20 junio 2012, miércoles. XI semana Tiempo ordinario

DE LA PALABRA DEL DIA
Cuando ayunéis no andéis cabizbajos, como los farsantes, que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre que ve lo escondido y te recompensará.      Mateo 6, 16-18

¿Cómo vivir esta Palabra?
El ayuno es una práctica ascética que sirve al espíritu y también al cuerpo. No permite, ciertamente, a la gula dictar  leyes esclavizando a la persona. Es por tanto una realidad buena pero la carcoma roedora de la que preservarlo es la manía de aparecer. Hay quien se cree mejor que los otros y desea (a veces ardientemente) que los otros se persuadan de ello, tributándole  alabanzas y admiración.
Que el evangelio te tonifique y te haga criatura libre y alegre te lo dice precisamente  esta invitación de Jesús a que te muestres libre y gozosamente propenso a manifestar tu simpatía y apertura a la vida, hasta con el perfumarte la cabeza, precisamente cuando ayunas

En mi pausa contemplativa de hoy, vale la pena reflexionar sobre esta invitación evangélica que no es cancelación de la práctica del ayuno o de otras penitencias, sino más bien un tomarlas como lo que son: medios para embridar las pasiones a veces desordenadas que tenemos. Practicaré el ayuno o bien otras mortificaciones pero con la gozosa convicción de que están orientadas a hacerme vivir amando.

Señor Jesús haz que mi mente ayune poniendo orden en mis  pensamientos respecto a lo que es verdadero, bello y bueno. Concédeme ayunar con la lengua para que no pronuncie palabras ofensivas, sino sólo  palabras llenas de comprensión y de bondad.  Que mi ayuno sea un gran espacio de amor.

La voz de un doctor de la Iglesia
El ayuno no brota si no es regado por la misericordia.  Si el ayuno se agosta, se agosta  la misericordia. Lo que es la lluvia para la tierra, es la misericordia para el ayuno.  Aunque se ennoblezca el corazón, purifique la carne, desarraiguen los vicios, se siembren las virtudes, el ayunador no cogerá frutos si no hace correr ríos de misericordia.
..                                                                              San Pedro Crisólogo

19 junio 2012, martes. XI semana Tiempo ordinario

DE LA PALABRA DEL DIA
Amad a vuestros enemigos,  haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os persiguen y calumnian. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol  sobre  malos y buenos, y manda la lluvia sobre justos e injustos. Mt 5,44-45
¿Cómo vivir esta Palabra?
Ser hijo de Dios  es vivir con gozo esta dignidad nuestra, y es esto lo que cuenta.  La alegría es un manantial de agua, secreto, que brota en el propio corazón cuando no nos contentamos con vivir  según los dictámenes  del instinto  y de la misma razón que dice: ¿Me has ofendido? También yo me comporto como tú. ¿Me has herido? También yo te golpearé bastante. ¿Has hecho tus negocios tratando de engañarme? ¿Por qué, por tanto,  yo no debo jugar con astucia respecto a ti? Estamos a nivel de tierra, que parece justo pero no lo es del todo, pues precisamente en este nivel, dentro de esta mentalidad, nacen los litigios en las parejas, en la familia, en el trabajo. También nacen las guerras entre los pueblos. 
No obstante tú, hijo del Padre celestial,  párate  y observa el modo de ser del sol: este astro benéfico da luz, calor, fecundidad,  pero sin discriminar nunca a nadie. Para todo el mundo el sol es don. Igual, la benéfica lluvia de primavera y de otoño. Y tú, hijo del Padre celestial, compórtate del mismo modo Es tu dignidad, tu llamada.  ¡Qué bello es constatar que el evangelio es mucho más que una norma moral! Es una fuente  que mana dentro y te impulsa no sólo a amar  sino a un amor  que no discrimina en absoluto.
Señor Jesús, Tú que en la cruz en medio de dos ladrones tuviste palabras vivificantes también para ellos, vuelve a dar vigor cada día a mi corazón, capacitándolo  para amar a todos y a cada uno.

La voz de un santo ortodoxo
No es necesario nunca vengarse de una ofensa, cualquiera que sea, al contrario,  debemos perdonar de todo corazón a quien nos ha ofendido, también si nuestro corazón se opone. Dios nos pide enemistad sólo con la serpiente que desde el principio ha inducido  al hombre a la tentación y lo ha expulsado del paraíso.
                                                                                              San Serafino  de Sarov