7 junio 2012, jueves. IX semana Tiempo ordinario
DE LA PALABRA DEL DIA
Es doctrina segura: Si morimos con él, viviremos con él. Si perseveramos reinaremos con él. Si lo negamos, también él nos negará. Si somos infieles, él permanece fiel, porque no pude negase a sí mismo. 2Timoteo 2,11.13
¿Cómo vivir esta Palabra?
Es interesante recordar que Pablo ha extrapolado versículos de un himno  litúrgico de las  primerísimas comunidades cristianas. El tema de fondo se expresa con eficacia al repetirse las proposiciones introducidas por la conjunción “si”. Son condicionales que valen para los cristianos de todos los tiempos. También para nosotros hoy.
En el fondo se trata de una invitación a vivir una identificación con Cristo  en su muerte y en su resurrección, es decir, en sus dificultades y dolores  y en su triunfo sobre  toda muerte que es resurrección a la vida verdadera y a la alegría. “Si” el cristiano elige  entrar  (y no sólo con un fe cerebral) en la cotidianidad de  una verdadera  conformación  con Cristo Jesús, “vive” y, sin más,  “reina” con Él, en el sentido  que ejerce una pacífica soberanía  sobre los acontecimientos  y sobre las cosas.
Pero si volvemos la espalda a Cristo Jesús, si libremente le decimos no a Él y a su Evangelio, no hay salvación para nosotros. Pero si es la debilidad y la fragilidad lo que nos impide serle fiel, es muy importante que no nos dejemos llevar por la desconfianza,   por el hecho de que Él no puede nunca ser incoherente. Él nos ha amado hasta morir por nosotros. ¿Cómo podría renunciar a estarnos cercano? El Amor, Dios-Amor no puede nunca desmentirse a sí mismo.
Hoy, en mi pausa contemplativa, dejaré que esta Palabra penetre profundamente en mi corazón, para que sea inundado y pacificado, creando un atmósfera de paz en torno a mí.
Señor, invoco tu Espíritu Consolador. Que yo, con su fuerza de convencimiento,  pueda echar raíces en una confianza inquebrantable.
Palabras de un profeta
¡Oh Cristo glorioso![…] Tú, cuyas manos aprisionan las estrellas, Tú que eres el  Primero y el Ultimo, el Viviente, el Muerto y el Resucitado; Tú  que recoges en tu  exuberante Unidad todas las fascinaciones, todos los deleites, todas las fuerzas, todos los estados; eres Aquel  que mi ser invocaba con una aspiración vasta como el Universo. Tú eres verdaderamente  mi Señor y mi Dios. ¡Enciérrame en Ti, oh Señor! 
Teilhard De Chadin