DE LA PALABRA DEL DIA
Se levantó de madrugada, se marchó
al descampado y allí se puso a orar. Marcos 1,35
¿Cómo vivir esta
Palabra?
La liturgia de hoy presenta un día en la vida de Jesús. Vive sumergido en la existencia humana, entregado a los demás, consciente de que solo pertenece al Padre, buscando por encima de todo su voluntad. Reza, actúa y reza. Lleva la oración a la vida y la vida a la oración.
Viene de la oración en la sinagoga, entra en la casa y cura a
la madre de la mujer de Pedro, y después atendió a los enfermos que la muchedumbre le presentaba: un
gentío de desesperados que acudían a Él buscando alivio a su enfermedad. Su
fama se difundía rápidamente y querían que se quedase en el propio territorio.
Él ha venido a mostrar el rostro misericordioso del Padre que se preocupa de
toda persona, y éste su prodigarse sobre todo por quienes tenían una mayor
necesidad, era la demostración más elocuente, a la que correspondía el agolparse entusiasta de la muchedumbre.
Jesús toma distancia del aplauso que tendía a
absorberlo, reteniéndolo en la euforia del éxito. Él había venido por adhesión
a la voluntad del Padre y de esta voluntad
entendió hacer el tejido de su existencia. Por ello lo vemos recogerse
en oración, en actitud de escucha, para después
levantarse, teniendo clara la dirección
a seguir.
No todo lo
que es objetivamente bueno coincide necesariamente con lo que Dios espera de cada uno de nosotros. El dejarnos
absorber desordenadamente, incluso por las empresas más santas, sin nunca
confrontarnos en un sereno tú a tú con Dios,
corre el riesgo de hacer que consumamos las energías sin realizar la
misión que nos ha sido confiada y en
vista de la cual hemos recibido los
dones que nos cualifican.
Hoy me empeñaré en buscar un
espacio tranquilo que dedicar a un encuentro con el Señor, para evitar correr
sin meta y por tanto impedirme la posibilidad
de alcanzarla.
Señor, dame la luz necesaria
para conocer
tu voluntad y subordinar a ella mis
opciones.
La
voz de una santa
En todas las cosas despojaos de vuestra reputación y buscad
solamente la conformidad con la
santísima voluntad divina.
Santa
María Magdalena de Pazzi