DE LA PALABRA DEL DIA
El que quiera seguirme que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz
cada día y me siga. Lc 9, 23
¿Cómo
vivir esta Palabra?
Vida cristiana
es seguir a Jesús, sus palabras, actitudes y comportamientos nos llevan hacia el encuentro con el Dios Padre-Madre, a la plenitud de la Vida. Es recorrer la misma
senda trazada por Jesús.
Seguirlo,
querer “ir detrás de Cristo” es una opción seria que exige un acto de voluntad
y de libertad. Este seguimiento está precedido siempre por una invitación que
tiene un potencial desmesurado: se abre a una vida cada vez más íntima con
Jesús, a un abrazo con la
Trinidad. Jesús pone tres condiciones para alcanzar este gozo:
negarse a sí mismo, abrazar la cruz de
cada día, y seguirlo.
El
discípulo está llamado cada día a
seguir Jesús, renegando del propio falso “yo” y aceptando, mejor, acogiendo cada
vez con mayor libertad todo aquello que sucede, abandonándose en los brazos del
Padre, con los ojos fijos en Jesús que acompaña a lo largo del camino, llenando
el corazón de amor.
El amor es
esencial para la vida del cristiano; el cristiano es capaz de amar cuando se descubre amado radicalmente
por Jesús, y puede decir con Pablo: “La
vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios, que
me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Ga 2,20)
En mi pausa contemplativa de hoy,
contemplaré al Crucificado, a Jesús, que me ha amado hasta dar la vida por mí.
La
voz de un gran Papa
La cruz de la pobreza, la cruz
del hambre, la cruz de todo otro sufrimiento pueden ser transformadas porque la cruz de Cristo ha llegado a ser una
luz en nuestro mundo. Ella es una luz de
esperanza y de salvación. Ella da sentido a todos los sufrimientos humanos.
Juan Pablo II