24 marzo 2012, sábado. IV semana de Cuaresma

DE LA PALABRA DEL DIA
Los fariseos les replicaron: ¿También vosotros  os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? ¡Esa gente  que no conoce la Ley son unos malditos! (Juan 7,47)

¿Cómo vivir esta Palabra?
El Evangelio de hoy  retoma el argumento de la identidad y de la procedencia de Jesús y del Mesías. Mucha gente sentía simpatía  hacia Jesús y lo acogía como profeta o Mesías. Por esto los guardias mandados para arrestarlo no lo hicieron, pues también ellos se sintieron atraídos por sus palabras. 
Los jefes de los sacerdotes y los fariseos temían una concentración de masas a favor de Jesús como Mesías de Israel y temían una  probable reacción opresiva  por parte de los romanos. Frente a este escenario, los jefes religiosos olvidan  su deber como guías espirituales del pueblo: no hacen lo que requiere la Ley para juzgar justamente la verdad o la falsedad de las palabras de Jesús, no escrutan las Escrituras para confirmar o negar sus afirmaciones y su poder misterioso. No buscan el diálogo con él para comprenderlo mejor; las confrontaciones provocadas por ellos tenían como fin hacerlo caer en sus trampas. Sólo la voz de Nicodemo se alza para protestar, pero no quieren oírlo y cada uno de ellos se va a su casa, con sus propios pensamientos, decididos a quitar a Jesús de en medio.
Sin duda los jefes religiosos  se encuentran en una posición inviable, cualquier acción suya tendría consecuencias y se ven constreñidos a tomar una decisión: o seguir  la tentación de  contemporizar  y quizás  no llegar nunca a una decisión, o comprometerse, dejando aparte la propia responsabilidad y la verdad misma y correr  así el riesgo  de oponerse  a Dios.  ¡Cuántas veces  en la historia  los hombres eligen este segundo camino! Muchos males se llevan a cabo  por el ‘bien’ del pueblo.

En mi pausa contemplativa  de hoy decidiré:  escuchar,  dialogar, comprender la acción del otro antes  que dar un juicio. 
Señor Jesús, Tú que escrutas  mente y corazón, Dios justo,  ayúdame a leer  mi existencia  y la historia del mundo  a la luz  de tu palabra, de tu verdad eterna.

La voz de un gran jesuita
Es como si Jesús le dijese a la asamblea: sé que tú me deseas, y yo  vengo presto. Pero mira la historia: encontrarás a los vacíos de mí, pero también a los llenos de mí; encontrarás muchas situaciones, mucha generosidad sumergida que tienen mi estilo y mi ‘marca’. Son un fragmento  de mí inserción en la historia.                               
Ugo Vanni