Jueves de la II semana de Pascua. 19 abril 2012  

Evangelio según San Juan 3,31-36. 
El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra pertenece a la tierra y habla de la tierra. El que vino del cielo da testimonio de lo que ha visto y oído, pero nadie recibe su testimonio. 
El que recibe su testimonio certifica que Dios es veraz. 
El que Dios envió dice las palabras de Dios, porque Dios le da el Espíritu sin medida. 
El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en sus manos. 
El que cree en el Hijo tiene Vida eterna. El que se niega a creer en el Hijo no verá la Vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él".

De la Palabra del día
Jesús nos da el Espíritu sin medida. Sus palabras son Espíritu y vida (Jn 6,63). Cuando Jesús se despide, dice que enviará a otro consolador, a otro defensor, para que se quede con nosotros. Es el Espíritu Santo (Jn 14,16-17).
Por el bautismo todos recibimos el mismo Espíritu de Jesús. Según san Juan, Jesús resucitado sopló sobre los discípulos y dijo: "¡Recibid el Espíritu!" (Jn 20,22). Es un gesto que recuerda a la creación del hombre, donde sobre el barro modelado insufla Dios su aliento. Ahora, la nueva humanidad es la que vive según el Espíritu de Jesús.
Quien “bebe” de Jesús, se convierte a su vez en fuente de agua (de vida) para los otros (Jn 7,37-39). El primer efecto de la acción del Espíritu en nosotros es la reconciliación: "A quienes perdonan los pecados, quedarán perdonados; a quienes no perdonaréis sus pecados, quedarán atados" (Jn 20,23). Es Espíritu nos es dado para que podamos recordar y entender el significado de las palabras de Jesús. Animados por el Espíritu de Jesús podemos adorar a Dios en cualquier lugar, pues los verdaderos adoradores de Dios lo adoran en Espíritu y Verdad. Y la Verdad nos hace libres. Como dirá Pablo: "Donde está el Espíritu allí hay libertad" (2Cor 3,17).

La voz de un sacerdote, fundador San Vicente de Paúl (1581-1660)
        Dios nos da sus gracias según las necesidades que tenemos. Dios es una fuente de la cual cada uno saca agua según las necesidades que tiene. Así la persona que necesita seis cubos de agua, saca seis; el que tres, tres; un pájaro que necesita sólo un picoteado sólo picotea; un peregrino, con el hueco de su mano puede saciar su sed: lo mismo nos ocurre a nosotros con respecto a Dios.
        Con gran fervor, debemos permanecer fieles a la lectura de un capítulo del Nuevo Testamento y a hacer, desde el principio, los actos: de adoración, adorando la palabra de Dios y su verdad; entrar en los sentimientos con los cuales nuestro Señor los pronunció, y consentir en estas verdades; adherirse a la práctica de estas mismas verdades... Sobre todo hay que estar en guardia de leer sólo por estudio, diciendo: "Este pasaje me servirá para tal predicación", y leer exclusivamente para nuestro ascenso.
        No hay que desanimarse, si, habiéndolo leído muchas veces, un mes, dos meses, seis meses, no se es tocado. Pasará que una vez tendremos una pequeña luz, otro día una mayor, y todavía más grande cuando lo necesitemos. Una sola palabra es capaz de convertirnos; sólo hace falta una. (Entretenimiento Espiritual del 19/01/1642)