11 febrero 2012, sábado. V semana Tiempo ordinario
Memoria de la Virgen de Lourdes

DE LA PALABRA DEL DIA
El rey (Jeroboán) hizo dos becerros de oro y dijo al pueblo: ¡Ya está bien de subir a Jerusalén!  Estos son tus dioses, Israel,  los que te sacaron de Egipto. 1Reyes 12,28

¿Cómo vivir esta Palabra?
A la muerte de Salomón el reino se dividió en dos: el reino del norte, bajo Jeroboán y el reino del sur, todavía bajo la dinastía de David
La sed de poder ofuscó la mente y el corazón de Jeroboán, que temió que el pueblo quisiera volver a la monarquía de David. Entonces ideó una estrategia para impedir que, con ocasión de las peregrinaciones a Jerusalén para asistir al culto en el templo, continuaran los contactos de sus súbditos con la legítima dinastía real. Para ello hizo fundir dos becerros de oro, construyó santuarios, estableció sacerdotes que no pertenecían a la tribu de Leví y él mismo no tuvo escrúpulos en realizar funciones sacerdotales ofreciendo sacrificios. El pueblo fue de este modo arrastrado a la idolatría, traicionado la alianza con Yahvé. Un nefasto modo de proceder que no hizo otra cosa que preparar  el hundimiento total de Jeroboán.
A este respecto viene a la mente la frase de Jesús. “Quien quiera  salvar la propia vida la perderá, pero quien  la pierda por mí y por la causa del Reino de Dios,  la salvará”.  Es una verdad que se impone ya sea tras la lectura del pasaje de la Escritura que se nos propone hoy, ya sea en el devenir  de la historia, también la actual.
No es indiferente verificar sobre lo que realmente se fundamenta la vida. La búsqueda obcecada de sí mismo y de los propios intereses, prescindiendo de los valores y sobre todo de la verdad, prepara fatalmente al fracaso de lo que más cuenta, esto es, de la propia persona, mientras la superación  de  las tendencias egoístas y la honesta tensión  hacia lo  que es justo y verdadero abre a la sana relación y, por tanto, a la consecución de la plena realización.

Hoy me revisaré sobre la raíz profunda de mis opciones, para evitar que, tal vez sutilmente,  haya algo que esté haciendo "daño".

Señor, que tu Reino y no mis mezquinos intereses polarice mi existencia y oriente mis opciones.

La voz de un Beato
El reino de los cielos es para nosotros, está  preparado para nosotros.  No nos apeguemos  pues a las cosas de la tierra, que se parecen  muy poco a un reino. ¡Qué locura apegarse a esto, nosotros reyes, nosotros poseedores del reino celestial!
                                                                                                        Carlos de Foucauld