DE LA PALABRA DEL DIA
Pero mira, guardarás silencio, sin poder hablar, hasta el día en que
esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento.
Lucas 1,20
¿Cómo
vivir esta Palabra?
Ayer la
liturgia nos puso ante el anuncio del Salvador y hoy resuena el anuncio de su
precursor. María creyó las palabras del ángel Gabriel, en cambio Zacarías dudó;
razonó humanamente: estaba ya viejo y también su mujer estaba entrada en años y
era estéril, por tanto…
La verdadera
fe no pone límites a Dios y exige el conocimiento y la libertad de la criatura para
una plena colaboración en su proyecto. La pregunta de María al Ángel no fue una
duda sino una clarificación para la total adhesión a la voluntad de Dios: “Bienaventurada la que ha creído que se
cumplirían las cosas que le fueron
dichas de parte del Señor”. (Lc
1,45).
Dios realiza
lo que promete también en nosotros; realiza cosas grandes si sabemos fiarnos de
su Palabra, que es siempre Palabra de vida.
Hoy, en mi pausa contemplativa, me pondré delante de
estas dos figuras: Zacarías y María, que me iluminan sobre la importancia de la Palabra para mi vida y la
exigencia de acogerla y hacerla fructificar porque es de Dios. Quizás, la mayor
parte de las veces, me encuentre más cercano a la posición de Zacarías, pero el
punto de llegada es el de María, quien,
creyendo, se convirtió en morada de Dios.
Señor, dame un corazón sencillo y confiado,
que
busque y acoja tu Palabra con alegría.
¡Ven, Señor Jesús!
La
voz de un gran santo
¿Puedes no tener piedad de
nosotros Tú que te hiciste hombre por nosotros? Grandes son tus maravillas, más
grandes aún tus promesas. Tus obras nos hacen volver a buscar los bienes que
nos prometes.
San Agustín