1 mayo 2012, martes. IV semana de Pascua
DE
LA PALABRA DEL DIA
Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las
conozco y ellas me siguen. Jn 10,27
¿Cómo
vivir esta Palabra?
“Escuchar”,
un verbo que tal vez nos dice poco: estamos demasiado habituados a una información detrás de la otra, sin
dejarnos empapar por cuanto nos llega. Bíblicamente, en cambio, es una
actitud importante y no se refiere
solamente a lo oído. Se escucha el mensaje encerado en aquello que vivo o que me transmite la sonrisa de una persona; se escucha el
propio corazón, los sentimientos que lo habitan y a veces lo agitan; se escucha
incluso el silencio hasta descubrir su
sorprendente elocuencia…
Aquí
Jesús llama la atención sobre una particular escucha, es la atención a la voz:
la palabra no ha llegado todavía al oído ni interesado a la inteligencia pero su timbre ha despertado el corazón,
anunciando una presencia. Es una llamada a la relación.
La Palabra es indudablemente importante.
Cristo mismo es Palabra que me introduce en el diálogo de amor que es la vida
trinitaria. Pero cuando se entra en el
ámbito de las relaciones la Palabra o se
propasa o es acogida en su globalidad en la que todo es relevante.
El
cristianismo no es la religión del “Libro”, aunque sea el Libro Sagrado al que
es justo y necesario acudir diariamente.
Nuestra fe es adhesión a una Persona que viene a nosotros en una multitud de
modos, que para nosotros son elocuentes
en la medida en que reconocemos en ellos su Presencia, “escuchamos” su Voz y,
por tanto, lo seguimos.
Quiero hoy, en
mi pausa contemplativa, dejar que mi corazón
escuche y vibre al sonido de su
Voz.
Me
has llamado y aquella voz ha hecho arder
mi corazón. Ahora vivo para captar el eco de tu Palabra en mi vida ¡Gracias,
Señor!
La
voz de un doctor de la Iglesia
Me has llamado y
tu voz ha quitado mi sordera. Has hecho brillar tu esplendor y has vencido mi ceguera. Has difundido tu perfume y yo lo
he respirado y ahora te anhelo a ti. Te he gustado y ahora tengo hambre y sed
de ti, me has tocado y ahora ardo en el deseo de tu paz.
San Agustín