AMIGOS
Y SERVIDORES DE LA PALABRA
3
septiembre 2012, lunes. XXII semana Tiempo ordinario
DE LA PALABRA DEL DIA
Jesús dijo: Os aseguro
que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel
había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin
embargo, a ninguna de ellas fue enviado
Elías más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón.
Y muchos leprosos había en Israel en
tiempos del profeta Eliseo; sin embargo
ninguno de ellos fue curado más que Naamán, el sirio. Lc 4, 24-27
¿Cómo vivir esta Palabra?
Profeta no es tanto aquél que anuncia
lo que ocurrirá en el futuro cuanto el que anuncia valientemente una
verdad. Lo que Jesús dijo en el lugar sagrado de la sinagoga era una verdad desafiante lanzada a la cara,
mejor, a la conciencia de gente
asombrada por su forma de hablar. Jesús
no temía ser un provocador al recordar a sus oyentes que, en un tiempo de gran escasez, sólo a la
pequeña y pobre viuda de Sarepta se le concedió sensibilidad para atender
urgentemente a Elías el profeta, que moría de hambre y de sed; y que sólo a un
extranjero de Siria, Naamán el leproso, le fue concedido el curar.
Lo que Jesús quería poner de relieve era
que el Señor es el Dios que salva al hombre, a su criatura. Y lo salva incluso
fuera de los barreras étnicas, culturales y religiosas creadas por
nuestros miedos y necedades. El Señor es un Dios que ama y
salva a todo hombre que se deja salvar sin soberbia ni pretensiones.
Aquella gente, sin embargo, no comprendió
nada. Rechazó a Jesús hasta el punto de quererlo lapidar. Bellísimo es el toque
final del pasaje, que capta a Jesús
mientras, ágil y calmo pasa por medio de ellos, no para ponerse a salvo (Él es
la salvación misma), sino para proseguir su camino.
Hoy,
me detendré a reflexionar cuan necio es lo que divide a causa de las diferencias
nacionales, étnicas y religiosas.
Jesús, Tú estás todavía en camino
entre nosotros. Convierte mi corazón a Ti.
Que yo, buscándote y amándote, llegue a ser capaz en tu Nombre de amar y
de ayudar a todo hombre, a toda
mujer, a toda grande o pequeña criatura.
La voz de un Padre antiguo
No
hieras nunca a tu hermano con palabras de doble sentido. Él te podría responder del mismo modo y perder ambos la orientación del amor.
Máximo el Confesor