo para seguir Jesús. Parece como si Santiago y Juan no hubieran oído todos estos verbos cuando se acercaron al Maestro con una petición casi ingenua, pensada para su futuro: sentarse a la derecha y a la izquierda del Señor en la gloria. Estaban convencidos de conseguirlo, porque ya le estaban cerca, porque le eran fieles y porque podían beber el cáliz que Él había de beber, aunque fuese amargo. La petición suscita indignación entre los compañeros, quizás porque estaban también ellos convencidos de que eran dignos de los puestos de prestigio, entonces y en el futuro. Como respuesta Jesús, de nuevo, como al comiendo del seguimiento de cada uno de ellos, los llamó junto a sí y pacientemente les aclaró una vez más ‘qué quiere decir ser grande o ser pequeño’. Junto al trono o en el último puesto, el Hijo el hombre y todo discípulo suyo está y permanece si se entrega, da la propia vida en rescate de muchos ¡Después de su muerte el Hijo del hombre resucitará al tercer día! (cf Mc 10,34)
Esta es la misión del Siervo del Señor que asumirá las iniquidades de muchos, los justificará y después de su íntimo tormento verá la luz (cf Is 53,11); es la misión del sumo sacerdote que toma parte de nuestra debilidades y con su sacrificio nos acerca al trono de Dios, a la diestra del cual está su puesto y desde donde otorga generosamente para siempre su benevolencia. A este trono están invitados a acercarse Santiago y Juan. Y cada uno de nosotros, para encontrar gracia y misericordia y recibir ayuda en el momento oportuno. Para ser humildes servidores de su Palabra en medio de todos los pueblos de la tierra.
Señor, que miras desde el cielo y
ves a todos los hombres: desde el trono donde te sientas escrutas a todos los
habitantes de la tierra y vienes en nuestro auxilio. Que tu amor, Señor, baje
sobre nosotros como de Ti lo esperamos.
Del mensaje del Papa para la
Jornada Misionera mundial 2012
Con el Beato John Henry
Newman quisiera implorar: Acompaña, oh Señor, a tus misioneros en las tierras por evangelizar, pon las palabras justas en sus labios, haz
fructífero su trabajo”. Benedicto XVI