23 febrero 2012. Jueves después de Ceniza

DE LA PALABRA DEL DIA
El que quiera seguirme que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día  y me siga. Lc 9, 23

¿Cómo vivir esta Palabra?
Vida cristiana es seguir a Jesús, sus palabras, actitudes y comportamientos nos llevan  hacia el encuentro con el Dios Padre-Madre, a la plenitud de la Vida. Es recorrer la misma senda trazada por Jesús. 
Seguirlo, querer “ir detrás de Cristo” es una opción seria que exige un acto de voluntad y de libertad. Este seguimiento está precedido siempre por una invitación que tiene un potencial desmesurado: se abre a una vida cada vez más íntima con Jesús, a un abrazo con la Trinidad. Jesús pone tres condiciones para alcanzar este gozo: negarse a sí mismo, abrazar  la cruz de cada día, y seguirlo. 
El discípulo  está llamado cada día a seguir  Jesús, renegando del propio  falso “yo” y aceptando, mejor, acogiendo cada vez con mayor libertad todo aquello que sucede, abandonándose en los brazos del Padre, con los ojos fijos en Jesús que acompaña a lo largo del camino, llenando el corazón de amor. 
El amor es esencial para la vida del cristiano; el cristiano es capaz  de amar cuando se descubre amado radicalmente por Jesús, y puede decir con Pablo: “La vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se  entregó a sí mismo  por mí” (Ga 2,20)


En mi pausa contemplativa de hoy, contemplaré al Crucificado, a Jesús, que me ha amado  hasta dar la vida por mí.

 Señor Jesús,  heme aquí, Te sigo. Aumenta en mí la fe, la esperanza, el amor.

La voz de un gran Papa
La cruz de la pobreza, la cruz del hambre, la cruz de todo otro sufrimiento pueden ser transformadas  porque la cruz de Cristo ha llegado a ser una luz en nuestro mundo.  Ella es una luz de esperanza y de salvación. Ella da sentido a todos los sufrimientos  humanos.
                                                                                              Juan Pablo II