9 febrero 2012, jueves. V semana Tiempo ordinario

DE LA PALABRA DEL DIA
Cuando el rey Salomón llegó a viejo, sus mujeres le desviaron su corazón tras otros dioses; su corazón ya no perteneció por entero al Señor, como el corazón de su padre David. (1 Reyes 11,4)

¿Cómo vivir esta Palabra?
Ayer la liturgia nos presentó la especial sabiduría de Salomón: un don reconocido y admirado también  fuera de los confines de su nación  y que habría  debido hacer de él un rey modelo. Hoy el tono cambia totalmente. Se nos presenta  una figura decadente, pero no tanto por la edad cuanto por la decadencia moral. En los versículos seleccionados y siguientes, el texto sagrado denuncia su pasión por las mujeres extranjeras y por el número desmesurado de las que se había rodeado, como mujeres y concubinas, creando un ambiente muy negativo. No fue sino el comienzo de un progresivo y corrosivo proceso que lo alejó de su vocación de servicio, de su misión,  del plan de Dios y de su alianza.
Cabría preguntarse: ¿Cómo puede un hombre tan sabio perder el horizonte a ojos abiertos y deslizarse hacia el propio hundimiento? Es un hecho: los dones de Dios deben ser administrados en vistas de aquello para lo que han sido concedidos, quedando el receptor humildemente dependiendo del Donante, examinando a la luz de Dios si están siendo sus pasos los correctos.
Si los dones son gestionados como bienes personales para satisfacer la propia ambición y codicia, inexorablemente se corrompen entre las manos, arrastrando al abismo. No se puede decir: probaré solamente y después me detendré. Cuando nos metemos en un terreno resbaladizo y en declive, cuando  vamos bajando escalones, solamente iremos cada vez más hacia abajo, a menos que se tenga la humildad de reconocer el fallo y de rectificar "subiendo" tomando la mano que donde quiera que sea siempre permanece tendida, porque nosotros podemos  volver la espalda a Dios, pero Dios nunca dejará de amarnos.

Hay quiero detenerme a hacer una humilde revisión de vida y verificar si no hay alguna pequeña cesión que,  si no la corto rápidamente,  va bajando la exigencia de santidad de mi vida y me va a hacer llegar a donde no querría.

Señor, ayúdame a no ceder a las pequeñas tentaciones, preludio de grandes alejamientos. Sostenme con tu gracia por un camino en el que no pierda nunca de vista ni a Ti ni a tu Amor, como lo hizo tu beata sor Eusebia Palomino, de quien hoy celebramos su memoria.
  
La voz de una filósofa
El pecado  es un despilfarro de la libertad. (Simone Weil)
"Hágamos santas. Todo lo demás es perder el tiempo". (sor Eusebia Palomino)