Viernes 20 abril 2012. Segunda semana de Pascua
Evangelio según san Juan
6,1-15
Después de esto, Jesús
atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades.
Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía curando a los enfermos.
Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.
Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos.
Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: "¿Dónde compraremos pan para darles de comer?".
El decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer.
Felipe le respondió: "Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan". Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo:
"Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?". Jesús le respondió: "Háganlos sentar". Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran uno cinco mil hombres. Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron. Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: "Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada". Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada. Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: "Este es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo". Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña.
Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía curando a los enfermos.
Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.
Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos.
Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: "¿Dónde compraremos pan para darles de comer?".
El decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer.
Felipe le respondió: "Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan". Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo:
"Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?". Jesús le respondió: "Háganlos sentar". Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran uno cinco mil hombres. Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron. Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: "Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada". Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada. Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: "Este es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo". Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña.
¿Cómo vivir esta Palabra?
Hoy empieza la lectura del capítulo 6 del evangelio de Juan que trae dos
señales o milagros: la multiplicación de los panes (Jn 6,1-15) y Jesús que
camina sobre las aguas (Jn 6,16-21). Inmediatamente después, aparece el largo
diálogo sobre el Pan de Vida (Jn 6,22-71). Juan sitúa el hecho cerca de la
fiesta de Pascua (Jn 6,4). El enfoque central es la confrontación entre la
antigua Pascua del Éxodo y la nueva Pascua que se realiza en Jesús. El diálogo
sobre el pan de vida aclarará la nueva Pascua que se realiza en Jesús.
Viendo a la multitud, Jesús confronta a los discípulos con el hambre de la gente y pregunta a Felipe: "¿Dónde nos procuraremos panes para que coman éstos?" En el primer éxodo, Moisés había obtenido alimento para el pueblo hambriento. Jesús, el nuevo Moisés, hará lo mismo.
Viendo a la multitud, Jesús confronta a los discípulos con el hambre de la gente y pregunta a Felipe: "¿Dónde nos procuraremos panes para que coman éstos?" En el primer éxodo, Moisés había obtenido alimento para el pueblo hambriento. Jesús, el nuevo Moisés, hará lo mismo.
Felipe constata el
problema y reconoce su total incapacidad para resolverlo. Se queja, pero no
presenta ninguna solución. Andrés,
en vez de quejarse, busca soluciones. Encuentra a un muchacho con cinco panes y dos peces. Cinco panes de cebada y
dos peces eran el sustento diario del pobre. El muchacho entrega su alimento.
Hubiera podido decir: "Cinco panes y dos peces, ¿qué es esto para tanta
gente? ¡No va a servir para nada! ¡Vamos a compartirlos entre nosotros con dos
o tres personas!" En vez de esto, ¡tuvo el valor de entregar los cinco
panes y los dos peces para alimentar a 5000 personas (Jn 6,10)! ¡Quien hace
esto o es loco o tiene mucha fe, pensando que, por amor a Jesús, todos se
disponen a compartir su comida como hizo el muchacho!
Jesús multiplica el
sustento, la ración del pobre. El texto dice: “Tomó entonces Jesús los panes y,
después de dar gracias, los repartió entre los que estaban recostados y lo
mismo los peces, y comieron todo lo que quisieron." Con esta frase,
escrita en el año 100 después de Cristo, Juan evoca el gesto de la Ultima Cena
(1Cor 11,23-24). La Eucaristía, cuando se celebra como es debido, llevará a
compartir como hizo el muchacho, y a entregar el propio sustento para ser
compartido.
Hoy, ante el problema del hambre en el mundo, me plantearé si actúo como
Felipe o como el muchacho?
Señor
Jesús, ¡Gracias! Gracias por el don de Ti mismo en la forma familiar e íntima del
pan; quédate siempre conmigo para partir juntos el pan de vida y de solidaridad
con todos los hermanos.
La
voz de un autor de hoy:
En la oscuridad de la noche, en
medio de este océano de ansiedad, de pesadilla,
poco a poco me despierto: «Debo afrontar la realidad». «Estoy en la cárcel.
Si espero el momento oportuno de hacer algo verdaderamente grande, ¿cuántas veces en mi vida se me presentaron ocasiones semejantes? No, aprovecho las ocasiones que se presentan cada día para realizar acciones ordinariasde manera extraordinaria».
poco a poco me despierto: «Debo afrontar la realidad». «Estoy en la cárcel.
Si espero el momento oportuno de hacer algo verdaderamente grande, ¿cuántas veces en mi vida se me presentaron ocasiones semejantes? No, aprovecho las ocasiones que se presentan cada día para realizar acciones ordinariasde manera extraordinaria».
Jesús, no
esperaré, vivo el momento presente, colmándolo de amor.
La línea recta está hecha de millones de pequeños puntos unidos uno a otro.
