21 septiembre 2012, viernes. Fiesta de san Mateo apóstol

DE LA PALABRA DEL DIA
Los fariseos preguntaron a los discípulos. ¿Cómo es que vuestro  maestro come  con publicanos y pecadores? Jesús lo oyó y dijo: No tienen necesidad de médico  los sanos sino los enfermos. Andad y aprended lo que significa  misericordia quiero y no sacrificio. Mateo 9, 11

¿Cómo vivir esta Palabra?
La perícopa es breve, pero revela una oposición frontal de pensamiento y de comportamiento, se diría de civilización.
Los fariseos, y con ellos el fariseísmo que se infiltra por desgracia en tantos estratos sociales, exalta todo aquello que se presenta como una buena acción. Marca en cambio, fuertemente y sin medida todo lo que parece fuera de las reglas externas establecidas.
A Jesús le importaba sobre todo enseñar al hombre a amar, independientemente de los méritos y pertenencias de tipo social y religioso. Su verdadera revolución, todavía en acto, era el precepto del amor que se puede parangonar con algo extremadamente fuerte, como una bomba, aunque no de carácter atómico sino divino. Una bomba destructora de hipócritas convenciones legalistas, de apariencias vacías de amor, de mentiras barnizadas de bellas maneras.
El amor efectivamente es tal  si llega a ser misericordia: un superar todo juicio negativo sobre los otros, para dejar espacio a una gran longanimidad, comprensión, compasiva atención a la necesidad del otro: aquella necesidad que en esencia es la exigencia  de ser amado.

Hoy me detendré contemplando a Jesús en actitud de gran misericordia. Le pediré  que me ayude a purificar mi mirada, para que al relacionarme con los demás, sepa dejar que brote del corazón aquella fuerza de amor misericordioso que es verdad profunda de mirada y de comportamiento hacia todos.

La voz de un Padre antiguo
Misericordioso es aquel que, cuando hace misericordia, no distingue en su pensamiento una clase hombres de otra.
                                                                                              Isaac de Nínive