31 marzo 2012, sábado. V semana de Cuaresma

DE LA PALABRA DEL DIA
Uno de ello, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no entendéis ni una palabra: no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo,  y que no perezca la nación entera. Juan 11, 49
¿Cómo vivir esta Palabra?
Llama la atención que sea precisamente Caifás, un sumo sacerdote, el que profetice inconscientemente una verdad radiante y consoladora. En la estrecha lógica de Caifás, era mejor que solamente un hombre, en la persona del nazareno Jesús, fuese sacrificado, de forma que, -según  su óptica-, hubiera paz en Jerusalén y los romanos no destruyeran Israel.
Jesús se entrega desde su libertad, no sin esfuerzo y sabiendo la dureza del sacrificio, pero siendo coherente. Su entrega vence al mal y abre el torrente de la gracia que acaba con el pecado. 
Según la tradición, en el templo se sacrificaban animales con la intención de expiar los pecados  de los hebreos. Aquí hay un enorme salto de calidad.  La víctima  ya no es un animal, sino Cristo, el Mesías. Y  los destinatarios  no son sólo los hebreos, sino todos las personas de todos los tiempos, de todos los pueblos, razas y naciones.
Y es aquí donde nos detenemos con asombrada contemplación. Ciertamente la misericordia de Dios  tiene brazos tan grandes que no excluye a nadie que quiera sumergirse en ella,  fiándose de Jesús redentor.

Señor Jesús, que en el corazón de tu misterio de amor infinito me enseñas que nadie  nunca será discriminado, alejado ni excluido, ensancha mi  corazón, y haz que en mis relaciones con mi prójimo yo viva tus categorías, no aquellas de la falsa prudencia egoísta.

La voz de una carmelita
Jesús te ama,  ... no desconfíes nunca de Él ni de María, tu Madre Dolorosa.
                                                                       Madre María Cándida de la Eucaristía