DE
LA PALABRA DEL DIA
La paz os dejo, mi PAZ os doy; no os la doy yo como
os la da el mundo Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Juan 14,27
¿Cómo
vivir esta Palabra?
Qué
importante es acoger esta Palabra del Señor en toda su dimensión, sobre todo
hoy, en este nuestro mundo lleno de
conflictividad y de falsas propuestas de
paz.
La
paz que nos deja en herencia el Señor es la que Él llama “mi paz”. Por tanto es
necesario estar bien persuadidos que ante todo es un don “fruto del Espíritu”,
como dice san Pablo en la Carta a los Gálatas, un don que se obtiene con la
oración. Más aún, la paz, si queremos
captarla en su dimensión más profunda, es Jesús mismo, que con su muerte en la
cruz, “ha derribado el muro de la división, el odio” que había entre los
hombres. Jesús después precisa. Él nos da su paz de un modo distinto de cómo la
da el mundo.
La
falsa paz del mundo es una especie de quieto vivir, un hacer paz con las propias
pasiones, un dejar que el ego tome la
delantera y se ilusione que tiene en mano el mundo, la vida. En cambio es precisamente
la confusión de los distintos egoísmos la que se desencadena después, a nivel personal y
social.
La
paz es don del Señor pero nos invita a la conversión del corazón. Es en este
sentido en el que Jesús dijo: “No creáis
que yo he venido a traer la paz a la tierra sino la guerra”, pero aquella guerra que es la
fuerza misma de su Palabra orientada contra el mal siempre pronto a regurgitar en
nosotros.
Hoy, en mi pausa
contemplativa, pediré al Espíritu Santo llegar a ser un hombre, una mujer de
paz. Es desde dentro, en lo hondo del corazón, donde se construye la paz
verdadera, duradera, la paz que construye familias, comunidades, pueblos
nuevos, con la “bandera” de las
Bienaventuranzas.
Señor,
haz que con la espada de tu Palabra cada día yo combata la buena batalla que vence las pasiones desordenadas. Pero Tú
dame tu paz, dame a Ti mismo. Que mi vida
llegue a ser una irradiación continua de tu paz.
La
voz de un contemplativo del siglo XIV
“Jesús en
persona se aparece en medio de ellos y les dice: Paz a vosotros”. No la paz de
este mundo, porque deben ir contra muchas adversidades, sino la paz del corazón
y la paz de la eternidad, la primera en
el tiempo presente, la segunda en el futuro.
Ludolfo de Sajonia