26 septiembre 2012, miércoles. XXV semana Tiempo ordinario

Proverbios 30,5-9:

La palabra de Dios es acendrada, él es escudo para los que se refugian en él. No añadas nada a sus palabras, porque te replicará y quedarás por mentiroso. Dos cosas te he pedido; no me las niegues antes de morir: aleja de mi falsedad y mentira; no me des riqueza ni pobreza, concédeme mi ración de pan; no sea que me sacie y reniegue de ti, diciendo: «¿Quién es el Señor?»; no sea que, necesitando, robe y blasfeme el nombre de mi Dios.

Sal 118 R/. Lámpara es tu palabra para mis pasos, Señor

Apártame del camino falso,
y dame la gracia de tu voluntad. R/.
Más estimo yo los preceptos de tu boca
que miles de monedas de oro y plata. R/.
Tu palabra, Señor, es eterna,
más estable que el cielo. R/.

Aparto mi pie de toda senda mala,
para guardar tu palabra. R/.
Considero tus decretos,
y odio el camino de la mentira. R/.
Detesto y aborrezco la mentira,
y amo tu voluntad. R/.

Evangelio según san Lucas 9,1-6:

En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades.
Luego los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles: «No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco llevéis túnica de repuesto. Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si alguien no os recibe, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.»
Ellos se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando el Evangelio y curando en todas partes. 
DE LA PALABRA DEL DIA
Ellos se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes. Lc 9,6
¿Cómo vivir esta Palabra?
Jesús, durante su vida, anduvo mucho. No se mantuvo alejado, pues su encarnación  en la naturaleza humana la realizó compartiendo la vida diaria de la gente, andando por los caminos de Palestina, observando los ritmos de la existencia de los hombres y de las mujeres de su tiempo.  Así, cuando enseña el método misionero a sus discípulos lo hace según aquellos principios que él mismo había experimentado, esto es, hacerse cercano a la gente, a la más pobre, a la más necesitada de ayuda. A los apóstoles no les dio el poder de someter a los hombres, sino de servirlos liberándolos de sus males físicos, morales y espirituales.
Por su parte, Lucas, médico según la tradición, hace referencia tres veces  en este pasaje, al poder de sanar a los enfermos. Su curación “se convierte por esto, como en la predicación de Jesús, en signo de la presencia del Reino”.
Los pasos ágiles de quienes siguen al Maestro pisan los caminos de las periferias del mundo, de quien está en la miseria, de quien padece dolor físico o moral. La alegre noticia  del Evangelio se hace un todo con la curación física. El mensaje de salvación es para el hombre y la mujer en su totalidad. También nosotros, hoy, si queremos alistarnos en el seguimiento del Señor, debemos prestar nuestra atención a quienes  encontremos  en el sufrimiento y en la necesidad.

En mi pausa silenciosa de este día, rezaré así:

Señor, ven todavía  a nuestros caminos, visítanos en nuestras casas y cúranos. Purifica  nuestro corazón, danos la alegría  del perdón y de la salud.

Palabras de un biblista
El interés por los enfermos no es, en el apostolado eclesial, un gesto de suplencia, sino que es parte  integrante del anuncio del Reino de Dios, un modo para hacer visible, presente a Jesús entre los suyos.  El apóstol debe presentarse  como se presentó Jesús.
                                                                                                                    Mario Galizzi