28
septiembre 2012, viernes. XXV semana Tiempo ordinario
del Eclesiastés (Qohelet) 3,1-11:
Todo tiene su tiempo y sazón, todas las tareas bajo el sol: tiempo de nacer, tiempo de morir; tiempo de plantar, tiempo de arrancar; tiempo de matar, tiempo de sanar; tiempo de derruir, tiempo de construir; tiempo de llorar, tiempo de reír; tiempo de hacer duelo, tiempo de bailar; tiempo de arrojar piedras, tiempo de recoger piedras; tiempo de abrazar, tiempo de desprenderse; tiempo de buscar, tiempo de perder; tiempo de guardar, tiempo de desechar; tiempo de rasgar, tiempo de coser; tiempo de callar, tiempo de hablar; tiempo de amar, tiempo de odiar; tiempo de guerra, tiempo de paz. ¿Qué saca el obrero de sus fatigas? Observé todas las tareas que Dios encomendó a los hombres para afligirlos: todo lo hizo hermoso en su sazón y dio al hombre el mundo para que pensara; pero el hombre no abarca las obras que hizo Dios desde el principio hasta el fin.
Salmo 143 R/. Bendito el Señor, mi Roca
Bendito el Señor, mi Roca,
mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio. R/.
Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él?; ¿qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?
El hombre es igual que un soplo;
sus días, una sombra que pasa. R/.
Lucas 9,18-22:
Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Pedro tomó la palabra y dijo: «El Mesías de Dios.»
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.»
DE
LA PALABRA DEL DIA
Todo tiene su
tiempo y su momento bajo el cielo… Qohélet, 3,1
Una
vez Jesús se encontraba en un lugar solitario para rezar. Lc
9,18
¿Cómo
vivir esta Palabra?
La
letanía sobre el tiempo de Qohélet es
uno de los pasajes más conocidos y utilizados en los discursos de
conferenciantes diversos y en la literatura de distintos géneros, con añadidos no siempre apropiados.
Pero es necesario preguntarse si todo el tiempo, desde el nacer al morir y
entre el nacer y el morir, le ha sido dado por Dios a los hombres para que se afanen en ocuparlo y no puedan comprender la razón
de lo que Dio realiza desde el principio al fin, o bien, si Qohélet, en
aquel “Todo lo hizo hermoso y a su
tiempo, les dio el mundo para que pensaran, y el hombre no abarca las obras que hizo Dios, del principio hasta
el fin” (cf. 3,11) elige el misterio de la comunión libre
entre el Creador y su criatura, y por tanto, la posibilidad de encontrar una síntesis armónica entre las antítesis de las acciones temporales.
Una
respuesta al dilema presentado, sencilla y eficaz, nos la ofrece Aquel que todo el tiempo lo vivió en plenitud, sin
ahorrarse, desde el principio al fin. Seguido por l muchedumbres necesitadas de
pan, de salud, de la palabra y del afecto, Jesús, no obstante, se toma tiempo,
se retira a un lugar solitario para rezar. Este verbo en la serie de Qohélet
no aparece. Pero es una acción que consolida aquella comunión entre lo divino y lo humano que permite reconocer que
“cualquier cosa que Dios hace dura
siempre”(Qo 3,14); que permite
reconocer que Jesús es el Cristo de Dios (Lc 9,20), el Ungido del Señor, el Enviado a sanar, a saciar, a consolar, a hacer
feliz al hombre de todo tiempo.
Señor,
llévame a un lugar solitario, enséñame a orar, enséñame a descubrir en el
tiempo tu paso y tu mano que me sostiene al cumplir mi deber.
La
voz de una Hermana:
Vive
el momento presente, vívelo con amor.
Clelia Genghini, FMA