6 septiembre 2012, jueves. XXII semana Tiempo ordinario

DE LA PALABRA DEL DIA
Que nadie se gloríe en los hombres, pues todo es vuestro: Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro. Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios. 1Co 21-23

¿Cómo vivir esta Palabra?

Poner la propia gloria en los hombres, sobre todo en este contexto de la carta que Pablo escribe a la turbulenta ciudad de Corinto, significa creer  que la realización de la propia vida depende de lo que uno cuenta  a los ojos de la sociedad. Quien no tiene dinero, éxito o cosas por el estilo no cuenta nada en absoluto.

Pablo los disuade negando que la felicidad esté encerrada en estas cosas. Él no las demoniza, pero tampoco las exalta. Más bien ilumina una verdad vértice de todo el horizonte cristiano.
Pablo afirma la amplitud de nuestra posibilidad de poseer todo, pero dentro de aquella libertad de espíritu que depende de nuestra pertenencia a Dios en Cristo Jesús. En efecto es Él quien, con el amor infinito  de su muerte en cruz, nos ha liberado del pecado, obteniéndonos la filiación divina y la certeza de resucitar junto a Él en la vida que perdura.

En mi pausa contemplativa, si me es posible, me iré a un espacio abierto o abriré de par en par mi ventana. Respirando a pleno pulmón imaginaré que acojo en mí la vida: toda la vida en sus grandes manifestaciones y en las más familiares y humildes: el vuelo de un pajarillo, el aleteo de una mariposa sobre una flor, un gesto, una voz, una mata de hierba y muchas más cosas…,  montones de belleza a libre disposición.

Y rezaré así: Oh Padre, dame un corazón donde aquel “todo es vuestro” resuene alegremente en mí  que lo agarro en la certeza de que pertenece a Cristo,  “por el que todo ha sido hecho” (Jn 1,3) y que toda realidad me pertenece.
Señor Jesús  haz de mi una depositaria consciente del todo es vuestro, pero aprendiendo a gestionarlo todo gozosamente con una actitud de apertura, de don a los hermanos.

La voz de una mujer de hoy
Si tengo apretadas las manos sobre lo que poseo, deterioro  lo que tengo y me gangreno las manos y el alma.  Si en cambio acreciento mis bienes  para ser generosa en el don,  vivo sana, contenta, realizada y en paz.