17 septiembre 2012, lunes. XXIV semana Tiempo
ordinario
1 Cor 11,17-26.33: Si se dividen, resulta imposible compartir la
Cena del Señor
Salmo responsorial 39: ¡Proclamen la muerte del Señor hasta que
vuelva!
Lc 7,1-10: Ni en Israel he encontrado tanta fe
Jesús se fue con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle: «Señor, no te molestes; no soy yo quién para que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir personalmente. Dilo de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes, y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; y a mi criado: "Haz esto", y lo hace.»
Al oír esto, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo: «Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe.» Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano.
DE LA PALABRA DEL DIA
Cada
vez que coméis de este pan y bebéis de este cáliz, proclamáis la muerte del Señor hasta que vuelva. 1Co
11, 26
¿Cómo vivir esta Palabra?
La
antífona del Evangelio de hoy es un fuerte
anuncio: “Dios ha amado tanto al mundo
hasta dar a su Hijo Unigénito. Quien cree en Él tiene
la vida eterna”.
Ciertamente
Dios nos amó hasta la locura del amor al sacrificar al Hijo, al Unigénito, a
Cristo Jesús. Pero quiso añadir otra locura, con la institución de la
Eucaristía que es el memorial de la muerte y resurrección del Señor, el
perpetuarse de su don.
En
el sacramento de la Eucaristía Dios Padre puso a su Hijo en nuestras
manos. Como si nos dijese: Mirad, que
cuando comulgáis no sólo recibís en el corazón
la vida de Cristo, su carne, su sangre, sino que, precisamente haciendo esto,
le decís al mundo que es infinitamente amado por Alguien que ha dado a su mismo
Hijo, (Jesucristo, el Hijo de Dios) que se dio a sí mismo por la salvación de todos.
Lo
que se nos ha confiado es muy importante y maravilloso. Debemos pues estar atentos a no acercarnos a la Eucaristía
sólo por
devoción personal, por costumbre devota o por espiritualismo desencarnado.
Señor, Te recibo en la
Eucaristía, pero sea o no ante la gente,
este acto es como gritar: “Hermano, Hermana, mira cómo somos amados. Te
lo anuncio con alegría, de todo corazón. Deprimirte o desesperarte en las
dificultades no tiene sentido: eres amado por Dios”
Señor,
hazme más consciente, más realmente devoto cuando me acerco a la Eucaristía. Te recibo en ella y con ella
le digo al mundo que Tú lo amas sin
reservas. Y que por tanto, tu Voluntad es salvación.
La voz de un pensador y ensayista cristiano
La Eucaristía que no surja como necesidad de crear
fraternidad en el mundo, es un rito de consolación, un rito sagrado abusivo. Ernesto Balducci