APRENDER A
VIVIR
15 de enero de 2012
domingo 2º Tiempo ordinario
El evangelista Juan narra los humildes
comienzos del pequeño grupo de seguidores de Jesús. Su relato comienza de
manera misteriosa. Se nos dice que Jesús «pasaba». No sabemos de dónde
viene ni adónde se dirige. No se detiene junto al Bautista. Va más lejos que su
mundo religioso del desierto. Por eso, indica a sus discípulos que se fijen en
él: «Éste es el Cordero de Dios».
Jesús
viene de Dios, no con poder y gloria, sino como un cordero indefenso e inerme.
Nunca se impondrá por la fuerza, a nadie forzará a creer en él. Un día será
sacrificado en una cruz. Los que quieran seguirle lo habrán de acoger
libremente.
Los
dos discípulos que han escuchado al Bautista comienzan a seguir a Jesús sin
decir palabra. Hay algo en él que los atrae aunque todavía no saben quién es ni
hacia dónde los lleva. Sin embargo, para seguir a Jesús no basta escuchar lo
que otros dicen de él. Es necesaria una experiencia personal.
Por
eso, Jesús se vuelve y les hace una pregunta muy importante: «¿Qué buscáis?».
Estas son las primeras palabras de Jesús a quienes lo siguen. No se puede
caminar tras sus pasos de cualquier manera. ¿Qué esperamos de él? ¿Por qué le
seguimos? ¿Qué buscamos?
Aquellos
hombres no saben adónde los puede llevar la aventura de seguir a Jesús, pero
intuyen que puede enseñarles algo que aún no conocen: «Maestro, dónde
vives?». No buscan en él grandes doctrinas. Quieren que les enseñe dónde
vive, cómo vive, y para qué. Desean que les enseñe a vivir. Jesús les dice: «Venid
y lo veréis».
En
la Iglesia y fuera de ella, son bastantes los que viven hoy perdidos en el
laberinto de la vida, sin caminos y sin orientación. Algunos comienzan a sentir
con fuerza la necesidad de aprender a vivir de manera diferente, más humana,
más sana y más digna. Encontrarse con Jesús puede ser para ellos la gran
noticia.
Es
difícil acercarse a ese Jesús narrado por los evangelistas sin sentirnos
atraídos por su persona. Jesús abre un horizonte nuevo a nuestra vida. Enseña a
vivir desde un Dios que quiere para nosotros lo mejor. Poco a poco nos va
liberando de engaños, miedos y egoísmos que nos están bloqueando.
Quien
se pone en camino tras él comienza a recuperar la alegría y la sensibilidad
hacia los que sufren. Empieza a vivir con más verdad y generosidad, con más sentido
y esperanza. Cuando uno se encuentra con Jesús tiene la sensación de que
empieza por fin a vivir la vida desde su raíz, pues comienza a vivir desde un
Dios Bueno, más humano, más amigo y salvador que todas nuestras teorías. Todo
empieza a ser diferentes.
José Antonio Pagola
Red
evangelizadora BUENAS NOTICIAS
Invita a seguir a Jesús.
Pásalo.
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