6 junio 2012, miércoles. IX semana Tiempo ordinario

DE LA PALABRA DEL DIA
Pablo, apóstol de Jesucristo por designio de Dios, llamado a anunciar la promesa de vida que hay en Cristo Jesús. 2Tm 1,1
¿Cómo vivir esta Palabra?
He aquí la auto-presentación de un hombre aferrado por la gracia y renovado desde sus raíces. Pablo: un nombre que significa “pequeño”. Aquel que  ha dado organización teológica  a la fe cristiana lleva un nombre  que declara su “pequeñez”.
Ciertamente, quien se relaciona con Dios, si es sincero, reconoce la verdad de la propia  poquedad, que no es desestima de sí. Todo lo contrario. Es reconocer la riqueza de los dones: todos recibidos de Dios, no obtenidos por sí mismo. Pablo se declara “apóstol de Cristo”. El término “apóstol” se deriva del verbo “apostâllo” (enviar), por lo que expresa su misión.
El apóstol representa a aquel por quien es enviado y no es mayor que Él. Aún más, Pablo  no se inventó  “hacer” de apóstol. Llegó a serlo  porque en el centro de su vida estaba Dios;  y lo que lo orientaba era sólo su Voluntad.  Lo que anunciaba era una  promesa de vida, no de muerte, de vida no de  perdición,  de vida  que permanece y,  por tanto, una salvación  que da sentido  a todo, también a las dificultades de nuestra vida diaria.

Hoy, al entrar en mi corazón,  invocaré al Espíritu Santo para que me ayude a hacer espacio dentro de mí  a la promesa: ¡Yo estoy siempre con vosotros!
Espíritu Santo, Espíritu de Verdad, haz de mí un persona auténtica por ser humilde, un persona  atenta a discernir  y a cumplir  lo que a Dios le place.  Haz de mí un apóstol, un “enviado”,  que anima a los desalentados, con la promesa de vida.

Palabras de una gran santa
Cuando el alma contempla a su creador y la infinita bondad que encuentra en él, no puede no amarlo… Enseguida ama lo que él ama y odia lo que él odia, porque por amor él renunció a sí mismo. 
                                                                       Santa Catalina de Siena