21
marzo 2012, miércoles. IV semana de Cuaresma
DE LA PALABRA DEL DIA
Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así
también le ha dado al Hijo el tener vida
en sí mismo, y le ha dado poder para juzgar, porque es Hijo del hombre. Juan 5, 26-27
¿Cómo
vivir esta Palabra?
Los
judíos se enfurecían cada vez más y buscaban
matar a Jesús porque llamaba a Dios su Padre. Captaban bien lo serio de
sus palabras: estaba proclamando, sin equívocos, su igualdad con Dios.
El
pasaje del Evangelio de hoy es la
explicación puntual de la situación de Jesús: que Él era en verdad el Hijo de
Dios, uno con el Padre, igual a Él, capaz como el Padre de resucitar a los
muertos y dar la vida; que era también el Hijo del hombre y que había recibido
el poder de juzgar a la humanidad. Y su juicio era justo porque no hacía otra
cosa que la voluntad del Padre y conocía por experiencia, hasta el fondo, la naturaleza y la existencia humanas.
Por
su parte el Padre quiere que todos honren al Hijo predilecto, no sólo de
palabra sino con la propia vida, acogiéndolo como el Amado enviado por Él, para
ser acogido como el fin último de la propia existencia. Ciertamente Dios lo
envió para revelarnos su Amor, salvarnos del pecado, y unirnos a Dios en su
reino de amor y de paz sin fin.
Señor
Jesús, deseo vivir cada día siguiendo tu Palabra: es la semilla de vida que me
hace crecer en el amor y en la fe, que me da acceso a tu vida más íntima. ¡Gloria al Padre, a ti, Hijo, y
al Espíritu Santo, fuego de amor!
La
voz de un gran convertido
Ahora, pues,
caminad en la fe, por todo el tiempo en el que, morando en este cuerpo mortal,
sois como peregrinos lejos del Señor. Vuestra vía segura se ha hecho Aquel al cual tendéis, es decir, Jesucristo, que
por vosotros se ha dignado hacerse
hombre.
San Agustin