DE LA PALABRA DEL DIA
Venid, maquinemos contra Jeremías porque no faltará la ley del
sacerdote, ni el consejo del sabio, ni el oráculo de los profetas. Venid, lo
heriremos en la lengua y no haremos caso de sus palabras. Jr 18,18
¿Cómo
vivir esta Palabra?
Cuando el
corazón se cierra en su obstinado apego al mal,
no hay nada que logre arrancarlo. Se aparta sin el menor escrúpulo del
recuerdo del bien recibido e intenta callar
las voces incómodas,
sustituyéndolas por otras más
complacientes y tranquilizadoras.
Es lo que se
capta en el grito angustiado del profeta Jeremías, un hombre totalmente
consagrado a la causa de Dios y al bien de la nación, pero rechazado por el
pueblo que no estaba dispuesto a modificar un comportamiento en desacuerdo con
la alianza que lo ligaba a YHWH. Su
posición no era fácilmente sostenible: por un lado las amenazas de quienes
querrían suprimirlo y por el otro el fuego ardiente de una Palabra que le había sido entregada para
que la anunciara con su extrema aunque saludable dureza. Ciertamente
no tenía derecho a callar, aunque fuese destrozado.
Es la postura incómoda de quien quiere actuar seriamente, viviendo la propia
fe sin ‘rebajas’ y sin compromisos.
Muchas veces no se trata ni siquiera de un anuncio verbal que pudiera resultar
reprensivo, es suficiente un comportamiento que no siguiendo la corriente, se
percibe como una reprensión, un hacer surgir aquella llamada queda de la
conciencia que en vano se trata de hacer
callar. No obstante, hoy como ayer, no podemos echarnos atrás por cobardía:
nuestro deber es ser luz puesta sobre el
candelero para que nadie tropiece o permanezca enredado en las redes de quien
pone todo su interés en impedir el libre
y expedito caminar hacia a aquel
plus de vida al que todos anhelamos.
Y yo ¿qué clase de cristiano soy?
¿Advierto la urgencia de un testimonio limpio y lineal que ponga a la vista
valores capaces de dar sentido a la vida?
Señor,
con el bautismo me has consagrado como
tu profeta para que encarnarse tu Palabra, única y auténtica fuente de vida. Sostenme
con tu Espíritu para que encuentre siempre valor para anunciarla,
también cuando esto resulte incómodo.
La
voz de un Padre apostólico
Abandonemos la vanidad de la
gente y las falsas doctrinas, volvamos a la palabra evangélica que se nos ha transmitido desde el principio.
San
Policarpo