28 abril 2012, sábado.  III semana de Pascua
DE LA PALABRA DEL DIA
El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras  que os he dicho son espíritu y vida. Juan 6,63
¿Cómo vivir esta Palabra?
Jesús acaba de revelar a los discípulos el horizonte de una verdad fascinante: Él es aquel pan que da vida eterna, ya aquí y a hora, a sus  discípulos y discipulas.  Alimentarse de este Pan significa entrar en una dimensión que nos hace partícipes, en cierto modo, de aquella naturaleza divina que hace de nosotros hombres y mujeres totalmente nuevos. Y es Él quien, precisamente con este fin,  nos obtiene el Espíritu: aquel Espíritu Santo que nos da la vida, que nos capacita para entrar en comunion con la Trinidad, como hizo con Maria; es elpreludio de la plena felicidad  para siempre.
La carne se entiende aquí como la limitacion natural, que se rige solo por los impulsos e instintos  que quiere  "imponerse" y que en realidad   no lo conseguira porque sera transformada  para una existencia humano-divina como la que se  nos entrega ya en el bautismo.
¡Qué consolador es,  pues, que Jesús nos entregue  la clave de este nuevo modo de estar en el mundo! “Las palabras que os he dicho son espíritu y vida”. Exactamente de las que tenemos necesidad: la luz que ilumina  la mente  para comprender lo que Dios quiere de nosotros, la fuerza  para mantenernos firme y serenos en el camino que el Señor nos asigna cada día,  porque nos quiere serenos y hacedores del bien en esta vida,  y plenamente felices  para siempre aqui y siempre.
¡Oh, Dios mío!  hazme entender, en lo concreto de las situaciones, lo que debo decir y hacer. Derrama continuamente tu Espíritu sobre mí. No quiero caer en el  espiritualismo y vivir de un modo desencarnado. Al contrario, te pido  aquel Espíritu que siendo amor, me hace vivir la verdad de la existencia como don.
La voz de un fundador y obispo
Tenemos necesidad de ser purificados por el Espíritu Santo, para poder  sentir la Palabra de Dios y gustar  la oración                                Beato José Eduardo  Rosaz