8 mayo 2012, martes. V semana de Pascua
DE LA PALABRA DEL DIA
La paz os dejo, mi PAZ os doy; no os la doy yo como os la da el mundo Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Juan 14,27
¿Cómo vivir esta Palabra?
Qué importante es acoger esta Palabra del Señor en toda su dimensión, sobre todo hoy, en este nuestro mundo  lleno de conflictividad  y de falsas propuestas de paz.
La paz que nos deja en herencia el Señor es la que Él llama “mi paz”. Por tanto es necesario estar bien persuadidos que ante todo es un don “fruto del Espíritu”, como dice san Pablo en la Carta a los Gálatas, un don que se obtiene con la oración. Más aún,  la paz, si queremos captarla en su dimensión más profunda, es Jesús mismo, que con su muerte en la cruz, “ha derribado el muro de la división, el odio” que había entre los hombres. Jesús después precisa. Él nos da su paz de un modo distinto de cómo la da el mundo.
La falsa paz del mundo es una especie de quieto vivir, un hacer paz con las propias pasiones, un dejar que el ego tome la delantera y se ilusione que tiene en mano el mundo, la vida. En cambio es precisamente la confusión de los distintos egoísmos la  que se desencadena después, a nivel personal y social.
La paz es don del Señor pero nos invita a la conversión del corazón. Es en este sentido en el que Jesús dijo: “No creáis que yo he venido a traer la paz a la tierra sino la  guerra”, pero aquella guerra que es la fuerza misma de su Palabra orientada contra el mal siempre pronto a regurgitar en nosotros.

Hoy, en mi pausa contemplativa, pediré al Espíritu Santo llegar a ser un hombre, una mujer de paz. Es desde dentro, en lo hondo del corazón, donde se construye la paz verdadera, duradera, la paz que construye familias, comunidades, pueblos nuevos,  con la “bandera” de las Bienaventuranzas.
Señor, haz que con la espada de tu Palabra cada día yo combata la buena batalla  que vence las pasiones desordenadas. Pero Tú dame tu paz, dame a Ti mismo. Que mi vida  llegue a ser una irradiación continua de tu paz.

La voz de un contemplativo del siglo XIV
“Jesús en persona se aparece en medio de ellos y les dice: Paz a vosotros”. No la paz de este mundo, porque deben ir contra muchas adversidades, sino la paz del corazón y la paz de la eternidad, la primera  en el tiempo presente, la segunda en el futuro.
                                                                                              Ludolfo de Sajonia