11 marzo 2012. III domingo de Cuaresma

DE LA PALABRA DEL DIA
Yo soy el Señor, tu Dios. Exodo 20,1

¿Cómo vivir esta Palabra?
En este tercer domingo de Cuaresma somos conducidos a los pies del Sinaí, el monte de la epifanía más clamorosa de la historia del pueblo de Dios. También nosotros, como el pueblo peregrino en el desierto y deseosos de llegar a la tierra prometida, tenemos necesidad de volver a oír la voz  de Dios para que el camino tenga una dirección y una meta.
¿Qué meta  indica hoy la Palabra? “Yo soy el Señor, tu Dios”. He aquí a ‘donde’ somos llamados: a estar en Su presencia, a morar en lo absoluto  de su soberanía. Una soberanía caracterizada por el amor no por la fuerza, por la libertad y no por la obligación. Morar en Dios es la más alta  posibilidad que tenemos de existir.
La Palabra nos indica  también la dirección a seguir para alcanzar la meta: el amor al prójimo y un sano amor a nosotros mismos. Cuando reconocemos la soberanía de Dios en nuestra vida y vivimos su íntima presencia, no podemos dejar de actuar como Él mismo actúa con nosotros: con amor, delicadeza, libertad.  No dominando, no explotando, no poseyendo,  no levantando la mano para herir  o matar.
He aquí la premisa del decálogo que Jesús mismo ha vuelto a proponer condensándolo en dos grandes  mandamientos de amor.
  
Hoy, al entrar en mi corazón, leeré de nuevo el texto de la primera lectura  y haré que resuenen en mí los diez mandamientos.
  
Alabanza a Ti, Señor, porque me invitas a tu intimidad y me indicas su dirección: el amor recíproco.

La voz de un místico
Señor, hazme conocer quien eres. Haz sentir a mi corazón la santidad que hay en Ti.  Haz que yo vea la gloria de tu rostro.  De tu ser,  de tu palabra, de tu obrar y de su designio,  hazme deducir la certeza que la verdad y el amor están a mi servicio para salvarme.
                                                                                              Romano Guardini