27 mayo 2012. Solemnidad de Pentecostés, la fiesta del Espíritu, la Potencia del Amor de Dios ¡en ti!
RECIBID EL ESPÍRITU

            Poco a poco, vamos aprendiendo a vivir sin interioridad. Ya no necesitamos estar en contacto con lo mejor que hay dentro de nosotros. Nos basta con vivir entretenidos. Nos contentamos con funcionar sin alma y alimentarnos solo de pan. No queremos exponernos a buscar la verdad. Ven Espíritu Santo y libéranos del vacío interior.
         Ya sabemos vivir sin raíces y sin metas. Nos basta con dejarnos programar desde fuera. Nos movemos y agitamos sin cesar, pero no sabemos qué queremos ni hacia dónde vamos. Estamos cada vez mejor informados, pero nos sentimos más perdidos que nunca. Ven Espíritu Santo y libéranos de la desorientación.
         Apenas nos interesan ya las grandes cuestiones de la existencia. No nos preocupa quedarnos sin luz para enfrentarnos a la vida. Nos hemos hecho más escépticos pero también más frágiles e inseguros. Queremos ser inteligentes y lúcidos. ¿Por qué no encontramos sosiego y paz? ¿Por qué nos visita tanto la tristeza? Ven Espíritu Santo y libéranos de la oscuridad interior.
         Queremos vivir más, vivir mejor, vivir más tiempo, pero ¿vivir qué? Queremos sentirnos bien, sentirnos mejor, pero ¿sentir qué? Buscamos disfrutar intensamente de la vida, sacarle el máximo jugo, pero no nos contentamos solo con pasarlo bien. Hacemos lo que nos apetece. Apenas hay prohibiciones ni terrenos vedados. ¿Por qué queremos algo diferente? Ven Espíritu Santo y enséñanos a vivir.
         Queremos ser libres e independientes, y nos encontramos cada vez más solos. Necesitamos vivir y nos encerramos en nuestro pequeño mundo, a veces tan aburrido. Necesitamos sentirnos queridos y no sabemos crear contactos vivos y amistosos. Al sexo le llamamos "amor" y al placer "felicidad", pero ¿quién saciará nuestra sed? Ven Espíritu Santo y enséñanos a amar.
         En nuestra vida ya no hay sitio para Dios. Su presencia ha quedado reprimida o atrofiada dentro de nosotros. Llenos de ruidos por dentro, ya no podemos escuchar su voz. Volcados en mil deseos y sensaciones, no acertamos a percibir su cercanía. Sabemos hablar con todos menos con él. Hemos aprendido a vivir de espaldas al Misterio. Ven Espíritu Santo y enséñanos a creer.
         Creyentes y no creyentes, poco creyentes y malos creyentes, así peregrinamos todos muchas veces por la vida. En la fiesta cristiana del Espíritu Santo a todos nos dice Jesús lo que un día dijo a sus discípulos exhalando sobre ellos su aliento: "Recibid el Espíritu Santo". Ese Espíritu que sostiene nuestras pobres vidas y alienta nuestra débil fe puede penetrar en nosotros por caminos que solo él conoce.   (José Antonio Pagola)


DE LA PALABRA DEL DIA
Cuando venga el Paráclito, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, y que yo os enviaré de junto al Padre, él dará testimonio de mí. También vosotros daréis testimonio porque estáis conmigo desde el principio. Juan 15, 26-27
¿Cómo vivir esta Palabra?
El contexto en el que se colocan estos dos versículos, habla de los odios y persecuciones que se abatirían sobre los seguidores de Jesús, porque “el siervo no es más que su señor”, y si lo persiguieron a él, también los perseguirán a ellos (Jn 15,20). Cabría preguntarse ¿el Hijo de Dios no podría defender a sus amigos?
La fe podía vacilar, la duda aflorar prepotente y engañosa también en quienes habían estado con Él desde el principio. Nadie está confirmado  en gracia, hasta el punto que advierte la Escritura: “Quien esté de pie cuide de no caer”, porque “el pecado está acechando a la puerta”(Gn 47). Pero en esta lucha que puede resultar extenuante no estamos solos, Jesús  prometió y envió  a su Espíritu, del que aquí viene especialmente  subrayada la esencial relación con la verdad: es el Espíritu de  la Verdad, que puede sostener la fe vacilante de los discípulos con su firme testimonio, de forma que también ellos  puedan  desarrollar su misión entre lo hermanos dando a su vez testimonio que Cristo es el fundamento de una esperanza que es ya certeza, a pesar de la obnubilación  en la que con frecuencia se tenían que debatir.
La situación actual, no es algo inédito que sale del horizonte cristiano. Jesús mismo habló de ello: en el corazón de cada persona pueden presentarse horas de oscuridad, horas en las que Dios parece haber desaparecido definitivamente y se va a tientas buscando un asidero que nos permita volver a emerger y poder sostener la fe de quien vive junto a nosotros.  Horas en las que se invoca al Espíritu con mayor fuerza, para poder salir de la prueba fortalecidos y confirmados. Por ello procuraré habituarme  a acudir con frecuencia y mayor confianza al Espíritu Santo, seguro  de su  sostén.
Espíritu Santo, Espíritu de  amor  ¡ven! Toma posesión de mi corazón, de mi mente, de mi voluntad, de forma que yo viva totalmente inmerso en Dios y dé testimonio de su indecible amor.

La voz de un monje  cisterciense
Cuando el Espíritu Santo venga, si te encuentra humilde y tranquilo, aunque tembloroso ante las palabras de Dios, reposará sobre ti y te revelará lo que Dios Padre tiene escondido a los sabios y a los prudentes de este mundo (Mt 11,25). Comenzarán entonces a brillar en tu espíritu aquellas cosas que la Sabiduría puede decir en la tierra a sus discípulos, pero que ellos no podían comprender hasta que no viniese el Espíritu de la Verdad, que les enseñaría  toda la verdad.                          Guillermo de Saint-Thierry