15 marzo 2012, jueves. III semana de Cuaresma
 
DE LA PALABRA DEL DIA
“Escuchad mi voz, Yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo; caminad por el camino que os mando, para que os vaya bien”. Jeremías 7,23

¿Cómo vivir esta Palabra?
También la liturgia de hoy ofrece un texto en el que Dios invita a la escucha de su voz. Es como una madre y un padre que hablan, insisten y siguen a sus hijos, y éstos se obstinan  en sus decisiones.
Son angustiosas las palabras que Dios pone hoy  en los labios de Jeremías, y la conclusión del pasaje es como una espada clavada en el corazón de Dios: “La sinceridad se ha perdido, se la han arrancado de la boca”.
Dios se hace cercano, íntimo a nosotros, nos habla al corazón y nosotros no prestamos oído a su palabra, hoy, como ayer. “Con asidua premura” nos envía mensajeros y profetas y nosotros hacemos oídos sordos, más aún,  llegamos hasta volverle la espalda.
No obstante, ¿no es Él siempre quien nos saca fuera de ‘nuestro Egipto’, de nuestra esclavitud de pecado?  ¿No ha sido Él quien nos ha colmado de dones y nos ha dado una tierra para hacer que en ella den fruto? ¿No nos ha hecho a imagen y semejanza suya, y así  poder amar y libremente dar y por tanto ser felices? Entonces ¿por qué nuestro oído  se hace sordo y dura y obtusa nuestra mente?

Hoy, al entrar en mi corazón, encontraré mi respuesta personal a estas preguntas y humildemente la transformaré  en petición de perdón.
  
¡Señor, dame un corazón capaz de escucharte!

 Palabras de un sacerdote escritor
Hijo, yo no te pido que salgas siempre bien, pero sí de que lo intentes siempre. Y sobre todo escúchame, te pido aceptar tus límites, reconocer tu pobreza y hacerme don de ella, porque dar la propia vida no quiere decir dar solamente las propias riquezas, sino también  la propia pobreza, los propios pecados.
                                                                                              Michel  Quoist