5 mayo 2012, sábado. IV semana de Pascua
DE LA PALABRA DL DIA
Hace tanto tiempo que estoy con vosotros  ¿y no me conoces, Felipe? Juan 14,9
¿Cómo vivir esta Palabra
Jesús está en el momento del adiós a los suyos, con los que ha compartido tres intensos años de experiencias: momentos en los que los ha visto entusiasmarse con sus milagros, quedar fascinados  por sus palabras, o turbados ante tomas de posición que no comprendían o perspectivas que sobrepasaban su visión. Ahora está a punto de dejarlos y casi parece que quiere derramar su corazón en el de ellos.
A un cierto punto Felipe lo interrumpe con una ‘inesperada  petición’: “¡Muéstranos al Padre y nos basta!”. Ahora ya lo sabemos todo, parece decir, falta sólo esta  última tesela y el cuadro  está completo.  La respuesta de Jesús rompe la seguridad que manifiesta el apóstol: “¿Felipe, todavía no me conoces?” ¿Todavía no has comprendido que yo  y el Padre somos una misma cosa, que quien me ve a mí lo ve a Él?  El tiempo transcurrido juntos no había bastado  para desvelar a sus discípulos el rostro del Maestro, su realidad humano-divina.
Realmente, si es difícil agotar el conocimiento de cualquier persona, incluso de nosotros mismos, imaginemos si esto se puede realizar respecto a Jesús, hombre y Dios. Esto fue verdad  para Felipe pero, pensándolo bien, también para nosotros que quizás, como este apóstol, podemos plantearnos una pregunta análoga, convencidos de la solidez de nuestra fe. Nos maravillaríamos si también a nosotros Jesús nos respondiese: ‘después de tanto tiempo  que estoy contigo ¿no me conoces todavía?’. Sin embargo,  tal vez, en cierta manera, todos podemos esperarnos  esta respuesta.
 Es cierto que conocemos a Jesús desde niños, que somos creyentes y practicantes, hasta comprometidos o consagrados, pero ¿qué experiencia tenemos de Él? Porque conocerlo no es tener nociones de su persona, incluso teologales  o bíblicas, sino encontrarlo como persona que transita por nuestras calles, que comparte nuestra vida y que nos llama y nos une a él  mediante una relación única y personal.
Hoy,  al entrar  en mi corazón,  me dejaré interpelar por esta pregunta  de Jesús y  trataré de   profundizar mi  relación vital con él.
Señor,  que yo te conozca, en aquella relación de intimidad y de amor que  sola  puede desvelarme tu rostro.
La voz de un doctor de la Iglesia
Enséñame a buscarte y muéstrate a mí que te busco. Yo no puedo buscarte si tú no me enseñas, ni encontrarte si tú no te muestras. Que yo te busque deseándote, que te desee  buscándote, que te encuentre amándote, y que te ame encontrándote.   
San Agustín