8 septiembre 2012, sábado. Natividad de la Santísima Virgen María

Miq 5,1-4a: El tiempo en que la madre dé a luz
Salmo responsorial 12: Desbordo de gozo con el Señor
Mt 1,1-16.18-23: La criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo



El Evangelio nos presenta los orígenes de Jesús acudiendo a dos recursos muy frecuentes en el Antiguo Testamento. El primero es una genealogía que vincula a Jesús con la promesa universal realizada por medio de la bendición de Abraham y, al mismo tiempo, con la promesa nacional por medio del profeta Natán. Las genealogías son listas de antepasados celebres que tienen como función destacar la misión y el significado de Jesús para la historia de la Salvación. El segundo recurso es el nacimiento milagroso, como ocurrió con Moisés, con Sansón y con Samuel. El nacimiento excepcional de Jesús destaca un valor especial en la vida de la comunidad. Con él renace la esperanza de una intervención extraordinaria de parte de Dios para redimir la situación del pueblo de Dios. Detrás  está la maravillosa figura de una mujer que supo como nadie conjugar la urgencia histórica de su pueblo con su decidida entrega personal. En la persona de María de Nazaret converge toda la historia de salvación con su potencial salvador. La comunidad cristiana recuerda hoy la fecha de su nacimiento y le da valor de buena noticia y de fiesta.




DE LA PALABRA DEL DIA
Habitarán tranquilos porque se mostrará  grande hasta los confines de la tierra, y ésta será nuestra paz. MiQUEAS 5,3-4

¿Cómo vivir esta Palabra?
En este día en el que la Iglesia  festeja el nacimiento de la Madre de Jesús y Madre nuestra, el profeta  Miqueas  nos abre horizontes de gran serenidad.  Terminarán los litigios, las prevaricaciones, las guerras, los terremotos, todo lo que suscita ansia y provoca miedo y terror.
La tierra, esta bella morada donde las criaturas del mundo mineral, vegetal, animal y humano compiten en hacerla  agradable, será finalmente un lugar de vida seguro si la relación y la convivencia  maduran el fruto de un amor  respetuoso, sereno y pacífico.
Todo esto – da a entender el texto de Miqueas-  porque el Mesías prometido, Cristo Señor, será Él mismo nuestra Paz.


Hoy, en mi pausa contemplativa, reflexionaré sobre esta certeza tan consoladora con tal que  yo la capte en sus consecuencias esenciales.
Si el gran Regidor de la paz universal, también de la cósmica es el Señor Jesús, qué importante es que desde nuestra existencia terrena  instauremos  un estilo de vida donde la paz llegue a ser  verdaderamente posible  en ´Él y por medio de Él.

Señor, Te ruego que seas mi paz en este día y en los venideros, y que con la ayuda de tu Madre y mía yo viva el precepto del amor fraterno para que,  reconciliado  con todos y con cada uno, viva contribuyendo a edificar un mundo donde la paz  llegue a ser el verdadero bien de todos.
                                         
La voz de un profeta de nuestros días
La unión de Jesús con su Madre es única en su profundidad, porque no se realiza  en el plano de la carne y de la sangre, sino en el plano  de la escucha de la Palabra y de la encarnación de Ella.                                     
                                                                       Don Orestes Benzi