DE LA PALABRA DEL DIA
El Ángel, entrando en su presencia, dijo. Alégrate, llena de gracia, el
Señor está contigo. Lucas 1,8
¿Cómo vivir esta Palabra?
Este pasaje del
Evangelio se presenta por segunda vez, al acercarse la Navidad. El domingo
hemos visto cómo María creyó en las palabras del ángel y quedó plenamente
envuelta en el designio salvador de Dios.
Hoy
contemplamos la belleza, la maravilla del don
que Dios hizo a María. La joven
se encuentra en su casa de Nazaret, probablemente ocupada en las tareas
domésticas. Entra el Ángel Gabriel y la saluda de un modo sorprendente. Sus
palabras “llena de gracia, el Señor está
contigo” significan que María estaba habitada por Dios. El Señor Dios estaba prendado de la
joven María, que le pertenecía totalmente -pues estaba llena de Él-, virgen, en
el sentido más pleno de la palabra, privilegiada desde el seno materno, en
vistas a su misión de concebir y dar al mundo
a Jesús, el Salvador.
El “Sí” de
María da comienzo a una época nueva, al paso de la muerte a una vida nueva en el
Dios-Misericordia. Él “miró la humildad de su sierva” y tuvo piedad
de toda la humanidad. Por esto, María está siempre al lado del Hijo, bendita
entre todas las mujeres.
En mi pausa contemplativa de hoy,
buscaré la compañía de María que por su fe y humildad atrajo la mirada de
Dios sobre sí, y gustó de
una relación de intimidad con la Santísima Trinidad.
Siempre Dios se complace en quien está enamorado de Él. Le pediré a María arder
de amor por Jesús.
Hermanos, el amor es un maestro,
pero se necesita saber atraerlo, porque se atrae difícilmente, se paga a caro precio, con un
trabajo continuo durante largo tiempo, no debiéndose amar sólo un instante,
accidentalmente, sino hasta el final. F. Dostoevskij