También mi vida está hecha de millones de segundos y de minutos unidos uno al otro.
La línea recta está hecha de millones de pequeños puntos unidos uno a otro.
También mi vida está hecha de millones de segundos y de minutos unidos uno al otro.
Coloco
perfectamente cada uno de los puntos y mi línea será recta.
Vivo con perfección cada minuto y la vida será santa.
Vivo con perfección cada minuto y la vida será santa.
El camino de la esperanza está
pavimentado de pequeños pasos de esperanza.
François-Xavier Nguyên
Van Thuân fue durante ocho años obispo de Nhtrang (Vietnam). Nombrado por Pablo
VI arzobispo coadjutor de Saigón en 1975, fue arrestado y encarcelado a los
pocos meses, permaneciendo encarcelado
durante trece años, de los que nueve de ellos los pasó en total
aislamiento. Falleció a finales de 2002. Está en curso su
causa de beatificación
Te
recomiendo la lectura de su libro: Cinco panes y dos peces, F.X. Nguyên Van Thuân. Ciudad Nueva
2000, 88 págs.
En Cinco panes y dos peces, el obispo vietnamita Nguyên
Van Thuân nos regala su humilde y sencillo ritual eucarístico contado
a modo de oraciones, meditaciones, fe y presencia de Dios en su vida, durante y
después de su arresto en la cárcel. Sus primeras obras tratan de la esperanza,
de dar ilusión a las comunidades cristianas, y sobre todo de transmitir valor y coherencia para
seguir el camino de Jesús.
Cinco panes y dos peces es el ejemplo perfecto para contar
el efecto de la multiplicación. Jesús obró el milagro, tomó cinco
panes y dos peces y los repartió entre todos los que allí estaban. El Obispo
Van Thuan nos reparte sus panes y peces, siete meditaciones, sus palabras, su
testimonio para que nos alimentemos de ese amor a Dios, de esa confianza
constante en su presencia, de su esperanza rebosante.
La primera lección, el primer Pan, que podemos aprender es vivir el
presente, no dejar pasar el tiempo esperando cosas sino actuar. Preocupado
por dejar su rebaño sin pastor les escribe cartas diarias, que más tarde se
traducirán en la edición de su primer libro. Está encerrado y prisionero de una
cárcel, de una celda, pero es una persona libre gracias al apoyo incondicional
de Dios en su vida.
El segundo Pan nos habla de escoger a Dios y no las obras
de Dios, de vivir la opción de Cristo.
El tercer Pan es el del silencio para orar. Orar en un diálogo
con Jesús. Cada persona ora diferente, en momentos diferentes por motivos
diversos. Pero todas y cada una de nuestras palabras o pensamientos son
escuchados. Que nuestro día a día se convierta en oración sencilla y humilde,
con nuestros actos y vivencias cristianas.
El cuarto Pan nos muestra el significado y valor de la Eucaristía.
El Obispo Van Thuan celebraba la misa todos los días en su celda con tres gotas
de vino y una gota de agua en la palma de su mano. La Eucaristía era para él un
auténtico pan de vida, alimento de esperanza en su camino y en el de los
cristianos que le acompañaban, porque muchos revivieron su fe, otros se
convirtieron, todos en manos de Dios.
El quinto Pan: Amaos los unos a los otros como
yo os he amado. Cuando el Obispo Van Thuan reconoció que tenía que ver
en sus guardianes el amor de Dios, empezó una etapa nueva, en la que se
convirtió en maestro y amigo de sus enemigos, enseñando la fe cristiana.
El primer Pez nos habla de María, su primer amor, pilar
fundamental en su vida. Todo con María, por María y en María. Como niño que
busca a su madre, así confía y reza a María, se pone en sus manos y le pide
“ven a vivir en mí”.
El segundo Pez es la última lección, la invitación a hacernos un
poquito más santos, leer los consejos que propone y aplicarlos en
nuestras vidas diarias, sin descuidar los catorce pasos en la vida de Jesús y
las oraciones. Estar disponibles, amar al prójimo, hacer felices a los demás,
ser y hacer unidad, vivir la Eucaristía, ser caritativo…son algunas
recomendaciones sencillas que podemos realizar para alegrar la vida a los
demás, y a nosotros mismos.
Os invito a leer este libro estimulante para el alma, de esperanza y
renovación de la concepción de ser cristiano. El autor, con su testimonio y sus
pensamientos, nos recuerda la vida sencilla que llevó Jesús y que nosotros
podemos seguir y continuar, que somos afortunados por vivir la Eucaristía en
libertad y con pleno sentido, que no debemos escondernos a lo que somos ni
creemos. Un ejemplo de misionero que lleva la Palabra de Dios a los
necesitados, sus obras y acciones que nacen por y para Jesús.