12 marzo 2012, lunes. III semana de Cuaresma

DE LA PALABRA DEL DIA
Eliseo  le mandó a Naamán un mensajero para decirle: “Ve, báñate siete veces  en el Jordán y tu carne quedará limpia”. 2R 5,10

¿Cómo vivir esta Palabra?
Naamán, un nombre cuya raíz  (n´m) en hebreo significa alegría, belleza. Pero el hombre Naamán  estaba enfermo de lepra y la tristeza lo había invadido. A sugerencias de una joven sirvienta cautiva de Israel, Naamán se dirigió al profeta Eliseo, en Samaria, para pedirle que lo curase y Eliseo le aconsejó una  terapia un tanto extraña  tanto para él como para nosotros hoy: que se bañara siete veces en el Jordán. Pero ¿cuál es el significado de esta inmersión?
Dios, al intervenir en nuestra historia para redimirla desde dentro, no se limita a sanar las heridas de nuestra humanidad manchada por el pecado y marcada por la muerte.  Hace más,  mucho más: nos restituye  la belleza original, pura, inviolada, que con el tiempo ha sido desfigurada por la lepra del pecado.
Pero todo esto, con una condición: abandonarnos en Él, sin oponer resistencia, sumergiéndonos humildemente en su voluntad de amor, como Naamán en las aguas cenagosas del Jordán, aún cuando a nuestros ojos  esta zambullida parezca  sumergirnos en la oscuridad  profunda de una obediencia penosa y humanamente imposible.


Hoy, al entrar en mi corazón, me sumergiré en el océano del amor de Jesús: me dejaré  purificar  adhiriéndome con conocimiento  y amorosa adhesión a su voluntad.

 ¡Heme aquí, Señor con mi pecado!
Tú, que todo lo puedes, dame de nuevo la belleza original

La voz de un gran santo
¡Oh Amor, digno de infinito amor, tú me has amado hasta morir por mí! Yo te amo con todo el corazón, te amo más que a mí mismo, y en tus manos abandono mi alma.

                                                                                           San Alfonso María de Ligorio