10 septiembre 2012, lunes. XXIII semana Tiempo ordinario


1 Cor 5,1-8: Cristo ha sido inmolado como víctima pascual
Salmo responsorial 5: ¡Señor, guíame con tu justicia!
Lc 6,6-11: Estaban al acecho para ver si curaba en sábado 

Lucas 6,6-11:

Un sábado, entró Jesús en la sinagoga a enseñar. Había allí un hombre que tenla parálisis en el brazo derecho. Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo.
Pero él, sabiendo lo que pensaban, dijo al hombre del brazo paralítico: «Levántate y ponte ahí en medio.» Él se levantó y se quedó en pie.
Jesús les dijo: «Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar a uno o dejarlo morir?»
Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo al hombre: «Extiende el brazo.» 
Él lo hizo, y su brazo quedó restablecido. Ellos se pusieron furiosos y discutían qué había que hacer con Jesús.

DE LA PALABRA DEL DIA
¡Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado! Celebremos pues la fiesta no con levadura vieja, levadura de corrupción y de maldad, sino con los panes ácimos de la sinceridad y de la verdad. 1Co 5, 1-8

¿Cómo vivir esta Palabra?
La liturgia de hoy nos propone un pasaje incómodo, que puede provocar reacciones diversas: la del juez despiadado en relación con los otros, que fácilmente cae en el fariseísmo tal vez inconscientemente; o bien se puede experimentar un movimiento de rechazo como si Pablo exagerase hasta caer en una actitud anticristiana: ¡que el pecador  llegue a ser ayudado!
Es cierto que Jesús no condenó a ningún pecador, se inclinó hacia ellos, frecuentó sus casas, declaró haber venido precisamente por ellos, pero para liberarlos de la esclavitud del pecado y no para acariciar sus cadenas anestesiándolos. Libre se es sólo en la verdad; son palabras d Jesús.
De lo que hoy el hombre tiene necesidad extrema es precisamente de encontrar  quien con valor y credibilidad vuelva a abrirle el cofre de los valores auténticos, sacándolo  así de la dispersión y de la confusión de la que es víctima. Esta es la caridad más grande  y más auténtica,  una caridad aliada de la verdad. Obviamente, esto se hace con tacto, con respeto, sin darse aire de juez y pronunciar condenas, sino aludiendo a la propia dignidad humana, antes aún que a la cristiana.
Para quien cree hay además otro motivo:  la pascua  de Cristo  está presente en el hoy  de la historia, con el  gozoso anuncio de una novedad de vida que nos es dada  y en la que estamos llamados a dejar que se transparente nuestro ser imagen de un Dios que es santo, nuestro ser hijos de un Padre que es rico de misericordia y de perdón, pero que, precisamente porque nos ama, no quiere vernos cambiar nuestra grandeza por las bellotas del hijo pródigo.

Al entrar hoy en mi corazón, me dejaré interpelar por Jesús que me quiere un testigo valiente de la verdad en la caridad.

Señor, enséñame a construir primero la verdad dentro de mí, para no caer en la actitud del juez despiadado ni en la del médico piadoso que acaricia pero no cura las llagas o, peor aún, que calle así la propia conciencia absolviéndose mientras absuelve.


La voz de un mártir
Hermanos, cuando predicamos la Palabra del Señor, no sólo denunciamos las injusticias  del orden social. Denunciamos todo pecado que es noche, que es sombra: embriagueces, comilonas, lujurias, adulterios, abortos. Todo esto, que es el reino de la iniquidad y del pecado, desaparezca de nuestra sociedad.
                                                                                                           Oscar Romero