Memoria de la Virgen de Lourdes
DE LA PALABRA DEL DIA
El rey (Jeroboán)
hizo dos becerros de oro y dijo al pueblo: ¡Ya está bien de subir a
Jerusalén! Estos son tus dioses,
Israel, los que te sacaron de Egipto. 1Reyes 12,28
¿Cómo
vivir esta Palabra?
A la muerte de
Salomón el reino se dividió en dos: el reino del norte, bajo Jeroboán y el reino
del sur, todavía bajo la dinastía de David
La sed de poder
ofuscó la mente y el corazón de Jeroboán, que temió que el pueblo quisiera volver
a la monarquía de David. Entonces ideó una estrategia para impedir que, con
ocasión de las peregrinaciones a Jerusalén para asistir al culto en el templo,
continuaran los contactos de sus súbditos con la legítima dinastía real. Para ello
hizo fundir dos becerros de oro, construyó santuarios, estableció sacerdotes
que no pertenecían a la tribu de Leví y él mismo no tuvo escrúpulos en realizar
funciones sacerdotales ofreciendo sacrificios. El pueblo fue de este modo arrastrado
a la idolatría, traicionado la alianza con Yahvé. Un nefasto modo de proceder que
no hizo otra cosa que preparar el
hundimiento total de Jeroboán.
A este
respecto viene a la mente la frase de Jesús. “Quien quiera salvar la propia vida la perderá, pero
quien la pierda por mí y por la causa
del Reino de Dios, la salvará”. Es una verdad que se impone ya sea tras la lectura
del pasaje de la Escritura
que se nos propone hoy, ya sea en el devenir
de la historia, también la actual.
No es indiferente verificar sobre lo que realmente se fundamenta la vida. La búsqueda obcecada de sí mismo y de los
propios intereses, prescindiendo de los valores y sobre todo de la verdad,
prepara fatalmente al fracaso de lo que más cuenta, esto es, de la propia
persona, mientras la superación de las tendencias egoístas y la honesta
tensión hacia lo que es justo y verdadero abre a la sana
relación y, por tanto, a la consecución de la plena realización.
Hoy me revisaré sobre la raíz profunda de mis opciones, para evitar que, tal vez sutilmente, haya algo que esté haciendo "daño".
Señor,
que tu Reino y no mis mezquinos intereses polarice mi existencia y oriente mis
opciones.
La
voz de un Beato
El reino de los cielos es para
nosotros, está preparado para nosotros. No nos apeguemos pues a las cosas de la tierra, que se
parecen muy poco a un reino. ¡Qué locura
apegarse a esto, nosotros reyes, nosotros poseedores del reino celestial!
Carlos
de Foucauld