2 diciembre 2011, viernes. I semana de Adviento

DE LA PALABRA DEL DIA
Esto dice el Señor: Pronto, muy pronto, el Líbano se convertirá  en vergel, el vergel parecerá un bosque; aquel día oirán los sordos las palabras del libro; sin tinieblas ni oscuridad verán los ojos de los ciegos. Los oprimidos volverán a alegrarse con el Señor y los pobres  gozarán con el Santo de Israel. Is 29, 17-9

¿Cómo vivir esta Palabra?
¡En este camino de Adviento qué hermoso es reavivar el corazón con estas palabras del profeta Isaías! La venida del Señor que celebraremos en la Navidad, no es  sólo la que se refiere a este bello momento litúrgico, ya que su sentido está iluminado y profundizado también por estas palabras del gran profeta. El Líbano (del que se hace mención) era una cadena montañosa  caracterizada por la aspereza de roca y tierra árida. 
Están madurando los tiempos – dice Isaías-  y  allí florecerán vergeles. Pero, en cambio, todo lo que podía parecer floreciente será transformado en un lugar salvaje e improductivo.

También en el mundo de los hombres la vida obrará prodigios: los ciegos tendrán vista, los sordos oídos.  Y entonces  habrá alegría.  Pero ¿para quién? Para los humildes que se alegrarán en el Señor. Pero quien tiraniza a los otros y prevarica presumiendo de sí, quien trama iniquidad por sendas de  injusticia quedará fuera de este florecer de vida y de salvación.



Señor,  tómame de la mano.  También en mí  hay con frecuencia ceguera y sordera para las realidades espirituales. Ábreme  los ojos y los oídos del corazón.  Haz que vea  tu venida  por la gracia de esta Navidad, como el realizarse tus promesas de salvación. Líbrame de considerar la Navidad con la ceguera del  paganismo actual, como una ocasión más para vender y para adquirir cosas sobre cosas. Dame un corazón libre que espera  con alegría al Señor, actuando bien al correr de los días.


La voz de una beata
La humildad es la fuente de las gracias. Aquel que se cree vil y miserable, Dios lo colma de sus favores.
                                                                                                      Isabel  de la Trinidad