6 mayo 2012. V domingo de Pascua. Fiesta de santo Domingo Savio

DE LA PALABRA DEL DIA
Permaneced en mí y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos, el que permanece en mí  y yo en él, ese da fruto  abundante;  porque sin mí no podéis hacer nada. Juan 15, 4-5
¿Cómo vivir esta Palabra?
Esta de la vid y de los sarmientos es una imagen de una plasticidad y evidencia grandes. Tanto  bajo la pérgola como en el viñedo  nos damos cuenta que los sarmientos que son una sola cosa con la vid tienen racimos dorados, pero donde una ráfaga de viento arranca un sarmiento, éste cae a tierra, se seca y nunca dará fruto.
“Sin mí no podéis hacer nada”. En cambio, en Jesús tenemos la vida, el movimiento, el ser. Todo cristiano verdaderamente tal,  y con mayor razón todo apóstol, lo es en virtud de esta linfa secreta que es la vida misma de Cristo en nosotros. La palabra “linfa” se adecua perfectamente a la imagen de la vid y de los sarmientos y además sugiere esta circulación íntima que, desde dentro empapa toda la vid y todos los sarmientos si están a ella unidos.
 ¿Qué es la linfa y como circula en mí? Es la Palabra misma de Jesús que  escucho y que resuena en lo hondo de mi corazón a través de su Espíritu que me habita.  La linfa es también el silencio del amor con el que permanezco en Él sin que mis ocupaciones me alejen de estar con El, porque por amor y sólo por la gloria del Padre junto a Él, las realizo. Y todavía la linfa tiene un modo de discurrir más vitalmente en mí cuando acepto ser podado. “Todo sarmiento mío que no da fruto (mi Padre) lo arranca, y al que da fruto lo poda para que dé más fruto”. Podado no es nunca ser  arrancado. Es quedarme más que nunca en la vid, en la vid que es Jesús; pero toda exuberancia inútil es arrancada, incluso si es necesario con dolor, para que la linfa de Jesús pueda correr más libremente en mí.
 Hoy, en este quinto domingo de Pascua, buscaré tiempo para contemplar este pasaje  evangélico que expresa tan diáfanamente el dinamismo de la vida espiritual. Y  repetiré frecuentemente el verbo tan querido al evangelista del amor: permanecer…,permanecer en ti, Señor Jesús, permanecer… Es el primado de la interioridad. Después  rezaré:
 Tú eres la vid verdadera, yo un sarmiento tuyo. Te pido Señor no alejarme nunca de ti, aceptar las necesarias podas para que tu linfa vital me permita prolongarte a Ti y a tus frutos de amor entre los hombres mis hermanos.
La voz del santo de hoy
Lo que me consoló más en punto de  muerte fue la asistencia de la  poderosa y amable Madre de Dios. Dilo a tus hijos, que no olviden rezarle mientras tienen vida.
                                               Santo Domingo Savio en  un sueño a san Juan Bosco