16 febrero 2012, jueves. VI semana Tiempo ordinario

“Y vosotros ¿quién decís que soy yo?”.  Pedro le contestó: “Tú eres el Cristo”.
     Marcos 8,29

¿Cómo vivir esta Palabra?
Ayer Jesús nos abrió los ojos, esperando nuestra adhesión amorosa y paciente a su persona. Hoy nos impacta su pregunta: “Y vosotros ¿quién decís que soy yo?”. La pregunta la hizo a los discípulos en las cercanías de Cesarea de Filipo. Y te la hace a ti hoy, allí donde estés.
La gente veía en él al Bautista resucitado o  Elías que había vuelto, o cosas semejantes. Algo parecido a la actualidad. Mucha gente piensa de Jesús:  un gran hombre, dotado de extraordinarias cualidades terapéuticas. Un hombre de Dios, pero que no es “Dios de Dios”, como decimos en la Misa, en el Credo, donde está el núcleo del corazón de la confesión de fe cristiana.
Es pues, importante, dejarnos hoy interpelar personalmente por la Palabra. ¿Quién es para mí Jesús? ¿Es verdaderamente el Mesías prometido,  el Salvador, Aquel que dándome su Espíritu, su Palabra, a sí mismo en los Sacramentos, vivifica mi persona e  ilumina todo lo que haga día tras día?

Hoy, al entrar en mi corazón le pediré al Espíritu que silencie en mí todo ruido de palabra y de pensamientos vanos. Dejaré que el Señor me dirija  muchas veces esta misma Palabra suya: ¿Quién soy yo para ti hoy?

Y rezaré: 
Señor Jesús,  ábreme los ojos de mi interior. Que yo, dentro de mi corazón Te vea en tu misterio de Siervo sufriente y Te reconozca como Resucitado, abriendo así las alas  de la esperanza, de la plena confianza por el continuo contacto contigo.


La voz de un gran obispo de los primeros siglos
Nuestra fuerza eres Tú, Señor Jesús. Nosotros no nos fiamos de nuestra fuerza, ni podemos  combatir con nuestra energía: la fuerza viene de la fe y se toma de Cristo.  
                                                                                                              San Ambrosio