Del evangelio según san Lucas 
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad  la cabeza, se acerca vuestra liberación.  (Lc.  21,28).

¿Cómo vivir esta Palabra?
Jesús, Hijo del hombre, se encarnó para librarnos de todo lo que obstaculiza la plenitud de la Vida.
El reino de Dios va avanzando hacia la plenitud, incluso dentro de las perturbaciones causadas por el uso egoísta de la libertad humana, o dentro de las mutaciones inevitables de la evolución del cosmos. Por esta razón, Jesús, en el Evangelio de hoy, anuncia que la gloria y la alegría que se deriva de ello, no disminuirán  ni siquiera  con los cambios de la historia  y con el sufrimiento que de ellos se sigue.
 Jesús pone como enseña su cruz, la única que puede iluminar toda la historia y también los tiempos últimos, aquellos que culminan  en el encuentro con el Padre, y nos confirma que el Padre no está nunca lejano: se reveló cercano en Jesús y está hoy místicamente presente en la oración, en los sacramentos, especialmente en la Eucaristía, y en los amigos fieles. 
El Señor Jesús vendrá por tercera vez al final de los tiempos. Bienaventurados aquellos para los que sea un encuentro muy esperado; pues será el cumplimiento de todo deseo, la respuesta a todo sufrimiento y a todo interrogante.
  
Hoy, al entrar en mi corazón, trataré de abrirme al gran proyecto del Padre sobre mi: ¡la llamada a participar  en su gloria  en el reino!
 Señor Jesús, Tú eres el Camino que lleva al Padre. Te confío mi camino terrenal; Hazme crecer en al espera amorosa  y confiada de la Vida  sin fin, contigo en el seno del Padre.

La voz de un guía espiritual contemporáneo
Beber la copa del dolor y de la alegría es posible solamente cuando nos proporciona  salud, fuerza, libertad, esperanza, valor, vida nueva… Podemos beberla solamente  cuando es la copa de la salvación.
                                                                                  Henri J.M. Nouwen