DE LA PALABRA DEL DIA
Oráculo De Balaán […]oráculo del hombre de ojos perfectos. Oráculo del
que escucha palabras de Dios y contempla
visiones del Altísimo. Nm 24,15
¿Cómo vivir esta
Palabra?
La tradición
cristiana ha leído este oráculo de Balaán
en clave mesiánica. Cristo mismo es la estrella que irradia la infinita
belleza del Altísimo. A su luz vemos la luz (Sal 36,10). Las moradas del corazón
que lo acoge son como áloes seculares plantados por el Señor, como cedros
majestuosos que se elevan a los cielos.
El áloe, como
es sabido, es símbolo de longevidad, el cedro de fuerza y grandiosidad, atributos
de quien recibe la bendición de Dios en Cristo Jesús. En Él se nos da en
verdad el ser fuertes, vitales y fecundos, como árboles
frondosos que en el devenir del tiempo, revestidos de eternidad, dan frutos
abundantes, en perenne juventud.
Ciertamente, nosotros,
como los cedros y el áloe, permaneceremos tales sólo si dirigimos la mirada
hacia el desierto, lugar espiritual de silencio adorante, en el que Dios se
complace manifestarse, y nos introduce en su misterio de amor que salva,
liberados del velo de nuestra soberbia que impide la vista y oscurece el corazón.
Rompe,
Señor, los velos de mi soberbia y sé luz en mi peregrinar por los caminos del
mundo. Que me fascine la senda silenciosa del desierto que conduce al encuentro con tu Hijo, el Amado, el
Esperado. ¡Para que verdaderamente sea Navidad!
La
voz de un gran Papa
Danos tus ojos, María, para
descifrar el misterio que se esconde tras los frágiles miembros de tu Hijo.
Enséñanos a reconocer su rostro en los niños de toda raza y cultura. Ayúdanos a
ser testigos creíbles de su mensaje de
paz y de amor.
Juan Pablo II